lunes, 7 de febrero de 2011

El fin justifica los medios (José Antonio Orozco Morales)

El 23 de agosto de 1968, a la edad de 25 años, un joven español llamado Ramón Sampedro se fracturó el cuello al zambullirse en una playa y golpearse en la cabeza con el fondo de la playa; a causa de este golpe se convirtió en tetrapléjico. A partir de esa fecha Ramón vivió el resto de su vida en el cuarto de un hospital sin poder mover ni una sola parte de su cuerpo. A partir de entonces expresó sus deseos de morir varias veces al realizar diversas peticiones a sus amigos y familiares, sin conseguir ningún resultado, por lo que se dirigió con el Estado y les hizo peticiones judiciales con la intención de que el Estado accediera a la eutanasia. Así pasaron 30 años hasta que finalmente un desconocido le ayudó a alcanzar la muerte por medio de la eutanasia. Siete años después, Ramona Maneiro, una amiga de Ramón Sampedro, admitió en televisión el haberle facilitado el acceso de un veneno a Ramón y así conseguir darle muerte.
La creación de la palabra eutanasia se le atribuye al filósofo Francis Bacon y ésta fue concebida como la aceleración de la muerte en un hombre enfermo. Sin duda, la eutanasia ha sido un tema muy polémico desde los siglos pasados y ahora más que nunca con el supuesto derecho a la libertad. Sin embargo, ni la religión, ni la sociedad ni el gobierno están de acuerdo con la eutanasia aún cuando son muchas las personas que la solicitan.
¿Pero porque se les ha de negar la eutanasia a las personas que tienen una enfermedad incurable por la cual padecen mucho dolor y sufrimiento, aun cuando son ellas las que acceden y solicitan la eutanasia? Una respuesta a esto es la religión, por la cual está influenciada la sociedad; en esta se señala que la vida es un regalo de Dios y no se debe de quitar por nadie que no sea él; sea cual sea la situación. ¿Pero esta moralmente bien este pensamiento? ¿Qué sucede con el sufrimiento y los derechos de las personas a elegir?
A finales del siglo XVIII, un filósofo ingles llamado Jeremy Bentham estableció el principio de utilidad, en el cual se propone elegir de entre varias opciones, aquella que produzca las mejores consecuencias globales para todos los involucrados. Desde el punto de vista de un utilitarista, el caso de la eutanasia se vería de un modo completamente diferente al visto normalmente. Los utilitaristas establecen que se debe de tomar la decisión que lleve al mayor número de felicidad para los afectados, por lo que en el caso de la eutanasia, al negarla a la persona que sufre se le niega la única esperanza que esta tiene de alcanzar la paz y dejar su estado de sufrimiento. Por lo que dicha opción solo ocasionaría sufrimiento al afectado que es el que solicita la eutanasia. Si bien se accede a la eutanasia, la persona afectada deja de padecer el sufrimiento, por lo que finalmente alcanza un estado de alegría; alcanzando el fin último del utilitarismo: la felicidad.
Si bien hay un sinfín de cuestiones morales sin solución como la eutanasia, hay diferentes posturas que apoyan y defienden éstas como el utilitarismo, mientras que otras critican y cuestionan a éstas. Sin embargo, es debido a la diferencia en el pensamiento de las personas y a diferentes normas establecidas por las diferentes religiones y costumbres en la humanidad que es difícil alcanzar soluciones éticas que lleven a la mayor satisfacción de las personas afectadas. Y es debido a esto que muchas cuestiones en la actualidad están entre lo ético y lo no ético.

Rachels, J. (2000) Introducción a la filosofía moral. México: FCE.
Oarela, Felipe. Eutanasia. http://sepiensa.org.mx/contenidos/2005/eutanasia/eutanasia_1.htm
Sampedro, Ramón. Cartas al infierno. http://terranoticias.terra.es/articulo/html/av213866.htm

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