En
búsqueda de la felicidad
Diego Francisco Barrera
Rivera
Una
de mis corrientes éticas favoritas y la que más coherencia tiene con la
sociedad de hoy desde mi punto de vista es la aristotélica, ya que “todos”
estamos buscando la manera de ser felices. Sin embargo, el concepto de
“felicidad” es algo tan subjetivo y cambiante hoy en día que no podemos
escribir un camino o receta para llegar a ella. La principal razón de esta
realidad tan cambiante es por la velocidad que vivimos en nuestra sociedad.
Esta velocidad ha cambiado también en gran forma el mercado laboral, manera de
desarrollar tecnología y el hábito de consumir recursos naturales.
Antes
tener una familia, con un hogar y trabajo estable era suficiente para ser
felices, como lo pudimos leer en el caso de visto en clase de “Enrico y Rico”.
Donde Enrico es el padre de Rico que
planeó siempre a largo plazo su vida, con los recursos que contaba sin trabajar
de más, ya que estaba en su “status” de confort. Caso que contrastó con Rico su
hijo, que buscaba siempre ir escalando y tenía metas a corto plazo que una vez
que lograba una se ponía otro objetivo. Este cambio entre Enrico y Rico se
derivó del cambio dentro de la sociedad, con la tecnología y capitalización de
la sociedad. Es un típico caso de adaptación forzada, ya que si no te adaptas
te quedas atrasado, “corto placo limita la posibilidad de que madure la
confianza informal”(Sennet, 2000).
Bien
dicen que “el dinero no es el amor, ni la felicidad”, pero como dice mi padre
“pero cómo se le parece”. No quiere decir que comparta totalmente esta
creencia, pero estoy consciente que de alguna manera esto influye en la vida de
cada persona. El trabajo desde un principio fue considerado como un castigo
(Adán y Eva), ya que era la búsqueda de recursos para sobrevivir. Hoy en
día el trabajo es un recurso primordial
para sobrevivir, y entre mayor sea la retribución que recibimos, mejor es el
trabajo. Nos olvidamos si estamos haciendo lo que nos gusta, que le dejamos a
la sociedad o que tanto sacrificamos nuestra libertad. “Sólo tiene sentido el trabajo bien
remunerado por el poder adquisitivo que implica” (Camps, 1993) y esto tiene que
ver con la frase que mencioné antes.
El trabajo en sí tambien ha sufrido
algunos cambios, como se plantea en la lectura de Cortina y Conill, ya que el
trabajo se mide por el dinero que implica y es a lo que le llama “la trampa de
la productividad”, ha dejado de tener un
valor cualitativo (eficiencia) y pasar a ser medible con números en su
totalidad. Esto por supuesto que genera diferencias y falta de equidad entre
las personas, ya que los que tiene más
preparación tendrán mayores y mejores oportunidades, que otros sectores que no
tienen la misma preparación. Bajo este escenario la sociedad se ha preocupado
por tener una preparación mínima para tener ventaja sobre los demás, dejando en
segundo plano aquello que realmente nos apasiona.
Bauman hizó una comparación entre
nuestra sociedad y el programa de “reality show” Big brother. En donde asimila
el comportamiento de los integrantes del concurso y
la sociedad, ya que hacían sociedades temporales con otros para obtener algún
beneficio en común y al llegar a este objetivo, la ruptura era inevitable
porque buscarían metas distintas, es decir, “te utilizo hasta que me seas
útil”. En el mercado laboral pasa algo muy parecido con la “subcontratación” de
empresas, ya que son empresas que hacen lo que un empleado haría, pero con un
periodo determinado, y se ahorran salario, seguro y liquidación.
Como
lo vimos en la entrevista con “Cari’s studio”, que tiene una fundación en la
cual forma de manera gratuita estilistas. De esta manera beneficia a un sector
de la sociedad brindando capacidad y oportunidades, pero ella (Carina) también
se favorece formando colaboradoras con un perfil deseado. Es un claro ejemplo
de la industrialización del capitalismo, “te ayudo, pero tú también me das un
beneficio a cambio”.
Por
otro lado Google el gran gigante del internet busca cambiar la naturaleza del
trabajo, y volver a su esencia principal. Contratando a personas altamente
capacitadas, pero que tengan “el estado mental adecuado”, es decir, trabajen en
equipo, convivan y talentosos. Aquí la retribución pasa a segundo plano, a
pesar de que suelen ser trabajos muy bien remunerados. Sin embargo, su trabajo
se convierte en su vida, privándolos pacíficamente de su libertad.
El
impacto ambiental también afecta nuestra felicidad, ya que por la situación
actual debemos sacrificar algunas cosas. Por ejemplo; en algunas colonias
tenemos que separar la basura, lo que implica para algunas personas un
sacrificio o labor muy difícil. La tecnología y avances científicos han dejado
de ser lo que “deberían” ser, una herramienta de desarrollo global y a pasado a
ser una manera de explotar los recursos naturales.
Sin
embargo, no todo son malas noticias porque hay personas que están tomando
acción, como dice uno de los principios propuestos por Óscar Motomura. Como es
el caso del “Colectivo ecologista” y la “eco-tienda”. Esto se a convertido en
una mega-tendencia que brinda una mejo ambiente y por lo tanto una mayor
calidad de vida y felicidad.
Ahora
le hablo a todos que como yo están estudiando y no saben que camino les espera
en el futuro. Piensen que es lo que en realidad esperan de él, qué te brindará
mayor felicidad; sí tener los mejores carros, casas, ropa, pero vivir atado a tu
trabajo, o tener una vida equilibrada. Y qué mundo quieren; uno que tengamos la
tecnología de punta, pero que no existan recursos naturales por la explotación
en exceso de ellos, o vivir en una sociedad que su tecnología se enfoque en el
desarrollo de beneficios globales. Aunque en ocasiones nuestro futuro parezca
incierto, aún estamos a tiempo de ponerle dirección y establecernos a nosotros
mismos reglas de vida. Nuestra felicidad no depende de nadie más que de
nosotros.
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