Actualmente nos encontramos en lo que Zygmunt Bauman llama modernidad líquida. Esta etapa se
caracteriza por un constante movimiento, cambios repentinos y gran incertidumbre
que se reflejan en la poca capacidad de planeación y de toma de medidas
preventivas de las que sufren la mayoría de las personas (Bauman, 2009). Una de las causas
dominantes de esta etapa es la globalización, pero ¿Cómo afecta la
globalización nuestra condición humana? Rodrigo Quesada Monge cita en su libro
a Carlos Murillo quien nos explica que “La globalización es, eminentemente, un
fenómeno tecnológico que permea la cultura, las relaciones sociales y, en
general, la forma en cómo las sociedades funcionan” (2004, pág. 24); esto se puede
apreciar día a día en la perdida de identidad nacional, la sencilla y rápida interacción
internacional de los individuos y el creciente desarrollo tecnológico.
La forma en que
las sociedades funcionan hoy en día es muy diferente a como funcionaban en los
tiempos de nuestros padres y abuelos. Se han perdido en el camino la lealtad,
la seguridad y planeación del futuro, el desarrollo profesional lineal y las
relaciones a largo plazo que permitían a los trabajadores formar vínculos con
empresas y personas, tener tiempo para convivir con su familia y transmitir
valores a sus hijos (Sennet, 1996). En esta transacción es en donde
empieza la degradación de las relaciones sociales, familiares y laborales así como
de la dignidad humana en sí. Empieza la deshumanización del humano.
La globalización es
en parte el producto del nuevo capitalismo que ha generado un espacio libre
para el crecimiento de negocios nacionales e internacionales pero, por el hecho
de ser libre no significa que sea sencillo desarrollarse en este espacio, “Solo
las empresas productivas pueden resultar competitivas en un universo global en
el que la lucha por el mercado es despiadada” (Cortina, 2002). Esta competencia despiadada entre
empresas ha producido que el trabajo no se vea como un derecho humano sino como
el valor del mismo. La globalización es un proceso para desintegrar las
economías nacionales para que se incorporen a un nuevo tipo de mercado mundial
y en estas condiciones la deshumanización es ineludible puesto que los
individuos buscan entonces concentrar sus esfuerzos en el rendimiento y en la
productividad y no en la generación de ideas y sentimientos (Quesada, 2004). ¿Cómo puede ser digna una persona que
es valiosa por su trabajo y en términos más específicos, por lo que gana o
produce en éste?
Kant se formuló
una pregunta similar y planteó lo que llamaría el imperativo categórico: “Obra
sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley
universal” (2003, pág. 57) y añadido a esto nos
pide que tratemos a las personas siempre como un fin y no como un medio. Bajo
estas premisas se consideraría indigno el hecho de que una persona valga por su
trabajo ya que las empresas y corporaciones utilizan a los trabajadores como un
medio para conseguir la mayor cantidad de ganancias y no como un fin pero, ¿Qué
pasa cuando una persona decide por sí misma ser un medio para alguien más para
así poder ser un fin para sí misma? Esto se puede explicar de una forma más
sencilla suponiendo a una persona que quiera ascender de estatus socioeconómico
para poder contar con una vivienda, servicios de salud y educación de primer
mundo entre a trabajar a una empresa con condiciones precarias en la que tiene
la oportunidad de crecer profesionalmente y eventualmente cambiar de empresa
para mejorar su condición de vida. ¿Es indigno realizar un sacrificio temporal
a cambio de un fin deseado y justo? Aristóteles menciona que es preciso saber
qué cosas son buenas siempre que sean medios para algo, y qué es ese algo en lo
cual las cosas son más o menos buenas (Guisán, 2002) dándole cierta
justificación a esta acción y el mismo Kant presenta una opción que considera
digna para este tipo de situaciones, “Obra de tal modo que uses a la humanidad,
tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin
al mismo tiempo y nunca solamente como un medio” (2003, pág.
67)
pero ¿Cómo resolvemos el problema de justicia, equidad y salvaguardamos la dignidad
humana al 100% para no tratarnos únicamente como medios? Es aquí en donde entra
el rol del profesionista, con la capacidad de influir en un cambio en el nuevo
capitalismo.
El profesionista
tiene dos funciones, en términos de moralidad y ética, cuando se habla de
negocios y en cada una de ellas desempeña un rol importante:
·
Empleado: Su función radica en exigir a su
empresa el uso del razonamiento ético para la toma de decisiones laborales así
como para el trato de los trabajadores para asegurar la dignidad humana, la
justicia y la equidad.
·
Empleador: Su función radica en el uso del
razonamiento ético para la toma de decisiones laborales y para la formación de
una cultura de trabajo justa para los trabajadores en la que se puedan desarrollar
personal y profesionalmente de forma de que los beneficios se vean reflejados
tanto en la empresa como en ellos mismos.
La última función del profesionista siempre
tendrá el dilema entre cargar sus decisiones hacia la productividad y
competitividad de la empresa para poder sobrevivir en el mercado tan móvil y
agresivo en el que se encuentra o hacia el trato justo y digno de los stakeholders
de la misma que podría provocar que la competencia, sin principios, acabe con
la empresa. De esta manera nace la pregunta ¿Por qué usar el razonamiento ético
en los negocios? A la que Weiss contesta con tres razones. La primera, refiere
a que las leyes no siempre cubren todos los aspectos involucrados en la toma de
decisiones; la segunda, los mecanismos de mercado libre y regulado no informan
a los involucrados sobre cómo responder en casos complejos con consecuencias
éticas de largo alcance; la tercera, los problemas morales requieren
comprensión de la justicia, equidad, el debido proceso a personas, grupos y
comunidades (2006, págs. 19-20). El uso del
razonamiento ético en términos generales nos guía en la creación de una teoría
moral satisfactoria basada en 5 conceptos según James Rachels: La moral sin
arrogancia, tratar a la gente como se merece y otros motivos , el utilitarismo
de estrategias múltiples, la comunidad moral y la justicia y la equidad (Rachels,
2007, págs. 300-317).
Es
importante buscar siempre la universalidad de nuestros principios éticos,
actuar “bien” de acuerdo con principios abstractos universales de justicia y
derechos, razonar y usar la conciencia y
reglas morales para guiar las acciones (Weiss, 2006).
De esta forma crearemos relaciones
laborales en las cuales los trabajadores puedan ser más eficientes en el
trabajo, convivir con sus familias y así poder lograr sus propios intereses
mientras que colectivamente los de las empresas también se cumplen.
No
es posible definir una teoría única para actuar en todas las situaciones y
dilemas que se nos presenten en nuestras vidas, pero definir la importancia del
razonamiento ético en la toma de decisiones nos llevará a crear una teoría
moral propia que, siendo congruentes, contribuiría a la disminución de la
deshumanización humana y a que esta modernidad
líquida deje poco a poco de ser líquida.
Bibliografía
Bauman, Z. (10 de 09 de 2009). Zygmunt Bauman: la
crítica como llamado al cambio. (J. Zepeda, Entrevistador)
Cortina, A. (2002).
Cambio en los valores del trabajo. Sistema 168-169, 1-15.
Guisán, E. (2002). Manifiesto
Hedonista. Barcelona: Editorial Anthropos.
Kant, I. (2003). Fundamentación
de la metafísica de las costumbres. Ediciones encuentro S.A.
Quesada, R. (2004). Globalización
y deshumanización. Dos caras del capitalismo avanzado. San José: euna.
Rachels, J. (2007). Introducción
a la filosofía moral. Distrito Federal: Fondo de cultura económica.
Sennet, R. (1996). La
corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo
capitalismo. ANAGRAMA Colección Argumentos.
Weiss, J. W. (2006). Ética
en los negocios: un enfoque de administración d los stakeholders y de casos.
México : Thompson .
Cáceres, Jesús Galindo. (1998). Cibercultura,
ciberciudad, cibersociedad hacia la construcción de mundos posibles en nuevas metáforas conceptuales. Estudios sobre las Culturas Contemporaneas,
junio, 9-23.
Luis Gerardo Martín del Campo Méndez (Chacho)
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