Introducción:
En el siguiente ensayo se
trata de abordar el tema de la guerra como un conflicto de intereses, pasando
al análisis de distintos puntos sobre la "Ética de la Guerra"
-concepto desarrollado históricamente en la búsqueda de una humanización de los
conflictos armados- en contraste con uno de los casos más conocidos y controversiales
del mundo a la entrada del S. XXI: el conflicto Israel-Palestina; llegando a la
conclusión de que el origen de éste y muchos otros conflictos radica en la
visión unilateral de derecho de una agrupación humana sobre otra, reforzada por
nociones territoriales y nacionalistas del esquema del Estado-Nación. Para
concluir, se ofrece una posible resolución a estos conflictos, justificable desde
las posturas éticas de la ética de la sustentabilidad y la justicia como
equidad.
Todo conflicto polar de
intereses deriva en una ambivalencia objetiva de los actores del conflicto: los
comandos israelís son asesinos para el pueblo palestino; los insurgentes
palestinos son terroristas para el pueblo israelí. Esto siempre y cuando la
apatía no sea el sentimiento general: por ejemplo en México, donde los
escándalos por "granadazos", balaceras y detenciones en la vía
pública, la gran mayoría de la población urbana se mantiene al margen del
conflicto contra el narcotráfico.
Pero lo anterior es
un hecho evidente: es fácil caer en un maniqueísmo ciego al tratar de defender
los propios intereses, y en un relativismo moral al tratar de juzgarlos con
objetividad-que no es una postura racional valida, pues como menciona Rachels (2006),
"el error fundamental (es tratar) de sacar una conclusión sustantiva
acerca de un tema del mero hecho de que hay un desacuerdo acerca de él."
Extrapolando la explicación de Rachels, siempre existirá una opción
objetivamente más válida, por lo menos desde el punto de vista ético, si bien
es posible que ninguno de los actores del conflicto la esté defendiendo.
A este respecto, algo
verdaderamente interesante ocurre con una declaración de Guerra: de pronto,
cosas como matar a un hombre, destruir la propiedad ajena o privar de su
libertad a un individuo dejan de ser actos inaceptables -incluso, se vuelven elogiables
y recompensados; como describiría Mo Tzu (pensador chino) hace casi dos mil
quinientos años, "cuando en el ataque a un país se cometen asesinatos, no
se considera una acción equivocada; se la aplaude y se la llama justa"
(Barrera, 2003). Se vuelve evidente que existe todo un constructo moral
especial para situaciones de guerra, no compatible con las reglas de convivencia
dentro de una sociedad y que por tanto sólo se puede externalizar en la relación
con otras sociedades.
Desde una perspectiva
aristotélica de la virtud, en la que el individuo adquiere la virtud como una
forma de consistencia moral, la guerra induce un estado de conflicto, pues el
mismo conjunto de acciones puede ser castigado y recompensado, dependiendo del
contexto. Así pues, la aparición de una "Ética de la guerra" se
vuelve un requisito de coherencia: se formulan los términos "civil" y
"beligerante", y se establecen términos que determinan cuándo y cómo
se lleva a cabo una "guerra justa". A este propósito, el informe
Ethos No. 28 de la Universidad Alberto Hurtado en Chile (2003) señala, dentro
de diferentes etapas de evolución, diferentes condicionantes, como que
"(a)
sólo puede ser declarada por una autoridad legítima en función de fines
públicos y no privados; (b) habiendo una causa justa, como en el caso de la
reparación de una injusticia y la defensa contra una agresión (guerra
defensiva); (c) y agotados todos los medios pacíficos de solución (último
recurso); (d) con tal que los fines y los medios utilizados sean justos; y, por
último, (e) habiendo proporción entre el bien que se busca y el mal que se
causa." (UAHurtado, 2003).
Esta búsqueda de una
Ética de Guerra, sin embargo, no ha rendido los frutos necesarios: tomemos como
ejemplo el conflicto Israel-Palestina contrastado con cada uno de los puntos
anteriores:
·
A partir de la formación de la Organización
de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad es el único organismo capaz de
legitimar una guerra, derecho que antes era conferido a cada una de las naciones,
en tanto que cada una era su propia autoridad en esta toma de decisiones
(UAHurtado, 2003). Así pues, la ONU es una macro-estructura hobbesiana: un
Leviatán al que las naciones confieren su derecho a declarar un conflicto
armado en pos de superar un "estado de naturaleza" violento, definido
por Freud en sus misivas a Albert Einstein, conocidas en su publicación ¿Por qué la Guerra? (Santiago, 2000).
Sin embargo, el Consejo de Seguridad de la ONU sólo había autorizado dos
acciones militares hasta el año 2003: la incursión a Corea de 1950 y la Guerra
del Golfo en 1991 (UAHurtado, 2003). Así pues, las agresiones militares entre
Israel y Palestina están fuera de un marco de legitimidad.
·
La causa justa advocada por Israel es la
defensa de un territorio históricamente perteneciente a la nación judía -una
deuda histórica supuestamente vindicada con la formación del Estado Israelí- y
la defensa de su territorio frente a la amenaza palestina. Sin embargo, tal
aseveración es parcial, discriminatoria, poco objetiva y no consensada: existe
una documentación poco precisa sobre la condición y los habitantes de la región
palestina antes de lo descrito en los textos bíblicos -hecho señalado constantemente
por Emanuel Pfoh en su disertación para Estudios
de Asia y África (vol. XLV, No. 3, 2010) como un inconveniente para la
comprensión histórica de la región-, y en base a esta información no
consensada, se presupone que un determinado grupo tiene un derecho superior a
ocupar determinado territorio. Esto va en contra del principio del principio de
dignidad humana kantiano, pues da pie a una discriminación que no es justificable
en el "reino de los fines", y vuelve a una de las partes un potencial
sujeto de dominación: un paralelo curioso es la Doctrina Monroe, con la que, en
un gesto unilateral y bajo pretexto de proteger la soberanía de otros, los
Estados Unidos se adjudicaban el derecho a "ejercer un control policial en
el resto del continente, subyugando la jurisdicción, la soberanía y la
autonomía de los países latinoamericanos" (Rodríguez, 2007).
·
No se han agotado los medios pacíficos para
la resolución del conflicto: antes bien, no se han podido presentar como un
verdadero esfuerzo, pues el conflicto carece aún de una plataforma de equidad
-esto es, en la que ambas facciones acepten su estado de facto como cohabitantes de la región-, como la requerida para la
aplicación de una Ética dialógica, de la que podrían surgir acuerdos para el
fin del conflicto y la sana convivencia.
·
Occupation
101
(Omeish, 2006) es una película documental que pone en evidencia, entre otros
aspectos, la supremacía militar del Estado Israelí frente a su contrincante,
reforzada tanto por el apoyo económico y militar con el que cuenta Israel, como
por el aislamiento geográfico y político en el que se encuentran confinados los
grupos militantes palestinos. La condición de inequidad puede parecer de un
orden natural; "siempre habrá una nación más poderosa que quiera
aprovechar su superioridad frente a otra más débil" (Santiago, 2000). Sin
embargo el propósito final de la creación de un orden (llámese Ética de la
Guerra Justa, llámese la ONU, llámese el Leviatán) es precisamente superar este
estado de naturaleza en pos de un bienestar común. Así pues, los fines del
acoso militar israelí no son justos ni incluyentes, como dictarían las reglas
de la Guerra Justa: "el concepto de interés implica una dimensión
social" (Santiago, 2000), y una búsqueda del bienestar propio a costa del
ajeno implica una separación del tejido social entre "yo" y "el
otro". Tampoco es justificable desde una perspectiva utilitarista, pues
los desplazados palestinos representan aún una mayoría en la población; y para
la ética del cuidado implica una completa desconsideración de las necesidades
humanas del grupo marginado.
·
El conflicto Israel-Palestina se extiende ya
por más de 70 años, y ambas naciones han padecido a diferentes grados y a
través de generaciones enteras, las penurias de la guerra: el miedo como parte
de la vida es una de ellas. Aun considerando la guerra como un fenómeno
primitivo, el daño que se ha ocasionado a la calidad de vida de miles de
millones a lo largo de los años supera cualquier posible intento racional de
justificar el conflicto: si bien para algunos el beneficio ha sido grande, la
gran mayoría de la población puede ratificar que el costo fue incalculablemente
mayor.
Puede concluirse
pues, que el conflicto Israel-Palestina no entra dentro del marco moral para considerarse
una Guerra Justa; sin embargo, al extrapolar el análisis previo se puede
deducir que ninguna guerra moderna lo es: desde ejemplos concretos como el
conflicto estadounidense en Oriente Medio, a combates en planos más abstractos
como "la guerra contra el terrorismo" o "la guerra contra el narcotráfico",
siempre hay, por una o ambas partes, una causa egoísta, una negación a los
derechos fundamentales de terceros, una posibilidad de abuso de poder, y una
vía pacífica no explorada. Se concluye que, en una Ética de la Guerra
verdaderamente racional, coherente y universal, la guerra no debería existir.
Ahora bien, ¿Cómo
puede darse fin a este conflicto? ¿Cómo poner fin a la guerra? Es una cuestión
compleja -de no serlo se habría resuelto ya hace mucho tiempo-, complejidad que
radica en una superestructura de paradigmas: uno de ellos, quizás el factor con
más peso dentro de la aparición de conflictos internacionales, y curiosamente
un paradigma en decadencia, es el paradigma del Estado-Nación.
Me explico:
Ariel Français, en un
Documento de debate para la UNESCO en el año 2000, describe la Nación como
"(...)
la colectividad que reúne a todos los que comparten el mismo pasado y una
visión común de su futuro; la definición de la nación como la colectividad
regida por las mismas leyes y dirigida por el mismo gobierno; la afirmación de
que la nación es soberana y única detentora de legitimidad política."
(Francais, 2000).
Dentro de un Estado-Nación
como México, podemos observar ejemplos claros de fracturas en la colectividad
nacional: Cherán, Michoacán, es un pueblo que se levantó en armas y tomó en sus
manos las responsabilidades de regir la comunidad y proteger sus recursos
naturales, ante la corrupción e incompetencia de las autoridades oficiales
(Zabludovski, 2012); el 1 de Enero de 1994 el EZLN toma San Cristóbal de las
Casas y da inicio a una lucha por los derechos indígenas que, de una forma u
otra, continúa hasta hoy (Mandujano, 2012); las mafias y redes de narcotráfico
tienen su propio código de valores, fuentes de ingreso y de poder político.
Oficialmente, todos forman parte del territorio mexicano, y se rigen por la
misma autoridad; en la práctica, y según la definición de Français, son
naciones distintas: con perspectivas individuales sobre su pasado y su futuro,
con su propio sentido de colectividad y la necesidad de vivir bajo su propia
ley. Estas condiciones entran en conflicto con el interés del Estado Mexicano
-cuyos afiliados activos pueden considerarse otra nación-y así como las grandes
guerras nacen las pequeñas: todo bajo el precepto de que una nación que
pretende establecer un orden tiene derecho sobre las otras. El mismo conflicto
se vive, de forma más sutil e individual, en el caso de los migrantes ilegales,
quienes reciben un trato desfavorable -si no discriminatorio- por parte de
quienes se sienten legítimos dueños del país que se habita. Porque el
Estado-Nación no es sólo una entidad socio-cultural; es también una estructura
administrativa y territorial.
Esta percepción territorial
y nacionalista de los Estados se está debilitando debido al proceso de
globalización; Gilberto Giménez explica a este respecto:
"(...)(se
ha) difundido la tesis de que la territorialidad ha dejado de ser relevante
para la vida social y cultural de nuestro tiempo. (...) Incluso el sentimiento
nacional, que implica la lealtad al 'suelo patrio', se estaría volviendo obsoleto
en un mundo caracterizado por el universalismo y la globalización". (Giménez,
1996)
dando a entender que, con la
formación de una comunidad global (una aspiración de nuestro tiempo y uno de
los objetivos implícitos de la Ética), limitaciones como las fronteras
territoriales y culturales se vuelven un estorbo naturalmente desplazado: como
superestructuras obsoletas para un nuevo constructo social. De poder migar a
sistemas de administración más locales, con políticas autosustentables y de
autorregulación mucho menos costosas, tardadas y corruptibles se estaría
cumpliendo con una de las condiciones de Rawls para la "justicia como
equidad": que la mayor eficiencia genere mayor bienestar social. Y a la
vez, que todas estas comunidades pudieran convivir en un contexto global en
base a un código común -en donde la consolidación de una Ética de la
sustentabilidad sería de las aportaciones más valiosas, puesto que ofrece un
marco de acción basado en un interés común valioso para todas las comunidades
humanas-, podría ponerse fin a los conflictos irracionales masivos como las
guerras -pues los pequeños Estados serían más conscientes de su
interdependencia y necesidad de cooperación. Esta afirmación se apoya en la
teoría de política natural de Freud, en donde "el origen del derecho es el
poder y la fuerza que proviene de la unidad del grupo" (Santiago, 2000). Al
ser los Estados más limitados en población, territorio y recursos, y estar bajo
la constante observación de una multitud de Estados próximos, el poder tendría
que negociarse de una forma más integrativa que distributiva.
Como conclusión personal,
añado que todo conflicto puede entenderse como un juego. En un estado original
los jugadores ningún jugador tiene ventaja sobre el otro: las posiciones de
ventaja y desventaja son establecidas por las reglas y la dinámica del juego. Es
importante considerar, por tanto, a los conflictos, como un niño. Para una
psique saludable, el dañar o lastimar a su compañero de juego es un acto
perturbador para el infante, que se siente incentivado a detener esa serie de
actividades e iniciar un juego nuevo. Así pues, siguiendo ese instinto de
empatía, deberíamos sentirnos motivados a romper nuestros esquemas de conducta
y desarrollar nuevas formas de resolución de conflictos.
Bibliografía:
Français,
Ariel (2000). El Crepúsculo del Estado-Nación: Una interpretación histórica
en el contexto de la globalización. Recuperado el 18 de Noviembre de 2012,
de http://www.unesco.org/most/francais.htm
Rodríguez,
María del Rosario (2007). Reseña de
"La Política Exterior Mexicana ante la Nueva Doctrina Monroe, 1904-1907",
de Diana Corzo González. Recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=89804611
Giménez,
Gilberto (1996). Territorio y Cultura.
Recuperado el 18 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=31600402
Santiago,
Teresa (2000). Psicología y Ética de la
Guerra. Recuperado el 18 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=34300308
Rachels,
James (2006) Introducción a la Filosofía
Moral. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Barrera,
Jaime (2003). Ética y Guerra en Sun Tzu.
Someter al enemigo sin librar combate. Recuperado el 18 de Noviembre de
2012, de http://res.uniandes.edu.co/view.php/278/view.php
¿Existe una guerra justa?
Informe Ethos No. 28. Centro de Ética, Universidad Alberto
Hurtado. Recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de etica.uahurtado.cl/html/informe_ethos_28.html
Pfoh,
Emanuel (2010). Una deconstrucción del
pasado de Israel en el Antiguo Oriente: hacia una nueva historia de la Antigua
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Omeish, Abdallah; Omeish Sufyan
(2006). Ocuppation 101: Voices of the
Silenced Majority. Recuperado el 10 de Noviembre de 2012, de http://www.youtube.com/watch?v=K_jvXnPG9Xc
Zabludovski, Karla (2012, Agosto
2). Reclaiming the Forests and the Right
to Feel Safe. New York Times, recuperado el 20 de Noviembre
de 2012, de http://www.nytimes.com/2012/08/03/world/americas/in-mexico-reclaiming-the-forests-and-the-right-to-feel-safe.html?pagewanted=all&_r=0
Mandujano,
Isaín (2012, Enero 1). Cumple 18 años
levantamiento zapatista. Proceso, recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de
http://www.proceso.com.mx/?p=293319
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