viernes, 23 de noviembre de 2012

El conflicto Israel-Palestina: Sobre la Guerra Justa y la Obsolescencia del Estado-Nación

Introducción:

En el siguiente ensayo se trata de abordar el tema de la guerra como un conflicto de intereses, pasando al análisis de distintos puntos sobre la "Ética de la Guerra" -concepto desarrollado históricamente en la búsqueda de una humanización de los conflictos armados- en contraste con uno de los casos más conocidos y controversiales del mundo a la entrada del S. XXI: el conflicto Israel-Palestina; llegando a la conclusión de que el origen de éste y muchos otros conflictos radica en la visión unilateral de derecho de una agrupación humana sobre otra, reforzada por nociones territoriales y nacionalistas del esquema del Estado-Nación. Para concluir, se ofrece una posible resolución a estos conflictos, justificable desde las posturas éticas de la ética de la sustentabilidad y la justicia como equidad.


Todo conflicto polar de intereses deriva en una ambivalencia objetiva de los actores del conflicto: los comandos israelís son asesinos para el pueblo palestino; los insurgentes palestinos son terroristas para el pueblo israelí. Esto siempre y cuando la apatía no sea el sentimiento general: por ejemplo en México, donde los escándalos por "granadazos", balaceras y detenciones en la vía pública, la gran mayoría de la población urbana se mantiene al margen del conflicto contra el narcotráfico.
Pero lo anterior es un hecho evidente: es fácil caer en un maniqueísmo ciego al tratar de defender los propios intereses, y en un relativismo moral al tratar de juzgarlos con objetividad-que no es una postura racional valida, pues como menciona Rachels (2006), "el error fundamental (es tratar) de sacar una conclusión sustantiva acerca de un tema del mero hecho de que hay un desacuerdo acerca de él." Extrapolando la explicación de Rachels, siempre existirá una opción objetivamente más válida, por lo menos desde el punto de vista ético, si bien es posible que ninguno de los actores del conflicto la esté defendiendo.

A este respecto, algo verdaderamente interesante ocurre con una declaración de Guerra: de pronto, cosas como matar a un hombre, destruir la propiedad ajena o privar de su libertad a un individuo dejan de ser actos inaceptables -incluso, se vuelven elogiables y recompensados; como describiría Mo Tzu (pensador chino) hace casi dos mil quinientos años, "cuando en el ataque a un país se cometen asesinatos, no se considera una acción equivocada; se la aplaude y se la llama justa" (Barrera, 2003). Se vuelve evidente que existe todo un constructo moral especial para situaciones de guerra, no compatible con las reglas de convivencia dentro de una sociedad y que por tanto sólo se puede externalizar en la relación con otras sociedades.

Desde una perspectiva aristotélica de la virtud, en la que el individuo adquiere la virtud como una forma de consistencia moral, la guerra induce un estado de conflicto, pues el mismo conjunto de acciones puede ser castigado y recompensado, dependiendo del contexto. Así pues, la aparición de una "Ética de la guerra" se vuelve un requisito de coherencia: se formulan los términos "civil" y "beligerante", y se establecen términos que determinan cuándo y cómo se lleva a cabo una "guerra justa". A este propósito, el informe Ethos No. 28 de la Universidad Alberto Hurtado en Chile (2003) señala, dentro de diferentes etapas de evolución, diferentes condicionantes, como que
"(a) sólo puede ser declarada por una autoridad legítima en función de fines públicos y no privados; (b) habiendo una causa justa, como en el caso de la reparación de una injusticia y la defensa contra una agresión (guerra defensiva); (c) y agotados todos los medios pacíficos de solución (último recurso); (d) con tal que los fines y los medios utilizados sean justos; y, por último, (e) habiendo proporción entre el bien que se busca y el mal que se causa." (UAHurtado, 2003).

Esta búsqueda de una Ética de Guerra, sin embargo, no ha rendido los frutos necesarios: tomemos como ejemplo el conflicto Israel-Palestina contrastado con cada uno de los puntos anteriores:
·         A partir de la formación de la Organización de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad es el único organismo capaz de legitimar una guerra, derecho que antes era conferido a cada una de las naciones, en tanto que cada una era su propia autoridad en esta toma de decisiones (UAHurtado, 2003). Así pues, la ONU es una macro-estructura hobbesiana: un Leviatán al que las naciones confieren su derecho a declarar un conflicto armado en pos de superar un "estado de naturaleza" violento, definido por Freud en sus misivas a Albert Einstein, conocidas en su publicación ¿Por qué la Guerra? (Santiago, 2000). Sin embargo, el Consejo de Seguridad de la ONU sólo había autorizado dos acciones militares hasta el año 2003: la incursión a Corea de 1950 y la Guerra del Golfo en 1991 (UAHurtado, 2003). Así pues, las agresiones militares entre Israel y Palestina están fuera de un marco de legitimidad.
·         La causa justa advocada por Israel es la defensa de un territorio históricamente perteneciente a la nación judía -una deuda histórica supuestamente vindicada con la formación del Estado Israelí- y la defensa de su territorio frente a la amenaza palestina. Sin embargo, tal aseveración es parcial, discriminatoria, poco objetiva y no consensada: existe una documentación poco precisa sobre la condición y los habitantes de la región palestina antes de lo descrito en los textos bíblicos -hecho señalado constantemente por Emanuel Pfoh en su disertación para Estudios de Asia y África (vol. XLV, No. 3, 2010) como un inconveniente para la comprensión histórica de la región-, y en base a esta información no consensada, se presupone que un determinado grupo tiene un derecho superior a ocupar determinado territorio. Esto va en contra del principio del principio de dignidad humana kantiano, pues da pie a una discriminación que no es justificable en el "reino de los fines", y vuelve a una de las partes un potencial sujeto de dominación: un paralelo curioso es la Doctrina Monroe, con la que, en un gesto unilateral y bajo pretexto de proteger la soberanía de otros, los Estados Unidos se adjudicaban el derecho a "ejercer un control policial en el resto del continente, subyugando la jurisdicción, la soberanía y la autonomía de los países latinoamericanos" (Rodríguez, 2007).
·         No se han agotado los medios pacíficos para la resolución del conflicto: antes bien, no se han podido presentar como un verdadero esfuerzo, pues el conflicto carece aún de una plataforma de equidad -esto es, en la que ambas facciones acepten su estado de facto como cohabitantes de la región-, como la requerida para la aplicación de una Ética dialógica, de la que podrían surgir acuerdos para el fin del conflicto y la sana convivencia.
·         Occupation 101 (Omeish, 2006) es una película documental que pone en evidencia, entre otros aspectos, la supremacía militar del Estado Israelí frente a su contrincante, reforzada tanto por el apoyo económico y militar con el que cuenta Israel, como por el aislamiento geográfico y político en el que se encuentran confinados los grupos militantes palestinos. La condición de inequidad puede parecer de un orden natural; "siempre habrá una nación más poderosa que quiera aprovechar su superioridad frente a otra más débil" (Santiago, 2000). Sin embargo el propósito final de la creación de un orden (llámese Ética de la Guerra Justa, llámese la ONU, llámese el Leviatán) es precisamente superar este estado de naturaleza en pos de un bienestar común. Así pues, los fines del acoso militar israelí no son justos ni incluyentes, como dictarían las reglas de la Guerra Justa: "el concepto de interés implica una dimensión social" (Santiago, 2000), y una búsqueda del bienestar propio a costa del ajeno implica una separación del tejido social entre "yo" y "el otro". Tampoco es justificable desde una perspectiva utilitarista, pues los desplazados palestinos representan aún una mayoría en la población; y para la ética del cuidado implica una completa desconsideración de las necesidades humanas del grupo marginado.
·         El conflicto Israel-Palestina se extiende ya por más de 70 años, y ambas naciones han padecido a diferentes grados y a través de generaciones enteras, las penurias de la guerra: el miedo como parte de la vida es una de ellas. Aun considerando la guerra como un fenómeno primitivo, el daño que se ha ocasionado a la calidad de vida de miles de millones a lo largo de los años supera cualquier posible intento racional de justificar el conflicto: si bien para algunos el beneficio ha sido grande, la gran mayoría de la población puede ratificar que el costo fue incalculablemente mayor.

Puede concluirse pues, que el conflicto Israel-Palestina no entra dentro del marco moral para considerarse una Guerra Justa; sin embargo, al extrapolar el análisis previo se puede deducir que ninguna guerra moderna lo es: desde ejemplos concretos como el conflicto estadounidense en Oriente Medio, a combates en planos más abstractos como "la guerra contra el terrorismo" o "la guerra contra el narcotráfico", siempre hay, por una o ambas partes, una causa egoísta, una negación a los derechos fundamentales de terceros, una posibilidad de abuso de poder, y una vía pacífica no explorada. Se concluye que, en una Ética de la Guerra verdaderamente racional, coherente y universal, la guerra no debería existir.

Ahora bien, ¿Cómo puede darse fin a este conflicto? ¿Cómo poner fin a la guerra? Es una cuestión compleja -de no serlo se habría resuelto ya hace mucho tiempo-, complejidad que radica en una superestructura de paradigmas: uno de ellos, quizás el factor con más peso dentro de la aparición de conflictos internacionales, y curiosamente un paradigma en decadencia, es el paradigma del Estado-Nación.

Me explico:

Ariel Français, en un Documento de debate para la UNESCO en el año 2000, describe la Nación como
"(...) la colectividad que reúne a todos los que comparten el mismo pasado y una visión común de su futuro; la definición de la nación como la colectividad regida por las mismas leyes y dirigida por el mismo gobierno; la afirmación de que la nación es soberana y única detentora de legitimidad política." (Francais, 2000).
Dentro de un Estado-Nación como México, podemos observar ejemplos claros de fracturas en la colectividad nacional: Cherán, Michoacán, es un pueblo que se levantó en armas y tomó en sus manos las responsabilidades de regir la comunidad y proteger sus recursos naturales, ante la corrupción e incompetencia de las autoridades oficiales (Zabludovski, 2012); el 1 de Enero de 1994 el EZLN toma San Cristóbal de las Casas y da inicio a una lucha por los derechos indígenas que, de una forma u otra, continúa hasta hoy (Mandujano, 2012); las mafias y redes de narcotráfico tienen su propio código de valores, fuentes de ingreso y de poder político. Oficialmente, todos forman parte del territorio mexicano, y se rigen por la misma autoridad; en la práctica, y según la definición de Français, son naciones distintas: con perspectivas individuales sobre su pasado y su futuro, con su propio sentido de colectividad y la necesidad de vivir bajo su propia ley. Estas condiciones entran en conflicto con el interés del Estado Mexicano -cuyos afiliados activos pueden considerarse otra nación-y así como las grandes guerras nacen las pequeñas: todo bajo el precepto de que una nación que pretende establecer un orden tiene derecho sobre las otras. El mismo conflicto se vive, de forma más sutil e individual, en el caso de los migrantes ilegales, quienes reciben un trato desfavorable -si no discriminatorio- por parte de quienes se sienten legítimos dueños del país que se habita. Porque el Estado-Nación no es sólo una entidad socio-cultural; es también una estructura administrativa y territorial.
Esta percepción territorial y nacionalista de los Estados se está debilitando debido al proceso de globalización; Gilberto Giménez explica a este respecto:
"(...)(se ha) difundido la tesis de que la territorialidad ha dejado de ser relevante para la vida social y cultural de nuestro tiempo. (...) Incluso el sentimiento nacional, que implica la lealtad al 'suelo patrio', se estaría volviendo obsoleto en un mundo caracterizado por el universalismo y la globalización". (Giménez, 1996)
dando a entender que, con la formación de una comunidad global (una aspiración de nuestro tiempo y uno de los objetivos implícitos de la Ética), limitaciones como las fronteras territoriales y culturales se vuelven un estorbo naturalmente desplazado: como superestructuras obsoletas para un nuevo constructo social. De poder migar a sistemas de administración más locales, con políticas autosustentables y de autorregulación mucho menos costosas, tardadas y corruptibles se estaría cumpliendo con una de las condiciones de Rawls para la "justicia como equidad": que la mayor eficiencia genere mayor bienestar social. Y a la vez, que todas estas comunidades pudieran convivir en un contexto global en base a un código común -en donde la consolidación de una Ética de la sustentabilidad sería de las aportaciones más valiosas, puesto que ofrece un marco de acción basado en un interés común valioso para todas las comunidades humanas-, podría ponerse fin a los conflictos irracionales masivos como las guerras -pues los pequeños Estados serían más conscientes de su interdependencia y necesidad de cooperación. Esta afirmación se apoya en la teoría de política natural de Freud, en donde "el origen del derecho es el poder y la fuerza que proviene de la unidad del grupo" (Santiago, 2000). Al ser los Estados más limitados en población, territorio y recursos, y estar bajo la constante observación de una multitud de Estados próximos, el poder tendría que negociarse de una forma más integrativa que distributiva.
Como conclusión personal, añado que todo conflicto puede entenderse como un juego. En un estado original los jugadores ningún jugador tiene ventaja sobre el otro: las posiciones de ventaja y desventaja son establecidas por las reglas y la dinámica del juego. Es importante considerar, por tanto, a los conflictos, como un niño. Para una psique saludable, el dañar o lastimar a su compañero de juego es un acto perturbador para el infante, que se siente incentivado a detener esa serie de actividades e iniciar un juego nuevo. Así pues, siguiendo ese instinto de empatía, deberíamos sentirnos motivados a romper nuestros esquemas de conducta y desarrollar nuevas formas de resolución de conflictos.

Bibliografía:
 Français, Ariel (2000). El Crepúsculo del Estado-Nación: Una interpretación histórica en el contexto de la globalización. Recuperado el 18 de Noviembre de 2012, de http://www.unesco.org/most/francais.htm
Rodríguez, María del Rosario (2007). Reseña de "La Política Exterior Mexicana ante la Nueva Doctrina Monroe, 1904-1907", de Diana Corzo González. Recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=89804611
Giménez, Gilberto (1996). Territorio y Cultura. Recuperado el 18 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=31600402
Santiago, Teresa (2000). Psicología y Ética de la Guerra. Recuperado el 18 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=34300308
Rachels, James (2006) Introducción a la Filosofía Moral. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Barrera, Jaime (2003). Ética y Guerra en Sun Tzu. Someter al enemigo sin librar combate. Recuperado el 18 de Noviembre de 2012, de http://res.uniandes.edu.co/view.php/278/view.php
¿Existe una guerra justa? Informe Ethos No. 28. Centro de Ética, Universidad Alberto Hurtado. Recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de etica.uahurtado.cl/html/informe_ethos_28.html
Pfoh, Emanuel (2010). Una deconstrucción del pasado de Israel en el Antiguo Oriente: hacia una nueva historia de la Antigua Palestina. Recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=58620950004
Omeish, Abdallah; Omeish Sufyan (2006). Ocuppation 101: Voices of the Silenced Majority. Recuperado el 10 de Noviembre de 2012, de http://www.youtube.com/watch?v=K_jvXnPG9Xc
Zabludovski, Karla (2012, Agosto 2). Reclaiming the Forests and the Right to Feel Safe. New York Times, recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de http://www.nytimes.com/2012/08/03/world/americas/in-mexico-reclaiming-the-forests-and-the-right-to-feel-safe.html?pagewanted=all&_r=0
Mandujano, Isaín (2012, Enero 1). Cumple 18 años levantamiento zapatista. Proceso, recuperado el 20 de Noviembre de 2012, de http://www.proceso.com.mx/?p=293319

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