La ideología del consumismo en la actualidad: “Cuanto
más puedo comprar, más feliz soy”
La sociedad se ha vuelto cada vez más
materialista, esto presenta un problema ético desde el momento en el que para alcanzar la felicidad es indispensable
encontrarla en objetos. Si bien es necesario que las personas consuman como una
conducta natural del hombre para obtener lo que necesita, esto se vuelve un
conflicto cuando se hace de una manera impulsiva y descontrolada. De igual
forma ocurre cuando se busca suplir lo humano por lo material, se suprimen las
necesidades reales con las artificiales y todo el mundo se torna falso. En la
actualidad, la mentalidad de las personas se define con “eres lo que tienes” y
entonces tal como lo propone Erich Fromm (2007) en su libre Del Tener al Ser “si yo soy lo que
tengo, y si lo que tengo se pierde, ¿quién soy?, basando así la identidad de
las personas en lo que poseen y materializando el sentido de la vida. El
fenómeno del consumismo hace referencia, de acuerdo con la Real Academia de la
Legua Española, a la “tendencia inmoderada a adquirir, gastar o consumir
bienes, no siempre necesarios” (RAE 2012). Esto genera una conducta
estandarizada y repetitiva que se vuelve un problema ético desde el momento en
el que tu felicidad o la de los que te rodean depende de cosas materiales. El
consumo se ha vuelto una necesidad en las personas y es preciso que se analicen
los factores que causan este problema, así como los riesgos que se corren
dentro de nuestra sociedad al vivir bajo el yugo de éste, para entonces poder plantear
una solución al respecto.
En primer lugar, logran detectarse
ciertos factores esenciales que causan un consumo desmedido o inconsciente por
parte de las personas. El primero de ellos es la obsolescencia programada. Ésta
se refiere al tiempo que decide la empresa que fabrica los productos,
principalmente electrónicos, para que estos se deterioren un lapso de tiempo
determinado. De esta manera, te verás en la necesidad de estar comprando el
mismo producto constantemente. Así la empresa se asegura de que sus productos
estén en constante movimiento.
Esto
plantea distintos problemas éticos, desde el momento en que las compañías cada
vez hacen más corta la duración de sus productos están jugando con el bolsillo
de las personas, que se pronto se verán en la necesidad de reemplazarlo. En
segundo lugar, esto no representa un desarrollo de acuerdo a la ética de la
sustentabilidad, pues se utilizan recursos y se generan desechos desmedidamente,
haciendo que la huella ecológica aumente. Los países desarrollados, “con una
cuarta parte de la población mundial, consumen entre el 50 y el 90% de los
recursos de la Tierra y generan las dos terceras partes de las emisiones de
dióxido de carbono” (Asociación de Profesores Amigos de la Ciencia: EUREKA
2007). Tal como lo menciona Eva Valencia Alarcón en el diario El País (2012) “Estamos convirtiendo a los países
subdesarrollados en el basurero del mundo” pues son estos las principales
víctimas de esta situación.
Otro de los factores cruciales que
promueven el consumismo, es la publicidad. En este tiempo
influido por el fenómeno de la globalización y la informática existe un uso
constante de los mensajes y anuncios publicitarios, tal como lo menciona Erich
Fromm (2007) “Estamos demasiado rodeados de mensajes, casi todos ellos
consumistas, que obligan a mantener una vida que no es la ideal; se nos inculca
que hay que ser mejores que el vecino, que hay que gastar”. Esto funciona así:
las agencias publicitarias se encargan de que el producto que quieran venderte
esté constantemente en todo lo que te rodea. Así tu subconsciente se ve
afectado creando una falsa necesidad por obtener este producto. Además, su
estrategia consiste en jugar con nosotros, pues se despierta una sensación
colateral, haciéndonos creer que al adquirir el producto nuestra vida se
resolverá o será envidiado por los demás.
Esto
genera un problema ético, desde el momento en que los medios quieren causar en
las personas un cambio en su mentalidad y en tus emociones, juegan con tu
subconsciente al crear falsas necesidades de manera involuntaria. La
mercadotecnia se ha vuelto en un arte que, si bien es cierto vino a
revolucionar la venta de productos y a sacar adelante a muchas empresas, también crea una herramienta
de manipulación al consumidor, que lo incita cada vez más a adquirir bienes y
servicios innecesarios.
Esto
nos lleva al tercer factor que es la presión social. En un estudio realizado
por la Universidad del Sur de California sugiere que cuando nos encontramos
observados por la sociedad actuamos para poder formar parte y tomamos
decisiones que normalmente no haríamos si estuviéramos solos. Esto genera que
cuando sintamos la presión al estar vigilados por comprar un producto que no es
meramente necesario, no nos podremos negar a hacerlo por el temor al “qué
dirán” de los que te rodean.
Generalmente,
las personas que cuentan con un alto nivel socioeconómico están en una
constante competencia por adquirir productos caros o excéntricos para demostrar
más poder. Tal es el caso de los conjuntos residenciales que se exponen
constantemente en las películas de Hollywood, en los que si uno de los miembros
del vecindario compra un auto nuevo, todos se verán en la necesidad de hacerlo,
todo con el objetivo de demostrar que “perteneces” a ese lugar.
En
constantes ocasiones, se han conocido a familias que han tenido un descenso
económico pero con tal de tratar de seguir formando parte, se endeudan para
poder estar a la altura de los demás. Esto sólo puede terminar en un panorama
crítico que te hunda aún más económicamente y la presión puede causar un estrés
tan grande a las personas, al borde de caer en una depresión y querer terminar
con sus vidas. Pero lo más triste, es cuando los grupos sociales con escasos
recursos son víctimas de este juego, dejándose manipular por la publicidad, la
presión social y afectando seriamente su patrimonio. Esto afectando y atentando
directamente contra la dignidad humana.
Los
humanos tendemos a actuar de esta manera porque buscamos formar parte de un
status social superior o porque carecemos de identidad propia. Llegamos a creer
que nuestra calidad de vida mejora a medida que consumimos y es uno de los más
grandes errores de la sociedad contemporánea. El hábito del ahorro se deja
olvidado, se toman todas las medidas necesarias para obtener recursos y así
poder comprar, endeudándose, lo que causa una gran cantidad de problemas en las
familias actuales. Los consumidores modernos pueden identificarse con la
fórmula siguiente: yo soy lo que tengo y lo que consumo. Tal como lo dice
Bauman (2007) “el fetichismo de la mercancía no sólo ayuda al individuo a
crearse una auto imagen de que ÉL ES, sino además de que puede ser otro. Sí, mediante
determinado consumo y modo de consumo una persona puede llegar a ser, o bien a
sentir que es otra persona”.
Asimismo, hablando de otro de los
aspectos éticos que atiende el problema del consumismo es el valor del trabajo.
De acuerdo con Cortina y Conill (2002) está presente una libertad de consumo,
que como ya mencionamos anteriormente, es la motivación crucial para el
trabajo. De esta forma, en lugar de “buscar una libertad en el trabajo, se
busca una libertad del trabajo”, esto con el objetivo de obtener más ganancias,
con un menor tiempo empleado y obtener mayor tiempo libre para utilizarlo en
consumo. Aquí se puede ver cómo se ha evolucionado hacia un trabajo sin
sentido, vacío y que sólo se enfoca en tener poder adquisitivo, dejan algunos
valores éticos dentro la autorrealización y satisfacción personal, por la
capacidad de consumir. Se abre la brecha entre un empleo para asegurar ingresos
y la ocupación con sentido (significativa).
De igual forma, hablando del sentido de
trabajo, de acuerdo con Camps, es la fuente de la identidad y de la
autorrealización humana. Sin embargo se cuestionan aspectos de este como la
materialización del mismo, donde los trabajadores le dan su valor por lo que
ganan, de acuerdo con el autor “el trabajo no vale en absoluto por sí mismo:
vale sólo el salario que obtiene a cambio”. No obstante, esta actividad causa
satisfacción y alivio pues permite el consumo. Esto refleja cómo el consumismo
se ha apoderado de la vida de las personas y como el trabajo se ha convertido en
una fuente de éxito dependiendo que tanto puedas comprar. Es decir, el régimen
capitalista actual en el que vivimos es un factor más de este fenómeno,
causando así un problema ético más dentro del trabajo. De acuerdo con Erich
Fromm (2007) “la función del estado es establecer normas para un consumo sano,
opuestas al consumo patológico e indiferente”, cosa que no sucede, al
contrario, hay ocasiones en las que el gobierno también promueve el consumo,
desde el momento en el que tienen presupuestos ilimitados para cada proyecto.
A
este problema no existe una solución única, simplemente se tiene que comenzar
por realizar juicios que permitan tomar decisiones más acertadas y apegadas a
la ética y a la moral en cuanto al consumo. De acuerdo con Rachels (2006) “los juicios morales
deben apoyarse en buenas razones y, segundo, que la moral requiere la
consideración imparcial de los intereses de cada quien”. Lo ideal sería que las
personas cuando deseáramos un producto analizáramos como al adquirirlo se vería
afectada nuestra economía, nuestra salud y el medio ambiente. De igual forma,
cuánto nos va a durar, el impacto ambiental de desecharlo, si éste es una
necesidad real o sólo queremos obtenerlo porque está de moda. A lo mejor, ayudaría
establecer un límite de dinero que se pueden gastar en cierto tiempo. De esta
forma sólo comprarías lo necesario. Igualmente, podría ayudar pensar en las
consecuencias negativas y positivas de si no adquiero dicho producto, de esta
forma te darías cuenta de que nada cambiaría en tu vida si no existieran estos
bienes dentro de ella.
Si bien es cierto, existe un punto de
vista ético que hace referencia al “relativismo cultural” en el que se supone
que cada cultura o civilización tiene su propio código ético y que lo que para
unos puede estar bien, para otros no y viceversa. Sin embargo, bien aclara
Rachels (2006) que “es necesario que haya algunas reglas morales que todas las
sociedades deben tener en común, porque esas reglas son necesarias para que la
sociedad exista”. De esta manera, en cuanto al consumismo, todas las culturas
deben de conocer las causas y las consecuencias de esta conducta que afecta a
todo el mundo y desde este momento, les concierne a todos hacer algo al
respecto. Es por esto que sin importar de que cultura seas, se debe entender
que el cuidado del medio ambiente, el de la seguridad económica de tu familia y
la salud mental de cada individuo deben ser parte de este código general.
Aclarando así que el criterio culturalmente neutral calificaría al consumismo
como una conducta incorrecta, obedeciendo al juicio de que “si la práctica
promueve o impide el bienestar de las personas cuyas vidas se ven afectadas por
ella” (Rachels 2006), ésta no será aprobada.
Finalmente, el problema del consumismo
atiende a la ética social, pues ésta es parte crucial del desarrollo de
cualquier colectividad. De igual forma la ética de la sustentabilidad, en la
que debido al consumo de recursos y a la producción de desechos se deja cada
vez más de lado. Asimismo, las personas deben de entender que no es correcto
suplantar las necesidades reales y humanas con las materiales, es decir, dejar
de materializar la vida y la felicidad, no te dejarán más satisfecho. Si las
personas siguen atendiendo a la idea actual de “eres lo que tienes” siempre
estarán queriendo tener más para poder “ser más”. Sin embargo, en el momento en
el que no lo puedan hacer o lo pierdan, tal como lo dice Fromm (2007) “si yo
soy lo que tengo, y si lo que tengo se pierde, ¿quién soy?”, es decir, sentirán
que habrán perdido su identidad. La solución aún no es eminente, pero se puede
comenzar aceptando que es necesario que los individuos se vuelvan dueños de sus
decisiones y sus juicios, que no se vean manejados e influidos por la impulsión
gobernante del consumo exacerbado.
Fuentes
de Consulta:
Asociación de Profesores
Amigos de la Ciencia: EUREKA (2007). Consumo Responsable. EUREKA, vol.4 (Núm.
001), Extraído el 18 de noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/pdf/920/92040112.pdf
Bauman, Z. 2007. Vida de consumo. Fondo de Cultura
Económica. México.
Camps, V. Paradojas del individualismo. Sentido
del trabajo. pp. 138-157.
Cortina y Conill (2002). Cambio en los Valores del Trabajo.
Sistema 168/169.
Fromm, Erich (2007). Del
Tener al Ser. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A.
Lara, José David (2009).
Consumo y Consumismo: algunos elementos traza sobre estudiantes universitarios
en México. Nómadas, Núm. 21, Extraído el 18 de noviembre de 2012, de http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=18111521024
Rachels, James (2006).
Introducción a la filosofía moral. México: Fondo de Cultura Económica.
Real Academia de la Lengua
Española. Consumismo. Recuperado el 05 de noviembre de 2012, de http://lema.rae.es/drae/?val=Consumismo
Valencia, Eva. (2012).
Obsolescencia Programada. Diario El País. Recuperado el 05 de noviembre de
2012. http://elpais.com/elpais/2012/04/27/opinion/1335548013_883098.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario