LA
IRONÍA DE LOS FRACCIONAMIENTOS PRIVADOS
En el siguiente ensayo se
realiza un análisis crítico de los fraccionamientos privados y el efecto que
tienen en la sociedad actual. El objetivo es analizarlo éticamente, verificando
cuáles son los principios éticos que son atacados y de qué forma. Se comenzará
desde la historia de como surgieron estas formas de urbanización, seguido por
la explicación de sus consecuencias y terminando con mi propia postura ética
según lo que he analizado.
Hoy en día los famosos
“cotos” o “fraccionamientos privados” se han convertido en una de las
principales opciones para la adquisición de una vivienda. Este nuevo proceso de
urbanización se caracteriza por crear áreas residenciales protegidas y
separadas por medio de elementos físicos, como “muros”, del caos de las
ciudades actuales. Estas áreas presentan accesos restringidos por medio de
casetas y plumas que son vigiladas por guardias privados. Normalmente están
localizados cerca de las vías principales para favorecer su conexión con el
centro de la ciudad. La mayoría de los habitantes cuentan con un sustento
económico de medio-alto a alto, generando así exclusividad residencial. La
consecuencia principal de esta modalidad de urbanización es que las ciudades
están siendo fragmentadas de acuerdo a sus clases sociales.
La principal causa de esta
nueva forma de residencia es el miedo a la inseguridad que ha ido aumentando en
nuestro país, y a la violencia que se da en las calles de las ciudades. La
causa de que la división sea de acuerdo a las clases sociales es, “el miedo incrementado por la creencia de
que los pobres están asociados con la delincuencia, por lo que las clases altas
temen su contacto y contaminación”. (Caldeira, 2000). Este pensamiento
hacia la clase social baja, ha generado divisiones en la sociedad, y se ha
agregado la división física de los fraccionamientos cerrados.
El principio ético que se
está atacando en este caso es la dignidad humana. Según el pensamiento de Kant,
“los seres humanos tienen un valor
intrínseco, esto es, dignidad, que los hace valiosos sobre cualquier precio”.
Tenemos el deber de beneficiar a otras personas y promover su bienestar
(Rachels, 2006). Atentan porque estas masas urbanas segregan a los sectores
pobres de las ciudades, son causantes de una discriminación. Otro principio
ético es el utilitarismo, éste dice que las acciones correctas son aquellas que
producen el mayor balance posible de felicidad sobre la infelicidad, y en que
la felicidad de cada persona cuenta como igualmente importante (Rachels, 2006).
Bajo este enfoque, los fraccionamientos cerrados atentan contra el bienestar de
la clase social baja, ya que solo se benefician los que tienen el sustento económico
para vivir en este tipo de viviendas.
La historia de los
fraccionamientos cerrados en Guadalajara se puede dividir, según Luis
Cabrajales, en tres hechos. El primero se dio con el orden económico que
impulsó el presidente Porfirio Díaz, que facilitó la inversión de empresas
extranjeras, trayendo inmigrantes que ocasionaron el surgimiento de nuevas
necesidades residenciales. Llegaron con ideas innovadoras provenientes de
Europa, para generar nuevas formas de vivienda y de desarrollo de una ciudad. De
ésta forma aparecieron las nuevas colonias al poniente de Guadalajara.
Generaban características diferenciales de acuerdo a la posición social de sus
residentes.
El segundo hecho fue en
1943, José Aguilar Figueroa creó la colonia Chapalita, bajo el concepto de
“Garden City” creado por el inglés Ebenezer Howard. Se querían producir
espacios urbanos de alta calidad, que intentaban escapar de los males que
suponían vivir en la ciudad. Buscaban un modelo monofuncional, donde la colonia
se pudiera sustentar por sí misma, sin necesidad de tener una conexión directa
con el centro de la ciudad. Por último, el tercer hecho fue la creación de los
fraccionamientos cerrados, que generaron una mayor exclusividad para los
habitantes. Comenzaron a finales de la década de 1960, cuando se empezaron a
abrir los primeros country clubs. Las viviendas primero eran utilizadas para
fines vacacionales, pero posteriormente se convirtieron en viviendas
permanentes, ya que la ciudad se empezó a expandir de manera que las vialidades
principales se convirtieron en accesos a estas zonas.
Lo que ha dado una buena
calidad de vida en el pasado, está afectando la calidad de vida del presente.
Hoy en día los fraccionamientos cerrados son un modo de distinción social. Son
una nueva forma de “seguridad”, una nueva solución a la violencia del país que
da como resultado el aislamiento de los problemas en vez de la confrontación.
Los muros divisorios, “se muestran como
símbolo de despojo, desplazamiento y exclusión; engendrando, a su vez, acentuados
conflictos sociales y espaciales” (Fernández, 2009). Están haciendo menos a
las personas que no pueden sustentar este tipo de vida.
“El
escenario urbano se ve sujeto a la separación espacial de los grupos sociales
de acuerdo a su capital económico” (Fernández, 2009). Entonces,
sólo unos pocos pueden elegir donde vivir, mientras que la mayoría de la
población se conforman con las zonas rechazadas por los más privilegiados. Las
barreras sociales se convierten en barreras físicas, y éstas provocan que una
ciudad sea el conjunto de otras más pequeñas, de esta forma la ciudad de vuelve
incomunicada. Donde los espacios públicos deberían de ser utilizados como áreas
de convivencia para toda la sociedad, estos son cerrados y privatizados para
que solo puedan ser utilizados por las personas que pagan por él.
Analicemos, por ejemplo, la
forma de acceso a estos fraccionamientos. Todos los días por la mañana, las
personas que tenemos la necesidad de pasar por un lado de estos cotos, nos
podemos percatar de la larga fila de personas que se forma en la entrada del
fraccionamiento. La mayoría, si no es que su totalidad, son obreros o señoras
que ayudan al quehacer de las viviendas, por consiguiente son personas de clase
social baja. Esta forma de acceso se puede excusar con la “seguridad” para los
residentes de dicha zona, pero ¿Se puede referir también a una distinción
social? “Las medidas de seguridad se
utilizan también para expresar distinción social” (Enríquez, 2007) Esta
discriminación la podemos identificar como indirecta, o disfrazada. La
seguridad para unos cuantos, tiene un costo para otros, esta distinción social
puede no ser percatada a primera vista, pero para las personas que son atacadas
implica un sentimiento de inferioridad y de discriminación. Aquí claramente se
está atentando contra la dignidad humana, no se están viendo a las personas con
un mismo valor, están haciendo menos a las personas que no cuentan con los
mismos recursos que los residentes del fraccionamiento.
Ahora analicemos cómo la
morfología del fraccionamiento afecta a la ciudad. “Sólo se distingue la frialdad que los muros imponen al ambiente y la
soledad que impera en las calles adyacentes al espacio cerrado” (Enríquez,
2007) La característica más perceptible son los grandes muros divisorios.
Barreras de mínimo tres metros de alto, que abarcan largas distancias,
distancias que muchos de los habitantes necesitan atravesar caminando para
llegar a sus destinos. En una ciudad ideal, las calles deberían de ser amables
hacia el usuario, generar ambientes que se puedan disfrutar y generar un
sentimiento de seguridad. Lo que estos muros ofrecen es el sentimiento de
rechazo combinado con la inseguridad, ya que se crean espacios solos y sin
ningún tipo de vigilancia. Es una ironía como los fraccionamientos privados
pueden dar seguridad e inseguridad al mismo tiempo. Seguridad en el interior,
inseguridad en el exterior. Éste es un claro ejemplo de como se atenta con el
principio ético del utilitarismo. No se está buscando la seguridad para todos,
aquí la seguridad se compra, y no todos tienen la capacidad económica para
hacerlo.
Otro impacto que ocasiona es
la separación de la ciudad. Esta separación nos afecta día a día a todos los
habitantes. Por lo general los fraccionamientos son grandes masas que abarcan
kilómetros y kilómetros de puras viviendas. Si hoy con la cantidad exagerada de
automóviles las vialidades no se dan abasto, ahora con la implantación de los
fraccionamientos privados se limita el espacio público que puede ser usado para
conectar todos los puntos de la ciudad. ¿Qué nos ocasiona? Perdida de tiempo,
una persona pasa aproximadamente una hora parada en el tráfico, esto afecta a
nuestra calidad de vida, en cuanto a falta de tiempo y estrés. Este hecho
atenta contra el principio ético de Aristóteles, que es buscar la felicidad
como nuestro único fin.
Tomando en cuenta los tres
ejemplos de los que hablé, puedo concluir mi postura ética en contra de los
fraccionamientos privados. Si la seguridad de una ciudad se está deteriorando,
se debe de combatir de forma equitativa. La seguridad debe de ser un derecho y
no debería de estar condicionada por el sustento económico que tengan las
personas. La ciudad debe de responder a las necesidades de todos sus
habitantes. En vez de encerrarnos y crear un mundo “color de rosa” deberíamos
de abrirnos hacia la ciudad y luchar contra los problemas.
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