¿Un mundo feliz?
Análisis de un dilema
ético – Jesús Daniel E. García García
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Introducción y
Planteamiento del dilema.
Muchas veces he soñado con un mundo feliz, muy feliz …
Un mundo sin guerras, sin hambre y sin dolor,
donde la tragedia no tiene cabida en él, una perfecta utopía donde la
estructura social funciona armónicamente sin fallo alguno y los individuos
están felices con su rol en la sociedad. Un mundo donde todos tienen lo que
desean y nadie desea lo que no puede obtener.
Pero No.
Una felicidad sin límites es ¿verdaderamente una
felicidad? Si nunca experimentamos el miedo, la incertidumbre, el hambre o el
dolor ¿cómo podríamos estar seguros de experimentar felicidad? Si esta fue
siempre innata en nosotros, una felicidad “perfecta y continua”. ¿Una felicidad
falsa?.
El escritor británico Aldous Huxley nos planeta
en su obra “Un mundo feliz” (1932) una sociedad post-moderna muy sistematizado,
estratificada y sumamente estructurada. Una “utopía” donde se han erradicado
todos los problemas del mundo pero al igual se ha eliminado la individualidad,
la religión, la libertad científica e incluso la capacidad de sentir y de crear
lazos emocionales entre los individuos de la sociedad. Un mundo tan
perfectamente condicionado y programado que resulta espeluznante solo de
imaginarlo.
Esta distopía que nos plantea Huxley parte del
condicionamiento que se les da a los individuos antes de nacer y años después
de su nacimiento durante su etapa crítica de aprendizaje con procesos como la
“hipnopedia”, la cual consiste en repetir simples lecciones mientras el niño
duerme con el fin de adaptarlo mejor a la sociedad. Cabe mencionar que los
lazos madre-hijo no existen e incluso esta idea resulta obscena para la
sociedad; todas los personas son “producidas” en masa desde un laboratorio
operado por el gobierno y cuidando que se cumplan con las condiciones
necesarias según a la casta social a la que sean destinados a pertenecer. Este
proceso da como resultado individuos perfectamente condicionados, obedientes y
felices con la casta y trabajo al que pertenecen. Personas que son “felices”
con lo que tienen porque no pueden siquiera desear algo más, ya que no existe
dentro de su condicionamiento inicial.
Los estratos sociales son muy marcados y se diferencian
notablemente por las diferencias físicas e intelectuales entre los individuos
de una casta u otra, mientras que el obrero es tonto, chaparro y feo, los de
mayor clase son inteligentes, altos y muy apuestos. Lo curioso de todo es que
nadie desea estar en el lugar de nadie más, ya que todos fueron concebidos para
estar donde están. Es una especie de destino prediseñado, lo trae consigo
felicidad para todos por igual. Además para evitar la innata cualidad humana de
curiosidad y reflexión, el gobierno reparte una droga sin efectos secundarios
para que las personas se relajen y alejen de la sociedad en los momentos en que
sus pensamientos sean contrarios al régimen establecido.
Anexo a este mundo perfecto existen regiones
“salvajes” donde aún imperan los lazos emocionales y valores clásicos de la
sociedad pero los problemas como la pobreza, el dolor y la guerra son muy
latentes. Durante la historia un habitante de esta sociedad salvaje es llevado
a la distante “utopía” y encara las comodidades de la tecnología pero también
los horrores de la sociedad carente de alma, como él la describe. Por otro
lado, los ciudadanos ven con desprecio y asco la manera en que el salvaje se
comporta, les confunde que tenga sentimientos y que pueda experimentar
tragedia, dolor y tristeza.
Al final, el salvaje decide aislarse de esta
sociedad como único método para huir de esta nueva y vacía realidad. Y durante
su último intento desesperado por escapar del acoso de los habitantes generado
por sus costumbres distintas, decide quitarse la vida.
Durante toda la obra el concepto de la felicidad
y del bienestar es muy fuerte, es por ello que en este ensayo analizaremos la
idea de felicidad bajo una visión aristotélica y utilitarista. Nos planteamos
dos preguntas importantes: ¿vale la pena despojar a la sociedad de toda su
humanidad, individualismo y capacidad de sentir/pensar libremente en pro de una
felicidad continua y universal para todos sus miembros? Y ¿si la felicidad es
condicionada no es felicidad verdadera?
Estamos ante un caso muy claro donde encontramos
que en primer lugar, nuestro problema es una solución para varios conflictos.
Como vemos en la obra, el mundo condicionado y sistematizado ha dado fin al
hambre, a la guerra, a las enfermedades pero el costo de esto es muy, muy alto
… entonces si una solución se transforma en problema ¿cómo podremos determinar
si conviene o no aceptar la idea?
Debemos analizar lo que se pone en juego aquí,
(que ciertamente es mucho) como: la libertad de expresión, la humanidad y la
dignidad humana pero por otro lado tenemos la “panacea” a todos los problemas
que tanto afectan a nuestro mundo. ¿Sería injusto pensar en dar prioridad a la
libertad si por esa decisión miles de vidas son salvadas? Y si la respuesta es
afirmativa ¿Qué clase de “vida” estaremos dando a nuestros habitantes de esta
sociedad? ¿es de verdad una vida digna? O ¿solo una fácil solución a los
problemas sociales?
¿Es posible ponerle un precio al
bienestar/felicidad universal? La libre expresión, los sentimientos, la
individualidad … parece ser que el costo es demasiado alto. El conflicto
interno aquí es reflexionar críticamente y decidir si vale la pena despojarnos
de nuestro sentido humano para mantener un bienestar universal constante o
defender nuestro simple derecho de pensar y sentir libremente antes que
cualquier cosa.
Palabras clave: utopía, distopía,
felicidad, utilitarismo, virtud, bienestar
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Análisis.
Antes de tomar una postura ante el dilema y
comenzar a plantear posibles soluciones, vamos a analizar rápidamente el
concepto de felicidad bajo la postura Aristotélica y Utilitarista.
Aristóteles afirmaba que la felicidad está en la
vida virtuosa. Una vida feliz esta encauzada por la razón ( por el hecho de ser
seres racionales) y tiene que ver con la prudencia y moderación de los deseos
para no llegar al exceso ni al defecto. Para este viejo filósofo griego, la
virtud era alcanzada en el justo medio ante dos ideas extremas. Otra idea
enriquecedora era la concepción que se tenía del Estado, el cual consideraban
la forma más perfecta de sociedad, teniendo como prioridad facilitar una vida
buena y digna a los ciudadanos. Aristóteles creía que solo en las polis el hombre podía desarrollarse
plenamente.
Mientras que Aristóteles confiaba en que la
razón es lo que nos lleva a la felicidad, la idea utilitarista es más simple:
“Producción del máximo bienestar para el máximo
número de personas”
O si lo vemos desde el utilitarismo negativo:
“Evitar la mayor cantidad de dolor para el mayor
número de personas”
Aunque muy criticado, por la gran dificultad de poder
cuantificar la felicidad o el bienestar de cada individuo, el utilitarismo nos
servirá para analizar con más profundidad las posibles soluciones a nuestro
dilema.
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Alternativas Analizadas.
Volviendo al planteamiento principal vemos que
bajo el pensamiento Aristotélico la razón es lo que nos llevará a una vida
feliz, el análisis, la reflexión para poder vivir en el justo medio. Por tanto
podemos descartar la idea de un mundo utópico como se plantea en el libro, el
ser humano encadenado a vivir bajo un mismo condicionamiento no tiene capacidad
de análisis ni de pensamiento crítico por lo tanto su vida no puede ser
encauzada a la felicidad. Es muy notorio que una sociedad que no piensa tiene
más probabilidad de caer en los excesos (como en la obra los ciudadanos
dependían de drogas estupefacientes) y por lo tanto de no llegar a un
desarrollo pleno del ser porque a pesar de que Aristóteles cree que El Estado
tiene el deber de facilitar una vida a los ciudadanos no siempre sucede de la
mejor manera.
Ahora si pensamos como utilitaristas veríamos el
panorama muy claro. La solución no es otra sino optar por una vida
sistematizada en pro de este anhelado bienestar universal, sin duda, el sueño
de todo utilitarista. Claro esto si pensamos en la felicidad como algo
cuantificable, lo cual es simplemente imposible. Cada ser humano tiene un
concepto distinto de la felicidad y aunque esta postura parezca solucionar
muchos problemas y ofrecer bienestar inmediato, esto no quiere decir que
garantice la felicidad de sus participantes. Además si pensamos en que de esta
manera evitaremos todo el dolor y sufrimiento que puede llegar a experimentar
un individuo, parece absurdo si quiera pensar en felicidad. ¿Felicidad
condicionada? ¿artificial? ¿Sin alma?
Pienso que en parte la tragedia es un tanto
necesaria en la vida como la alegría ya que sin esta, la felicidad pierde
significado alguno.
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Solución y
Conclusiones.
Para poder pensar en una solución viable
reflexioné mucho acerca de las limitaciones que tendríamos si estuviéramos bajo
una sociedad distópica de este tipo. ¿La inhibición de la expresión emocional y
del pensamiento?
¡Suena espantoso! Si la
capacidad de sentir y razonar son la cualidad más maravillosa que posee el ser
humano. No podemos despojarnos de nuestra humanidad, no podemos dejar atrás
nuestra esencia y dignidad si se nos ofrece una posible alternativa a los
problemas sociales. Si me imagino en un mundo pre-programado, donde todos han
perdido su individualidad pero nadie sufre hambre ni enfermedad entonces pienso
en una especie de mundo habitado por maquinas que solo viven y experimentan lo
que se les pide que hagan, no hay cabida a los sueños, los deseos ni las
pasiones, es una existencia vacía y sin alma de la cual preferiría morir de
hambre que dejar de soñar tan solo un minuto.
Aunque la civilización tuviera comprada su
existencia bajo esta estructura social, no estaríamos cumpliendo ni una idea utilitarista
ni aristotélica ya que a pesar de ofrecer “bienestar” este se le esta dando a
un ser sin capacidad de análisis, no podemos esperar hacer felices al mayor
número de personas si nadie en la sociedad comprendiese lo que es ser feliz si
quiera.
Es por esto que tengo mi postura muy clara y
después de analizarlo puede concluir que los mundos perfectamente felices no
existen. No podemos despojar al ser humano de lo que lo hace humano, sino la
felicidad no sería más que un objetivo vacío. Los hombres cuando son
condicionados pierden parte de su vida, de su esencia y cuando no son capaces de sentir ni pensar
eso los convierte en no más que máquinas.
Muchas veces he soñado con un mundo feliz, muy feliz …
Y bueno prefiero
seguir soñando.
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