Guadalajara es una ciudad
que ha crecido exponencialmente los últimos 50 años. “La metropolización de
Guadalajara comenzó en la década de 1960 vinculada a procesos económicos,
políticos y sociales que proporcionaron el surgimiento del mercado inmobiliario
y la urbanización del suelo tanto de Guadalajara como en los municipios vecinos
(López 1996; Cabrales, 200)” (Núñez, 2007) Esto ha llevado a diferentes
inversionistas a aprovechar la demanda tan alta que existe de vivienda para
crear conjuntos habitacionales que brindarán supuestamente una mejor calidad de
vida a los nuevos residentes. Pero, ¿realmente mejoran la calidad de vida o
simplemente son proyectos a gran escala que son beneficiados por intereses
económicos?
Existe una gran demanda de vivienda por el acelerado
crecimiento que tuvo el país y puntualmente nuestra ciudad, en dónde el 70% de
los habitantes forman parte de un estrato socioeconómico bajo, “así el
crecimiento urbano de la ciudad y su anexión con poblaciones periféricas (El
Salto, Juanacatlán, Ixtlahuacán de los Membrillos, Tlajomulco de Zúñiga, etc.)
multiplicó la pluralidad de asentamientos destacando los grandes desarrollos
habitacionales de vivienda media e interés social” (Pozos, 2004). El gran reto
es crear espacios dignos para todos los habitantes que estén al alcance de sus
ingresos, pues somos seres humanos y tenemos derecho a contar con un hogar ya
que se deriva del derecho a la vida, el cual todos debemos tener acceso.
Es evidente que en México tenemos un problema de
vivienda y esto se ha venido agravando con la formación educativa que se nos
brinda a profesionistas como nosotros. Las universidades de nuestro país tienen el
compromiso de formar profesionistas éticos y socialmente responsables con su
entorno y el tema de la vivienda esta en relación directa con disciplinas como
arquitectura, urbanismo, diseño, economía, política, ecología, cultura, etc. Es
decir, nosotros como futuros profesionistas, somos responsables del futuro de
nuestra ciudad y debemos estar conscientes de que nuestras acciones causarán un
impacto en el bienestar de cada uno de nosotros. “La misión de las universidades y escuelas técnicas es ayudar
a formar profesionales que sean sensibles y entiendan la importancia del
espacio construido y la ciudad, que es donde principalmente se aplican sus
conocimientos, y las diferencias entre el espacio público y el privado, en
particular el de la vivienda donde habita y desarrolla sus actividades básicas
cualquier ser humano” (Cortés, 2001). Pero muchas veces debido
al tipo de vida que llevamos, a causa del capitalismo y la globalización,
dejamos a un lado el compromiso con la sociedad y sólo buscamos nuestro
beneficio propio. “En
la globalización la ciudad se extiende, se dispersa, se difumina, se fragmenta,
se segrega. La privatización de la urbe es algo muy impresionante, barrios
cerrados, centros comerciales en lugar de calles, plazas y mercados […] por
suerte la realidad es contradictoria y gracias a eso se transforma y hay una
revalorización de las metrópolis” (J. Borja, 2000). Debemos ser capaces de integrar las necesidades personales y sociales
hasta llegar a un razonamiento moral pos-convencional.
Los nuevos conjuntos habitacionales muchas veces no cumplen
con los estándares mínimos de una vivienda óptima y los que construyen o
producen estas viviendas sólo ven las viviendas como un producto y se pierde el
sentido de crear espacios que satisfagan las necesidades de los usuarios. “Los grandes desarrollos habitacionales de vivienda
media e interés social son ámbitos planificados que, por su tamaño y número de
pobladores, se asemejan a ciudades medias, mas no tienen el equipamiento y los
servicios de una ciudad...“ (Núñez,
2007). Así mismo se dejan de
lado factores como la sustentabilidad y la calidad de vida, y se involucran
aspectos como corrupción, inseguridad, sobreoferta, crecimiento desordenado y
falta de ética. Los fraccionamientos
residenciales conocidos como “cotos” como bien señala Cabrales (2001) se
caracterizaban por ser cerrados, con vigilancia, accesos controlado y rodeados
de altos muros. Se inició así la privatización del espacio público – calles,
zonas verdes y espacios de recreación- pues sólo pueden acceder ellos sus
moradores y sus invitados“ (Núñez, 2007). El problema del crecimiento
acelerado ha producido que la construcción de vivienda lejos de ser una
cuestión de planeación y diseño, se convierta en un producto en dónde se vea
beneficiada la parte económica y el impacto que produce en la sociedad no se tome
en cuenta.
Como
lo dice José Luis Cortés en su artículo de “Reflexiones sobre el problema de la
vivienda en México”, la ética debe ser el
cimiento de cualquier acción en materia de vivienda. Desde mi punto de
vista, la ética debería ser la base de cualquier planeación
y construcción dentro de la ciudad, además de contar con los conocimientos
necesarios para poder diseñar y planear adecuadamente buscando siempre la
sustentabilidad y la calidad de vida.
Desgraciadamente muchas veces éste tipo de decisiones caen en manos de
políticos, desarrolladores de inmobiliarias, o instituciones de vivienda, los
cuales cuentan con conocimiento mínimo de lo que debería ser un urbanismo
sustentable. “La ética implica que en el futuro los que intervienen en el
proceso de gestión de la vivienda deban hacer las cosas bien, por el bienestar
personal y el de las generaciones futuras. No es aceptable seguir destruyendo
la naturaleza, continuar contaminando el ambiente, construir en lugares
inadecuados y con materiales no apropiados, diseñar sin sentido y hacer
viviendas efímeras. En síntesis, proporcionar o vender un producto que no
corresponde a su precio, ni a lo que se requiere. (Cortés, 2001)
Este
problema de la vida cotidiana se puede fundamentar con algunas de las teorías
éticas del utilitarismo. Como lo plantea la teoría ética del
Utilitarismo en el libro de Rachels (2003) “Introducción a la filosofía”,
debemos buscar “La mayor felicidad para el mayor número de personas” que
“debemos actuar de modo que promovamos los intereses de todos por igual”. Y
buscar el interés de todos por igual significa involucrar todos los aspectos
que intervienen en desarrollo de la ciudad, orientando un desarrollo
sustentable.
El término sustentabilidad
significa que la provisión de bienes y servicios ambientales, económicos y
sociales para los seres humanos se realice de manera que no reduzca en el
tiempo, la cantidad y calidad de bienes y servicios que la naturaleza, la
economía y los sistemas sociales pueden proveer (Rosales 2011). Los objetivos
de la sustentabilidad son la adecuación arquitectónica y la eficiencia de
producción, transformación y distribución de la energía.
De
acuerdo a la Real Academia podemos definir el urbanismo como el conjunto de
elementos o circunstancias que tienen como estudio las ciudades. El urbanismo
abarca aspectos como la cultura, la política, la economía, la sociedad y el
entorno de un espacio o una ciudad, así como sus necesidades o fortalezas, de
manera que se pueda producir un desarrollo que busque el bienestar y mejora en
la calidad de vida de cada uno de sus habitantes. Además permite conectar el
espacio mediante infraestructura o equipamiento que les brinden oportunidades a
los ciudadanos y abarquen sus necesidades.
Se encarga de estudiar las ciudades y su principal
objetivo es encaminar dichas urbes hacia un desarrollo sostenible. La
desventaja de crear nuevos desarrollos urbanos mal planeados, es la poca
infraestructura y equipamiento que tienen a su disposición, afectando la
calidad de vida de los residentes. Y es más grave aun cuando se decide
construir en zonas protegidas cómo bosques o patrimonio históricos y los
intereses privados se vuelven prioridad en vez de conservar y proteger nuestra
ciudad y sus alrededores. Lo inquietante de este proceso de
privatización urbana es que provoca “la perdida de los interés comunes “. “ La privatización urbana produce una
fragmentación de la conciencia ciudadana, anula la alteridad con los diferentes
cercanos, la solidaridad con los necesitados y la responsabilidad con el
conjunto de la ciudad” (Aceves 2004).
“El
crecimiento desordenado genera externalidades negativas de tipo ambiental,
económico y social, ya sea que se trate de la ubicación periférica de
asentamientos precarios o de zonas residenciales de hogar de alto ingreso”
(CIMC, 2011). En la actualidad, Guadalajara parece estar diseñada a satisfacer
las necesidades de los automovilistas, fuera de las necesidades de los peatones
o los ciudadanos en sí. Existe una desigualdad, ya que la ciudad se vuelve más
cara para los que no cuentan con un automóvil, ya que tienen que desplazarse de
sus viviendas a su trabajo en un
promedio de 10 kilómetros, ocasionado que el crecimiento de la ciudad afecte
ambientalmente. La Secretaría de Desarrollo Urbano (SEDEUR) aplicó por años un
plan de obras que sólo deteriora más la calidad del aire y de vida de los
tapatíos.
Por otro
lado, muchas veces las nuevas desarrolladoras de vivienda, sólo buscan vender y
no les importa engañar a sus clientes con mercadotecnia falsa que muestren
mentiras del resultado final de alguna vivienda. Incluso los arquitectos que se
ven involucrados en el proceso muchas veces caen en el diseño de “arquitectura
de revista”, mostrando diseños que sólo vendan y estén fuera del alcance de las
necesidades de los clientes, dejando por lado el verdadero sentido de generar
espacios que satisfagan las necesidades del usuario. Tal
vez el crecimiento de la población esta fuera de nuestro alcance pero como
seres humanos y ciudadanos responsables podemos mejorar la calidad de vivienda,
los materiales y los costos.
Desde mi punto de vista el problema de la planeación
urbana y la vivienda en nuestra ciudad (y en México) puede ser un problema
ético ya que intervienen diferentes cuestiones como calidad de vida, dignidad
humana, igualdad y sustentabilidad. De acuerdo a “Desarrollo Sustentable: Principios éticos para
“hacer que las cosas pasen” de Oscar
Motomura (2002) debemos de tener ética del bien común y no debemos seguir
destruyendo a nuestro planeta, construyendo viviendas sin sentido, en lugares
poco accesibles y que estén dañando nuestra naturaleza. Un urbanismo
sustentable implica edificar en lugares adecuados con el contexto determinado y
que en vez de fragmentar la ciudad, conecten con servicios, equipamientos o
espacio público. Debemos buscar el bienestar para todos, pues eso mismo nos
brindará bienestar propio. Esta en nuestras manos mejorar la calidad de vida de
nuestras futuras generaciones. “No es ético actuar en el
juego de las ilusiones en donde lo económico a corto plazo prevalece incluso
sobre la salud global de las personas y de todas las formas de vida en el
planeta. La premisa, en este caso es que la vida debe estar en el centro de todo.”
(Motomura, 2002). Tal como lo dice
Weiss en su texto de la Ética en los negocios (2006), en la actualidad, más que
nunca, están desapareciendo los límites tradicionales entre política, cultura,
tecnología, finanzas, seguridad nacional y ecología. Con frecuencia no puede
explicarse uno sin referirse a los demás, y no puede explicarse el conjunto sin
hacer referencia a todos ellos, es decir no podemos hablar de la ciudad sin
incluir aspectos políticos, urbanísticos, sociales, culturales, éticos, etc. Es
por eso que el problema se debe atacar desde la educación que se está
cultivando en nuestro país. En nuestras manos esta el futuro de nuestro país y
debemos estar totalmente conscientes que las acciones que tomemos beneficiaran
o afectaran a toda la humanidad.
Referencias
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una misma ciudad: Guadalajara, ESPIRAL, Guadalajara, México, pp. 227-320, http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=13803110
Cortes, José Luis, Reflexiones sobre el
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incidencia de la construcción en México. http://www.cmic.org/agendaindustria/AGENDA%20VIVIENDA.pdf
Martínez,
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Miranda Rosales, Verónica; Giménez
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Motomura, O. (2002) Ética, Vida,
Sustentabilidad. (1ra edición). México D.F., México. Pensamiento Ambiental Latinoamericano
Núñez, Beatriz (2007) Grandes desarrollos
habitacionales en la zona conurbada de Guadalajara, pp 111-137, http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=13803904
Pozos, Fernando (2004)
Guadalajara: ¿En búsqueda de una nueva función urbana?, ESPIRAL, Universidad de
Guadalajara, Guadalajara México, pp 135-160. http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=13802905
Rachels, James (2003) Introducción a la
filosofía moral, México FCE, 2006
Rodríguez, Jaime. Ética, política y
urbanismo, pp 283-307, http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/6/2735/13.pdf
Weiss, J. W. (2006) Ética en
los negocios. Un enfoque de administración de los stakeholders y de casos,
Thompson, México: 2006.
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