viernes, 30 de noviembre de 2012

INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY


CAMPUS GUADALAJARA
ÉTICA PROFESIÓN Y CIUDADANÍA
ENSAYO FINAL












CONVIVENCIA URBANA










Por:
Gerardo Sistos Sescosse
A01061239



INTRODUCCIÓN:

El vínculo estrecho entre las personas y la ciudad evidencia nuestra condición social y política. En el término ciudadanía se condensa la unión de la política y la ciudad, como legado de la Grecia antigua; en las sociedades modernas este vínculo se plasma en el espacio público, un ámbito construido y enriquecido para que las personas puedan alcanzar el reconocimiento de sus derechos y ejercitarlos con responsabilidad.

En nuestra época, el espacio público se halla expuesto a tensiones y lesiones derivadas de conductas depredadoras y egoístas, así como a cambios motorizados por el mercado, la burocratización y el avance tecnológico. La conciencia pública de los ciudadanos se halla, entonces, en parte corroída, como también lo están mucho bienes del espacio común.

Para poder comenzar a comprender lo que por convivencia urbana me refiero, me gustaría comenzar por tocar el tema de la ciudad y la civilización contemporánea. A pesar de que la urbanización en el mundo es uno de los hechos más impresionantes de los tiempos modernos, ha traído consigo cambios irremediables en virtualmente casi todos los aspectos y fases de la vida social. Hace falta una definición sociológica de la ciudad que podría tomar una enorme cantidad de tiempo constatar.

Justo cuando el comienzo de la civilización moderna fue marcada con el término de un período nómada entre las personas del mediterráneo, lo que en un principio es distintivamente moderno en la civilización, puede ser señalado en el crecimiento de muchas grandes ciudades antiguas.



DESARROLLO:

El mundo contemporáneo ya no presenta una imagen de un pequeño y aislado grupo o asentamiento de seres humanos dispersos en un vasto territorio como Summer describe a las sociedades primitivas.[1]

El grado al que el mundo contemporáneo puede ser llamado “urbano” no puede ser precisamente medido por la proporción total de la población que habita las ciudades. Las influencias que una ciudad puede ejercer sobre la vida social del hombre es más grande que el radio que la población urbana puede indicar, ya que la ciudad no es únicamente más grande en términos del espacio de lugar de vivienda y en el espacio aprovechable para trabajo del hombre moderno, es también el centro económico, político y cultural que atrae a las muy diversas áreas, personas y actividades del mundo en un mismo cosmos.

A pesar del significado preponderante de la ciudad en nuestra civilización, nuestro conocimiento de la naturaleza, del urbanismo y el mismo proceso de la urbanización es muy pobre. Muchos intentos y experimentos han sido ejecutados y puestos en práctica por los urbanistas a lo largo de la historia, pero curiosamente los geógrafos, historiadores, economistas y políticos son los que más se han encargado de aislar las características que distinguen a la vida urbana.

Uno de los problemas centrales con la convivencia urbana es que para descubrir las formas de acción social y organización que emergen típicamente en un asentamiento relativamente permanente y compacto de individuos, debemos inferir que entre más grande y más densamente

poblada una sociedad es, más grande serán sus características asociadas con el urbanismo serán. Con eso se pueden ver que para constituir una ciudad “urbana” se necesita un número alto de habitantes en relación a un área delimitada y la densidad del asentamiento, aunque de todos modos, se debe de tratar tanto a la densidad como al número de habitantes como factores separados, ya que cada uno puede estar conectado con diferentes consecuencias sociales.

Desde el libro de Aristóteles “Política”[2] ha sido reconocido que en un numero creciente de habitantes en un asentamiento más allá de cierto límite, afectará las relaciones entre ellos y el carácter de la ciudad. Grandes números de personas involucran como he citado, un número más grande de variantes individuales. Por lo que entre más es el número de individuos participando en un proceso de interacción, mayor será el potencial de diferenciación entre ellos. Los tratos personales, ocupaciones, vida cultural y las ideas de los miembros de una comunidad urbana, pueden por lo tanto,

variar entre polos o un espectro mucho más amplio que el de una comunidad rural.

La multiplicación de las personas en un estado de interacción dentro de las condiciones urbanas, hacen que la superficialidad, el anonimato y el carácter transitorio de las relaciones urbano-sociales sean inteligibles por lo que también, la sofisticación y la racionalidad adscritas a los habitantes de una ciudad también lo son. Por lo tanto, un individuo gana por un lado, un cierto grado de emancipación del control emocional y personal de grupos íntimos y pierde por el contrario, la moral y el sentido de participación que incluye el vivir en una sociedad integrada.


-Densidad:

Como en el caso de número de habitantes, el caso de concentración en un espacio limitado, trae consigo ciertas consecuencias de relevancia en el análisis de una ciudad. La densidad como Darwin puntualizó para la flora y la fauna y Durkheim[3] en el caso de las sociedades humanas, un incremento en el número de personas mientras que el área sigue como una constante (un incremento en la densidad) tiende a producir una diferenciación y especialización entre las personas, ya que es el único modo que la misma área pueda soportar el incremento en su población. Por lo que se puede decir que la densidad diversifica las actividades y la complejidad de la estructura social de las personas.

Una población diversa habitando un asentamiento compacto, tiende a segregarse entre ellos mismos al tal grado, que los modos de vida entre cada habitante puede no ser compatible con el de los demás. Del mismo

modo, los habitantes con un estatus y gustos o necesidades similares, se ven forzados inconcientemente y por las circunstancias compartidas entre ellos a la misma área, por lo que las diferentes partes de una ciudad pueden adquirir funciones especializadas y convertirse en “barrios” dedicados a una sola cosa.

El vivir cerca los unos de los otros y el trabajar del mismo modo entre individuos que no tienen ninguna conexión sentimental o emocional fomenta un sentimiento de competencia y explotación mutua. Para contrarrestar ésta potencial causa de desorden e irresponsabilidades entre las personas, considero que se debe de recurrir a ciertos controles formales para solucionar los problemas que esto podría ocasionar. Por controles formales me refiero a soluciones como el reloj y las señales de tráfico. Éstos controles son símbolos y base del orden social que se respetan en un mundo urbanizado.


            -Heterogeneidad:

A virtud de los diferentes intereses derivados de los distintos aspectos de la vida social, un individuos puede adquirir membresía a una variedad muy ancha y divergente de grupos sociales que no sólo hacen referencia a un solo segmento de su personalidad, más bien éstos grupos a los que una persona típicamente se afilia, son tangenciales los unos con los otros y/o pueden intersectarse de maneras muy variantes. Los servicios de utilidades públicas, así como los recreacionales, educacionales e instituciones culturales deben ser ajustados a los requerimientos de las masas por lo que si un individuo quiere participar del todo en la política, sociedad y vida económica de la ciudad, debe subordinar parte de su individualidad a las

demandas de la comunidad a la misma medida de su involucramiento con dichos movimientos masivos.

Así que en base a las tres variables, población, densidad y heterogeneidad, parece ser posible explicar las características de la vida urbana y responder a las diferencias entre ciudades de distintos tamaños y tipos.

Hoy en día, si tomamos en cuenta, la gran y vasta cantidad de literatura sobre la ciudad que existe. Vemos en vano que una teoría sobre el urbanismo presentando una manera sistemática de abordar y disponer el conocimiento sobre la ciudad.

Existen excelentes formulaciones de teorías relacionadas a problemas tan específicos como lo son el crecimiento de una ciudad vista como una tendencia histórica y un proceso recurrente[4] y una vasta cantidad de literatura que presenta diversos puntos de vista en estudios sociológicos y estudios empíricos que ofrecen información detallada en todos los aspectos de la vida urbana. Pero a pesar de toda esta información aún no nos es posible tener un cuerpo comprensible y competente de hipótesis que contengan una definición de la ciudad y los intentos más aproximados a una teoría sistemática sobre el urbanismo que existen a mi parecer son el ensayo “Die Stadt,” por Max Weber[5] y el tratado por Robert E. Park: “The city”[6]







CONCLUSIÓN:

Al poco avance realizado hasta la fecha, podemos apenas comenzar a tener una concepción clara de la ciudad como una entidad social y una teoría desarrollable en el urbanismo. Con la esperanza de poder desarrollar un cuerpo unificable y de conocimiento confiable que supere a la “sociología-urbana” es cierto que al presente tiempo debemos partir de una de una teoría del urbanismo que se transcriba a la luz de futuros análisis e investigación empírica, se puede esperar que la relevancia y valides de la información pueda ser determinada.


BIBLIOGRAFÍA:

·      Georg Simmel, “Die Grosstadte ünd das Geisesleben” (1903) traducido al inglés como “The Metropolis of mental life”, in The Sociology of Georg Simmel, ed. Kurt H. Wolff (New York: Free Press, 1950)
·      Sitte, Camillo, “City Planning According to Artistic Principles” Random House/New York, 1965
·      CIAM 8: The heart of the City, towards the humanization of urban life, edited by J. Tyrwhitt, J.L. Sert, E.N Rogers, Pellegrini and Cudahy publishers, New York, 1952.
·      Arnstein Susan, “A Ladder of Participation” JAIP, Vol. 35, no. 4 July 1969.
·      Johann Albrecht, “Towards a Theory of Participation in Architecture: An Examination of Humanistic Planning Theories” Journal of Architectural Education, Vol. 42 no. 1(Autumn 1988)


[1] William Graham Summer, Folkways (Boston, 1906), p. 12
[2] En su versión en inglés, traducida por B. Jowett se puede citar lo siguiente:
“To the size of states there is a limit, as there is to other things, plants, animals, implements; for none of these retain their natural power when they are too large or too small, but they either wholly lose their nature, or are spoiled… [A]state when composed of too few is no as a state ought to be,  self-sufficing; when of too many, though self-sufficing in all mere necessaries, it is a nation and not a state, being almost incapable of constitutional government. For who can be the general of such a vast multitude, or who the herald, unless he have the voice of Stentor?
            “A state the only begins to exist when it has attained a population sufficient for a good life in the polítical community: it may indeed somewhat exceed this number. But, as I was saying, there must be a limit. What should be the limit will be easily ascertained by experience. For both governrs and governed have duties to perform; the special functions of a governor are to command and to judge. But it the citizens of a state are to judge and to distribute offices according to merit, then hey must know each other’s characters; where they do not possess this knowledge, both the election to offices and the decision of lawsuits will go wring. When the population is very large they are manifestly settled at haphazard, which clearly ought not to be. Besides, in an overpopulus state foreigners and metics will readily acquire the rights of citizens, for who will find them out? Clearly, then, the best limit of the population of a state is the largest number which suffices for the purposes of life, and can be taken in at a single view. Enough concerning the size of a city.”
[3] E.  Durkheim, “De la division du travail social” (Paris, 1932), p. 248
[4] Robert E. Park, Ernest W. Burgess, The city (Chicago, 1925)
[5] Wirtschaft und Gesellschaft (tübingen, 1925) parte II
[6] Robert E. Park, Ernest W. Burgess, The city (Chicago, 1925)

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