INSTITUTO
TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY
CAMPUS
GUADALAJARA
ÉTICA
PROFESIÓN Y CIUDADANÍA
ENSAYO
FINAL
CONVIVENCIA
URBANA
Por:
Gerardo
Sistos Sescosse
A01061239
INTRODUCCIÓN:
El vínculo estrecho entre las personas
y la ciudad evidencia nuestra condición social y política. En el término
ciudadanía se condensa la unión de la política y la ciudad, como legado de la
Grecia antigua; en las sociedades modernas este vínculo se plasma en el espacio
público, un ámbito construido y enriquecido para que las personas puedan
alcanzar el reconocimiento de sus derechos y ejercitarlos con responsabilidad.
En nuestra época, el espacio
público se halla expuesto a tensiones y lesiones derivadas de conductas
depredadoras y egoístas, así como a cambios motorizados por el mercado, la
burocratización y el avance tecnológico. La conciencia pública de los
ciudadanos se halla, entonces, en parte corroída, como también lo están mucho
bienes del espacio común.
Para poder comenzar a comprender
lo que por convivencia urbana me refiero, me gustaría comenzar por tocar el
tema de la ciudad y la civilización contemporánea. A pesar de que la
urbanización en el mundo es uno de los hechos más impresionantes de los tiempos
modernos, ha traído consigo cambios irremediables en virtualmente casi todos
los aspectos y fases de la vida social. Hace falta una definición sociológica
de la ciudad que podría tomar una enorme cantidad de tiempo constatar.
Justo cuando el comienzo de la
civilización moderna fue marcada con el término de un período nómada entre las
personas del mediterráneo, lo que en un principio es distintivamente moderno en
la civilización, puede ser señalado en el crecimiento de muchas grandes
ciudades antiguas.
DESARROLLO:
El mundo contemporáneo ya no
presenta una imagen de un pequeño y aislado grupo o asentamiento de seres
humanos dispersos en un vasto territorio como Summer describe a las sociedades
primitivas.[1]
El grado al que el mundo
contemporáneo puede ser llamado “urbano” no puede ser precisamente medido por
la proporción total de la población que habita las ciudades. Las influencias
que una ciudad puede ejercer sobre la vida social del hombre es más grande que
el radio que la población urbana puede indicar, ya que la ciudad no es
únicamente más grande en términos del espacio de lugar de vivienda y en el espacio
aprovechable para trabajo del hombre moderno, es también el centro económico,
político y cultural que atrae a las muy diversas áreas, personas y actividades
del mundo en un mismo cosmos.
A pesar del significado
preponderante de la ciudad en nuestra civilización, nuestro conocimiento de la
naturaleza, del urbanismo y el mismo proceso de la urbanización es muy pobre.
Muchos intentos y experimentos han sido ejecutados y puestos en práctica por
los urbanistas a lo largo de la historia, pero curiosamente los geógrafos,
historiadores, economistas y políticos son los que más se han encargado de
aislar las características que distinguen a la vida urbana.
Uno de los problemas centrales
con la convivencia urbana es que para descubrir las formas de acción social y
organización que emergen típicamente en un asentamiento relativamente
permanente y compacto de individuos, debemos inferir que entre más grande y más
densamente
poblada una sociedad es, más
grande serán sus características asociadas con el urbanismo serán. Con eso se
pueden ver que para constituir una ciudad “urbana” se necesita un número alto
de habitantes en relación a un área delimitada y la densidad del asentamiento, aunque
de todos modos, se debe de tratar tanto a la densidad como al número de
habitantes como factores separados, ya que cada uno puede estar conectado con
diferentes consecuencias sociales.
Desde el libro de Aristóteles
“Política”[2]
ha sido reconocido que en un numero creciente de habitantes en un asentamiento
más allá de cierto límite, afectará las relaciones entre ellos y el carácter de
la ciudad. Grandes números de personas involucran como he citado, un número más
grande de variantes individuales. Por lo que entre más es el número de
individuos participando en un proceso de interacción, mayor será el potencial de diferenciación entre ellos.
Los tratos personales, ocupaciones, vida cultural y las ideas de los miembros
de una comunidad urbana, pueden por lo tanto,
variar entre polos o un espectro
mucho más amplio que el de una comunidad rural.
La multiplicación de las
personas en un estado de interacción dentro de las condiciones urbanas, hacen
que la superficialidad, el anonimato y el carácter transitorio de las
relaciones urbano-sociales sean inteligibles por lo que también, la
sofisticación y la racionalidad adscritas a los habitantes de una ciudad
también lo son. Por lo tanto, un individuo gana por un lado, un cierto grado de
emancipación del control emocional y personal de grupos íntimos y pierde por el
contrario, la moral y el sentido de participación que incluye el vivir en una
sociedad integrada.
-Densidad:
Como en el caso de número de
habitantes, el caso de concentración en un espacio limitado, trae consigo
ciertas consecuencias de relevancia en el análisis de una ciudad. La densidad
como Darwin puntualizó para la flora y la fauna y Durkheim[3]
en el caso de las sociedades humanas, un incremento en el número de personas
mientras que el área sigue como una constante (un incremento en la densidad)
tiende a producir una diferenciación y especialización entre las personas, ya
que es el único modo que la misma área pueda soportar el incremento en su
población. Por lo que se puede decir que la densidad diversifica las
actividades y la complejidad de la estructura social de las personas.
Una población diversa habitando
un asentamiento compacto, tiende a segregarse entre ellos mismos al tal grado,
que los modos de vida entre cada habitante puede no ser compatible con el de
los demás. Del mismo
modo, los habitantes con un
estatus y gustos o necesidades similares, se ven forzados inconcientemente y
por las circunstancias compartidas entre ellos a la misma área, por lo que las
diferentes partes de una ciudad pueden adquirir funciones especializadas y
convertirse en “barrios” dedicados a una sola cosa.
El vivir cerca los unos de los
otros y el trabajar del mismo modo entre individuos que no tienen ninguna
conexión sentimental o emocional fomenta un sentimiento de competencia y
explotación mutua. Para contrarrestar ésta potencial causa de desorden e
irresponsabilidades entre las personas, considero que se debe de recurrir a
ciertos controles formales para solucionar los problemas que esto podría
ocasionar. Por controles formales me refiero a soluciones como el reloj y las
señales de tráfico. Éstos controles son símbolos y base del orden social que se
respetan en un mundo urbanizado.
-Heterogeneidad:
A virtud de los diferentes
intereses derivados de los distintos aspectos de la vida social, un individuos
puede adquirir membresía a una variedad muy ancha y divergente de grupos
sociales que no sólo hacen referencia a un solo segmento de su personalidad,
más bien éstos grupos a los que una persona típicamente se afilia, son
tangenciales los unos con los otros y/o pueden intersectarse de maneras muy
variantes. Los servicios de utilidades públicas, así como los recreacionales,
educacionales e instituciones culturales deben ser ajustados a los
requerimientos de las masas por lo que si un individuo quiere participar del
todo en la política, sociedad y vida económica de la ciudad, debe subordinar
parte de su individualidad a las
demandas de la comunidad a la
misma medida de su involucramiento con dichos movimientos masivos.
Así que en base a las tres
variables, población, densidad y heterogeneidad, parece ser posible explicar
las características de la vida urbana y responder a las diferencias entre
ciudades de distintos tamaños y tipos.
Hoy en día, si tomamos en
cuenta, la gran y vasta cantidad de literatura sobre la ciudad que existe.
Vemos en vano que una teoría sobre el urbanismo presentando una manera
sistemática de abordar y disponer el conocimiento sobre la ciudad.
Existen excelentes formulaciones
de teorías relacionadas a problemas tan específicos como lo son el crecimiento
de una ciudad vista como una tendencia histórica y un proceso recurrente[4]
y una vasta cantidad de literatura que presenta diversos puntos de vista en
estudios sociológicos y estudios empíricos que ofrecen información detallada en
todos los aspectos de la vida urbana. Pero a pesar de toda esta información aún
no nos es posible tener un cuerpo comprensible y competente de hipótesis que
contengan una definición de la ciudad y los intentos más aproximados a una
teoría sistemática sobre el urbanismo que existen a mi parecer son el ensayo
“Die Stadt,” por Max Weber[5]
y el tratado por Robert E. Park: “The city”[6]
CONCLUSIÓN:
Al poco avance realizado hasta
la fecha, podemos apenas comenzar a tener una concepción clara de la ciudad
como una entidad social y una teoría desarrollable en el urbanismo. Con la
esperanza de poder desarrollar un cuerpo unificable y de conocimiento confiable
que supere a la “sociología-urbana” es cierto que al presente tiempo debemos
partir de una de una teoría del urbanismo que se transcriba a la luz de futuros
análisis e investigación empírica, se puede esperar que la relevancia y valides
de la información pueda ser determinada.
BIBLIOGRAFÍA:
·
Georg Simmel,
“Die Grosstadte ünd das Geisesleben” (1903) traducido al inglés como “The
Metropolis of mental life”, in The Sociology of Georg Simmel, ed. Kurt
H. Wolff (New York: Free Press, 1950)
·
Sitte,
Camillo, “City Planning According to Artistic Principles” Random House/New
York, 1965
·
CIAM 8: The
heart of the City, towards the humanization of urban life, edited by J.
Tyrwhitt, J.L. Sert, E.N Rogers, Pellegrini and Cudahy publishers, New York,
1952.
·
Arnstein
Susan, “A Ladder of Participation” JAIP, Vol. 35, no. 4 July 1969.
·
Johann
Albrecht, “Towards a Theory of Participation in Architecture: An Examination of
Humanistic Planning Theories” Journal of Architectural Education, Vol. 42 no.
1(Autumn 1988)
[1] William Graham Summer, Folkways
(Boston, 1906), p. 12
[2] En su versión en inglés, traducida por B. Jowett se puede citar lo
siguiente:
“To the size of states there is a
limit, as there is to other things, plants, animals, implements; for none of
these retain their natural power when they are too large or too small, but they
either wholly lose their nature, or are spoiled… [A]state when composed of too
few is no as a state ought to be,
self-sufficing; when of too many, though self-sufficing in all mere
necessaries, it is a nation and not a state, being almost incapable of
constitutional government. For who can be the general of such a vast multitude,
or who the herald, unless he have the voice of Stentor?
“A
state the only begins to exist when it has attained a population sufficient for
a good life in the polítical community: it may indeed somewhat exceed this
number. But, as I was saying, there must be a limit. What should be the limit
will be easily ascertained by experience. For both governrs and governed have
duties to perform; the special functions of a governor are to command and to
judge. But it the citizens of a state are to judge and to distribute offices
according to merit, then hey must know each other’s characters; where they do
not possess this knowledge, both the election to offices and the decision of
lawsuits will go wring. When the population is very large they are manifestly
settled at haphazard, which clearly ought not to be. Besides, in an overpopulus
state foreigners and metics will readily acquire the rights of citizens, for
who will find them out? Clearly, then, the best limit of the population of a
state is the largest number which suffices for the purposes of life, and can be
taken in at a single view. Enough concerning the size of a city.”
[3] E. Durkheim, “De la division du travail social” (Paris,
1932), p. 248
[4] Robert E. Park, Ernest W. Burgess, The city (Chicago, 1925)
[5] Wirtschaft und Gesellschaft (tübingen, 1925) parte II
[6] Robert E. Park, Ernest W. Burgess, The city (Chicago, 1925)
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