martes, 27 de noviembre de 2012

Reto para un ingeniero civil


Reto para un ingeniero civil


Por vocación un ingeniero civil busca la adecuación de su entorno para satisfacer las necesidades de la sociedad. Busca la mejora continua de la infraestructura para el bienestar de la comunidad, construye obras que permitan el máximo aprovechamiento de los recursos, procura la construcción de puertos y vías de comunicación para el crecimiento del comercio. En otras palabras construye las bases para el desarrollo de la sociedad. Durante los últimos años en nuestro país se ha visto un gran desarrollo en este aspecto. Hemos visto como las ciudades han crecido de manera exponencial, vemos que en ciertas zonas de las ciudades se han edificado grandes torres de complejos habitacionales y de oficinas, se han realizado grandes obras de vías de comunicación como puentes, carreteras y mejoramiento de las mismas, se han construido grandes presas hidroeléctricas y de aprovechamiento del agua, etc.
Y en realidad ¿nuestra vocación está encausada al beneficio de la sociedad? Como profesionistas ¿hacemos lo que debemos? La problemática se encuentra al momento de darnos cuenta de las consecuencias que tiene ejercer nuestra profesión de manera voluntaria o involuntariamente. Menciono de manera involuntariamente por la necesidad y oportunidades de trabajo. Soy estudiante de esta carrera y me falta un año para concluir mis estudios de nivel profesional. Tengo apenas un año trabajando en el ramo de la construcción y tristemente he visto como se maneja “el negocio”. Al principio pensaba que esto no era un gran problema en realidad, puesto que no se pone en juicio la seguridad de las personas. El problema que yo percaté en un principio era la asignación de proyectos. Una práctica muy común en este país y en nuestra sociedad, donde muchos actos de la función pública se manejan por palancas, sobornos y mordidas. Pero no abordaré este tema a fondo ya que no es problema propio de un ingeniero civil, sino de toda una sociedad multidisciplinaria.
Imaginemos que ya estamos a bordo de este barco, ya entramos en el negocio y se nos asigna un proyecto que hemos ganado limpia y correctamente. De ser así ¿hacemos lo correcto? Tomando una visión de la teoría ética del utilitarismo en el tema, James Rachels menciona que “la idea fundamental de la teoría es que, para determinar si una acción es correcta, debemos ver que sucederá como resultado de hacerla”. Analicemos entonces la supuesta asignación de un libramiento a las afueras de una ciudad, una obra que es necesaria para desahogar el tráfico generado por el paso de vehículos que tienen como única ruta llegar a esta ciudad para después dirigirse otra. La obra reducirá el tráfico en la ciudad, por consecuencia la contaminación del aire reducirá, con un mejor flujo de las personas se tiene más tiempo, más productividad y mejor calidad de vida. Además con una mejor comunicación entre distintos poblados se mejora el comercio, lo que también se traduce en bienestar social. El panorama es “ganar-ganar”, nadie pierde. Nuestro dilema surge cuando sabes que el proyecto en primera instancia no iba a ser autorizado por cuestiones ambientales y sociales. Se dio luz verde al proyecto por el trabajo realizado por unas pocas personas con intereses comerciales en el lugar, por la necesidad de trabajo de las empresas constructoras y las presiones políticas. La construcción de este proyecto implica arrebatarle una gran área al bosque que rodea a la ciudad, el cual purifica el aire, capta el agua y regula la temperatura de la zona metropolitana. Aun por más completos que sean los planes de reforestación, la zona es afectada y hay un cambio en el corredor biológico del lugar. Tomemos en cuenta que, simplemente por experiencia, este tipo de obras en los suburbios de las ciudades provocan que haya desarrollos habitacionales con gran éxito por la “excelente” y “rápida” vía de comunicación, que existe en su momento, y por el precio tan accesible en términos de adquirir un patrimonio. Este desarrollo tomara más área del bosque, hará que crezca la mancha urbana, se tendrá una demanda mayor de servicios y déficit de recursos.
El proyecto anterior lo realizará una constructora que no le importa esta cuestión, únicamente lo hará porque tiene que trabajar y esta dentro del marco de los legal. Se nos ha asignado entonces la construcción un paso a desnivel dentro de la ciudad. Este proyecto mejorará el flujo vehicular dentro de la ciudad reduciendo el tiempo de traslado de los habitantes y reduciendo la contaminación del aire. No se le quitará más terreno al bosque y áreas naturales. Según el modelo de una ciudad americana, el crecimiento de las ciudades está basado en grandes calles para el movimiento del gran parque vehicular. Jane Jacobs habla del fenómeno que ocurrió en las grandes ciudades de los Estados Unidos en los años 50’s, donde el crecimiento vehicular de las ciudades obligo a la construcción de grandes obras de infraestructura dentro de las mismas, permitiendo el crecimiento del parque vehicular, nuevamente obligando a mejorar la infraestructura vial y generando este círculo vicioso. Matthias Wendt explica en un análisis de la obra de Jacobs, el fenómeno “white flight” de las ciudades americanas, en el cual la clase media migraba a los suburbios por el mejoramiento de la comunicación con el centro de la ciudad y la accesibilidad de los bienes raíces de las zonas. Este fenómeno causó la generación de barrios de afro-americanos y gente de bajos recursos en el centro de la ciudad con altos niveles delincuencia e inseguridad. Este proyecto asignado generará condiciones similares, permitirá el alojo de un mayor parque vehicular, el desalojo de la clase media de algunas zonas céntricas y traerá los mismos problemas sociales.
Se nos ha asignado un proyecto distinto. Esta vez se trata de una presa de abastecimiento de agua potable para tres ciudades que en estos momentos cuentan con un gran déficit de este recurso. El proyecto contempla la construcción de la presa, un sistema de conducción y una planta de tratamiento de aguas residuales. Los beneficios son increíbles, millones de personas se verán beneficiadas al poder disponer de este recurso, mejorará la calidad de vida de las personas que viven en estas ciudades y crecerá la industria. Un nuevo dilema surge al saber que el proyecto afectará el corredor biológico de la zona, cientos de hectáreas de tierra de cultivo serán inundadas dejando a miles de personas sin trabajo, además de que otras miles serán reubicadas contra su voluntad y atentando contra su dignidad. No se les asegurará un patrimonio igual que con el cuentan actualmente ni tampoco las condiciones de trabajo. Según Kant, la dignidad nos hace diferentes a los animales y la dignidad no tiene un precio. Las personas deben de ser tratadas como “fines” y no como “medio para un fin”. Por respeto a la racionalidad y dignidad de las personas afectadas no sería justo para ellos la construcción de este proyecto.
El desarrollo ético profesional es fundamental en el desarrollo integral de las personas. Hablando del caso de un ingeniero civil con ética profesional asegura la práctica responsable y eficaz que rigen el buen uso de sus capacidades. Este correcto uso de las capacidades asegura enfrentar y resolver la problemática de la sociedad actual. Entonces ¿qué proyecto de infraestructura vamos a realizar? Todos los proyectos tienen cola que pisarles y haciendo un juicio ético no sería correcto realizarlos. Un colega me dijo un día: “ya vez, el asco de país en el que estamos, pero pues aquí andamos, es trabajo y ni modo que no trabajemos”. Un día leí una tira de Mafalda que se me quedó muy grabada: “hay que cambiar al mundo antes de que el mundo nos cambie a nosotros”.
Busquemos la raíz del problema. Como ingeniero civil que se dedica a la ejecución de proyectos, uno se encontraría ante un menú de proyectos licitados por alguna o varias dependencias del gobierno, donde si no se concursa otro constructor tomará el proyecto y el trabajo, y donde uno se quedaría sin trabajo. El problema entonces son los proyectos que se licitan, pues estos son proyectos con resultados “rápidos”. Y ¿por qué se licitan este tipo de proyectos? La razón es simple, al tener resultados “rápidos” con beneficios casi inmediatos se tiene una sociedad contenta momentáneamente, que se traduce en simpatizantes y poder político. Ningún político quiere realizar un proyecto que implique descontento social durante su administración aunque los resultados de bienestar se reflejen a un largo plazo, pues perdería su puesto.
¿Qué tenemos que hacer entonces? En una conferencia impartida en mayo del 2009 por el exalcalde de Medellín, Colombia, Sergio Fajardo cuenta como él junto con un grupo de personas se dieron a la tarea de transformar la ciudad. La clave está en participar en la política. No sirve de nada decir como deberían de ser las cosas si otros toman las decisiones que no son las que deberían. Nuestro reto como ingenieros civiles entra aquí, en la participación ciudadana. Tenemos que tomar cartas en el asunto en temas de movilidad urbana, ciudades sustentables, educación de la población en la utilización de recursos, mejoramiento del transporte público, reducir el parque vehicular, no crecer la mancha urbana, remodelación de las zonas céntricas de la ciudad, implementar planes de desarrollo urbano sustentables con un correcto uso de suelo, etc. Estas decisiones sólo pueden tomarse en cargos públicos. Nuestro reto está en la participación ciudadana, debemos de proponer la solución, proyectarla y  realizarla.

Bibliografía

·        Jacobs, J. (1961) The Death and Life of Great American Cities. Nueva York, Estados Unidos: Vintage Books.
·        Rachels, J. (2006) Introducción a la Filosofía Moral. DF, México: Fondo de cultura económica.
·        Wedt, M. (2009) The Importance of Death and Life of Great American Cities, New Visions for Public Affairs. Vol 1. Recuperado de http://www.sppa.udel.edu/sites/suapp.udel.edu/files/The%20Importance%20of%20Dealth%20and%20Life%20Final.pdf
·        Ibarra, G. (2005) Ética y formación profesional integral, Reencuentro. No. 43. Recuperado de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=34004303
·        Boavida, J. (2001) Educación ética y postmodernidad, Educación XX1. No. 4. Recuperado de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=70600408
·        Fajardo, S. (2009, mayo). Medellín, del miedo a la esperanza, Monterrey, México. 

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