Reto para un ingeniero civil
Por vocación un ingeniero civil
busca la adecuación de su entorno para satisfacer las necesidades de la
sociedad. Busca la mejora continua de la infraestructura para el bienestar de
la comunidad, construye obras que permitan el máximo aprovechamiento de los
recursos, procura la construcción de puertos y vías de comunicación para el
crecimiento del comercio. En otras palabras construye las bases para el
desarrollo de la sociedad. Durante los últimos años en nuestro país se ha visto
un gran desarrollo en este aspecto. Hemos visto como las ciudades han crecido
de manera exponencial, vemos que en ciertas zonas de las ciudades se han
edificado grandes torres de complejos habitacionales y de oficinas, se han
realizado grandes obras de vías de comunicación como puentes, carreteras y
mejoramiento de las mismas, se han construido grandes presas hidroeléctricas y
de aprovechamiento del agua, etc.
Y en realidad ¿nuestra vocación
está encausada al beneficio de la sociedad? Como profesionistas ¿hacemos lo que
debemos? La problemática se encuentra al momento de darnos cuenta de las
consecuencias que tiene ejercer nuestra profesión de manera voluntaria o
involuntariamente. Menciono de manera involuntariamente por la necesidad y
oportunidades de trabajo. Soy estudiante de esta carrera y me falta un año para
concluir mis estudios de nivel profesional. Tengo apenas un año trabajando en el
ramo de la construcción y tristemente he visto como se maneja “el negocio”. Al
principio pensaba que esto no era un gran problema en realidad, puesto que no se
pone en juicio la seguridad de las personas. El problema que yo percaté en un
principio era la asignación de proyectos. Una práctica muy común en este país y
en nuestra sociedad, donde muchos actos de la función pública se manejan por
palancas, sobornos y mordidas. Pero no abordaré este tema a fondo ya que no es problema
propio de un ingeniero civil, sino de toda una sociedad multidisciplinaria.
Imaginemos que ya estamos a bordo
de este barco, ya entramos en el negocio y se nos asigna un proyecto que hemos
ganado limpia y correctamente. De ser así ¿hacemos lo correcto? Tomando una
visión de la teoría ética del utilitarismo en el tema, James Rachels menciona
que “la idea fundamental de la teoría es que, para determinar si una acción es
correcta, debemos ver que sucederá como resultado de hacerla”. Analicemos
entonces la supuesta asignación de un libramiento a las afueras de una ciudad,
una obra que es necesaria para desahogar el tráfico generado por el paso de
vehículos que tienen como única ruta llegar a esta ciudad para después
dirigirse otra. La obra reducirá el tráfico en la ciudad, por consecuencia la
contaminación del aire reducirá, con un mejor flujo de las personas se tiene
más tiempo, más productividad y mejor calidad de vida. Además con una mejor comunicación
entre distintos poblados se mejora el comercio, lo que también se traduce en
bienestar social. El panorama es “ganar-ganar”, nadie pierde. Nuestro dilema surge
cuando sabes que el proyecto en primera instancia no iba a ser autorizado por cuestiones
ambientales y sociales. Se dio luz verde al proyecto por el trabajo realizado
por unas pocas personas con intereses comerciales en el lugar, por la necesidad
de trabajo de las empresas constructoras y las presiones políticas. La
construcción de este proyecto implica arrebatarle una gran área al bosque que
rodea a la ciudad, el cual purifica el aire, capta el agua y regula la
temperatura de la zona metropolitana. Aun por más completos que sean los planes
de reforestación, la zona es afectada y hay un cambio en el corredor biológico
del lugar. Tomemos en cuenta que, simplemente por experiencia, este tipo de
obras en los suburbios de las ciudades provocan que haya desarrollos
habitacionales con gran éxito por la “excelente” y “rápida” vía de
comunicación, que existe en su momento, y por el precio tan accesible en
términos de adquirir un patrimonio. Este desarrollo tomara más área del bosque,
hará que crezca la mancha urbana, se tendrá una demanda mayor de servicios y
déficit de recursos.
El proyecto anterior lo realizará
una constructora que no le importa esta cuestión, únicamente lo hará porque
tiene que trabajar y esta dentro del marco de los legal. Se nos ha asignado
entonces la construcción un paso a desnivel dentro de la ciudad. Este proyecto
mejorará el flujo vehicular dentro de la ciudad reduciendo el tiempo de
traslado de los habitantes y reduciendo la contaminación del aire. No se le
quitará más terreno al bosque y áreas naturales. Según el modelo de una ciudad
americana, el crecimiento de las ciudades está basado en grandes calles para el
movimiento del gran parque vehicular. Jane Jacobs habla del fenómeno que
ocurrió en las grandes ciudades de los Estados Unidos en los años 50’s, donde
el crecimiento vehicular de las ciudades obligo a la construcción de grandes
obras de infraestructura dentro de las mismas, permitiendo el crecimiento del
parque vehicular, nuevamente obligando a mejorar la infraestructura vial y
generando este círculo vicioso. Matthias Wendt explica en un análisis de la
obra de Jacobs, el fenómeno “white flight” de las ciudades americanas, en el
cual la clase media migraba a los suburbios por el mejoramiento de la
comunicación con el centro de la ciudad y la accesibilidad de los bienes raíces
de las zonas. Este fenómeno causó la generación de barrios de afro-americanos y
gente de bajos recursos en el centro de la ciudad con altos niveles
delincuencia e inseguridad. Este proyecto asignado generará condiciones
similares, permitirá el alojo de un mayor parque vehicular, el desalojo de la clase
media de algunas zonas céntricas y traerá los mismos problemas sociales.
Se nos ha asignado un proyecto
distinto. Esta vez se trata de una presa de abastecimiento de agua potable para
tres ciudades que en estos momentos cuentan con un gran déficit de este
recurso. El proyecto contempla la construcción de la presa, un sistema de
conducción y una planta de tratamiento de aguas residuales. Los beneficios son increíbles,
millones de personas se verán beneficiadas al poder disponer de este recurso,
mejorará la calidad de vida de las personas que viven en estas ciudades y crecerá
la industria. Un nuevo dilema surge al saber que el proyecto afectará el
corredor biológico de la zona, cientos de hectáreas de tierra de cultivo serán
inundadas dejando a miles de personas sin trabajo, además de que otras miles
serán reubicadas contra su voluntad y atentando contra su dignidad. No se les
asegurará un patrimonio igual que con el cuentan actualmente ni tampoco las
condiciones de trabajo. Según Kant, la dignidad nos hace diferentes a los
animales y la dignidad no tiene un precio. Las personas deben de ser tratadas
como “fines” y no como “medio para un fin”. Por respeto a la racionalidad y
dignidad de las personas afectadas no sería justo para ellos la construcción de
este proyecto.
El desarrollo ético profesional
es fundamental en el desarrollo integral de las personas. Hablando del caso de
un ingeniero civil con ética profesional asegura la práctica responsable y
eficaz que rigen el buen uso de sus capacidades. Este correcto uso de las
capacidades asegura enfrentar y resolver la problemática de la sociedad actual.
Entonces ¿qué proyecto de infraestructura vamos a realizar? Todos los proyectos
tienen cola que pisarles y haciendo un juicio ético no sería correcto
realizarlos. Un colega me dijo un día: “ya vez, el asco de país en el que
estamos, pero pues aquí andamos, es trabajo y ni modo que no trabajemos”. Un
día leí una tira de Mafalda que se me quedó muy grabada: “hay que cambiar al
mundo antes de que el mundo nos cambie a nosotros”.
Busquemos la raíz del problema.
Como ingeniero civil que se dedica a la ejecución de proyectos, uno se
encontraría ante un menú de proyectos licitados por alguna o varias
dependencias del gobierno, donde si no se concursa otro constructor tomará el
proyecto y el trabajo, y donde uno se quedaría sin trabajo. El problema
entonces son los proyectos que se licitan, pues estos son proyectos con
resultados “rápidos”. Y ¿por qué se licitan este tipo de proyectos? La razón es
simple, al tener resultados “rápidos” con beneficios casi inmediatos se tiene
una sociedad contenta momentáneamente, que se traduce en simpatizantes y poder
político. Ningún político quiere realizar un proyecto que implique descontento
social durante su administración aunque los resultados de bienestar se reflejen
a un largo plazo, pues perdería su puesto.
¿Qué tenemos que hacer entonces?
En una conferencia impartida en mayo del 2009 por el exalcalde de Medellín,
Colombia, Sergio Fajardo cuenta como él junto con un grupo de personas se
dieron a la tarea de transformar la ciudad. La clave está en participar en la
política. No sirve de nada decir como deberían de ser las cosas si otros toman
las decisiones que no son las que deberían. Nuestro reto como ingenieros
civiles entra aquí, en la participación ciudadana. Tenemos que tomar cartas en
el asunto en temas de movilidad urbana, ciudades sustentables, educación de la
población en la utilización de recursos, mejoramiento del transporte público,
reducir el parque vehicular, no crecer la mancha urbana, remodelación de las
zonas céntricas de la ciudad, implementar planes de desarrollo urbano
sustentables con un correcto uso de suelo, etc. Estas decisiones sólo pueden
tomarse en cargos públicos. Nuestro reto está en la participación ciudadana,
debemos de proponer la solución, proyectarla y
realizarla.
Bibliografía
· Jacobs,
J. (1961) The Death and Life of Great
American Cities. Nueva York, Estados Unidos: Vintage Books.
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Rachels, J. (2006) Introducción a la Filosofía Moral. DF, México: Fondo de cultura
económica.
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Wedt,
M. (2009) The Importance of Death and
Life of Great American Cities, New Visions for Public Affairs. Vol 1.
Recuperado de http://www.sppa.udel.edu/sites/suapp.udel.edu/files/The%20Importance%20of%20Dealth%20and%20Life%20Final.pdf
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Ibarra, G. (2005) Ética y formación profesional integral, Reencuentro. No. 43.
Recuperado de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=34004303
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Boavida, J. (2001) Educación ética y postmodernidad, Educación XX1. No. 4. Recuperado
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Fajardo, S. (2009, mayo). Medellín, del miedo a la esperanza, Monterrey, México.
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