La
nueva bestia: el consumismo
por Flor de Vita Amaro Zilli
Vivimos en una era donde la cultura y las grandes
compañías nos han criado con la creencia de que siempre necesitaremos de algo
material para ser felices y que sólo ellos nos lo pueden proporcionar. La
cantidad de nuevos productos que surgen han ido poco a poco invadiendo el mercado
y nuestras mentes, tan sólo en 1999 se crearon cerca de 26,000 nuevos productos
(Schneider, 2001), nos hemos vuelto parte de una sociedad consumidora y esto ha
llegado a generar problemas de los cuales muy pocas empresas y consumidores se
han hecho cargo y que en algún momento nos debemos hacer responsables, como lo
que pasa después de que los usamos y del todo el daño que generan cuando son
creados.
Los consumidores hemos creado y alimentado unas
bestias que han terminado por convertirse en nuestro manipuladores; las
corporaciones. Ellas han adquirido gran poder convirtiéndose en Dioses
inmortales sin cuerpo (The corporation, 2003), los cuales han sido manejados
por personas que han sabido como hacerlas crecer y llegar a un punto donde la
ley no las pueda tocar. Estas corporaciones han creado un juego donde lo
principal para ello es el dinero y lo demás queda en último plano, como dice
Maquiavelo “El fin justifica los medios”, para ellos el manipular la mente de los
compradores, el contaminar y usar productos dañinos sólo son el medio para
poder adquirir más dinero.
También hay que considerar la mano de obra barata que
utilizan para hacerlos, pues muchas empresas han dejado de fabricarlos en sus
países de origen porque saben que hay países tercermundistas que hacen ese
trabajo a muy bajo costo, y que para las compañías eso es lo ideal, pues ellos
pueden obtener más dinero. Pero todo a costa de personas que necesitan el dinero,
ya que en sus países la falta de empleo y la calidad de vida no es buena, por
lo cual acaban vendiéndose por unas cuantas monedas que apenas les rinden para
sobrevivir, y que terminan siendo sometidos bajo reglas que los convierten en
casi esclavos. Como los casos que hubo en China en mayo del 2010, donde 12
empleados se suicidaron saltando por las ventanas en tan sólo cinco meses
(Smith, 2011, p70), al no poder soportar la forma de vida que llevaban, y sólo cuando
la noticia salió a la luz algunos consumidores se voltearon a ver y pensar en
quienes fabrican lo que ellos consumen y la vida que llevan para que ellos
puedan tener su electrónico del momento, poniendo a su vez en evidencia que
muchas de las compañías no se molestan en ver en que condiciones trabajan las
personas que fabrican sus productos.
Estas grandes corporaciones han sabido educarnos en
base a la gran cantidad de publicidad que nos bombardea todo los días, para
mantenernos siempre con la idea de la necesidad y el deseo, “En una sociedad de
consumo bien aceitada, los consumidores buscan activamente la seducción. Van de
una atracción a otra, pasan de tentación en tentación, dejan un anzuelo para
picar otro.” (Bauman, 2000, p 47). Esto lo podemos ver con los productos que
sacan nuevas versiones o nuevos complementos haciendo sentir que necesitamos
todo el paquete completo, produciendo que la cultura de consumidores crezca
cada año. Esta cultura a su vez afecta cada vez más a los niños, que al ver los
comerciales les piden a sus padres que les compren el juguete, y la televisión
los bombardean cada vez más hasta que los padres seden. Esto lo podemos ver en
la época de navidad, cuantos comerciales de juguetes no inundan la televisión,
influyéndoles para que le pidan a Santa Claus sus productos, juguetes que en
poco tiempo acabarán en la basura. De igual manera cuantos de esos juguetes no
vienen con la frase de “se vende por separado”, para que el papá compre la muñeca
y aparte el coche o el complemento del juguete, para que sus hijas “sean felices”.
Los diversos medios publicitarios nos crean una idea
de perfección, necesidad y deseo sobre sus productos, que no siempre son del
todo ciertos, “Se ha creado una rentable industria especializada que,
utilizando mecanismos publicitarios, establece una comunicación unidireccional
para incitar y orientar hacia el consumo de unos productos disfrazados con
colores, sonidos, y ambientes cálidos que se nos presentan como algo exclusivo,
maravillosos, atractivos y necesario.” (Méndez, 1996, p. 54), esto es un claro ejemplo de lo que vemos día
a día, como cuando vamos a un restaurante porque vimos que la foto del platillo
se veía deliciosa pero ya estando ahí y viéndolo en persona no es igual.
Actualmente nos hemos ido dejando engañar por la publicidad y nosotros como
consumidores no nos molestamos cuando vemos que no es igual, inclusive muchos
lo siguen comprando. Y por el otro lado quienes diseñan esas extraordinarias
campañas publicitarias ni se preguntan si lo que hacen es ético o está bien,
pues desde su punto de vista, ellos sólo hacen su trabajo (The corporation,
2003).
Y no sólo las empresas buscan enganchar a sus
consumidores, sino que también las plazas o mall han creado todo un paraíso al
consumidor, donde pueden encontrar tranquilidad, tiempo con la familia y todos
esos productos a su alcance, crean un lugar donde el consumidor pueda sentirse a gusto y
gastar su dinero. Facilitando a los consumidores un área donde sus necesidades
y deseos se cumplan (González, 2009, p. 2). De igual manera la publicidad y los
eslogan que se han creado con el tiempo, poniendo el comprar como una actividad
extraordinaria, como las frases de “Shopping time” o “Compro, luego existo”
(Loaeza, 2003), genera que las personas compren y compren.
Como por ejemplo con las iPad, la cantidad de personas
que compran cada vez que sale una nueva versión de iPad hasta el punto de hacer
filas antes de la salida del producto y la gran demanda que ha habido cada vez
que sale una nueva, y todos estos consumidores que han sido manipulados para
seguir alimentado a la gran corporación detrás de ello, sienten que deben
tenerla. Pero la cuestión en esto es si en verdad es tan necesario tener
siempre la más nueva, es en realidad una necesidad o simplemente es porque la
sociedad se hace la idea de que es necesaria la última versión porque la pasada
ya no sirve. Esto también va de la mano con el hecho de que las personas
trabajan para poder tener más, ya que el dinero y las posesiones implican un
estatus social, en el cual la mayoría busca escalar más para llegar a ser
“ricos”, y el comprar de manera compulsiva les hace sentir que tienen más que
el de al lado y que eso los hace mejores y felices (Pulido, 2007, p. 214).
Todo esto se acaba convirtiendo en una cadena
interminable donde las compañías en su loco afán de poseer más dinero dejan a
un lado la ética y la moral cuando se trata de atraer a más consumidores, la
publicidad que busca ser honesta, es sólo una mentira, dando estadísticas o
números para que pensemos que son los mejores, creando un consumo equivocado y
controlando sólo por la idea de necesidad que al final termina en un consumismo
desenfrenado. Y por el otro lado tenemos a los compradores que no sienten el
más mínimo interés por saber como fue hecho y en donde va acabar dando como
resultado que sólo agraven los problemas que las corporaciones generan, que son
que las personas se vean obligadas a trabajar con un salario bajo y en
condiciones mediocres, que los químicos y procesos de producción dañen a
nuestro ambiente y para cerrar con broche de oro, la gran cantidad de basura
que es producida por los productos.
En conclusión estamos en una época donde la sociedad compra
y busca “estar a la moda” agravando sólo el problema del consumismo, también
que muchos de estos consumidores no se informan o buscan estar al tanto de como
son fabricados o lo que tienen, dejándose manipular con facilidad por las
compañías. Y la compañías usan en ocasiones métodos poco saludables para
nuestro planeta. Pero en algún momento cuando los poderosos vean que el daño a
nuestro planeta está ya fuera de nuestras manos será cuando ellos pongan manos
a la obra y que los compradores se den cuenta que su consumo irracional ha
provocado. Pues los consumidores no buscan informase y se dejan manipular con
facilidad, necesitamos que los consumidores compren de una manera ética, evaluando
lo que desean adquirir y saber de ante mano como fue que llego ahí y en donde
podría acabar, cuando los compradores compren de manera racional, será cuando
las corporaciones se ajuste a las nuevas necesidades.
Bibliografía
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*Lara Pulido, Gabriela M.Colín, Georgina. (2007).
Reseña de "Sociedad de consumo y cultura consumista" de Zygmunt
Bauman.Argumentos, septiembre-diciembre, 211-216.
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