Mariana Sánchez Sierra
La desvalorización de la mujer
Introducción
A través
de este ensayo pretendo mostrar una visión de la realidad de las mujeres y de
cómo a sido su recorrido a través de la historia en distintos aspectos. A demás
presentaré mi postura a favor de una sociedad en donde mujeres y hombres tengan
las mismas oportunidades y gocen de una vida plena ejerciendo todos sus
derechos. Me basaré principalmente en la ética de género dividiendo distintos
problemas a los que se enfrentan las mujeres.
Palabras clave: ética, mujer, derechos humanos,
desigualdad, discriminación, dignidad, placer sexual, opresión, moral sexual, domesticación,
dominación masculina, educación, sociedad paternalista, sumisión, rol social,
mal, moral, prototipo, etiqueta, femenina, femineidad,
Desarrollo
1. Derechos Humanos
1.1. DDHH de las mujeres
A lo largo de la historia, la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) a sido la encargada de vigilar y de llevar acabo acciones
para que los Derechos humanos de todas las personas se cumplan, para que tanto
hombres como mujeres gocen del acceso a las mismas oportunidades y al ejercicio
de estos. Desafortunadamente, la mujer es quien se ha visto más afectada en el incumplimiento
de los Derechos Humanos presentándosele de manera constante obstáculos,
principalmente la desigualdad y la discriminación trayendo como resultado que
las mujeres no puedan gozar de plena autonomía. Según el Artículo 1º de la
Declaración Universal de Derechos Humanos (ONU) de 1948 reafirma que “Todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados con
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (Artículo
1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ONU, 1948). De igual manera, la Convención Americana
sobre Derechos humanos ,DEA, de 1969, en su artículo 24º establece que “Todas
las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin
discriminación, a igual protección de la ley”. (Artículo 24º “Igualdad ante la
ley” de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, DEA, 1969). Por otra parte, en la Primera
Conferencia Mundial de la mujer, que se realizó en México en el año de 1975, se
declaró que […] las mujeres y los hombres de todos los países deben tener
iguales derechos y deberes, y que incumbe a todos los Estados crear las
condiciones necesarias para que todas aquéllas los alcancen y puedan ejercerlos
[…] (Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, CEDAW, 1979,
pp. 207). A pesar de
que el Artículo 3º del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos garantice que “hombres y mujeres gocen de
igualdad en todos los derechos civiles y políticos” (Artículo 3º del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos) y también los mencionados
anteriormente, la mujer sigue careciendo de sus derechos. Día a día, podemos
observar como la discriminación contra las mujeres viola sus principios de
igualdad, de respeto y de dignidad, que a diferencia de los hombres se les
dificulta y entorpece la participación en distintas actividades, por ejemplo,
en las políticas, sociales, económicas o culturales, y no por carencia de
habilidades o de desempeño, sino simplemente por no ser hombres. Por lo tanto, considero
que esto supone un gran impedimento para que puedan desarrollarse como personas
con dignidad, para que puedan desarrollar y ampliar su bienestar de vida tanto
en la sociedad como en sus hogares y en sus familias, dificultando la
posibilidad y el progreso de que las mujeres puedan desempeñarse laboral e
individualmente, generando una sociedad más justa entre hombres y mujeres.
2. Ética del placer
Sócrates consideraba que una vida sin
placer, no merecía ser vivida. (Rivara,
2007 p.162) Desafortunadamente, las mujeres se han visto
privadas de el y han sido colocadas en una situación de opresión. Con placer no sólo se abarca el placer sexual, pues
existen otros placeres como el de comer o disfrutar alguna actividad. Sin
embargo, para este ensayo si me centraré en el. Un resultado del placer sexual
es el orgasmo, con el tenemos la capacidad de potencializarnos pues podemos
tener el control sobre el. En una sociedad patriarcal tradicional como la de
nosotros, las mujeres tienen diversas restricciones para alcanzar el placer,
por lo tanto, el orgasmo no suele ser muy frecuentado por las mujeres, no
porque ellas así lo decidan sino que existen diversas razones que lo evitan,
como los planteamiento puritanos que les han impuesto respecto a su pureza,
sumisión y recato o la mentalidad represiva que se les inculca, y que además
puede tener como consecuencia enfermedades mentales. El utilizar la moralidad machista y la doble moral sexual ha
sido la estrategia más asertiva para tener controladas a las mujeres y que
actúen según normas. Consecuentemente, el placer se ha separado de la
sexualidad de la mujer, esta sólo se enfoca en la procreación de la familia. La moral femenina se enfoca principalmente en
educar respecto a las partes del cuerpo en especial las partes sexuales,
haciendo presión sobre cómo deben cubrirse, hablar o tratar de ellas. Estas
maneras de mantener el cuerpo, profundamente asociadas a la actitud moral y al
pudor que deben mantener las mujeres, sigue imponiéndose, como a pesar suyo,
incluso cuando dejan de ser impuestas por el atuendo. (P. Bourdieu, pp. 44)
Esta actitud atenta contra su dignidad y contra la libertad de las mujeres,
pues una persona tiene el derecho de disfrutar su sexualidad.
3.
Influencias culturales sobre el rol de la mujer en la sociedad
3.1. De la domesticación a la educación
La domesticación, la dominación y la
educación que se le a impuesto a las mujeres son los factores número uno para
que no se haya logrado aún una sociedad incluyente y sean lo que impida el
pleno desarrollo de ellas, creando una sociedad paternalista. La mujer a vivido una historia en constante
conflicto entre su realidad interior y con el papel que impone sobre ella la
sociedad dominada por el sexo masculino. Esta sociedad machista obliga a las
mujeres a adoptar una posición y actitud sumisa, pasiva y de constante espera y
la hace despojarse de su poder sobre ella misma y de las necesidades de su
cuerpo. Esta sociedad dirigida principalmente por hombres se a encargado de
hacer y manipular a la mujer a su manera, de ser quienes dominen la sociedad,
para complacer sus deseos y necesidades aumentando su poder, dejando a las
mujeres en último plano. El rol de género que la sociedad prepara para las
mujeres está sustentado en su total inferiorización. (Rivara, 2007 p.162) “El hombre goza del placer, del dominio y del poder, mientras que la
mujer permanece encerrada en la viviendo familiar sin que se le permita
participar en ninguno de los numerosos hechos sociales que componen su
sociedad” (V. Woolf, p. 230-23). Este orden social al que pertenecemos es
producto de la dominación masculina, que funciona como una inmensa máquina
simbólica que establece como debemos ser, pensar y actuar, especialmente las
mujeres. (Lamas, 2000 p.13) Por ejemplo, determina qué es lo femenino y
lo masculino, dejando de lado lo que decreta la naturaleza, creando
construcciones puramente culturales. (Serrano,2004 p.15) Las formalidades del orden físico y del rol
social imponen e inculcan las disposiciones al excluir a las mujeres de las tareas
más nobles, asignándoles unas tareas inferiores, enseñándoles cómo comportarse
con su cuerpo, mantener la cabeza bajar, cruzar los brazos sobre el pecho o
estar en posición derecha, atribuyéndoles tareas penosas, bajas y mezquinas que
pueden atentar contra su dignidad y, más aprovechándose, en el sentido de los
presupuestos fundamentales, de las diferencias biológicas, que así parecen en
la base de las diferencias sociales. (P. Bourdieu, p. 38-39) Por lo tanto, es
así que a las mujeres se le a pautado que la única actitud permitida es la de
la eterna espera sin respuesta. Como consecuencia a todo este sistema,
las mujeres como objetos y no sujetos están en constante inseguridad de cómo
ser, cuestionándose si esta bien o mal lo que hacen o piensan pues existen por
y para que las vean los demás.
3.2.
La mujer y el mal
Desde tiempos remotos e inicios de la humanidad, se ha
relacionado estrechamente a la mujer con el mal, por ejemplo con la rebeldía de
pandora o de Eva cuando probó la manzana prohibida. Es a partir de ahí que se a
vinculado a la mujer con el mal. Se define al mal como lo que debemos rechazar o
evitar y lo contrario al bien, y el mal moral se determina de acuerdo a los
valores y normas que existen, pero que no se cumplen. Pitágoras determinó que
había un principio bueno que creó el orden, la luz y al hombre, y un principio
malo que creó caos, la oscuridad y a la mujer. (G. Hierro, 1992 p. 167) Como ya
mencione en los apartados anteriores, a la mujer se le considera menos y más
débil, y ahora anexemos que más unida al mal o un tanto más susceptible a el
que los hombres. (Noddings, 1989, p. 39) El hecho de que a las mujeres se les relacione con
el mal tiene que ver principalmente por el deseo que el cuerpo de la mujer
provoca en el hombre. El hombre al considerar ese deseo malo y querer
despojarse de el por no soportarlo, lo confiere a la mujer. Como ese deseo era malo y esta en la mujer eso
significa que el demonio está en ella, por lo tanto la mujer es mala por
levantar pasiones e invitar al mal moral al hombre, (G. Hierro, 1992 p. 171) por ejemplo, si una
mujer se viste con escote o ropa muy ajustada y como resultado provoca al sexo
opuesto y hace que la desee, es ella la culpable por tentar al hombre, este se
deslinda de toda responsabilidad ética y moral. Todo recae en la mujer, incluso
de llevarse acabo un castigo.
3.3. Los prototipos de la femineidad
En una cultura patriarcal como la nuestra,
el imponer procesos de etiquetamiento como mecanismo para determinar cómo es o debe
ser una mujer es muy común. Existen muchas etiquetas para la mujer como por
ejemplo, la prostituta, la amante, la fácil entre otras, pero me centrare
específicamente en las etiquetas que se enfocan en ser una mujer femenina. Para iniciar con esto debo establecer que las
mujeres y los hombres, lo femenino y lo masculino son resultado de una
producción de la historia y de la cultura, el humano es quien a definido este
orden de lenguaje y estas representaciones. (P. Bourdieu,1997) Por lo
tanto, depende de la sexualización que
se de en cada cultura para que se establezca ese lenguaje y esas
representaciones. (Lamas, 2000 p.1) En la nuestra, a la mujer se le enseña cómo
vivir femeninamente, cómo debe comportarse, vestir, hablar, caminar,
socializar, etc. A una mujer desde niña hasta esposa y madre de familia se le
inculca inconscientemente como obediencia voluntaria, la forma correcta de
peinarse, dirigir la mirada, de comportarse para los demás. Se espera que sea
femenina, sonriente, simpática, atenta, sumisa, discreta, que se contenga, etc.
Esa supuesta femineidad es una manera de complacer las expectativas masculinas,
pues repito, consideran a la mujer por y para ellos. (P. Bourdieu, p. 86) Es un
constante bombardeo de cómo ser por fuera y por dentro, por ejemplo adquirir
posturas cargadas de significado moral como sentarse con las piernas cerradas.
Considero que la actitud de sumisión que se le impone a las mujeres tiene como
objetivo hacerlas menos, empequeñecerlas y denigrarlas, tratándolas de encerrar
en un cuarto de paredes invisibles, en el cual sus movimientos se restringen,
al igual que su forma de vestir, actuar y hablar, todo esto atentando contra su
libertad y su dignidad como persona.
3.4. El cuerpo
femenino sexualizado
Como ya
mencione antes, los conceptos de femenino y masculino son símbolos que la
cultura a determinado. El que existan géneros significa que se a impuesto
valores de poder. El hombre se ha encargado de sexualizar el cuerpo de la
mujer, por lo tanto, el género masculino estableció un dominio y poder superior
ante la mujer, pues el género es la sexualización del poder. (Rivara, G. 2007, p. 160) Esto es una
gran consecuencia de la dominación masculina. Como el cuerpo femenino se
considera un objeto, la mujer se erotiza
y sexualiza, convirtiéndose exclusivamente en objeto para el servicio de esta
dominación con apreciación sexual. (Coral – Díaz, A. 2010, p. 386)
Suspendida como si fuera un atributo de una persona,
la desigualdad sexual adopta la forma de género; moviéndose como una relación
entre la gente, adopta la forma de sexualidad. El género surge como la forma
petrificada de la sexualización de la desigualdad entre el hombre y la mujer.
(MacKinnon, C. 1987)
3.5. Pureza y virginidad
Se a
establecido que la mujer es por y para los demás. Al ser considerada un objeto,
la mujer debe mantener un perfil bajo y de obediencia cumpliendo normas y
valores que la lleven por el camino de la virginidad y la castidad. Es por eso,
que el placer y el deseo sexual es un atributo que le pertenece sólo a los
hombres, en cambio a las mujeres se les atribuye la pureza. La virginidad en
las mujeres se ha convertido en un tesoro preciado que determina su pureza y su
obediencia. (Reyes, N. 2012 p .35)
Existe un decreto en esta sociedad el cual dice que todas las mujeres deben
llegar y permanecer vírgenes al matrimonio, de no ser así llegan las etiquetas
como prostituta o mujer fácil, por ejemplo, sin mencionar que se convierte en
una mujer impura que a atentado contra los mandatos de esta sociedad machista. Este
encasillamiento de tener que guardar y privar la sexualidad de la mujer, genera
que las mujeres no puedan desarrollarse verdaderamente, se vuelven dependientes
de los hombres y de sus mandatos, tomando el rol de victima sin poder
desenvolverse en todos los aspecto para realizarse como persona.
Conclusión
A lo largo
de la historia, la mujer se ha visto privada de muchos de sus derechos y
libertades. En una sociedad patriarcal es muy difícil que los patrones cambien
y más si desde pequeñas a las niñas se le comienza inculcando esa mentalidad de
sumisión y dominación. Hoy en día, los movimientos feministas han ayudado a las
mujeres a tomar las riendas de su vida, tal vez aún no como deberían pero poco
a poco se a ida dando el cambio. Mujeres que tenían miedo a expresarse, decir
lo que piensan o sienten, ahora lo hacen. Como mujeres, debemos afrontar esta situación
y tomar como ejemplo a todas esas personas que han luchado por nuestros
derechos. Todas las personas tienen derecho a tener vida propia, a ser felices
y a disfrutar. Dejemos de ser victimas y sumémonos a esta gran revolución para
la mujer.
Referencias
Básicas:
Coral – Díaz, A. El
cuerpo femenino sexualizado: entre las construcciones de género y la Ley de
justicia y Paz. (2010) International Law: Revista colombiana de Derecho
Internacional. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, Colombia.
Bourdieu, P. (1997). La dominación masculina. Barcelona,
España: Editorial Anagrama.
Convención Americana sobre
Derechos Humanos, DEA. (1969). San José, Costa Rica.
Convención sobre la
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, CEDAW.
Organización de las Naciones Unidas. (1979) .
Declaración Universal de los
Derechos Humanos, Organización de las Naciones Unidas. (1948).
Hierro, G. 2001. La ética del placer. Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM). México.
Lamas, M. 2000. Diferencias
de sexo, género y diferencia sexual. Escuela Nacional de Antropología e
Historia (ENAH). Distrito Federal, México.
MacKinnon, C. Feminism Unmodified: Discourses on Life and
Law (1987), Cambridge: Harvard University Press.
Noddings, N.
(1989). Women and Evil. Los Ángeles,
California: University of California Press.
Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (1966). Nueva York, EUA.
Rivara, G. 2007. El proyecto ético en la ética del placer de
Graciela Hierro. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Puebla, México.
Reyes, N. (2012). La virginidad: ¿Una decisión individual o un
mandato cultural?. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Distrito
Federal, México.
Serrano, H. 2004. La dominación masculina en México. Algunos aspectos formativos y
educativos. Fines del Siglo XVIII y XIX. Universidad Autónoma de México.
Toluca, México.
Woolf, V. A
Room of One’s and Three Guineas. (2008). United States: Oxford University
Press.
Complementarias:
Hierro, G. 1992. La mujer y el mal. Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM). México.
Excelente ensayo Mariana, una real aportación bien estudiada y documentada.
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