martes, 12 de mayo de 2015

La sociedad color violeta

Cecilia Arreola Arceo
A00231911

La sociedad color violeta

En este ensayo se abordaran temas como la equidad de género, estereotipos, brechas de género, desigualdad y discriminación. Con este escrito se busca generar en el lector conocimiento acerca de la situación actual del país, así como invitarlo a reflexionar y a ampliar su panorama acerca  de los distintos conceptos y problemas que afronta actualmente México respecto a la equidad de género. Además se informa de las actividades que propone el país para combatir la desigualdad, sobre todo en el área femenina, y se proponen soluciones para mejorar la condición nacional actual, como la educación de la sociedad.

“La equidad de género representa el respeto a nuestros derechos como seres humanos y la tolerancia de nuestras diferencias como mujeres y hombres, representa la igualdad de oportunidades en todos los sectores importantes y en cualquier ámbito, sea este social, cultural o político. Es en este último donde es necesario que la mujer haga valer su lugar, sus capacidades y sus conocimientos, su voto, su voz.” (Orozco, 2011, p.1). En México como en todo el mundo existe un grave problema debido a que no se trata como iguales a hombres y a mujeres. El valor nacional del índice de desigualdad (IDG) fue de 0.393 en 2012. En ese año, las mujeres en México experimentaron en promedio menores desigualdades de género que las de América Latina, el Caribe y África Subsahariana, pero mayores a las de Europa y Asia Central. Este índice revela que a pesar de sus esfuerzos, el área femenina no logra incorporarse de manera pública y política en el país. Está plasmado en los derechos humanos que todas los individuos, sean hombres o mujeres, deben ser reconocidos ante la ley y de disfrutar de todos sus demás derechos. Entonces, las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos y por ello no hay razón para que la participación de la mujer sea menor o discriminada. Entonces ¿A qué se deben estas brechas de género?

Antes que nada,  ¿Por qué hablar de equidad de género? ¿Por qué a de interesarnos? La respuesta es simple: progreso. La equidad de género es esencial para el desarrollo máximo del país, tanto que se asumió como tercer objetivo de desarrollo del milenio promover la igualdad de género y autonomía de la mujer.  “El PND asumió el compromiso de impulsar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, como parte de su estrategia para que México alcance su máximo potencial. Sólo así el país podrá aspirar a ser un país democrático y participativo, y será posible alcanzar las cinco metas nacionales que el Gobierno de la República se ha propuesto: la de un México en Paz, un México Incluyente, un México con Educación de Calidad, un México Próspero y un México con Responsabilidad Global. Para ello, la contribución de las mujeres en todos los ámbitos, sin discriminación y bajo el eje rector de la igualdad sustantiva, es indispensable”. (SEGOB, 2013, par. 3). Además, el PND afirma que: "Es inconcebible aspirar a llevar a México hacia su máximo potencial cuando más de la mitad de su población se enfrenta a brechas de género en todos los ámbitos. Éste es el primer Plan Nacional de Desarrollo que incorpora una perspectiva de género como principio esencial. Es decir, que contempla la necesidad de realizar acciones especiales orientadas a garantizar los derechos de las mujeres y evitar que las diferencias de género sean causa de desigualdad, exclusión o discriminación.”(SEGOB, 2013, par. 4) Entonces, “Ningún cambio puede esperarse si no hay un cambio real en la participación laboral de hombres y mujeres y en sus logros ocupacionales comparados” (Escobar, 1998, pág. 127-128).

Ya planteado el hecho de que es fundamental lograr la equidad de género en el país para lograr su máximo desarrollo ¿Qué estamos esperando? ¿Qué nos impide progresar? En su mayoría, los estereotipos. “Los estereotipos tienen una función muy importante para la socialización del individuo: facilitan la identidad social, la conciencia de pertenecer a un grupo social, ya que el aceptar e identificarse con los estereotipos dominantes en dicho grupo es una manera de permanecer integrado en él.” (Gonzales, 1999, pag.80). En nuestra cultura persiste la discriminación y no se reconocen los derechos debido al androcentrismo, los estereotipos y los prejuicios que unas personas tienen de otras. Los estereotipos en México generan oportunidades ventajosas para los hombres. Tanto hombres como mujeres tienen derecho a las mismas oportunidades. Por lo tanto, para que ambos géneros sean igualmente beneficiados, los estereotipos tienen que modificarse o si es posible eliminarse para lograr nuestros objetivos. “Los estereotipos no son, en definitiva, más que fieles reflejos de una cultura y una historia y como tales van a nacer y mantenerse porque responden a las necesidades que tiene tal contexto de mantener y preservar una normas sociales ventajosas para él.”(Gonzales, 1999, pag.83). Cambiar los estereotipos es posible con la educación de la sociedad, ya que como señala Hierro “Una entidad social que sugiere una jerarquía de valores, es un concepto de lo que es el trabajo, una manera de ser, una manera de responder a los estímulos, una forma de actuar y de aspirar a determinada cosa y nada más. Es una construcción social y como tal puede criticársele... es susceptible de modificación con base en la educación” (Hierro, 1997:41).

“De la misma forma que otros estereotipos anclados profundamente en la sociedad, el estereotipo de sexo lleva a la sobreestimación de la uniformidad; todos y cada uno de los individuos del grupo hombre o mujer «son» como son vistos sus grupos, actúan y se emocionan y sienten como su grupo.”(Gonzales, 1999, pag.86). En el caso femenino, Le Play, consideraba a la mujer subordinada, al servicio de objetivos ajenos a ella misma; es decir, la mujer constituye un instrumento básico para el adecuado desempeño de las funciones del grupo familiar y para el mantenimiento del orden social. Es pues, solo un eslabón fundamental en la configuración de la sociedad jerarquizada, a la que corresponde obedecer al marido o padre, según sea casada o no.”(Garrigos, 2001, pp. 354-356). “La mujer mexicana podían reconocerse a su vez diversos estereotipos: la mujer sufrida, abnegada, redimida por el dolor mismo o bien por la exacerbación de la maternidad hasta límites heroicos. Otro estereotipo muy arraigado era la mujer fatal, la prostituta quizá́ llevada por la fatalidad de su destino pero irredenta siempre y condenada al escarnio social.”(Ortiz, 2007, par.3). En el caso masculino, Le Play daba al hombre una posición de superioridad, éste era el primer eslabón de la jerarquía familiar. El padre de familia; es decir, la autoridad paterna, tenía el papel de proteger, por igual, a la mujer y a los hijos; una protección muy amplia que denota la profunda desigualdad con que contempla a cada sexo. No obstante, también acude a argumentos físicos para fundamentar la hegemonía del varón y el papel subordinado de la mujer. A ella le asigna obligaciones exclusivas en la crianza de los hijos. Pero su argumentación es muy explícita en la Reforma Social al escribir que: El padre tiene el deber de continuar la obra principal de creación, reproduciendo el único ser que tiene el sentimiento de orden moral y que se educa en el conocimiento de Dios; Por esto mismo está investido de la más alta función social. Se ha hecho notar justamente que en el orden puramente humano, se considera padre por cima del soberano, cuya misión se limita a dirigir una sociedad que no ha sido creada por él. La autoridad concebida al padre de familia es la consecuencia legítima de esta dignidad natural. Deriva necesariamente de su deber principal, que consiste en asegurar la existencia de la mujer y de los hijos. La mujer, con efecto, en razón a la debilidad física, no podría procurarse sola la subsistencia en la mayor parte de los climas (Garrigos, 2001, pp. 313-327).

Además de los contrastes mencionados en el párrafo anterior, en cuestiones laborales se presentan más notablemente las brechas de género. A la hora de buscar trabajo, las mujeres son juzgadas por “abandonar a su familia” o “dejarla de lado”. Esto debido a que según se señala en el informe de discriminación de Conapred, se espera que las mujeres se encarguen simultáneamente de las actividades del hogar, lo que se le conoce como “doble jordada” de trabajo. La ODM afirma que la sociedad está en crisis por la búsqueda de la igualdad de la mujer hay testimonios que subrayan que la mujer está hecha para el trabajo remunerado. El hecho que las mujeres sean iguales a los hombres y que puedan participar en el sector laboral pues consideran esto como una causa de desintegración familiar. Muchas mujeres, dejándose llevar por esta afirmación, deciden permanecer en casa con lo que más aman,  encadenándose ellas mismas por culpa de la sociedad, atentando con su libertad de decidir y actuar. Sumando a todo lo anterior, no está de más agregar que específicamente respecto del rol de liderazgo, diversas investigaciones indican que mujeres y hombres perciben que las características asociadas al éxito en cargos directivos se corresponden fuertemente con las características agénticas, generalmente adscritas a los hombres. Este fenómeno, denominado por Schein (2001, p. 676) como “pensar en un gerente es pensar en un hombre” (think manager-think male). De acuerdo con Conapred (2012), dentro de un mismo sector laboral los hombres obtienen los empleos de mayor jerarquía, mientras las mujeres son ubicadas en las categorías más bajas. Los hombres en general, y aquellos en cargos de dirección, perciben que es más probable que los hombres posean características para un liderazgo exitoso y son quienes manifiestan más dudas respecto de la efectividad del liderazgo femenino, juzgando más duramente a las mujeres en posiciones de autoridad (Schein, 2001).  A mi parecer, todas estas opiniones respecto a los supuestos roles o “estándares” que deben de seguir las mujeres o los hombres para ser aceptados en la sociedad son absurdas y carecen de argumentos objetivos, ya que se basan en la opinión y en la moral específica de ciertas personas. Considero que estas no son más que un producto de los estereotipos que se han planteado a lo largo de la historia por las generaciones anteriores, y que lo único que logran es limitar, retrasar o detener el progreso del país y la sociedad mexicana.

 “Los derechos humanos son aquéllos que nos corresponden por el simple hecho de ser persona, se basan en el principio fundamental de que todas las personas poseen una dignidad humana inherente y tienen igual derecho de disfrutarlos, sin importar su sexo, raza, color, idioma, nacionalidad de origen o clase, ni sus creencias religiosas o políticas” (Facio, 2003: 16). Separar en grupos distintos  a las mujeres o a los hombres solo por el hecho de sus diferencias biológicas atentan contra la dignidad de la persona y sus derechos. Pero a pesar de que nos encontramos respaldados con derechos, en realidad ¿Hasta qué medida la ley nos garantiza la equidad? Se ha demostrado que  “La Ley es discriminatoria. Las amenazas y coacciones son delito cuando las comete un hombre y una falta cuando las comete una mujer. Es una barbaridad que existan delitos sólo para hombres”(Labari, 2004, p.1). Además “Se sabe que ante el mismo delito las mujeres suelen ser reprochadas más duramente, recibiendo condenas mayores que la de los hombres”. (Torres Falcón 2001). Se debe exigir al estado garantizar la aplicación de la ley no solo de manera formal, si no, de manera sustantiva. En la constitución, existe el principio de igualdad ante la ley. Todos debemos ser juzgados de igual manera sin importar género, raza, religión, etc. Por ello se deben promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva. Sumándose a lo anterior, se debe buscar entonces corregir ciertas áreas legales que discriminan “deliberadamente” a los hombres o mujeres. 

Finalmente, Según el artículo 6 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, manifestar las ideas y opiniones no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa. Por ello, los hombres y las mujeres no deben de temer alzar la voz, dejar a un lado sus roles y actuar según su desempeño. Todo esto mientras no atente con los derechos de terceros. Por ello no se debe temer exigir a el país hacer valer su compromiso ante la sociedad, de garantizar servicios a los ciudadanos para que a estos no se les impida cumplir con sus labores.” El sistema de guarderías con el que cuenta el país es a tal punto insuficiente que con dificultad una madre en edad de tener y cuidar a sus hijas e hijos podrá gozar de condiciones similares a las de un varón, cuando ambos se encuentren y, eventualmente, compitan por los puestos de trabajo. Aquí el Estado mexicano tiene una deuda con la población femenina que no se ha logrado resolver con las políticas destinadas a la creación de estancias infantiles. A lo anterior se añade que el IMSS no ofrece para sus derechohabientes varones el derecho a meter a sus hijas e hijos a una guardería dentro de tal sistema porque se asume que sólo las madres trabajadoras tienen tal prerrogativa. Si las mujeres mayoritariamente se hallan en el sector informal, esta regla no sólo afecta a sus parejas” (CIDE,2011, p.77). En el artículo 366 de la constitución mexicana, dice que "el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas. Entonces, para ir eliminando poco a poco las trabas para lograr la equidad de género en México, es primordial que el estado asuma una actitud prudente ante las necesidades de los ciudadanos. Por último, yo opino que se debe empezar por educar a la sociedad para combatir las brechas de género, de esta manera, se irá cambiando poco a poco los estereotipos y prejuicios que afectan negativamente a la búsqueda de equidad. Además, se debe buscar la efectividad de los programas para combatir el problema de desigualdad y verificar que la ley se haga valer. Emprendamos la búsqueda de una sociedad no solo azul o rosa, hay que encontrar el equilibrio y convertirla a color violeta.

Referencias

Complementarias
CIDE. (2012). La discriminación en México 2012. Recuperado de
http://www.conapred.org.mx/userfiles/files/Reporte_2012_IntroGral.pdf  

Labardi & Chicano,E.(2006). 20 argumentos para una ley. Recuperado de http://www.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/favorycontra.html
ODM(2012). Igualdad de la mujer.progreso o causa de desintegración familiar?. Recuperado de  http://notus.com.mx/igualdad-de-la-mujer-progreso-o-causa-de-desintegracion-familiar/
Orozco,Z. (2011). Equidad de géneros. Recuperado de http://eticayformacionhumana.blogspot.mx/2011/05/equidad-de-generos.html
Garrigos,M. (2001) Pierre - Guillaume - Frédéric Le Play 1806-1882 : biografía intelectual, metodología e investigaciones sociológicas. Recuperado de http://www.cervantesvirtual.com/obra/pierre-guillaume-frederic-le-play-18061882-biografia-intelectual-metodologia-e-investigaciones-sociologicas--0/
SEGOB. (2013). Programa Nacional para la Igualdad de Oportunidades y no Discriminación contra las Mujeres. Recuperado de http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5312418&fecha=30/08/2013


UNPD. (2014).Indicadores de Desarrollo Humano y Género en México: nueva metodología. Recuperado de http://www.mx.undp.org/content/mexico/es/home/library/poverty/indicadores-de-desarrollo-humano-y-genero-en-mexico--nueva-metod.html

CONAPRED. (2012). Reporte sobre la discriminación en México 2012. Recuperado de http://www.conapred.org.mx/userfiles/files/Reporte_2012_Trabajo.pdf
Básicas
Escobar Latapí, A. (1998). Los hombres y sus historias. Reestructuración y masculinidad en México. Revista de Estudios de Género. La ventana, (8) 122-173. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=88411133006
Facio, A. (2003). Los Derechos Humanos desde una perspectiva de género y las políticas públicas. Mérida, Venezuela: Otras Miradas.
Godoy, L. & Mladinic, A. (2009). Estereotipos y Roles de Género en la Evaluación Laboral y Personal de Hombres y Mujeres en Cargos de Dirección. Psykhe, 18(2) 51-64. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=96711850004

González Gavaldón, B. (1999). Los estereotipos como factor de socialización en el género. Comunicar, (12) Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=15801212

Ortíz-Boza, Hierro, M. d. L. (2007). Estereotipos masculinos y femeninos en una campaña de planificación familiar desde el modelo de las representaciones sociales de Moscovici. Ra Ximhai, 3(2) 307-324. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=46130205
Schein, V. E. (2001). A global look at psychological barriers to women’s progress in management. Journal of Social Issues, 57, 675-688



Torres Falcón. M. La violencia en casa. México, Paidós, 2001

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