Cecilia Arreola Arceo
A00231911
La
sociedad color violeta
En este ensayo se abordaran temas como la
equidad de género, estereotipos, brechas de género, desigualdad y
discriminación. Con este escrito se busca generar en el lector conocimiento
acerca de la situación actual del país, así como invitarlo a reflexionar y a ampliar
su panorama acerca de los distintos
conceptos y problemas que afronta actualmente México respecto a la equidad de
género. Además se informa de las actividades que propone el país para combatir
la desigualdad, sobre todo en el área femenina, y se proponen soluciones para mejorar
la condición nacional actual, como la educación de la sociedad.
“La equidad de género representa el respeto a
nuestros derechos como seres humanos
y la tolerancia de nuestras diferencias
como mujeres y hombres, representa la
igualdad de oportunidades en todos los sectores importantes y en
cualquier ámbito, sea este social, cultural o político. Es en este último donde
es necesario que la mujer haga valer su
lugar, sus capacidades y sus conocimientos, su voto, su voz.” (Orozco,
2011, p.1). En México como en todo el mundo existe un grave problema debido a
que no se trata como iguales a hombres y a mujeres. El valor nacional del
índice de desigualdad (IDG) fue de 0.393 en 2012. En ese año, las mujeres en
México experimentaron en promedio menores desigualdades de género que las de
América Latina, el Caribe y África Subsahariana, pero mayores a las de Europa y
Asia Central. Este índice revela que a pesar de sus esfuerzos, el área femenina
no logra incorporarse de manera pública y política en el país. Está plasmado en
los derechos humanos que todas los individuos, sean hombres o mujeres, deben
ser reconocidos ante la ley y de disfrutar de todos sus demás derechos.
Entonces, las mujeres y los hombres tienen los mismos derechos y por ello no
hay razón para que la participación de la mujer sea menor o discriminada.
Entonces ¿A qué se deben estas brechas de género?
Antes que nada, ¿Por qué hablar de equidad de género? ¿Por qué
a de interesarnos? La respuesta es simple: progreso. La equidad de género es
esencial para el desarrollo máximo del país, tanto que se asumió como tercer
objetivo de desarrollo del milenio promover la igualdad de género y autonomía
de la mujer. “El PND asumió el
compromiso de impulsar la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, como
parte de su estrategia para que México alcance su máximo potencial. Sólo así el
país podrá aspirar a ser un país democrático y participativo, y será posible
alcanzar las cinco metas nacionales que el Gobierno de la República se ha
propuesto: la de un México en Paz, un México Incluyente, un México con
Educación de Calidad, un México Próspero y un México con Responsabilidad
Global. Para ello, la contribución de las mujeres en todos los ámbitos, sin
discriminación y bajo el eje rector de la igualdad sustantiva, es
indispensable”. (SEGOB, 2013, par. 3). Además, el PND afirma que: "Es
inconcebible aspirar a llevar a México hacia su máximo potencial cuando más de
la mitad de su población se enfrenta a brechas de género en todos los ámbitos.
Éste es el primer Plan Nacional de Desarrollo que incorpora una perspectiva de
género como principio esencial. Es decir, que contempla la necesidad de
realizar acciones especiales orientadas a garantizar los derechos de las
mujeres y evitar que las diferencias de género sean causa de desigualdad,
exclusión o discriminación.”(SEGOB, 2013, par. 4) Entonces, “Ningún cambio
puede esperarse si no hay un cambio real en la participación laboral de hombres
y mujeres y en sus logros ocupacionales comparados” (Escobar, 1998, pág.
127-128).
Ya planteado el hecho de que es fundamental
lograr la equidad de género en el país para lograr su máximo desarrollo ¿Qué
estamos esperando? ¿Qué nos impide progresar? En su mayoría, los estereotipos.
“Los estereotipos tienen una función muy importante para la socialización del
individuo: facilitan la identidad social, la conciencia de pertenecer a un
grupo social, ya que el aceptar e identificarse con los estereotipos dominantes
en dicho grupo es una manera de permanecer integrado en él.” (Gonzales, 1999,
pag.80). En nuestra cultura persiste la discriminación y no se reconocen los
derechos debido al androcentrismo, los estereotipos y los prejuicios que unas
personas tienen de otras. Los estereotipos en México generan oportunidades
ventajosas para los hombres. Tanto hombres como mujeres tienen derecho a las
mismas oportunidades. Por lo tanto, para que ambos géneros sean igualmente
beneficiados, los estereotipos tienen que modificarse o si es posible eliminarse
para lograr nuestros objetivos. “Los estereotipos no son, en definitiva, más
que fieles reflejos de una cultura y una historia y como tales van a nacer y
mantenerse porque responden a las necesidades que tiene tal contexto de
mantener y preservar una normas sociales ventajosas para él.”(Gonzales, 1999,
pag.83). Cambiar los estereotipos es posible con la educación de la sociedad,
ya que como señala Hierro “Una entidad social que sugiere una jerarquía de
valores, es un concepto de lo que es el trabajo, una manera de ser, una manera
de responder a los estímulos, una forma de actuar y de aspirar a determinada
cosa y nada más. Es una construcción social y como tal puede criticársele... es
susceptible de modificación con base en la educación” (Hierro, 1997:41).
“De la misma forma que otros estereotipos anclados profundamente en la
sociedad, el estereotipo de sexo lleva a la sobreestimación de la uniformidad;
todos y cada uno de los individuos del grupo hombre o mujer «son» como son
vistos sus grupos, actúan y se emocionan y sienten como su grupo.”(Gonzales,
1999, pag.86). En el caso femenino, Le Play, consideraba a la mujer
subordinada, al servicio de objetivos ajenos a ella misma; es decir, la mujer
constituye un instrumento básico para
el adecuado desempeño de las funciones del grupo familiar y para el
mantenimiento del orden social.
Es pues, solo un eslabón fundamental
en la configuración de la sociedad jerarquizada, a la que corresponde obedecer
al marido o padre, según sea casada o no.”(Garrigos, 2001, pp. 354-356). “La
mujer mexicana podían reconocerse a su vez diversos estereotipos: la mujer
sufrida, abnegada, redimida por el dolor mismo o bien por la exacerbación de la
maternidad hasta límites heroicos. Otro estereotipo muy arraigado era la mujer
fatal, la prostituta quizá́ llevada por la fatalidad de su destino pero
irredenta siempre y condenada al escarnio social.”(Ortiz, 2007, par.3). En el
caso masculino, Le Play daba al hombre una posición de superioridad, éste era
el primer eslabón de la jerarquía familiar. El padre de familia; es decir, la
autoridad paterna, tenía el papel de proteger, por igual, a la mujer y a los
hijos; una protección muy amplia que denota la profunda desigualdad con que
contempla a cada sexo. No obstante, también acude a argumentos físicos para
fundamentar la hegemonía del varón
y el papel subordinado de la mujer. A ella le asigna obligaciones exclusivas en
la crianza de los hijos. Pero su argumentación es muy explícita en la Reforma
Social al escribir que: El padre tiene el deber de continuar la obra principal
de creación, reproduciendo el único ser que tiene el sentimiento de orden moral
y que se educa en el conocimiento de Dios;
Por esto mismo está investido de la más alta función social. Se ha hecho notar
justamente que en el orden puramente humano, se considera padre por cima del
soberano, cuya misión se limita a dirigir una sociedad que no ha sido creada
por él. La autoridad concebida al padre de familia es la consecuencia legítima
de esta dignidad natural. Deriva
necesariamente de su deber principal, que consiste en asegurar la existencia de
la mujer y de los hijos. La mujer, con efecto, en razón a la debilidad física,
no podría procurarse sola la subsistencia en la mayor parte de los climas
(Garrigos, 2001, pp. 313-327).
Además de los contrastes mencionados en el párrafo anterior, en
cuestiones laborales se presentan más notablemente las brechas de género. A la
hora de buscar trabajo, las mujeres son juzgadas por “abandonar a su familia” o
“dejarla de lado”. Esto debido a que según se señala en el informe de
discriminación de Conapred, se espera que las mujeres se encarguen
simultáneamente de las actividades del hogar, lo que se le conoce como “doble
jordada” de trabajo. La ODM afirma que la sociedad está en crisis por la
búsqueda de la igualdad de la mujer hay testimonios que subrayan que la mujer
está hecha para el trabajo remunerado. El hecho que las mujeres sean iguales a
los hombres y que puedan participar en el sector laboral pues consideran esto
como una causa de desintegración familiar.
Muchas mujeres, dejándose llevar por esta afirmación, deciden permanecer en
casa con lo que más aman, encadenándose
ellas mismas por culpa de la sociedad, atentando con su libertad de decidir y
actuar. Sumando a todo lo anterior, no está de más agregar que específicamente
respecto del rol de liderazgo, diversas investigaciones indican que mujeres y
hombres perciben que las características asociadas al éxito en cargos
directivos se corresponden fuertemente con las características agénticas,
generalmente adscritas a los hombres. Este fenómeno, denominado por Schein
(2001, p. 676) como “pensar en un gerente es pensar en un hombre” (think
manager-think male). De acuerdo con Conapred (2012), dentro de un mismo
sector laboral los hombres obtienen los empleos de mayor jerarquía, mientras
las mujeres son ubicadas en las categorías más bajas. Los hombres en general,
y aquellos en cargos de dirección, perciben que es más probable que los hombres
posean características para un liderazgo exitoso y son quienes manifiestan más
dudas respecto de la efectividad del liderazgo femenino, juzgando más duramente
a las mujeres en posiciones de autoridad (Schein, 2001). A mi parecer, todas estas opiniones respecto a
los supuestos roles o “estándares” que deben de seguir las mujeres o los
hombres para ser aceptados en la sociedad son absurdas y carecen de argumentos
objetivos, ya que se basan en la opinión y en la moral específica de ciertas
personas. Considero que estas no son más que un producto de los estereotipos
que se han planteado a lo largo de la historia por las generaciones anteriores,
y que lo único que logran es limitar, retrasar o detener el progreso del país y
la sociedad mexicana.
“Los derechos humanos son aquéllos que nos
corresponden por el simple hecho de ser persona, se basan en el principio
fundamental de que todas las personas poseen una dignidad humana inherente y tienen igual derecho de disfrutarlos,
sin importar su sexo, raza, color, idioma, nacionalidad de origen o clase, ni
sus creencias religiosas o políticas” (Facio, 2003: 16). Separar en grupos
distintos a las mujeres o a los hombres
solo por el hecho de sus diferencias biológicas atentan contra la dignidad de
la persona y sus derechos. Pero a pesar de que nos encontramos respaldados con
derechos, en realidad ¿Hasta qué medida la ley nos garantiza la equidad? Se ha
demostrado que “La Ley es discriminatoria. Las amenazas y
coacciones son delito cuando las comete un hombre y una falta cuando las comete
una mujer. Es una barbaridad que existan delitos sólo para hombres”(Labari,
2004, p.1). Además “Se sabe que ante el mismo delito las mujeres suelen ser
reprochadas más duramente, recibiendo condenas mayores que la de los hombres”.
(Torres Falcón 2001). Se debe exigir al estado garantizar la aplicación de la
ley no solo de manera formal, si no, de manera sustantiva. En la constitución,
existe el principio de igualdad ante la ley. Todos debemos ser juzgados de
igual manera sin importar género, raza, religión, etc. Por ello se deben
promover las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva. Sumándose a
lo anterior, se debe buscar entonces corregir ciertas áreas legales que
discriminan “deliberadamente” a los hombres o mujeres.
Finalmente, Según el artículo 6 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, manifestar las ideas y
opiniones no puede ser objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa.
Por ello, los hombres y las mujeres no deben de temer alzar la voz, dejar a un
lado sus roles y actuar según su desempeño. Todo esto mientras no atente con
los derechos de terceros. Por ello no se debe temer exigir a el país hacer
valer su compromiso ante la sociedad, de garantizar servicios a los ciudadanos para
que a estos no se les impida cumplir con sus labores.” El sistema de guarderías
con el que cuenta el país es a tal punto insuficiente que con dificultad una
madre en edad de tener y cuidar a sus hijas e hijos podrá gozar de condiciones
similares a las de un varón, cuando ambos se encuentren y, eventualmente,
compitan por los puestos de trabajo. Aquí el Estado mexicano tiene una deuda
con la población femenina que no se ha logrado resolver con las políticas
destinadas a la creación de estancias infantiles. A lo anterior se añade que el
IMSS no ofrece para sus derechohabientes varones el derecho a meter a sus hijas
e hijos a una guardería dentro de tal sistema porque se asume que sólo las
madres trabajadoras tienen tal prerrogativa. Si las mujeres mayoritariamente se
hallan en el sector informal, esta regla no sólo afecta a sus parejas”
(CIDE,2011, p.77). En el artículo 366 de la constitución mexicana, dice que
"el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la
población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su
actividad la solución de las necesidades insatisfechas. Entonces, para ir
eliminando poco a poco las trabas para lograr la equidad de género en México,
es primordial que el estado asuma una actitud prudente ante las necesidades de
los ciudadanos. Por último, yo opino que se debe empezar por educar a la
sociedad para combatir las brechas de género, de esta manera, se irá cambiando
poco a poco los estereotipos y prejuicios que afectan negativamente a la
búsqueda de equidad. Además, se debe buscar la efectividad de los programas
para combatir el problema de desigualdad y verificar que la ley se haga valer. Emprendamos
la búsqueda de una sociedad no solo azul o rosa, hay que encontrar el
equilibrio y convertirla a color violeta.
Referencias
Complementarias
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http://www.conapred.org.mx/userfiles/files/Reporte_2012_IntroGral.pdf
Labardi & Chicano,E.(2006). 20 argumentos para una ley. Recuperado de http://www.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/favorycontra.html
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Orozco,Z. (2011). Equidad de géneros. Recuperado de http://eticayformacionhumana.blogspot.mx/2011/05/equidad-de-generos.html
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