miércoles, 8 de mayo de 2019

Brechas sociales - Alejandro Cuevas Magaña


Ética, profesión y ciudadanía
Alejandro Cuevas Magaña

Brechas sociales: un lastre social y económico

Actualmente existen tratados, reglamentos y leyes que dicen cuidar y velar por la dignidad humana, sin embargo, aún existe una brecha enorme entre los que sí gozan del beneficio de estos y los que no, entendiendo que los seres humanos tienen “un valor intrínseco, es decir, dignidad”, porque son agentes racionales: esto es, agentes libres, capaces de tomar sus propias decisiones, establecer sus propias metas y guiar su conducta por la razón (Rachels, 2007, 206). Cuestión que reside en si de verdad se puede mantener un desarrollo sostenible el cuál es el desarrollo que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1987, 23)

Así mismo, si la escasez del trabajo decente, que es un concepto que busca expresar lo que debería ser, en el mundo globalizado, un buen trabajo o un empleo digno (Somavía, 1999), obliga a las personas a involucrarse en trabajos que ofrecen condiciones que los hunden en situaciones dependientes a este. Se entiende que las brechas salariales y de género son una barrera enorme por derribar, ya que afectan directamente a la sociedad.

Por ello, todos los involucrados, como estado, gobierno y sociedad deben tener en sus prioridades cerrar y aminorar las brechas sociales para buscar ser un país desarrollado, tanto social como económicamente, por ende, se debe garantizar el respeto a los derechos humanos dado que son una colección reunida en milenios de proceso humanizador y civilizador de los privilegios legales de todo ser humano (Barba, 1997, 4) con el fin de proteger el pleno desarrollo de los individuos sin importar su sexo, edad o posición socioeconómica.

El desarrollo sostenible es un tema que involucra tanto lo social como económico, donde se discute si es rentable y razonable a largo plazo. Por cuestiones culturales, en México se normaliza y aceptan pésimas condiciones de trabajo como algo normal y por consiguiente los empleados no suelen exigir un espacio de trabajo adecuado, ya sea por ignorancia, indiferencia o apatía, y por otra parte a los dueños y directivos no les interesa invertir en sus empleados o implementar sistemas de seguridad y/o motivación que garanticen un trabajo decente, muchas veces porque creen que es un costo o carga extra con la excusa de que la empresa no tiene presupuesto.

Esto agravia las brechas sociales entre clases socioeconómicas, debido a que la industria menosprecia la dignidad de los empleados, que son los que están hasta abajo en la pirámide. Sin embargo, si se toma la importancia pertinente en el trabajo decente se dignifica a los obreros y por consecuencia enriquece todo el tejido social. Como dice Sánchez Ferrer, con la llegada de la sociedad industrial y la economía monetaria vino el asalariado y trajo modificaciones en como se concibió el trabajo, las relaciones sociales y como se organizaron los trabajadores para evitar las condiciones de explotación, llegando a la formación de instituciones que vieran por la protección social y laboral. (Sánchez Ferrer, 2014)

De la misma manera, nos menciona que el trabajo decente está ligado a un tipo de desarrollo que se genere en condiciones de sostenibilidad, ya que el desarrollo sostenible se concibe como un conjunto de procesos orientados a equilibrar el crecimiento económico. (Sánchez Ferrer, 2014) Gálvez y Gutiérrez hacen referencia a que el trabajo decente es un modelo aplicable a todas las sociedades, ya que es voluntad general de los pueblos oponerse al trabajo forzoso e infantil. (Gálvez, Gutiérrez, Picazzo, 2011)

El trabajo decente ofrece a las personas una posibilidad de desarrollarse, pero en ocasiones la oferta de este tipo no existe o es escasa y pone en una posición vulnerable a las personas que tienen la necesidad de laborar, sin embargo, hay la posibilidad de que las condiciones que los hundan en situaciones dependientes o poco dignas. Por ejemplo, cuando una persona encuentra en su posición socioeconómica un obstáculo, se ve obligada a depender de un ingreso poco digno o una condición laboral poco segura, debido a que no tienen otra opción se ven envueltos en un circulo vicioso.

A pesar de que es un ingreso y técnicamente les ayuda a subsistir, las personas que les ofrecen trabajo están aprovechándose de su necesidad. Por ejemplo, si una madre soltera con estudios de primaria gana un salario mínimo se ve en la situación de vivir al día sin la posibilidad de explorar mejores opciones para mejorar su calidad de vida, ya que si no trabaja un día se quedan sin comer al día siguiente. Hay que entender que no es decente el trabajo que se realiza sin respeto a los principios y derechos laborales fundamentales, ni el que no permite un ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado” (Somavía, 1999).

La protección social permite que los trabajadores puedan adquirir derechos que les brinden las condiciones para un desarrollo humano y así el trabajo realizado se encuentre amparado por la seguridad social y pensional. (Vargas, Fernández, 2013) Las relaciones entre el trabajador y el empleador están mediadas por la retribución económica del trabajo realizado. Esta situación sucede a pesar de que en muchos los disminuido de los salarios reales en el país no da para una subsistencia digna. (Vargas, Fernández, 2013)

Ahora bien, viendo por las mujeres. Ellas son, han sido y serán un pilar social y económico, y debe ser un pilar político, sin embargo, esto no ha garantizado su justa incorporación al mercado laboral y mucho menos a su remuneración por la misma calidad y esfuerzo dedicado. A lo largo de historia económica las mujeres han tenido obstáculos que han violado sus derechos humanos, a pesar de que se han organizado para defender sus ideales y derechos. A través de varios periodos históricos las mujeres han reclamado lo que por derecho les pertenece, aunque en alguna época ni siquiera se les consideraba sujetos merecedores de estos. Antes se les prohibía trabajar y hoy la mujer es parte vital de una economía sana y competitiva, pero sin gozar de los mismos beneficios que tienen los hombres solo por el hecho de ser varones.

Con base en datos de la ENEU (Encuesta Nacional de Empleo Urbano, INEGI) del tercer trimestre de 1995, encontraron que existe mayor desigualdad entre personas con alta y baja escolaridad, así como entre aquellas con mayor experiencia. Por su parte, elaboraron una descomposición del tipo Oaxaca-Blinder mediante la ENIGH (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares) 2000, corrigiendo por sesgo de selección con la metodología de Heckman (1974, 1979). Los autores fueron los primeros en incluir en su análisis zonas urbanas y rurales. Hallaron que 85% de la brecha se debe a diferencias en retornos y que ésta es mayor en zonas rurales; de hecho, el efecto de las dotaciones otorga una ventaja a las mujeres. (Arceo-Gómez, Campos-Vázquez, 2014)

También hay resultados indican que las mujeres se seleccionan positivamente en el mercado laboral mexicano: aquéllas con mayores salarios son las que deciden trabajar. La caracterización de la brecha. A pesar de haber un decrecimiento en la brecha se encuentra dominado por una caída en la brecha en la parte alta de la distribución salarial, lo cual contrasta con los resultados de Popli (2008), quien atribuye los cambios a la parte baja de la distribución. Encontramos clara evidencia de efectos de “pisos pegajosos” entre aquellos con baja escolaridad y de “techos de cristal” en la parte alta de la distribución salarial y particularmente aquellos con alta escolaridad. (Arceo-Gómez, Campos-Vázquez, 2014).

Los techos de cristal es un término empleado desde finales de los años ochenta del siglo XX para designar una barrera invisible que impide a las mujeres altamente cualificadas, alcanzar puestos de responsabilidad en las organizaciones en las que trabajan (Morrison, White y Van Velsor, 1986; Ramos, Barberá y Sarrió, 2003). También es definido cómo un entramado de obstáculos invisibles que impide a las mujeres cualificadas alcanzar posiciones de poder dentro de las organizaciones (Roldán-García, Leyra Fatou y Contreras-Martínez, 2012). Y los pisos pegajosos cuando se refieren a tomar una decisión en cuanto a decidir por un futuro desarrollo profesional o domestico. Por ejemplo, en México, el INEGI calcula que las mujeres dedican 28.8 horas a la semana a cuidar a otras personas y al trabajo doméstico, mientras que los hombres dedican 12.6 horas.

Ahora en el ámbito científico y tecnológico se plantea que la educación científica de las mujeres se asemeja a una ‘tubería que gotea’, en palabras del Informe de la Unión Europea (COMISIÓN EUROPEA, 2001), pues conforme avanzan en su recorrido desperdician su capacidad. La velocidad a la que nuestras vidas se vuelven dependientes de las tecnologías de la información y la comunicación supera el ritmo con que las mujeres rompen barreras, tradicionales y de nuevo cuño, en busca de un lugar equitativo en el sector. El sesgo de género viene de lejos y sus causas se localizan en una red de factores sociales, económicos, culturales, psicológicos y educativos interrelacionados. (González-Palencia, Jiménez, 2016, 744)

Después de esta información se puede concluir que la dignidad de las mujeres está siendo violentada, ya que su valor como persona se ven subestimad, ya que hay un sector que no puede ver satisfecho su valor intrínseco. Por esto, las brechas existentes afectan directamente la dignidad de las mujeres porque no les permite cumplir sus deseos y metas, incluso a veces ni siquiera intentar emprender la realización de sus proyectos; su felicidad y pleno desarrollo se ven frustrados.

Así mismo sus derechos humanos se ven menospreciados porque no ven la posibilidad de crecimiento real al no garantizarse la correcta entrega de lo que les pertenece por derecho. Su incorporación a la sociedad aún se ve limitada aún cuando por derechos son igual de merecedoras que los varones.

En México es bien sabido que hay mucha desigualdad. Existen muchos tipos de brechas como los son de género, digital, salarial, económica, entre otras, las cuales traen un rezago en la sociedad y, sobre todo, el problema es que divide a la sociedad en dos; “hay dos Méxicos, uno para los ricos y otro para los pobres”.

Al no cumplirse los cuatro objetivos estratégicos del trabajo decente: los derechos en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo social. Las brechas sociales seguirán siendo un lastre y existiendo a pesar de los esfuerzos aislados de sociedad, gobierno y empresa. Por esto, los derechos humanos de los sectores más vulnerables serán violados de manera constante. Por ende, el desarrollo sostenible no será prioridad para nadie de los involucrados, ya sea el empleado o empleador. Esto quiere decir que la dignidad humana se ve menospreciada porque las personas están siendo utilizadas como medio económicos, sociales y culturales para el beneficio de unos pocos.

Por último, para poner en perspectiva, de acuerdo con el informe "Desigualdades en México 2018", editado por El Colegio de México, "si una persona proviene de un hogar en situación de pobreza, tiene una alta probabilidad de permanecer en una situación similar cuando alcance la edad adulta". La probabilidad de que un mexicano nacido en uno de los hogares más pobres del país alcance a lo largo de su vida elevados ingresos es de solo 2.1 %, mientras que en Canadá es de 13.5 % y en Estados Unidos de 7.5 %, reveló hoy un estudio académico. El estudio contempla además que 53 % de los mexicanos que nace en una familia rica mantiene su condición socioeconómica a lo largo de su vida. En otras palabras, si naces pobre, mueres pobres y si naces rico mueres ricos.

Sánchez Ferrer, Y. (2014). Trabajo decente y desarrollo sostenible. Para bailar se necesitan dos. Cayapa. Revista Venezolana de Economía Social, 14 (28), 65-81. 

Vargas Parra, J., & Fernández de Mantilla, L. (diciembre, 2013). Trata de Personas: un déficit de trabajo decente. Reflexión Política, 15 (30), 140-151. 

Arceo-Gómez, E., & Campos-Vázquez, R. (2014). EVOLUCIÓN DE LA BRECHA SALARIAL DE GÉNERO EN MÉXICO.El Trimestre Económico, LXXXI (3) (323), 619-653. 

GÁLVEZ SANTILLÁN, E., & GUTIÉRREZ GARZA, E., & PICAZZO PALENCIA, E. (2011). El trabajo decente: nuevo paradigma para el fortalecimiento de los derechos sociales. Revista Mexicana de Sociología, 73 (1), 73-104.

González-Palencia Jiménez, R., & Jiménez Fernández, C. (2016). La brecha de género en la educación tecnológica.Ensaio: Avaliação e Políticas Públicas em Educação, 24 (92), 743-771.

Solo el 2.1% de los mexicanos que nace pobre llega a rico. (2018, junio 06). Recuperado el 1 de abril, 2019, de https://www.excelsior.com.mx/nacional/solo-el-21-de-los-mexicanos-que-nace-pobre-llega-a-rico/1243304

Levaggi, V. (2004, August 09). ¿Qué es el trabajo decente? Recuperado Mayo 6, 2019, de https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_LIM_653_SP/lang--es/index.htm


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