miércoles, 8 de mayo de 2019

Consumismo en el Siglo XXI - Stephanie Renee Prieto Rosas

Stephanie Renee Prieto Rosas
Consumo en el siglo XXI
RESUMEN
El consumismo acelerado ha sido el responsable de algunos de los problemas más graves que tenemos en el siglo XXI, el daño al medio ambiente y la crisis humanitaria de derechos humanos. Se plantea que tanto empresas como consumidores deben tomar acción en cambiar los hábitos y procesos que se han encargado de vulnerar los derechos humanos de ciertos involucrados por medio de explotación laboral, adicionalmente del daño medio ambiental que ha sido efecto de dichas prácticas en la industria.
            Palabras Clave: consumismo, ética, derechos humanos, medio ambiente, justicia, libertad.

El consumismo acelerado e irresponsable ha impactado negativamente a la sociedad dañando al medio ambiente y atentando contra los derechos humanos de las personas. Este ensayo tiene como objetivo el demostrar el impacto negativo que tiene un consumismo acelerado e irresponsable en la sociedad y cómo atenta a los derechos humanos, sometiendo a las personas a esclavitud, trabajos forzados y trabajo infantil (Zamarriego, 2017), la degradación el medio ambiente y la biodiversidad y la injusticia que existe al no penalizar a los responsables de estos daños.
El consumismo es parte de la vida diaria de los seres humanos y los hábitos de compra que se tienen actualmente pueden tener un efecto negativo o positivo en todos los aspectos mencionados anteriormente. El bienestar y la vida digna de muchas personas y sectores sociales se está viendo afectada y seguirá en detrimento si se continua con estos hábitos irresponsables. Como consumidores y como futuros empresarios se tiene una gran responsabilidad el cambiar de hábitos y el ofrecer productos y servicios que impacten positivamente nuestra sociedad.
Es imperativo que las empresas y los individuos aporten al desarrollo y crecimiento de la sociedad. Las empresas por medio de modelos de negocios sustentables y la reestructuración hacia la reesponsabilidad empresarial sostenible, ofreciendo total transparencia del origen de sus productos y rindiendo cuentas de sus servicios y condiciones laborales. Mientras que los consumidores  deben informarse y educarse sobre el impacto de cada decisión de compra que hacen para detener el circulo vicioso de los efectos negativos en dichos hábitos y presionar a las empresas a cambiar sus prácticas.

Desarrollo
“El consumo es necesario para el desarrollo humano cuando amplía la capacidad de la gente y mejora su vida, sin menoscabo de la vida de los demás” (Gordmier, 1999). El consumo es parte de la vida diaria de un ser humano, desde consumo de bienes y servicios de primer necesidad, hasta bienes de lujo. ¿Qué pasa cuando las empresas que están detrás de la creación, manufactura o comercialización de estos bienes están atentando en contra de los derechos humanos de sus colaboradores o miembros de su cadena de valor, y dañando al medio ambiente mediante la producción de los mencionados?
Para que las empresas logren generar más riquezas económicas, harán lo que sea para reducir costos y ampliar ese margen de ganancia. Aquí es cuando se pueden ver vulnerados los derechos de las personas que son miembros de las cadenas de valor de las empresas. Uno de los casos de esclavitud moderna involucra varios productos en nuestras vidas diarias, smartphones, tablets y computadoras. En la República Democrática del Congo se encuentra el 80% de las reservas a nivel mundial de cobalto, un ingrediente indispensable para la receta de la creación de baterías para estos productos. Entre los trabajadores de estas minas laboran alrededor de 40,000 menores de edad, contando con jornadas de más de 12 horas sin medidas de seguridad, poniendo en riesgo su salud y su integridad (Zamarriego, 2017). La cadena de valor empieza así: los trabajadores extraen el cobalto de las minas; lo extraído pasa a manos de Congo Dongfang Mining y su socio comercial Zhejiang Huayou Cobalt Ltd; las empresas procesan el mineral y lo venden a tres organizaciones de componentes para baterías localizadas en China y Corea del Sur quienes proveen el producto terminado a los gigantes Apple, Microsoft, Samsung, Sony, entre otros; finalmente nosotros como consumidores adquirimos estos productos sin conocimiento alguno de lo que estamos generando (Zamarriego, 2017).
“El artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 establece que «nadie será obligado a ser esclavo o a servir; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidos en todas sus formas»” (Zamarriego, 2017). Sin embargo, la esclavitud está presente en pleno Siglo XXI; trata de personas, trabajos forzados y explotación como prostitución o actividades ilegales como la mendicidad organizada y el tráfico de drogas (Zamarriego, 2017). Toda empresa que involucre estas actividades, aunque no sea directamente, está atentando en contra de los derechos humanos de las personas, pues es participe de esta cadena tóxica para la sociedad. De acuerdo al artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo…(ONU, 1948)¨ También establece que toda persona que trabaja tiene derecho a “una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana… (ONU, 1948)¨ De igual manera, como consumidores nos hemos convertido en cómplices para que las empresas continúen con estas prácticas. Dichas prácticas atentan contra los derechos humanos de estos grupos vulnerados, privándoles de su libertad, su derecho a vivir una vida digna y contar con un trabajo digno con las condiciones establecidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estas personas se han visto obligadas a resignarse con trabajos que no ofrecen un ingreso equitativo, protección social o seguridad en el lugar de trabajo.


Los problemas ambientales que estamos viviendo hoy en día, están estrechamente relacionados a nuestros hábitos de consumo y los hábitos de las empresas para ofrecer los bienes demandados. Los procesos irresponsables de obtención de las materias primas, transportación, manufactura y comercialización han generado contaminación de cuerpos acuáticos, del aire, agotamiento y destrucción de recursos naturales, degradación de ecosistemas, entre otros (Vilches, Gil, 2003). Los 20 países más ricos del mundo han consumido en este siglo más recursos naturales y recursos no renovables que toda la humanidad en toda su historia (Vilches,  Gil, 2003). Todos estos daños están atentando contra el desarrollo social y el desarrollo sostenible del medio ambiente, a la salud de las generaciones actuales, al igual que a los derechos de las generaciones futuras a gozar de un planeta sano.
¿Qué daño puede resultar de comprar chocolate? Se pudiera pensar que no hay agravio alguno en comprar una barra de chocolate. Sin embargo, el cultivo de cacao en la actualidad tiene un impacto negativo muy alto en el medio ambiente y la demanda mundial incrementa entre 2% y 5% cada año (Meyer, 2018). Esta demanda masiva ha provocado que se acelere la producción al doble en solo tres décadas, originando que se elaboren más plantíos de cacao que invaden los bosques africanos, la selva amazónica y que se destruyan hábitats de chimpancés y otros animales en peligro de extinción, provocando pérdidas en la biodiversidad (Meyer, 2018). El 70% de la deforestación ilegal está relacionada con la plantación de cacao, lo que ha causado que el 80% de los bosques de Costa de Marfil hayan desaparecido entre los años de 1960 a 2010 (Meyer, 2018).
Las pérdidas en la biodiversidad están generando un cambio climático significante, éste último causa desastres climáticos que a su vez son una de las principales causas del hambre. “El cambio climático podría aumentar en un 20% el riesgo de sufrir hambre y malnutrición para 2050. También amenaza con reducir la producción agrícola potencial hasta un 30% en África y un 21% en Asia (Choularton, 2016). Dichas producciones aceleradas que causan estos problemas climáticos, atentan contra varios Objetivos de Desarrollo Sostenible: producción y consumo responsables, reducción de desigualdades, acción por el clima, vida de ecosistemas terrestres y hambre cero. (ONU, 2015). Las actividades industriales que han originado estos problemas están dañando nuestras vidas, nuestra salud y nuestro planeta. Las generaciones futuras, al igual que las presentes, tienen derecho a vivir en un planeta libre de contaminación, y a tener una vida digna. Como generaciones presentes tenemos la obligación y debemos asumir el compromiso de cuidar la integridad del medio ambiente y de las generaciones futuras. Todas las personas debemos obrar de tal modo que nuestra presencia en la tierra respete los recursos naturales (Cortina, 2002).
La justicia retributiva se ocupa de culpar o castigar “con justicia a las personas por los actos incorrectos” (Velasquez, 2006). Se conocen diversos casos de empresas como los mencionados anteriormente que tienen casos de explotación y condiciones laborales pésimas, y de cómo sus procesos han afectado el medio ambiente, sin embargo, no se conocen los castigos que se les han estipulado por dichas prácticas. Los intereses monetarios han atropellado la justicia retributiva que se supone debería aplicar para estos casos, pero seguimos sin ver las consecuencias.
La justicia compensatoria se refiere a “restituir con justicia  a una persona lo que perdió a causa de un acto incorrecto suyo o de alguien más” (Velasquez, 2006). Tampoco hemos podido conocer si las comunidades a las que se les han vulnerado sus derechos humanos han sido retribuidos con lo que se merecen para resarcir los daños que los gigantes empresarios les han causado. Existe gran injusticia e impunidad por parte de los gobiernos quienes se supone son los encargados de regular todas estas situaciones y de asegurar el bienestar de sus ciudadanos. Velasquez menciona un ejemplo acerca de la libertad de propiedad de las empresas; “la libertad de las corporaciones para usar su propiedad para contaminar el ambiente como quieran restringe la libertad de los individuos para respirar aire limpio cuando ellos quieran” (Velasquez, 2006).
Las empresas estan cometiendo una injusticia al restringir la libertad de los individuos a gozar de un ambiente sin contaminación. El mismo ejemplo aplica para las empresas que explotan y esclavizan a sus colaboradores; las organizaciones tienen la libertad de contratar al personal que quieran, siempre y cuando no se vea perjudicada la libertad de los mismos, como lo es el caso que mencionamos anteriormente con la comunidad en la República Democrática del Congo. Las empresas que extraen el cobalto están cometiendo una injusticia en contra de sus empleados pues los están privando de su libertad al someterlos a jornadas y condiciones laborales que son consideradas como explotación.

Conclusiones
Según el Objetivo de Desarrollo Sustentable de Producción y Consumo Responsable, el consumo y la producción sostenible consisten en “fomentar el uso eficiente de los recursos y la energía, la construcción de infraestructuras que no dañen el medio ambiente, la mejora del acceso a los servicios básicos y la creación de empleos ecológicos, justamente remunerados y con buenas condiciones laborales” (ONU, 2015).  Esto se traduce a tener acceso a una mejor calidad de vida para todos equitativamente y a “ayudar a lograr planes generales de desarrollo, que rebajen costos económicos, ambientales y sociales, que aumenten la competitividad y que reduzcan la pobreza” (ONU, 2015).
Nos encontramos en una época en la cual no nos podemos dar el lujo de pasar estos acontecimientos por alto. Tanto empresas como consumidores debemos adoptar un nuevo enfoque de producción y de consumo sostenible y responsable, hacer más y mejores cosas con menos recursos. Generar ganancias económicas por medio de actividades industriales que permitan la reducción de la utilización de recursos, degradación y contaminación del medio ambiente, que permita una mejor calidad de vida para todos los seres. Es imprescindible adoptar un enfoque sistémico que permita lograr la cooperación entre todos los participantes de la cadena de valor de las empresas, desde primer contacto y proveedor hasta el consumidor final. De igual manera es imperativo “sensibilizar a los consumidores mediante la educación sobre los modos de vida sostenibles, facilitándoles información adecuada a través del etiquetaje y las normas de uso” (ONU, 2015).
Propuestas
En ocasiones las personas no se consideran moralmente responsables de sus actos ya sea por ignorancia o por incapacidad (Velasquez, 2006). Lo ideal sería pensar que pudiéramos castigar (y ser castigados) cuando se esté incurriendo en alguna práctica que sea parte de la cadena tóxica de consumo que ya se mencionó anteriormente, que atenta contra los derechos humanos de ciertos grupos o se dañe al medio ambiente. La penalización de estas prácticas irresponsables ayudaría a disminuir considerablemente estas problemáticas e incluso erradicarlas. Sin embargo, ¿podríamos considerar justo y ético castigar a las empresas y a los consumidores que viven en la ignorancia del impacto de sus decisiones de compra o de los procesos y los involucrados dentro de su cadena de valor y su modelo de negocio? ¿O podríamos considerar que vivir en la ignorancia no condona ni justifica ser participe de dichos actos?
En mi opinión no nos podemos dar el lujo de vivir en la ignorancia. La ignorancia no nos protege del recibir el castigo que amerite a la acción que estamos realizando o de la cual estamos siendo participes. En la actualidad, tenemos la responsabilidad tanto como empresarios, como consumidores: primeramente de educarnos en el impacto de nuestros hábitos de compra y de nuestras prácticas empresariales; y segundo de tomar acciones en la adopción de prácticas responsables sustentables para generar un efecto cada vez más positivo en nuestra sociedad que prevalezca sobre el tiempo. Considero más injusto el hecho de que nuestra ignorancia esté siento causante de explotación laboral y degradación ambiental, que el que no debamos ser castigados por el simple hecho de no saber.
Las empresas cargan una responsabilidad más grande, y son las primeras que deben ser castigadas y penalizadas por sus acciones irresponsables ya sean directas o indirectas. Las organizaciones tienen la responsabilidad de ofrecer productos y servicios que aseguren cumplan con la excelencia que los consumidores merecen, que todos sus procesos sean éticos y transparentes y que ofrezcan a sus consumidores finales toda la información que estos requieren para tomar decisiones informadas. Los gobiernos deben ser más estrictos en las restricciones, requisitos ambientales y laborales para con las empresas, al igual que con las reglas de importaciones y exportaciones para asegurar el origen de los insumos y productos. Las empresas deben adquirir asesores de responsabilidad social empresarial para abarcar todos los aspectos que ésta cubre y puedan avanzar hacia adelante generando riquezas al mismo tiempo de que impactan positivamente a la sociedad. Por otra parte considero que las empresas que responsablemente han adoptado prácticas sostenibles que impactan positivamente a la sociedad, deben ser aplaudidas, reconocidas e incentivadas. Debemos ser conscientes de que los mayores beneficios para algunos no justifican las injusticias para otros.















Referencias
Choularton, R. (2016). Cambio climático también significa hambre. abril 19, 2019, de Ethic Sitio web: https://ethic.es/2016/08/catastrofes-climaticas-e-inseguridad-alimentaria-2/
Consumo responsable: Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, vol. 4, núm. 1, enero, 2007, pp. 189-192 https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=92040112
Cortina, A. (2002). En Por una ética del consumo. España: Santillana.
Meyer, L. (2018). Larga (y sostenible) vida al chocolate. abril 19, 2019, de Ethic Sitio web: https://ethic.es/2018/01/cocoa-life-mondelez-chocolate-sostenible/
Organización de las Naciones Unidas. (1948). La Declaración Universal de Derechos Humanos. París: ONU.
Organización de las Naciones Unidas. (2015). Objetivos de Desarrollo Sostenible. abril 19, 2019, de ONU Sitio web: https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/objetivos-de-desarrollo-sostenible/
Ortiz, G.. (2008). La ética del consumo: ¿Es usted un consumidor solidario?. Consumidor,  pp. 76-82. marzo, 28.
Raufflet, E., Portales, L., García de la Torre, C., Lozano, J., Barrera, E.. (2017). Cómo integrar la cadena de valor por medio de la RSE. En Responsabilidad, ética y sostenibilidad empresarial (pp. 145-157). México: Pearson.
Velasquez, M., (2006). Ética en los negocios. Pearson Educación, México.
Vilches, A., Gil, D. (2003). Construyamos un futuro sostenible. Diálogos de supervivencia. Madrid: Cambridge University Presss. Capítulo 8.
Zamarriego, L. (2017). Los esclavos del Siglo XXI. abril 19, 2019, de Ethic Sitio web: https://ethic.es/2017/06/trabajo-infantil-esclavitud/

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