“Quienes
creen que el dinero lo hace todo, terminan haciendo todo por dinero” – Voltaire
A
todo acto de abuso del poder para el beneficio propio se le conoce como
corrupción, un problema que ha crecido de manera exponencial en las últimas
décadas en nuestro país. Es solo cuestión de ver noticias o revisar redes
sociales para darnos cuenta de la epidemia de escándalos tanto en instituciones
públicas como en el sector privado relacionado en actividades ilícitas,
involucrando funcionarios de todo partido político de todos los niveles en la
jerarquía de poder.
La
problemática consecuente de la corrupción no solo se limita al desvío de fondos
públicos, lamentablemente los efectos que trae consigo van desde impedir un
desarrollo equitativo del país hasta atentar contra la autonomía de las
personas poniendo en riesgo la seguridad de los ciudadanos. Y tenemos que ser
conscientes sobre los actos de corrupción que violentan la dignidad de las
personas, las injusticias y engaños a los que nos vemos sometidos, los abusos económicos y de poder que llevan a
cabo nuestros gobernantes.
Palabras
clave: bienestar imparcial, corrupción, industria de la construcción, dignidad
Se
entiende como corrupción al abuso de una posición privilegiada quien por medio
de su poder e influencias busca
conseguir beneficios propios. De manera oficial Transparencia Internacional lo
define como “el abuso del poder encomendado para el beneficio propio”. Que por
la naturaleza de la palabra, la asociamos al mal obrar de funcionarios
públicos, pero no debemos olvidar que también involucra al sector privado.
La
corrupción se ha convertido en una palabra cotidiana en la vida de los mexicanos,
y muchos no dimensionamos el problema que supone este término que se ha vuelto
tan repetitivo. La corrupción es una transgresión a la democracia porque es una
medida de la privatización del bien público,
supone el desvío de fondos y el uso de relaciones para ganar licitaciones que
no tienen el objetivo de generar un bien u ofrecer servicios públicos.
Puede
que relacionemos la corrupción con problemas económicos del país pero no solo
se limita a problemas de desvío de fondos públicos para cumplir caprichos de
funcionarios públicos y empresarios del sector privado, si no que tiene un alto
impacto en la vida de los ciudadanos ya que se ven violentados los derechos
humanos de la población y muchos otros aspectos de su persona.
Si
bien, es difícil medir el nivel de corrupción de un país y sus afectaciones a
la economía, es aún más difícil medir su impacto negativo en la vida de las
personas. Un indicador indirecto de corrupción es el Índice de Percepción de la
Corrupción, elaborado por Transparencia Internacional, en el cual México obtuvo
una calificación de 28 de 100 puntos posibles, colocando a México en el lugar
138 de 175 países (Transparencia Internacional, 2019). De manera paralela, el
Banco Mundial tiene una calificación sobre Control de la Corrupción, en el cual
se obtuvo una calificación de 16.6 sobre 100 y ubica a México en el lugar 127
(Banco Mundial, 2018). Estos indicadores de estas reconocidas instituciones
internaciones no dan una visión sobre las precarias condiciones del país.
Según
datos de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (2018),
Transparencia Internacional considera a esta industria, junto con el sector
judicial, como los más corruptos. Si bien, la industria de la construcción es
una de las más lucrativas y grandes en la sociedad. Juega un papel importante
en el desarrollo de los países y las sociedades, tanto es su relevancia que
comúnmente la condición de la rama de la construcción se usa como un referente
económico.
La
complejidad de un proyecto constructivo,
el número de interventores y grupos de interés y la estrecha relación
con los gobiernos se convierten en factores que orillan a la industria de la
construcción a ser susceptible a práctica ilícitas. Los gobiernos tienen la
obligación de civilizar el espacio y las ciudades, y esto se logra invirtiendo
en infraestructura y obra pública; es por ello que los gobiernos se convierten
en el mayor cliente de la industria de la construcción. Es entonces cuando se
generan situaciones que facilitan las prácticas corruptas.
Es
evidente que se necesitan virtudes éticas para gobernar y que existe un perfil a
cumplir para ser funcionario público, existen elementos básicos en cualquier
cargo político para gobernar a base de dar respuesta a las demandas sociales. La
teoría pública señala que existen
cualidades que deben poseer las personas para desempeñar cargos
públicos: lealtad a la constitución establecida, capacidad para
responsabilidades, y poseer virtud y justicia (Aristóteles; Política, Libro V,
1309b).
Cuando
hacemos referencia a gobernantes o funcionarios que realizan prácticas
corruptas, se entiende que estas cualidades positivas han sido intercambiadas
por conductas negativas, las cuales se convierten en malas prácticas de la
virtud. Ya que sustituye las buenas prácticas (virtudes) en malos hábitos
(vicios). Según Alasdair MacIntyre las virtudes son “disposiciones (…) de
búsqueda del bien, al permitirnos superar los daños, los peligros, las
tentaciones y las situaciones que encontramos, y que nos proveen un
conocimiento creciente de nosotros mismos y del bien”. (Velásquez, 130, 2012). Según
el pensamiento de la virtud, Aristóteles encamina a las personas a vivir a base
de virtudes ya que son “hábitos que permiten a una persona vivir de acuerdo con la razón” (Velásquez, 130,
2012).
Hablando
desde el marco legal, nuestra constitución Política expone que toda autoridad y
funcionario público debe de promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos; bajo los principios de estos mismos: universales, objetivos,
imparciales y racionales. Esta autoridad de un funcionario público se basa en
el deber, tiene que tomar en cuenta sus deberes y obligaciones para las
personas a las cuales se verán afectadas. Ya que para Kant el deber se basa en
el obrar según una máxima que pueda tornarse en un actuar universal. (Rachels,
2006)
Un
ejemplo anterior en el cual se incumplen estas virtudes de buena gobernanza es la
falta imparcialidad en las prácticas de adjudicaciones directas. Existen
diversos procesos de selección para determinar a la empresa privada que llevará
a cabo la construcción de la obra pública, tanto realizar una convocatoria de
la licitación pública (o concurso) como una adjudicación directa. Si bien, la
licitación pública garantiza la elección del mejor proyecto; mientras que la
adjudicación directa, como su nombre lo dice, no da lugar a que exista
competencia y el contrato se da por medio de una preselección.
De
manera analógica las adjudicaciones directas se prestan para realizar
actividades corruptas. Es común encontrar que funcionarios públicos están
estrechamente ligados a empresas del sector de la construcción y sus prácticas
se basan en favorecer a la empresa con el fin de recibir un beneficio propio. En
cierta medida, estas prácticas corruptas convierten a las empresas
constructoras en un medio para cumplir sus avaras intenciones, poniéndoles
revisión e inflación en sus gastos, auditorías y modificando su toma de
decisiones; despojándolos así de su autonomía como empresa. Según Kant una
persona tiene dignidad cuando goza de total libertad, por ello son seres
autónomos. Basando la ética Kantiana en el caso específico de las empresas,
toda institución tiene un valor intrínseco y por ello no debe ser tratada como
instrumento ya que existe una obligación moral del respeto hacia su autonomía,
y con ello a su libertad y libre albedrío (Cortina, 2011). No podemos manipular
a las personas para alcanzar un fin egoísta.
Otra
afectación a la sociedad es que las prácticas de corrupción conllevan a buscar
el beneficio directo o indirecto de los funcionarios públicos, dejando de lado
los intereses de la comunidad. Al priorizar sus intereses al de los demás,
perjudican el bienestar de la población, contradiciendo los ideales del
utilitarismo que buscan el bienestar imparcial. El bienestar imparcial nos
encamina a “elegir aquel principio que tenga las mejores consecuencias globales
para todos los afectados” y la búsqueda del mayor beneficio es un objetivo
social universal (Rachels, 2007, 148).
Probablemente
la consecuencia de la corrupción más superficial pero en temas tenemos que
visualizar el desvío de fondos como un hurto a la sociedad, muchas veces
pensando en sus bolsillos e ignorando el mayor bien común. No solo es una mala
práctica de la virtud, si no que genera una deficiencia en las familias
mexicanas. La falta de permeabilidad de los recursos económicos genera pobreza
y desequilibra el bienestar de las familias. Se entiende por bienestar, las
condiciones materiales que permiten “estar bien”. En otras palabras, es un
resumen condiciones y necesidades humanas que aseguran una buena calidad de vida
(Yepes, 1997). Es por ello que la corrupción es una transgresión al bienestar,
ya que genera una injusta repartición de bienes y capital en la sociedad,
provocando una desigualdad y rezago social.
Eso
no lleva a medir la corrupción es a través del bienestar de las personas. Como
ya se ha mencionado con anterioridad, un gobierno debe de ser imparcial y ver
por el desarrollo equitativo de su población. Por ello las condiciones de vida
de los ciudadanos es un indicador de buenas o malas prácticas de las labores
públicas, ya que toda decisión de un cargo público tiene una consecuencia
directa a la calidad de vida de los ciudadanos.
Dicho
de otra manera, los índices de pobreza están estrechamente ligados al nivel de
desarrollo de la sociedad, en cuanto a infraestructura. Hablar de corrupción conlleva a disminuir o
cortar recursos públicos, lo que lleva a generar faltas o total carencia en
servicios por lo que transgrede el bienestar de la comunidad. Sabiendo que es
su obligación el aprovechar al máximo
los recursos provenientes de recaudación pública, el reducir o cortar
fondos de recaudación ciudadana para su beneficio es una falta a sus deberes
como servidores del bien público, además se está haciendo uso de la sociedad
como un medio para alcanzar un fin personal. Recordando la idea de Kant “los seres racionales […] deben ser estimados
siempre al mismo tiempo como fines, es decir, sólo como tales seres que deben
contener en sí el fin de la misma acción” (Rachels, 208, 2006). Traduciendo las
palabras de Kan, las personas siempre “deben ser tratados como un fin y nunca
como un medio” u objeto (Rachels, 207, 2006).
La
calidad en la construcción es un tema de suma importancia ya que el
cumplimiento de las normas de construcción busca garantizar la seguridad de
todos los usuarios de las obras civiles. Existen prácticas dentro de la industria
de la construcción en las cuales la calidad de la edificación se ve
comprometida con pleno conocimiento de los ingenieros civiles con el fin de
obtener mayores utilidades económicas ¿Y qué resulta de estas prácticas?
Construcciones inseguras que en lugar de pensar en la salud del usuario.
Esta
grave falta atenta contra la dignidad y la seguridad de las personas, se pone
en riesgo vidas humanas con tal de conseguir un mayor beneficio económico. Por
lo cual la infraestructura se convierte como un medio para lastimar, afectando
a la autonomía de las personas. Recordando a Kant, el deber de vivir es
transcendental para la autonomía, si no preservamos la vida y si no velamos por
el buen vivir de los demás, estamos teniendo una falta a la moral. Es por ello
que cuando atentamos a la salud de los demás, estamos limitando su libertad y
por consiguiente estamos violentando su dignidad. (Roman, 2007).
Hablando
del marco internacional, México se ha
comprometido ante Naciones Unidas a cumplir con la Agenda 2030 que gira en
torno a los Objetivos de Desarrollo Sostenible los cuales buscan garantizar el
bienestar de todo ser humano. Si bien, dicho objetivo declara “Paz, justicia e
instituciones sólida” que evocan a lograr sociedades pacíficas, libres de
corrupción e imparciales. Esto pone una meta en el ámbito para la sociedad
mexicana, pues la falta de aceptación y encubrimiento de las prácticas
corruptas es un tema muy arraigado en sistema político nacional.
Como
se mencionó con anterioridad, no existen índices oficiales sobre corrupción en
México, dejando en evidencia la falta de importancia que significa esta
problemática para los funcionarios públicos contra las graves consecuencias que
tiene para el pueblo mexicano.
Es
sencillo decir que se debería de aplicar políticas públicas anticorruptivas, el
verdadero dilema e implementar las políticas y transformarlas en cambios en la
manera de actuar de la sociedad. El
verdadero problema las decisiones corruptas de los funcionarios públicos no
responden ante las virtudes éticas necesarias solventar las necesidades y
demandas sociales. Visto desde la ética de Aristóteles, la corrupción es una
antítesis al bien obrar que plantea.
Ir
en contra de las necesidades sociales representa ir en contra del bienestar
imparcial, ya que el poder es utilizado para el beneficio de sus intereses y no
busca el mayor bien para el mayor número de personas, si no buscan el mayor
bien propio sin tomar en cuenta las repercusiones que su actuar tiene sobre los
ciudadanos.
Además,
transgrede en muchos sentidos la dignidad de las personas. Tanto por los
engaños como la denigración del valor de la calidad de vida de la población,
poner en riesgo la vida de los usuarios de las obras civiles. Por otro lado,
las prácticas corruptas limitan la libertad de los ciudadanos y en muchos casos
también lo hace con las constructoras. Es
claro que la corrupción no solo afecta económicamente a la nación, si no que el
peor impacto son las consecuencias que trae a la población. La afectación a su
calidad de vida y su bienestar es la más tangible, pero no debemos olvidar las
cuestiones que resultan implícitas como la libertad y dignidad de las personas.
Según
los datos y cifras de corrupción en México, y tomando en cuenta la poca
importancia que el gobierno tiene en materia de transparencia y lucha contra la
corrupción es un verdadero desafío cumplir con el rubro de instituciones
sólidas. Es necesario cambiar la manera de pensar de las personas a las cuales
se les otorga un poder gubernamental, y un cambio en la cultura de la sociedad.
No sirve de mucho optar por políticas anticorruptivas si al final los vicios
ganarán sobre el buen actuar. Basados en cifras e indicadores internacionales
el resultado de la pelea de México en contra de la corrupción es una mentira
que nos decimos a nosotros mismos.
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