RESPONSABILIDADES
ÉTICAS DEL ARQUITECTO DEL SIGLO XXI
Palabras
clave:
Arquitecto, siglo XXI, ética,
responsabilidades, vivienda social, urbanismo, crecimiento horizontal,
comunidad, tejido social, arquitectura culta, arquitectura popular o económica.
Abstract:
¿Cuál es la prioridad de un arquitecto para
la realización de sus proyectos? ¿Sabrán exactamente a quien afectan en
realidad? ¿Se harán cuestionamientos éticos acerca de la calidad de sus
proyectos o únicamente en la cantidad que generarán después de terminarla?
Todos estos son cuestionamientos que un arquitecto del siglo XXI se tendría que
hacer a la hora de desarrollar proyectos. Uno de los principales dilemas éticos
en la Arquitectura tanto mexicana como de todo el mundo es la falta de
profesionalismo a la hora de construir proyectos que no son dignos para los
futuros habitantes.
Tanto Guadalajara como otras ciudades de
México se han visto afectadas en su crecimiento tan horizontal que tienen,
hablando de la forma territorial en la que se han ido transformando. Esto
genera que las viviendas de interés social se construyan en terrenos muy
baratos sin la calidad suficiente para brindar una vivienda digna a estas
personas afectadas. Esta problemática va desde la falta de infraestructura por
dichas zonas de crecimiento y porque a las empresas inmobiliarias no les ha
importado empezar a construir donde ni siquiera caminos ni pavimento existen
(infraestructura), con el único propósito de hacer vivienda “barata”.
Si todo esto lo pasamos al desarrollo tan
precario que tendrán las familias que habiten estos lugares, les impacta
directamente en su salud, dignidad, felicidad y obviamente en la justicia
social. ¿Por qué lo digo tan directamente? Porque he conocido este medio poco a
poco y creo que es una forma muy injusta de deshacer el tejido social que
tenemos actualmente, “aventando” a las familias sin recursos a las periferias
de la ciudad donde no podrán satisfacer sus necesidades y estarán pagando una
casa por el resto de sus vidas.
Es muy importante comenzar a analizar
todos estos problemas éticos por parte de los desarrolladores inmobiliarios
que, como se diría coloquialmente “le venden humo” a sus clientes,
específicamente a las de bajos recursos y lo hacen de la siguiente manera:
Construyen casas en serie en el menor tiempo posible y poniendo un ejemplo
burdo, pero claro… Si una casa les cuesta 1 peso construirla y tardan 5 meses
construyéndola (de muy buen diseño y calidad), ellos prefieren hacer una casa
que les cuesta igual 1 peso construirla, pero prefieren hacerla en 2 meses con
mal diseño y calidad, además de inflar posteriormente el precio. Aquí queda un
análisis pendiente de cómo se podría mejorar en este aspecto.
Una mediana parte de los arquitectos del
siglo XXI han tenido un desarrollo limitado a la hora de diseñar y plasmar sus
proyectos. Es por eso que en este ensayo se tocarán temas como los siguientes: ¿Cómo
se debería de reflexionar la arquitectura sustentable en México y en el mundo?,
la ética del futuro del arquitecto, la arquitectura y la forma de vincular
medios benéficos con el negocio y la parte monetaria; la diferencia entre la
arquitectura culta vs la arquitectura popular enfocada en la vivienda y
finalmente, la calidad del hábitat y la responsabilidad social que se debería
tener con el mundo.
Desarrollo:
En esta primera parte se hablará de
justicia social, dignidad, desarrollo sostenible, entre otros temas éticos
relevantes. “¿Cuál será el impacto del ejercicio de la ética en la vida del
futuro arquitecto? ¿Cuáles podrán ser las consideraciones que se deberán tener
en cuenta para desarrollar en los alumnos la práctica de la ética como un hábito
que se refleje en el diseño y construcción de viviendas sustentables?” (Godard,
Arvizu, Lara, 2013, 127). Comenzando desde el punto de que un Arquitecto
impactará directamente en la sociedad en la forma de diseñar y construir
edificios sustentables o proyectos que le provoquen un bienestar, por
consiguiente, una felicidad y satisfacción a la hora de que se le entrega en
sus manos el patrimonio de toda su vida. “Felicidad para el hombre es plenitud. Por eso
toda pretensión humana es pretensión de felicidad, todo proyecto vital,
búsqueda de ella, todo sueño y aspiración para encontrarla” (Yepes, 1997, 211).
Dicha satisfacción estará relacionada con la responsabilidad social que surge
de un vínculo entre el arquitecto y el cliente (sociedad) y hacer de su
estancia algo digno en un espacio tan “físico y tangible” como puede ser una
obra arquitectónica. “Respetando
a las personas locales y a los pueblos originarios, sus valores, tradiciones y
el aporte de su cultura al contexto social, asegurándose que las comunidades en
las cuales trabajan estén informadas de manera oportuna de cualquier factor que
pudiera ser necesario que conozcan por su impacto social. Así como servir a la
comunidad y a la sociedad con productos y servicios útiles y en condiciones justas
y procurar una distribución equitativa de la riqueza generada.” (Godard,
Arvizu, Lara, 2013, 132). La responsabilidad social de un arquitecto del siglo
XXI debería de estar enfocada no en el beneficio personal, sino en lo que
verdaderamente implica el desarrollo de un proyecto con la sociedad y en el
bienestar imparcial que se tiene en la mira, es decir transmitirle al usuario
esa comodidad, seguridad, plenitud, etcétera y tomarlo como parte elemental
(protagonista) del proyecto. “Al decir qué hacer, debemos, por tanto, preguntar
qué curso de conducta promovería la mayor felicidad y bien para todos aquellos
que serán afectados. La moral requiere que hagamos lo que sea lo mejor desde
ese punto de vista” (Rachels, 06,150). Ya que sin el usuario, la arquitectura
se vuelve obsoleta. Como lo dice el gran Octavio Paz “La arquitectura es el
testigo insobornable de la historia, porque no se puede hablar de un gran
edificio sin reconocer en él el testigo de una época, su cultura, su sociedad y
sus intenciones”
“Sera
responsable ético cuando reciba una retribución económica justa que guarde
relación con la tarea realizada (con una buena satisfacción del deber cumplido),
respete y cumpla todas las normas que tenga la organización para su personal y
el contrato que regula la relación de laboral del profesional. Además de que
cuando tenga personal a su cargo analice cuidadosamente las verdaderas
necesidades que puedan tenerse de sus servicios, y proponga a aquéllos que más
convengan dentro de las circunstancias.” (Godard, Arvizu, Lara, 2013, 133). La
satisfacción anteriormente mencionada por el autor también involucra la
autorrealización de las personas involucradas en el diseño y construcción del
proyecto a la hora de ver el resultado final. Personalmente me ha pasado que es
una satisfacción inmensa el hecho de ver a una familia que disfruta de su hogar
o espacio arquitectónico que se hizo con conciencia, responsabilidad, ética,
respeto y mucho esfuerzo; así los logros saben mejor y el arquitecto se llena de
motivación para seguir consiguiendo satisfacciones de los usuarios con su
proyecto logrado.
Posteriormente se tiene que analizar si la
calidad de vida de las personas hoy en día se ha visto afectada por la manera
tan inhumana de explotar nuestros recursos naturales a causa de bienes
económicos (por parte de las constructoras). Una de las principales
características que debe de tener el arquitecto del siglo XXI es la
responsabilidad social y capacidad de analizar la forma de hacer de esta
práctica algo sostenible que no genere daño alguno a las generaciones que
vienen. Un claro ejemplo de ello es la creación de vivienda social con
materiales baratos que solo por el bien económico sean fabricadas con
materiales de poca durabilidad y esto forme un círculo vicioso de injusticia
social por parte de las personas que adquieren estas viviendas con algún
crédito de Infonavit y desconozcan el proceso con el cual estuvieron fabricadas
sus casas. Así hago referencia a esta premisa tan clara de Dueñas. “… Es nuestra
responsabilidad emprender acciones tanto arquitectos, diseñadores y demás
constructores sobre la calidad medioambiental no solo exterior si no interior,
la eficiencia energética, la eficiencia del consumo de agua, el desarrollo
sostenible del sitio y la selección de materiales el diseño integral utilizado,
así como el confort de sus ocupantes y su desempeño dentro del mismo espacio,
que así mismo proporcione beneficios para las personas que ahí laboran.”
(Dueñas, 2013, 89).
El siguiente tema de análisis es el de la
arquitectura relacionada con el “Negocio”. Este tema impacta directamente en la
igualdad que al parecer viene implícita en “La Arquitectura como un bien común”
sin embargo, muchas de las veces esto es apreciado desde un punto de vista de negocio
en el cual se dejan de lado muchos cuestionamientos éticos importantes, como es
la dignidad de las personas, la justicia social y por su puesto la igualdad que
debería ser tomada como elemento protagónico en nuestro campo de acción.
“Bentham argumentó que hay un principio moral fundamental: “el principio de
utilidad”. Este principio nos exige que, cuando tengamos que elegir entre
diferentes acciones o políticas sociales, debemos elegir aquella que tenga las
mejores consecuencias globales para todos los afectados” (Rachels, 06,148). Y
lo relaciono directamente con lo que menciona Izquierdo “… Sin importar las
consecuencias de los actos– y estableció por el contrario el requisito de obrar
con absoluto desinterés, por pura buena voluntad, como condición para poder
asignar a esa acción un valor moral, entregándole ese mérito en vez al
imperativo categórico1 del deber, expresado racionalmente en una ley práctica a
la que supone conocible a-priori de toda experiencia, en tanto este se conforme
a la fórmula que dice: “obra según máximas que, al mismo tiempo, puedan
presentarse como leyes naturales universales” (Izquierdo, 2011, 17).
Un argumento y falacia inaceptable que
últimamente se ha escuchado mucho en el ámbito de la construcción es que
mientras más, mejor; sin embargo, esas premisas se analizan desde un punto de
vista de negocio, de consumismo y no de calidad en la vivienda que se estará ejecutando.
Existen desarrollos inmobiliarios que como mencionaba antes, por temas de
dinero deciden fraccionar en donde no existe siquiera la infraestructura
necesaria y dejan a las personas viviendo en una calidad precaria.
Un ejemplo muy claro del razonamiento
anterior, hago mención a los fraccionamientos de vivienda de interés social que
se están efectuando a las afueras de Tlaquepaque y Tonalá que carecen de agua
potable, drenaje, electricidad y por supuesto saneamiento. No es posible que
existan estos casos que por la necesidad de los compradores se les vendan
inmuebles con valor arquitectónico nulo. Es indispensable y no confundir el
concepto de utilidad, cuando a elementos económicos se refiere. Se puede entender
de dos formas: desde el punto de vista del desarrollador inmobiliario (la
ganancia económica que tendrá después del proyecto, sabiendo que lo realizado
no fue honesto y ético; no se justifica una ganancia con un proyecto
“mediocre”) y del usuario afectado (la utilidad tan diferente que le habría
aportado a su vida con el trabajo honesto y ético de los desarrolladores,
cuando no lo fue). Izquierdo lo menciona de la siguiente forma: “En la
arquitectura esto queda muy de manifiesto (la justificación), atendiendo la
amplitud de los vínculos entre el saber construir y el saber vivir (habitando),
al destinarse la utilidad a la provisión de algo a la vez tan general y tan
específico como es el bienestar, que es lo que de modo singular se pone en
juego en cada proyecto. El concepto de utilidad en arquitectura no se reduce al
de funcionalidad, donde no cuenta el valor que hay en las cosas mismas y en su
goce, sino solamente su ulterior provecho, como en los negocios.” (Izquierdo,
2011, 20)
Continuando con otros conceptos que están
envueltos en este tema de los arquitectos del siglo XXI es la gran diferencia
entre la Arquitectura “Culta” y la “Popular o Económica” Hablando directamente
de los temas de Arquitectura Culta y Arquitectura popular, se hace la cuestión
de por qué las personas de la clase obrera se ven afectadas en su dignidad e
igualdad por la arquitectura tan precaria que muchas de las veces están
diseñadas por profesionistas que fueron educados para hacer arquitectura
“culta”. Hacer arquitectura “económica” no significa que tengan que ser
construcciones temporales o deficientes en calidad, sino que las empresas que
se dedican a hacer vivienda social muchas veces prefieren hacer construcciones
rápidas cuando en realidad les puede costar lo mismo hacer una bien pensada y
diseñada.
Dania González hace mención de que hay
ciertas características que han ido mermando la calidad en la producción de
casas para la vivienda social a las cuales las nombra como categorías
básicas: algunas como cantidad,
repetitividad y serialización. Todo esto provoca que haya una falta de
identidad en la población y es uno de los elementos principales para la
ausencia de igualdad, libertad y sobre todo felicidad. “… Se presenta un
análisis de la situación internacional que condiciona la pérdida actual del
interés de la arquitectura culta por el tema de la vivienda, y el predominio en
la ciudad informal de una arquitectura popular desvalorizada y degradada, que
es expresión de la urbanización de la pobreza o del empobrecimiento de lo
urbano.” (González, 2008, 57)
Conclusión:
Finalmente, hablando de la conformación y
gestiones de calidad del hábitat por parte de los arquitectos debe de haber una
reflexión sobre el tema de la calidad de hábitat urbano en proyectos de
Vivienda de Interés Social. Como dice María Carrizosa, para los arquitectos,
este poder es una certeza inequívoca, es un patrimonio propio de la profesión
que, a pesar de no poderse contabilizar, se profesa. Los espacios bien
diseñados mejoran la calidad de vida de quienes los habitan: reducen la pobreza
al garantizar el acceso a servicios públicos básicos, mejoran la convivencia al
generar o formalizar espacios de encuentro, aportan a la inclusión ciudadana al
mitigar los efectos de la urbanización informal y así la calidad de vida de los
seres humanos que somos incrementará drásticamente.
Referencias
básicas:
1.- Carrizosa Bermúdez, M.
(2010). Calidad de hábitat y responsabilidad profesional. Conformación y
gestiones de la Comisión Calidad de Hábitat de la Sociedad Colombiana de
Arquitectos. Dearq, (6), 32-43. Extraído de:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=341630315005.
2.- Dueñas del Río, A. (2013).
REFLEXIONES SOBRE LA ARQUITECTURA SUSTENTABLE EN MÉXICO. Revista Legado de
Arquitectura y Diseño, (14), 77-91.
Extraído de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=477947373007
3.- Godard Santander, R.,
& Arvizu Sánchez, E., & Lara Ruíz, O. (2013). La ética del futuro
arquitecto en el diseño y construcción de viviendas sustentables. Nova
Scientia, 5 (10*), 123-150. Extraído de:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=203348274007
4.- González, D. (2006).
ARQUITECTURA CULTA VS. ARQUITECTURA POPULAR EN LA VIVIENDA. Arquitectura y
Urbanismo, XXVII (2-3), 57-62. Extraído de:
https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=376839850008
5.- Izquierdo, L. (2011).
Arquitectura y negocio. ARQ, (79), 16-22. Extraído de: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=37521466003
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