viernes, 10 de mayo de 2019

El Engaño en el Diseño Industrial - Sofía López

El Engaño en el Diseño Industrial

Abstract

Este ensayo pretende evidenciar el vínculo entre la responsabilidad del diseñador industrial con la sociedad de consumo, desde el punto de la ética de la virtud, viendo por la felicidad de todos los involucrados, no únicamente el beneficio de una parte. La obsolescencia programada y la vida de producción intervienen de manera que los afectados no lo saben, así como se pone en riesgo la felicidad de generaciones futuras.

Palabras clave
Obsolescencia programada, ética de la virtud, felicidad, ética de consumo, responsabilidad.

“El engaño en el diseño industrial”
En la actualidad, es alarmante el aumento en la producción y el desecho de productos que son creados con recursos no renovables, que tienen graves consecuencias para el medio ambiente. La “sociedad de consumo” nace a partir de la generación de la necesidad en las personas de comprar productos de manera más constante, debido a la corta vida que se les da a los mismos de manera artificial.
El principio de utilidad indica que cuando tengamos que elegir entre distintas acciones o políticas sociales, se debe elegir la que tenga las mejores consecuencias globales para todos los afectados. (Rachels, 2006, 148)
Así mismo, el consumo sustentable busca “la comercialización de productos y servicios que atiendan a las necesidades básicas, proporcionando una mejor calidad de vida en cuanto minimizan el uso de recursos naturales y materiales tóxicos como también la producción de residuos y la emisión de sustancias que polucionan en el ciclo de la vida del producto o servicio, teniendo en miras no colocar en riesgo las necesidades de las futuras generaciones.” (Bianchi, 2018) De manera que el consumo sustentable busca la acción que brinde mayores beneficios para todos, incluyendo a las generaciones que están por llegar.

La World Design Organization (WDO) indica que uno de los principales enfoques del diseño, es la solución de problemas para brindar una mejor calidad de vida. Por esta razón, el diseñador industrial no puede pensar en productos que satisfagan una necesidad por un corto tiempo, y que deban reemplazarse pronto, ya que el consumidor engañado no es el único perjudicado, sino que también se ve afectado el medio ambiente, por ende, los seres humanos, incluyendo las futuras generaciones. El diseño debe plantearse con una proyección a futuro, viendo por los intereses de los que quedarán en este planeta después de nosotros.
El objetivo del diseño, como un proceso de resolución de problemas, se ha ido perdiendo dentro de la sociedad de consumo, fomentando la mera creación de desperdicios sin tomar en cuenta una solución global y a largo plazo.
En este ensayo analizaremos el rol del diseñador industrial como un intermediario en los hábitos de consumo sostenible entre las empresas y los consumidores.
Los productos de larga duración se consideraban como una desventaja económica para las empresas, ya que los consumidores tardaban más en reemplazarlos. (Fernández Rey, 2014, 2)
Las empresas han apostado por generar productos de una duración más corta, por un menor precio, pero generando ventas más frecuentes. Los consumidores, considerando que los productos les cuestan menos, sienten que cuentan con un mayor poder adquisitivo, y se les facilita la compra de los mismos.

Existen tres tipos de obsolescencia, la técnica, que supone el desuso de máquinas y aparatos debido al progreso tecnológico por mejoras e innovaciones. La obsolescencia psicológica, implica el desuso provocado, en este caso no por el desgaste técnico o alguna innovación, sino por la percepción de los productos generada por la publicidad y la moda, a través de un nuevo diseño, aunque sea meramente estético, e incluso un nuevo embalaje. Y por último, la obsolescencia programada, “que alude al desgaste o la defectuosidad articial, en donde, desde el principio, el producto es concebido por el fabricante para tener una vida útil limitada, y esto gracias a la introducción sistemática de un dispositivo que así lo permite” (Bianchi, 2018, 280)
Relativo a la obsolescencia psicológica, no tiene cambios drásticos en cuanto al funcionamiento, sino meramente estéticos. A pesar de esto, el consumidor cae en la trampa y adquiere el último modelo. (Yang, 2016, 8), por lo que el diseñador es cómplice en el momento de engañar al consumidor, y está ignorando la función del diseño que expresa la WDO, sobre mejorar productos y servicios, y crear valor y competitividad dentro de los aspectos económicos, sociales y ambientales. Sin embargo, es cierto que las tendencias cambian, y
en un mundo globalizado, mantener el ritmo de todos los cambios, es una labor difícil.
Los patrones no sustentables de consumo, o el comportamiento consumista en la sociedad “... ha sido aprovechado mediante la implementación de estrategias asociadas a la obsolescencia artificial, de manera que productos y servicios se conviertan en altamente perecederos, aunque funcionalmente puedan tener mayor vida útil.” (Vega, 2012, 56), no solo engaña al consumidor una vez, sino que lo impulsa a seguir comprando, sin saber lo que realmente está pasando tras bambalinas. El consumo está ligado a mantener la vida, una vida digna personal y social. (Cortina, 2002, 39) Al decidir qué hacer, debemos preguntarnos qué acción promovería la mayor felicidad para todos los afectados. (Rachels, 2006, 150) De igual manera, “muchas veces los consumidores ni siquiera son conscientes de que quieren el producto o no, sino solo por el mero hecho de haber recibido publicidad del producto.” (Yang, 2016, 15), por lo que la sociedad de consumo es influenciable, y las soluciones propuestas en el diseño, no implican el respeto de la autonomía, sino que manipulan y engañan a las personas involucradas.
Se trata a los consumidores como meros medios, violentando su dignidad y sus Derechos Humanos. El Libro Verde apoya que exista un mayor consenso sobre el tipo de información que las empresas están dispuestas a publicar, y por una cobertura más global de la responsabilidad, la información y el control en el ámbito social. (Ruíz y Romero, 2011, 130), ya que informando a los consumidores, se les proporcionan las herramientas para tomar decisiones y ser conscientes de sus compras y la necesidad que cubren con ellas.
“La Organización Acontability, por otro lado, se aproxima al concepto en los términos de Comportamiento Ético (pautas de conducta o valores que expone la empresa y de acuerdo con los cuales debe actuar) y de las Relaciones Sociales, que se refiere a la forma en que la empresa se relaciona con su entorno social y con la sociedad” (Ruíz y Romero, 2011, 131), por lo que las empresas no pueden seguir ignorando la responsabilidad social que tienen, y
deben ver y actuar por un servicio y sistema de productos holístico, tomando en cuenta desde un principio, qué sucederá con los productos, una vez que su vida útil, llegue a su fin, de qué manera podrán repararse algunas piezas, o reutilizarse.
Podemos darnos cuenta que muchas veces los productos no dejan de funcionar, lo que sucede es que dejamos de usarlos, a pesar de que técnicamente aún funcionen. Hace falta un diálogo entre empresa, diseñador y consumidor, dejando clara toda la información a los involucrados, para que puedan tomar una decisión informada sobre lo que se está produciendo, la manera en la que se está realizando, la vida útil que se ofrece, y la que podría o debería de tener.
Está en las manos del diseñador industrial, quien es la persona capacitada y con el conocimiento sobre la creación de productos, en seguir con los valores de su profesión, y no permitir la manipulación por otros puestos que no se interesen por todos los involucrados, sino realmente cumplir con una resolución de problemas que ayuden a brindar mejor calidad de vida, así como también cuestionarse sobre el daño que se ocasiona al entorno, si afecta a la salud de las personas y la sustentabilidad. “Hay que producir para vivir, no vivir para producir.” (Ángel y Ángel, 2002, 22) Se deben exigir propuestas que, además de facilitar acciones de la vida diaria de las personas, se vean todos los beneficios posibles y los intereses colectivos, asegurando la dignidad de las personas y en su consumo.
Los diseñadores debemos ver no solo por la solución de un producto o servicio, sino de todo el proceso de una manera integrada, ubicando los puntos de contacto donde se puede evitar desperdicios, educar al consumidor, innovar y mejorar. Así mismo, por estar conectados en equipos multidisciplinarios, debe apoyarse en otras áreas, dado que no es un experto en todo, pero puede aprender y colaborar, generando consciencia dentro del ambiente laboral.

Referencias básicas:
1.- Cortina, A. (2002) Por una ética del consumo. España. Santillana Ediciones Generales.
2.- Bianchi, L. V. La influencia del principio del consumo sustentable en el combate de la obsolescencia programada, la garantía de los "productos durables" y el derecho a la información de los consumidores en Argentina. (2018). Revista de Derecho Privado, núm. 34, 2018, pp. 277-310 Recuperado de http://www.scielo.org.co/scielo.php?pid=S0123-43662018000100277&script=sci _abstract&tlng=en
3.- Fernández Rey, L. La obsolescencia programada: sus consecuencias en el ambiente y la importancia del consumo responsable. (2014). Terra Mundus. 1 (1). Recuperado de http://dspace.uces.edu.ar:8180/jspui/handle/123456789/2867
4.-Rachels,J.(2006) Introducciónalafilosofíamoral.M éxico.Fondode Cultura Económica.
5.- Ruíz Malbarez, M. C., y Romero González, Z. La responsabilidad social empresarial y la obsolescencia programada. (2011). Saber, Ciencia y Libertad. pp. 127 - 135. Recuperado de [PDF] unirioja.es
6.- Yang, Z. La obsolescencia programada. (2016). Facultad de Economía y Empresa. pp. 4 - 33. Recuperado de https://addi.ehu.es/handle/10810/19046
7.- Vega, O. A. Efectos colaterales de la obsolescencia tecnológica. (2012). Facultad de Ingeniería , vol. 21, núm. 32, enero-junio, 2012, pp. 55-62. Recuperado de https://www.redalyc.org/pdf/4139/413940771005.pdf
Referencias complementarias:
- Martínez Navarro, D. La obsolescencia como oportunidad para una infraestructura social: Torre David. (2015). Proyecto, progreso, arquitectura, núm. 13, noviembre, 2015, pp. 90-105. Recuperado de https://revistascientificas.us.es/index.php/ppa/article/view/255
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