miércoles, 8 de mayo de 2019

¿Hombre vs máquina? El futuro laboral René Orozco A01631233

En la actualidad, la tecnología avanza en un ritmo vertiginoso, cada día surgen nuevas ideas y soluciones para diversos planteamientos. En los últimos años uno de los conceptos a los cuales se le ha invertido una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero es el desarrollo de robots, capaces de realizar actividades de manera eficiente y automatizada realizando incluso, aquellas acciones que el hombre, por sus limitaciones físicas es incapaz de realizar.
            La posibilidad de los robots de realizar casi cualquier acción permite plantear interrogantes de hasta que punto es correcto el reemplazamiento de ciertas actividades que solían o que actualmente realizan los trabajadores, puesto que, al no verse con la capacidad de competir contra esta tecnología, las personas pueden ver en riesgo sus trabajos y, con esto, el bienestar imparcial.
El desarrollo de estas herramientas promueve también un cuestionamiento de que tan “inteligentes” deberían ser los robots dado que la cultura popular ha promovido el miedo a que esta tecnología atente contra la integridad física de las personas por lo cual se debe plantear limitantes que eviten que este tipo de acciones suceda.
A pesar de todas las interrogantes que pueden surgir y que permiten desestimar el uso de robots, es importante plantear por qué el desarrollo de estos resulta provechoso para la civilización, así como el desarrollo que se puede obtener en caso de encaminar bien el uso de estos dispositivos.
Para esto ultimo, se plantearán por tanto las razones por las cuales los robots resultan ser una afrenta para la civilización de acuerdo con la opinión de algunas personas, a continuación, se mencionará el por qué esta tecnología puede resultar beneficioso para la población en general y finalmente, mencionar si es posible el robot “ético”.
A través de los años, la industria se ha ido actualizando y con esto, la creación de nuevas oportunidades laborales para la población puesto que se requieren nuevas habilidades para poder ejercer estas oportunidades. Sin embargo, de acuerdo con diversos medios, este desarrollo se verá comprometido por el involucramiento de los robots en la industria dado que conforme pasa el tiempo “nos adentramos en un futuro marcado por la automatización y la robotización, que nos conducirá a nuevas cotas de conectividad, pero también a nuevas fracturas sociales, económicas, territoriales y geopolíticas” (Trillas, 2017, 57).
De acuerdo a Trillas (2017, 57) el desarrollo tecnológico implicará  que “las máquinas … provocarán un terremoto social, puesto que eliminarán entre un 30% y un 60% de los empleos de Estados Unidos y Europa” generando de esta manera una alarmante tasa de desempleo que atentará contra la dignidad humana, este último término define al hombre como un fin y no un mero medio para uso de otros individuos  por el cual, lo seres humanos merecen un trato especial y digno que posibilite su desarrollo como personas (Rachels, 2008, 204-208), por tanto se tiene una afrenta contra este principio puesto que al no poder competir contra esta tecnología gran parte de la población perderá su fuente de ingresos privándolos de esta manera de su bienestar, al verse incapaces de mantener el estilo de vida al que estaban acostumbrados, impidiendo de esta manera su desarrollo personal.   
            Aunado a esto, la automatización implica que los robots sean capaces de realizar acciones sin necesidad de involucramiento humano por tanto se plantea el “hasta qué punto debe confiarse a una máquina la toma de decisiones, cuando nunca puede ser responsable de las mismas” (de Cuadra, 2001, 14). Estas decisiones resultan de gran importancia debido a que no solamente se ven involucradas las acciones para las cuales fue creada la máquina, sino que también “en las aplicaciones de control, los problemas éticos son los propios de la ingeniería clásica: cómo se garantiza la seguridad (física) de las personas y del medio ambiente, quién se hace responsable de ella en caso de fallos y, por tanto, de posibles desastres” (de Cuadra, 2001, 13). Nuevamente se hace referencia a la responsabilización puesto que, al no ser humano, los robots carecen de ética que les impida realizar acciones que causen agravios contra las personas por lo cual no pueden ser sometidos a juicio o afrontar las consecuencias de sus actos.
A pesar de que la tecnología parece ser una amenaza contra el desarrollo laboral y la integridad física de las personas, no lo es. El desarrollo de estas máquinas permite que se realicen actividades que resultan monótonas, insalubres o peligrosas (González, 2015, 711) y, de esta manera evitar arriesgar la integridad física de las personas que estaban encargadas de estas actividades. 
Sin embargo, el desarrollo de los robots va más allá de realizar solamente actividades en la industria “los robots inteligentes van a ser multidisciplinares y podrán aplicarse en el ámbito civil, industrial y militar. Habrá máquinas que sustituyan a las personas realizando las tareas domésticas, de cuidado de personas, tareas de vigilancia y seguridad, agrícolas etc. y habrá personas que para mejorar física y mentalmente se hayan implantado máquinas” (Santos, 2017, 27).
Las aplicaciones que se le puede dar a los robots son muchas, sin embargo, no solo se limitan a las posibilidades que tenemos conocimiento en la actualidad. Como menciona Linares (2008 en Villalba, 2016, 144) “la tecnología es poderosa en diversos sentidos: positivamente significa poder hacer, aumentar capacidades de acción inventar, crear, descubrir nuevas posibilidades humanas”.
Por las razones antes mencionadas, un robot no puede considerarse innatamente perjudicial para los humanos puesto que el desarrollo de estos está orientado en el bienestar imparcial definido por Bentham como buscar el bienestar para el mayor número de personas (Rivera-Sotelo, 2011), es decir, promoviendo el uso de los mismo, se protege la integridad física de los trabajadores, contrario a la creencia de que atentan contra ella; facilitan las labores tediosas o rutinarias, así como pueden ser utilizadas como medio de vigilancia y de seguridad para proteger al mayor número de personas.
Los robots no son mas que el mero reflejo de su creador, por tanto, no se debe focalizar la atención en el objeto en si, se debe centrar en las regulaciones que debe tener su creación y concepción. “Debemos regular cómo deben programarse actividades que son ilícitas o no autorizadas. Se trata de evitar el abuso deliberado de los robots para terrorismo, por ejemplo y de aplicar la ética humana en la tecnología” (Santos, 2017, 33).
Si bien los robots carecen de conciencia y de moral propia, si se puede abordar un robot ético. De acuerdo con González (2015, 708) este puede tener tres significados “El primero de ellos hace referencia a la ética profesional de los ingenieros dedicados a la robótica. El segundo significado se encamina hacia un código moral programado dentro de cada robot. Y el tercero podría dirigirse hacia una habilidad autoconsciente de los robots para que procesen la información de una manera ética”.
Por tanto, nuevamente la responsabilidad recae únicamente en las personas encargadas de programar a estas máquinas, ser responsable implica que las personas que se vean involucradas en la concepción de estos dispositivos sean capaces de responder por sus propias acciones ante los otros y ante ellos mismos (Hirsch, 2003, 12-13). Es por esto que, para garantizar que esta tecnología este orientada en generar un bienestar para los humanos, debe existir una regularización que permita “preservar valores como la autenticidad, seguridad y protección de la raza humana, regular las cuestiones éticas y los conflictos que puedan surgir en las relaciones robot-persona y entre robots” (Santos, 2017, 28) así como la creación de una entidad que sea responsable de supervisar toda acción y decisión que involucre el desarrollo de esta tecnología, esta entidad puede ser un órgano gubernamental o una entidad descentralizada pero en ambos casos, su función será la de “regular quién será responsable de los impactos sociales, ambientales y de salud humana de la robótica y asegurar que operen de acuerdo con las normas legales, de seguridad y éticas” (Santos, 2017, 29).
Se han abordado entonces las cuestiones que involucran la integridad física de las personas, sin embargo, aun queda una cuestión pendiente y es aquella en la que se mencionaba que los robots sustituirán a las máquinas. Para esto, es importante recalcar que de acuerdo con Ricaurte (2018) “el 85% de las profesiones del futuro aún no se han inventado” así que la atención no debería focalizarse en proteger los trabajos actuales más bien, enfocarse en la creación de los nuevos trabajos que surgirán puesto que “varios estudios llegan a la conclusión de que el cambio tecnológico genera nuevos empleos por lo que el número global de puestos de trabajo podría aumentar” (Ricaurte, 2018).
Surge finalmente la cuestión, de si seremos capaces de adaptarnos y buscar mejores oportunidades o si decidimos vivir en el pasado y lamentarnos de los cambios incesantes a nuestro alrededor. La tecnología fue creada para nuestro beneficio, de nosotros depende hasta donde la aprovechamos.

Referencias
de Cuadra, F. (2002). Límites Éticos de la Inteligencia Artificial. Anales De Mecánica Y Electricidad, 79(1), 10-15. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6507717
González, F. (2015). La ética de los robots. En C. Ortega, El mejoramiento humano: avances, investigaciones y reflexiones éticas y políticas (pp. 704-718). Granada: Editorial Comares Disponible en https://www.uv.es/gibuv/BIOETICA2014.pdf
Hirsch, A. (2003) Elementos significativos de la ética profesional. Reencuentro. Análisis de Problemas Universitarios (pp. 12-13). Disponible en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34003802
Rachels, J. (2008). Introducción a la filosofía moral. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Ricaurte, C. (2018). El 85% de las profesiones del futuro no se han inventado todavía. RRHH Digital. Disponible en http://www.rrhhdigital.com/secciones/mercado-laboral/128616/El-85-de-las-profesiones-del-futuro-no-se-han-inventado-todavia
Rivera-Sotelo, A. (2011). El utilitarismo de Jeremy Bentham ¿Fundamento de la teoría de León Walras? Cuadernos de Economía30(55), 55-76. Disponible en http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722011000200003&lng=en&tlng=es.
Santos, M. (2017). Regulación legal de la robótica y la inteligencia artificial: restos del futuro. Revista Jurídica De La Universidad De León, 4, 25-50. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=65252788
Trillas, A. (2017). No estamos preparados para los robots. Alternativas Económicas, 45, 57. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6067923
Villalba, J. (2016). Problemas bioéticos emergentes de la inteligencia artificial. Diversitas: Perspectivas En Psicología, 12(1), 137-147. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5883697

           

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