En la actualidad, la tecnología avanza en un ritmo
vertiginoso, cada día surgen nuevas ideas y soluciones para diversos
planteamientos. En los últimos años uno de los conceptos a los cuales se le ha invertido
una gran cantidad de tiempo, esfuerzo y dinero es el desarrollo de robots,
capaces de realizar actividades de manera eficiente y automatizada realizando
incluso, aquellas acciones que el hombre, por sus limitaciones físicas es
incapaz de realizar.
La posibilidad de los robots de
realizar casi cualquier acción permite plantear interrogantes de hasta que
punto es correcto el reemplazamiento de ciertas actividades que solían o que
actualmente realizan los trabajadores, puesto que, al no verse con la capacidad
de competir contra esta tecnología, las personas pueden ver en riesgo sus
trabajos y, con esto, el bienestar imparcial.
El desarrollo de estas herramientas promueve también un cuestionamiento
de que tan “inteligentes” deberían ser los robots dado que la cultura popular ha
promovido el miedo a que esta tecnología atente contra la integridad física de
las personas por lo cual se debe plantear limitantes que eviten que este tipo
de acciones suceda.
A pesar de todas las interrogantes que pueden surgir y que
permiten desestimar el uso de robots, es importante plantear por qué el
desarrollo de estos resulta provechoso para la civilización, así como el
desarrollo que se puede obtener en caso de encaminar bien el uso de estos
dispositivos.
Para esto ultimo, se plantearán por tanto las razones por
las cuales los robots resultan ser una afrenta para la civilización de acuerdo
con la opinión de algunas personas, a continuación, se mencionará el por qué
esta tecnología puede resultar beneficioso para la población en general y
finalmente, mencionar si es posible el robot “ético”.
A través de los años, la industria se ha ido actualizando y
con esto, la creación de nuevas oportunidades laborales para la población
puesto que se requieren nuevas habilidades para poder ejercer estas
oportunidades. Sin embargo, de acuerdo con diversos medios, este desarrollo se
verá comprometido por el involucramiento de los robots en la industria dado que
conforme pasa el tiempo “nos adentramos en un futuro marcado por la
automatización y la robotización, que nos conducirá a nuevas cotas de conectividad,
pero también a nuevas fracturas sociales, económicas, territoriales y
geopolíticas” (Trillas, 2017, 57).
De acuerdo a Trillas (2017, 57) el desarrollo tecnológico
implicará que “las máquinas … provocarán
un terremoto social, puesto que eliminarán entre un 30% y un 60% de los empleos
de Estados Unidos y Europa” generando de esta manera una alarmante tasa de
desempleo que atentará contra la dignidad humana, este último término define al
hombre como un fin y no un mero medio para uso de otros individuos por el cual, lo seres humanos merecen un trato
especial y digno que posibilite su desarrollo como personas (Rachels, 2008, 204-208),
por tanto se tiene una afrenta contra este principio puesto que al no poder
competir contra esta tecnología gran parte de la población perderá su fuente de
ingresos privándolos de esta manera de su bienestar, al verse incapaces de
mantener el estilo de vida al que estaban acostumbrados, impidiendo de esta
manera su desarrollo personal.
Aunado a esto, la automatización
implica que los robots sean capaces de realizar acciones sin necesidad de
involucramiento humano por tanto se plantea el “hasta qué punto debe confiarse
a una máquina la toma de decisiones, cuando nunca puede ser responsable de las
mismas” (de Cuadra, 2001, 14). Estas decisiones resultan de gran importancia
debido a que no solamente se ven involucradas las acciones para las cuales fue
creada la máquina, sino que también “en las aplicaciones de control, los
problemas éticos son los propios de la ingeniería clásica: cómo se garantiza la
seguridad (física) de las personas y del medio ambiente, quién se hace
responsable de ella en caso de fallos y, por tanto, de posibles desastres” (de
Cuadra, 2001, 13). Nuevamente se hace referencia a la responsabilización puesto
que, al no ser humano, los robots carecen de ética que les impida realizar
acciones que causen agravios contra las personas por lo cual no pueden ser
sometidos a juicio o afrontar las consecuencias de sus actos.
A pesar de que la tecnología parece ser una amenaza contra
el desarrollo laboral y la integridad física de las personas, no lo es. El
desarrollo de estas máquinas permite que se realicen actividades que resultan
monótonas, insalubres o peligrosas (González, 2015, 711) y, de esta manera
evitar arriesgar la integridad física de las personas que estaban encargadas de
estas actividades.
Sin embargo, el desarrollo de los robots va más allá de
realizar solamente actividades en la industria “los robots inteligentes van a
ser multidisciplinares y podrán aplicarse en el ámbito civil, industrial y
militar. Habrá máquinas que sustituyan a las personas realizando las tareas
domésticas, de cuidado de personas, tareas de vigilancia y seguridad, agrícolas
etc. y habrá personas que para mejorar física y mentalmente se hayan implantado
máquinas” (Santos, 2017, 27).
Las aplicaciones que se le puede dar a los robots son
muchas, sin embargo, no solo se limitan a las posibilidades que tenemos
conocimiento en la actualidad. Como menciona Linares (2008 en Villalba, 2016,
144) “la tecnología es poderosa en diversos sentidos: positivamente significa
poder hacer, aumentar capacidades de acción inventar, crear, descubrir nuevas
posibilidades humanas”.
Por las razones antes mencionadas, un robot no puede
considerarse innatamente perjudicial para los humanos puesto que el desarrollo
de estos está orientado en el bienestar imparcial definido por Bentham como
buscar el bienestar para el mayor número de personas (Rivera-Sotelo, 2011), es
decir, promoviendo el uso de los mismo, se protege la integridad física de los
trabajadores, contrario a la creencia de que atentan contra ella; facilitan las
labores tediosas o rutinarias, así como pueden ser utilizadas como medio de
vigilancia y de seguridad para proteger al mayor número de personas.
Los robots no son mas que el mero reflejo de su creador,
por tanto, no se debe focalizar la atención en el objeto en si, se debe centrar
en las regulaciones que debe tener su creación y concepción. “Debemos regular cómo
deben programarse actividades que son ilícitas o no autorizadas. Se trata de
evitar el abuso deliberado de los robots para terrorismo, por ejemplo y de
aplicar la ética humana en la tecnología” (Santos, 2017, 33).
Si bien los robots carecen de conciencia y de moral propia,
si se puede abordar un robot ético. De acuerdo con González (2015, 708) este
puede tener tres significados “El primero de ellos hace referencia a la ética
profesional de los ingenieros dedicados a la robótica. El segundo significado
se encamina hacia un código moral programado dentro de cada robot. Y el tercero
podría dirigirse hacia una habilidad autoconsciente de los robots para que
procesen la información de una manera ética”.
Por tanto, nuevamente la responsabilidad recae únicamente
en las personas encargadas de programar a estas máquinas, ser responsable
implica que las personas que se vean involucradas en la concepción de estos dispositivos
sean capaces de responder por sus propias acciones ante los otros y ante ellos
mismos (Hirsch, 2003, 12-13). Es por esto que, para garantizar que esta
tecnología este orientada en generar un bienestar para los humanos, debe
existir una regularización que permita “preservar valores como la autenticidad,
seguridad y protección de la raza humana, regular las cuestiones éticas y los
conflictos que puedan surgir en las relaciones robot-persona y entre robots”
(Santos, 2017, 28) así como la creación de una entidad que sea responsable de
supervisar toda acción y decisión que involucre el desarrollo de esta
tecnología, esta entidad puede ser un órgano gubernamental o una entidad
descentralizada pero en ambos casos, su función será la de “regular quién será
responsable de los impactos sociales, ambientales y de salud humana de la
robótica y asegurar que operen de acuerdo con las normas legales, de seguridad
y éticas” (Santos, 2017, 29).
Se han abordado entonces las cuestiones que involucran la
integridad física de las personas, sin embargo, aun queda una cuestión
pendiente y es aquella en la que se mencionaba que los robots sustituirán a las
máquinas. Para esto, es importante recalcar que de acuerdo con Ricaurte (2018)
“el 85% de las profesiones del futuro aún no se han inventado” así que la
atención no debería focalizarse en proteger los trabajos actuales más bien,
enfocarse en la creación de los nuevos trabajos que surgirán puesto que “varios
estudios llegan a la conclusión de que el cambio tecnológico genera nuevos empleos
por lo que el número global de puestos de trabajo podría aumentar” (Ricaurte,
2018).
Surge finalmente la cuestión, de si seremos capaces de
adaptarnos y buscar mejores oportunidades o si decidimos vivir en el pasado y
lamentarnos de los cambios incesantes a nuestro alrededor. La tecnología fue
creada para nuestro beneficio, de nosotros depende hasta donde la aprovechamos.
Referencias
de
Cuadra, F. (2002). Límites Éticos de la Inteligencia Artificial. Anales De
Mecánica Y Electricidad, 79(1), 10-15. Disponible en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6507717
González,
F. (2015). La ética de los robots. En C. Ortega, El mejoramiento humano:
avances, investigaciones y reflexiones éticas y políticas (pp. 704-718).
Granada: Editorial Comares Disponible en https://www.uv.es/gibuv/BIOETICA2014.pdf
Hirsch,
A. (2003) Elementos significativos de la ética profesional. Reencuentro.
Análisis de Problemas Universitarios (pp. 12-13). Disponible en http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34003802
Rachels, J. (2008). Introducción a la filosofía
moral. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica.
Ricaurte, C. (2018). El 85% de las
profesiones del futuro no se han inventado todavía. RRHH Digital. Disponible
en http://www.rrhhdigital.com/secciones/mercado-laboral/128616/El-85-de-las-profesiones-del-futuro-no-se-han-inventado-todavia
Rivera-Sotelo, A. (2011). El utilitarismo de Jeremy Bentham ¿Fundamento
de la teoría de León Walras? Cuadernos de Economía, 30(55),
55-76. Disponible en
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722011000200003&lng=en&tlng=es.
Santos,
M. (2017). Regulación legal de la robótica y la inteligencia artificial: restos
del futuro. Revista Jurídica De La Universidad De León, 4, 25-50. Disponible en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=65252788
Trillas,
A. (2017). No estamos preparados para los robots. Alternativas Económicas, 45,
57. Disponible en https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6067923
Villalba,
J. (2016). Problemas bioéticos emergentes de la inteligencia artificial.
Diversitas: Perspectivas En Psicología, 12(1), 137-147. Disponible en
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5883697
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