David
Alberto Pérez Ledezma
A01113344
Salario
Equitativo: la triste realidad de la injusticia salarial por género en México
Dentro del mundo laboral se han logrado increíbles
cosas con respecto a la igualdad de oportunidades y derechos para todos; sin importar
el sexo, religión, color de piel o preferencia sexual al momento de ofertar
vacantes. Sin embargo, en México aún se vive una situación de desigualdad muy
grave, donde los salarios tienden a ser diferentes entre hombres y mujeres, por
lo general favoreciendo al genero masculino. Esta brecha salarial es algo que a
nivel mundial se está eliminando y México se ha ido rezagando. Precursor o
causante de esto es el techo de cristal, el cual es fruto de la mentalidad
machista y la educación tradicional que se viven en nuestro país, más adelante
entraré más a detalle en este concepto. En este trabajo intentaré presentar
argumentos que convenzan al lector de la existencia y gravedad del problema de
la brecha salarial para que este busque ser parte de la solución.
Las mujeres en México son capaces de aportar lo mismo
que aportan los hombres a la economía, por lo que deben de ser recompensadas de
la misma manera. Para sustentar esto, primero aclararé la injusta situación
actual que se vive en tema de salario desigual y la situación del “techo de
cristal”, después explicare los principios e implicaciones del trabajo digno y
cómo esto se liga con los derechos humanos y por último echaremos un vistazo a
la falta de conciencia de los líderes y empleadores mexicanos y cómo puede
afectar económicamente. Hay mas de 20 millones de mexicanas económicamente
activas y sus aportaciones son igual de importantes que las de cualquiera por
lo que es justo que se les remunere de la misma manera.
PALABRAS
CLAVE: Igualdad, justicia, trabajo decente, felicidad, dignidad, bienestar
imparcial, oportunidades, mujeres, cultura.
Para comprender esta problemática es necesario
conocer el concepto de justicia, que según Hans Kelsen “es el principio moral que inclina a
obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”
(Kensel, 1962, 1). Sin embargo, en
México se practica algo contrario en el sector laboral; se ha vuelto común por
parte de los empleadores designar un salario menor al merecido para las mujeres
y uno más alto para los hombres aún cuando desempeñen la misma labor. La
discriminación salarial hacia las mujeres en México es algo real y evidente. En
los últimos años la lucha por la igualdad de oportunidades ha sido ardua y
constante, y poco a poco ha ido dejando frutos. Sin embargo nos damos cuenta de
que aún hay un camino largo por recorrer cuando vemos que, aunque la
oportunidad laboral esté creciendo, en el 2017 el IMSS registró $352.57 pesos
como sueldo promedio para un hombre y $308.82 pesos para las mujeres (14% de
diferencia) (Martínez, 2018, 3). Esta desigualdad se ve reflejada en su
dificultad para acceder a puestos de poder debido al fenómeno del “techo de
cristal”, basado en prejuicios hacia las mujeres que les dificulta y/o impide
llegar a la cima. Las mujeres deben hacer frente a un mayor número de barreras
que los hombres en el mercado de trabajo, especialmente cuando se trata del
acceso a puestos de mayor responsabilidad. A pesar de que la participación de
las mujeres en el mercado laboral generalmente fomenta la honestidad, esto es
debido a cuestiones históricas ya que culturalmente al hombre le cuesta más
trabajo intentar sobornar o corromper a una mujer (Camarena, Saavedra, 2018,
6).
La brecha salarial entre hombres y mujeres no es un
problema de igualdad solamente, es un tema de dignidad y derechos humanos. “Un
argumento de los derechos humanos laborales reside en el valor intrínseco que
poseen los seres humanos —la dignidad—, que nos ennoblece a la condición de
personas —o sujetos de derechos—(Canessa, 2009, 5)”. Como país, deberíamos de
sentir la obligación moral de perseguir el respeto de la dignidad para todos ya
que nosotros pertenecemos dentro del “todos”; sin embargo hemos permitido que a
las mujeres se les violenten sus derechos y su dignidad, cosa que como
mexicanos deberíamos de proteger universalmente sin importar el género.
“[…]probablemente una de las razones de esta diferenciación se deba a que las
habilidades adquiridas por medio de la educación formal no son valoradas en la
misma magnitud entre hombres y mujeres. Así, a las mujeres el hecho de contar
con más años de escolaridad no les implica una ventaja, pues los hombres
perciben mayores ingresos. Además de estar directamente relacionadas las
percepciones de los ingresos con los años de educación formal y género, hay
otros factores que guardan relación con los ingresos, entre ellos la edad y el
estado civil. (Mendoza, García, 2009, 7)”.
En la búsqueda de la igualdad de derechos se ha
peleado por muchas cosas, en este caso se persigue salario igualitario y digno;
y un concepto en el podernos guiarnos es en el de trabajo decente. “La idea de
trabajo decente incluye la existencia de empleos suficientes, la remuneración,
la seguridad en el trabajo y las condiciones laborales salubres. La seguridad
social y la seguridad de ingresos también son elementos esenciales, aun cuando
dependan de la capacidad y del nivel de desarrollo de cada sociedad” (Montoya,
Méndez, Boyero, 2017, 21); todo esto para que el trabajador tenga un desarrollo
laboral íntegro. Este concepto debería de ser uno que se le aplique a toda
persona que forme parte de la fuerza laboral de un país, pero en México las
mujeres sufren de no recibir todas estas condiciones por parte de sus
empleadores, sobre todo en la parte salarial. Lo que provoca no solamente un
rezago económico si no una lucha cultural que atrasa al país de innumerables
formas.
La búsqueda del bienestar imparcial ha hecho mucha
falta en ámbito laboral mexicano, sobre todo en personas que están en una posición
de poder o con gente a su cargo, muchos empleadores han otorgado menores
oportunidades y beneficios para las mujeres de manera deliberada. El
utilitarismo es una filosofía de Bentham y Stuart Mill que busca basar las
acciones por su utilidad, en cuestiones éticas lo podemos ver como el mayor
beneficio para el mayor número de personas y es esto a lo que llamamos
bienestar imparcial (Moya, 2004, 49).
Considero que entender esto es parte clave de la solución del problema.
Cualquier mujer que desarrolle un trabajo debe de ser remunerada de la misma
manera que un hombre, pues ambas son personas esperando la recompensa por una
labor. Cuando digo que la ideología utilitarista puede formar parte de la
solución, quiere decir que los empleadores en México tienden a favorecer su
orgullo o mentalidad sin si quiera intentar argumentar éticamente lo que hacen.
Si comenzaran a buscar el bienestar imparcial de manera general en sus
negocios, esta problemática disminuyera mucho; buscara otorgar la oportunidad a
la persona que más la merece por que es lo que le conviene a la empresa e
igualara los salarios de manera justa porque es lo que llevaría a empleados más
felices y un mejor ambiente laboral, de esa manera todos ganaran.
En México se vive una cultura machista, los
principales líderes siguen siendo hombres, falta representación femenina en el
gobierno, existe mucho acoso y abuso hacia las mujeres y no hemos sido capaces
de adoptar sinceramente el concepto de igualdad de género que en otros lugares
es perfectamente respetado. Esta cultura es la que ha permitido que el problema
de la brecha salarial haya llegado a este punto, pues además del salario se le
suelen negar a las mujeres los beneficios y las condiciones necesarias que un
trabajo debe de llevar. En México, a una mujer no se le garantiza tan
fácilmente la maternidad con goce de sueldo, a veces incluso no se les
garantiza el puesto de regreso en caso de embarazo. Esto es gravísimo pues
obliga a muchas mujeres a trabajar en condiciones de dificultad simplemente por
no ser hombre, cuando se postula que todos los miembros de nuestra especie
deben de ser considerados iguales. Estas condiciones atentan en contra de la
felicidad de la mayoría las mujeres trabajadoras, Harold Gamero define la
felicidad como “el estado emocional de una persona feliz; es la sensación de bienestar y realización que
experimentamos cuando alcanzamos nuestras metas, deseos y propósitos.” (Gamero,
2013, 95). Claramente se ve que la situación descrita no va a acorde a esta
definición.
Hablar de equidad de género implica tantas cosas que
es imposible nombrarlas todas. Una muy importante es de la que se ha hablado
hoy, la igualdad laboral y salarial. Se ha visto aquí lo que viven las mujeres
en México, por lo que luchan, algunas causas de la problemática y con ellas
algunas soluciones. El desarrollo de todo esto se puede resumir en un llamado a
la acción, donde todas las personas que formen parte de la fuerza laboral
mexicana reconozcan el problema y busquen aportar algo a la solución, sea cual
sea la posición en la que se encuentren, muchas veces un solo comentario puede
ser de ayuda.
Las mujeres en México son acreedoras a los mismos
derechos que los hombres y son capaces de aportar lo mismo, por lo que resulta
increíble que se le discrimine a una fuerza laboral tan capaz y necesaria en el
país. Si queremos crecer como nación debemos de comprender que la sociedad no
se divide en hombres y mujeres, si no que se conforma de partes distintas pero
igual de importantes en donde la dignidad de cada una de las partes debe de ser
respetada, dejando por un lado la cultura machista a la que estamos tan
arraigados. Esto nos va a volver un país más productivo económicamente y más
armonioso socialmente.
Bibliografía
REFERENCIAS
BÁSICAS
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Kelsen, H. (1964). La
justicia [PDF] (1st ed., pp. 1-10). Austria.
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