Introducción
“Nuestra
compañía fue deshonesta con la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), con
la Junta de los Recursos del Aire de California (CARB) y con todos ustedes. Lo
hemos arruinado”[1]
Michael Horn – CEO Grupo Volkswagen América (septiembre 2015). Después de haber
aceptado públicamente la implementación de un software diseñado específicamente
para burlar los estándares de emisiones de óxido de nitrógeno (NOx) en cerca de
11 millones de autos TDI (Turbo Diesel Inyection), Grupo Volkswagen se
convirtió en el año 2016 en la compañía automotriz más grande del mundo,
registrando un récord de ventas anuales de 10.31 millones de unidades a nivel
mundial (BBC News, 2017, párr.2).
Este
ensayo busca analizar la serie de dilemas éticos detrás del engaño y el fraude
corporativo de Grupo Volkswagen (VW), y como esta situación representa un fallo
catastrófico del concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en esta
compañía.
La
Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo publicó en el año de 1987 el
informe Brundtland (originalmente titulado “Nuestro futuro común”). En dicho
informe, se mencionó y definió por primera vez el concepto de Desarrollo Sostenible (DS) como: “aquel
que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. De esta manera,
el DS representa el equilibrio entre satisfacción de necesidades, calidad de
vida para todos y auténtica conservación del medio ambiente, situación que, por
ende, propicia una buena calidad de vida para las nuevas generaciones (Raufflet et al., 2017, Pag. 175). De
poco sirve que Volkswagen alardeara sobre sostenibilidad y reducción de
emisiones, cuando su estrategia de negocios comprometía deliberadamente la
salud de las personas y la integridad del medio ambiente. Sorprendentemente,
este caso expone como las fallas del concepto de RSE van mucho más allá de los
límites de esta corporación, permeándose hasta altos niveles
gubernamentales.
En el
intento de convertirse en el mayor productor de vehículos del mundo, Grupo
Volkswagen ignoró deliberadamente los ideales del desarrollo sustentable y la
Responsabilidad Social Empresarial, y atentó contra principios éticos
fundamentales para el progreso económico-social.
A
pesar de todo, la estrategia funcionó. Volkswagen se convirtió en 2016 en la
compañía automotriz más grande del mundo, pero ¿a qué costo? Hablando más allá
de las intensas implicaciones económicas y legales que esta situación provocó
en la compañía, no es posible costear los daños a la salud de las personas ni
la contaminación ambiental, ambos causados por los óxidos de nitrógeno
producidos por los vehículos Diesel de Volkswagen.
Conceptos
clave: Desarrollo Sostenible, autonomía, Responsabilidad
Social Empresarial (RSE), relación costo-beneficio y justicia comercial.
Desarrollo
De acuerdo con la Investigadora de la UNAM, Ana Hirsch, la
autonomía implica la capacidad personal de tomar decisiones, así como la
obligación social de garantizar el derecho al consentimiento de aquellos
beneficiarios de cierta actividad profesional, en este caso los clientes de VW
(Hirsch, 2003, Pag. 12). Considerando esta idea, la mentira masiva de
Volkswagen implica una violación a la autonomía de sus clientes, pues estos
fueron engañados para comprar un vehículo basados en información
deliberadamente manipulada por la compañía; en promedio, los vehículos TDI
emitían 40 veces más de óxido de nitrógeno que lo anunciado.
“Sostenible,
confiable y exitoso. El estilo de vida Volkswagen”[2]
Martin Winterkorn – Ex-CEO Grupo
Volkswagen.
Por otro lado, al publicitar información falsa, Volkswagen
incapacitó a sus clientes para tomar una decisión informada, pues estos
accedieron a comprar un vehículo TDI sin saber sus implicaciones
medioambientales reales.
“Volkswagen
convirtió a más de medio millón de conductores estadounidenses en cómplices
involuntarios de un asalto sin precedentes al medio ambiente de nuestro país.”[3] Sally Yates – Fiscal General del Departamento de Justicia
de Estados Unidos.
El
segundo dilema del caso se relaciona con la filosofía de Desarrollo Sostenible[4] y RSE
que supuestamente caracterizaba a Volkswagen antes del escándalo. La concepción
integral de la RSE implica considerar el crecimiento económico, el progreso y
bienestar de los colaboradores, la conservación del medio ambiente, y el
desarrollo social de las comunidades en las cuales opera la compañía, como
aspectos igualmente importantes en las estrategias de negocio de dicha empresa
(Raufflet et al., 2017, Pag. 4-9). Al comercializar vehículos altamente
contaminantes, Volkswagen comprometió los aspectos sociales y medioambientales
de toda su operación, e ignoró las demandas de sus clientes, de diversas Organizaciones
no Gubernamentales (ONG´s) involucradas y del gobierno de Estados Unidos.
La
manera de gestionar la responsabilidad empresarial se define a partir del
diálogo con los grupos de interés (stakeholders),
situación que implica una investigación exhaustiva y permanente de aquellos intereses
comunes a estos grupos (Raufflet et al., 2017, Pag. 90). En este caso, el
gobierno de EUA demandaba el cumplimiento de las regulaciones en emisión de
gases contaminantes; los clientes esperaban un vehículo económicamente
competitivo, eficiente y amigable con el medio ambiente; finalmente las ONG´s
demandaban cooperación por parte de VW para esclarecer las discrepancias en las
pruebas de sus modelos TDI.
En
un proceso que ignoró dos de los tres aspectos fundamentales del concepto de
sostenibilidad (social y ambiental), Volkswagen engañó a los tres actores antes
mencionados, esto como parte de su estrategia para convertirse en la compañía
automotriz más grande del mundo.
Por
otro lado, Volkswagen es directamente responsable de las consecuencias que el óxido
de nitrógeno pueda tener en la salud de las personas y en el medio ambiente. La
compañía estaba consciente del engaño de sus vehículos Diesel, y conocía las
implicaciones de las emisiones excesivas de NOx, pero aun así decidió ejecutar
su estrategia. Parece claro que Volkswagen es responsable de estas acciones,
pero ¿quién es Volkswagen? ¿Debemos responsabilizar a los ejecutivos que
idearon la estrategia, o a los ingenieros que la ejecutaron, a aquellos que
sabían y no lo compartieron, o a aquellos que decidieron no indagar?
Esta
situación nos conduce a la siguiente pregunta: ¿cuáles son las condiciones
necesarias y suficientes para poder imputar a un sujeto una responsabilidad
moral por determinado acto? En primer lugar, es indispensable que el sujeto
conozca las circunstancias y consecuencias de sus actos, y que la causa de sus
actos esté en él mismo, es decir, que ningún agente externo lo obligue a actuar
de cierta manera (Sánchez, 1969, Pag. 94).
Estas
dos condiciones pudieran eximir de toda responsabilidad a diversos ejecutivos e
ingenieros que participaron en el desarrollo, planeación, ejecución y/o
encubrimiento del fraude. Sin embargo, también se pudo dar el caso en que
ciertas personas ignoraran algo que estaban obligados a conocer. Por otro lado,
incluso cuando se ejerciera una presión externa sobre algunos de los actores de
este evento, en caso de que existiera un margen de opción, también existía un
equivalente de responsabilidad moral sobre aquellos que tomaron la decisión de
propiciar o impulsar el engaño (Sánchez, 1969, Pag. 95 - 100).
Tomando
estos argumentos en consideración, la responsabilidad del caso Volkswagen recae
en todas aquellas personas que se involucraron directa o indirectamente en el
fraude, y que decidieron encubrir o incluso no seguir indagando para descubrir
la magnitud y las implicaciones legales, económicas, sociales y ambientales del
problema.
El alcance de los objetivos económicos de la compañía, así
como el posicionamiento global de su marca no justifican el daño medioambiental
ni el daño a la salud de las personas. La relación costo-beneficio en la
estrategia de Volkswagen tuvo un grave fallo: ¿cómo costear el deterioro a la
salud y al medio ambiente frente al éxito económico de la compañía? Por otro
lado, el gobierno alemán permitió el uso de este tipo de software engañoso bajo
el argumento de protección al motor. Sin embargo, ¿qué es más importante
proteger, la vida y el bienestar de las personas, o los motores? Se estima que,
tan solo en Alemania, 10,000 personas mueren cada año de manera prematura a
causa del NOx.
Algunos
analistas sugieren que la manera más acertada de evaluar una decisión de
negocio en su dimensión ética, es a través de un análisis utilitario de costo –
beneficio. De esta manera, la mejor decisión será la que implique los costos
más bajos y genere los mayores beneficios para el mayor número de personas. Sin
embargo, ¿qué pasa con aquellos costos que no pueden cuantificarse?, es decir,
la salud, la vida, etc. (Velásquez, 2006, Pag. 61 – 64).
Este
tipo de bienes intrínsecos no cuantificables tendrán siempre un valor superior
a los bienes instrumentales, es decir bienes materiales (Velásquez, 2006, Pag.
66). De esta manera, el éxito de la
estrategia económica de Volkswagen no puede absorber sus propios costos, es
decir, el enorme deterioro medioambiental y las afecciones a la salud de miles
de personas causado por sus casi 11 millones de vehículos TDI comercializados.
El último dilema ético analizado en este caso se refiere al
tema de injusticia comercial. Volkswagen llegó a vender más vehículos Diesel en
el mercado americano que todas las otras marcas juntas. Esta compañía logró sus
niveles de venta debido a que ofrecían un producto que nadie más había logrado,
un Diesel económico, con buen desempeño y no contaminante. ¿Cómo pueden otras
marcas competir contra Volkswagen bajo un esquema injusto generado por esta
compañía?
“El
liderazgo tecnológico ya no está únicamente definido por la potencia y el
torque. La conducción económica y libre de emisiones será la clave en los años
venideros”[5] Martin Winterkorn – Ex-CEO Grupo Volkswagen
Uno de los principios de justicia establece su existencia
cuando todos los actores (en este caso las diversas compañías automotrices)
tienen las mismas ventajas y oportunidades. Por otro lado, la justicia
compensatoria implica compensar a aquellos que han sido víctimas de injusticias
pasadas (Weiss, 2006, Pag. 128).
Las compañías que respetaban las regulaciones de emisiones
se encontraban en desventaja frente a Volkswagen, y a pesar de las multas que
pagó esta compañía al ser descubierta, ¿cómo se compensa al resto del mercado
por las ventas que no lograron frente a modelos TDI de Volkswagen?
Conclusión
Como hemos podido observar, el fraude corporativo de
Volkswagen no solo atentó contra diversas leyes del mercado americano, sino que
ignoró deliberadamente los principios de Desarrollo Sostenible y
Responsabilidad Social Empresarial, generó ventajas comerciales injustas en
favor de la compañía, y violó la autonomía de sus propios clientes, generando
así implicaciones negativas directas en la salud de miles de personas y en el
bienestar medioambiental global.
De poco sirve que Volkswagen publique memorias de RSE o que
impulse proyectos altruistas, si el núcleo de su actividad corporativa ignora
por completo los conceptos de sustentabilidad y responsabilidad corporativa. Nuestra
sociedad ya no está en condiciones de permitirse un crecimiento económico –
empresarial aislado, es decir, que no considere los factores sociedad y
medioambiente, y parece increíble que Volkswagen haya aceptado uno de los
fraudes más grandes de la industria automotriz, y aun así se haya convertido en
la empresa más grande del mundo en su industria.
La creación de leyes que empaten con los principios básicos
del DS es un avance considerable para nuestra sociedad, pero estas leyes deben
estar acompañadas de una intensa cooperación entre los organismos
internacionales pertinentes, los gobiernos locales y el sector privado, la cual
tenga por objetivo la rápida y efectiva permeación de los ideales para el DS en
los sectores más profundos de tantas compañías como sea posible. De igual
manera, se deben establecer sanciones mucho más severas que la adjudicada a
Volkswagen, para aquellas empresas que ignoren estos principios. La transición
de nuestros antiguos modelos de desarrollo a un esquema de auténtico DS debe
ser asistida y paulatina, pero nunca más opcional.
Referencias
BBC News. (2017). Volkswagen
overtakes Toyota as the world’s biggest carmaker. En Business.
Recuperado de https://www.bbc.com/news/business-38793253
Hirsch, A. (2003). Elementos significativos
de la ética profesional. Reencuentro, Num.
(38). pp. 8-15. Recuperado de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34003802
Raufflet, E., Portales, L., García, C.,
Lozano, J., Barrera, E. (2017). Responsabilidad,
ética y sostenibilidad empresarial. (Primera edición). México: Pearson.
Sánchez, A. (1969). Ética [Versión Digital PDF] (Primera edición). México: Crítica.
Velasquez, M. (2006). Ética en los negocios, Conceptos y Casos. (Sexta edición). México:
Pearson Prentice Hall.
Weiss,
J. (2006). Ética en Los Negocios: Un Enfoque de Administración de Los Stakeholders Y de
Casos. (Cuarta
edición). México: Cengage Learning Editores
Netflix.
(2018). NOx duro. Dirty Money. Recuperado
de https://www.netflix.com/browse?jbv=80118100&jbp=0&jbr=2
[3]
Traducción personal: Recuperado de – Netflix. (2018). NOx duro. Dirty Money.
[4]
Definición disponible en sección de “Introducción”, párrafo 3.
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