Arturo Santos 1133838
Ensayo Segundo Parcial
8 de marzo de 2011
¿Cómo podemos decidir qué vida es más valiosa que otras? La verdad es que no podemos. La vida de cualquier ser humano, desde la de un pobre hombre olvidado en las calles de su ciudad, hasta la del empresario más exitoso, valen exactamente lo mismo. Sin embargo, hay ocasiones en las que nos vemos forzados a escoger una vida sobre la otra, en algunos casos si la otra o la nuestra.
Me refiero a las madres que ponen en riesgo su vida al momento de dar a luz. Por desgracia, hay momentos en los que este proceso se complica, y estas mujeres se ven en la necesidad de escoger entre su vida y la de su bebé.
Desde que inicié a tomar este curso de ética, y conocí el utilitarismo, me sentí inmediatamente identificado. Desde mi punto de vista, es la corriente ética que permite tomar decisiones de la manera más arbitraria e imparcial, y es desde ésta misma de donde me gustaría partir para analizar estas situaciones.
Tras reflexionar, llegué a la conclusión de que el utilitarismo inmediatamente determinaría que la vida de la madre es más importante que la de su bebé, que está por nacer, o mejor dicho, que su muerte sería más dolorosa que la de su hijo. La madre, podemos suponer, que es una señora, que tiene un esposo, una familia, tal vez un trabajo, una empresa, e incluso puede que tenga más hijos. De la vida de esta persona, depende todo esto que acabo de mencionar. Tiene una pareja que cuenta con ella, para pasar el resto de su vida junto a él, probablemente tenga una empresa, de la cual muchas personan dependan para trabajar, o probablemente tenga un empleo, en el que pocas personas la podrían suplantar. Tal vez tenga más hijos, que dependen de su madre para levantarse cada día, y alistarse para ir a la escuela, e incluso tal vez tenga una madre, que depende también del cuidado de ella. Tal vez todas las personas que acabo de mencionar dependen de ella, o tal vez una sóla, pero ésta sería razón suficiente para no dejar este mundo atrás.
Por otro lado tenemos a su bebé, un pequeño humano que ha vivido en su vientre por nueve meses. Si bien, lo único que ella quiere es que nazca y poder tenerlo en sus brazos, ella es la única que “conoce” a este bebé. Esta personita jamás ha visto el mundo, nadie lo conoce de verdad, y probablemente ni siquiera tenga un nombre aún. Que quede claro, no estoy diciendo que todo lo anterior lo haga valer menos que su madre, sino que su muerte no sería tan dolorosa, ni tendría consecuencias tan graves para tantas personas.
Todo lo anterior, lo considero desde un punto de vista utilitarista. Sin embargo es necesario que reflexionemos que sería lo correcto desde otra corriente ética. Me refiero a la ética del cuidado. Aquella corriente que se le atribuye en su mayoría a las mujeres, por esa naturaleza maternal de estar al tanto de sus seres queridos. En lo personal, creo que esta corriente es más aplicable aún, cuando nos referimos a los hijos de una madre. Esos seres por los cuales estarían dispuestas a dar todo, incluso su vida. El amor y el cariño que tienen por sus hijos, aunque no hayan nacido aún, puede llegar a tal punto en el que las madres estén dispuestas a hacer el más grande de los sacrificios, y entregar su vida, con tal de que su pequeño sobreviva. Esos nueve meses que ha tenido a su hijo en su vientre, sin conocerlo, sin hablar con él, sin saber cómo es, a veces sin saber si es niño o niña, pueden llegar a ser suficiente para que una madre decida poner su vida antes que la de ella. Y esto es lo que nos dice la ética del cuidado, el desprendimiento de uno mismo, con tal de ver tras aquellos que amamos, llegando a veces, a la propia muerte.
Dos corrientes ampliamente distintas, dos puntos de vista completamente diferentes, sin embargo, me es imposible cambiar mi opinión que planteé en un principio, la madre debe decidir sobrevivir, por muy doloroso que le resulte.
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