La infancia es la etapa más importante de nuestra vida pues en ella es donde vamos forjando nuestros gustos, nuestras habilidades y nuestras creencias. Es un momento en nuestra vida para jugar, alimentarse sanamente, compartir con nuestros seres queridos, conocer lugares, ir a la escuela, hacer amigos e ir conociendo responsabilidades como las tareas que encarga la maestra. Si todo niño mexicano tuviera acceso a todo lo anterior mencionado los índices de pobreza en nuestro país disminuirían radicalmente, también la oleada de delincuencia que estamos viviendo actualmente no estaría sucediendo pues todos los jóvenes que incurren en la delincuencia alguna vez fueron niños necesitados de amor, comida, vivienda y demás elementos que al faltarles se vieron obligados a incurrir en actos que van en contra de la ley. Hay otros niños que no necesariamente se vuelven delincuentes, pero que se ven atrapados en trabajos forzados para poder mantener a su familia. El dilema ético radica en la decisión que autoridades y los padres de familia deben de tomar en conjunto para lograr que los hijos se desarrollen de la mejor manera posible sin verse orillados por necesidad a trabajar para llevar dinero a casa.
No basta con lavarnos las manos diciendo que en nuestro país todo es culpa de los servidores públicos que son unos inútiles, que no hacen correctamente su trabajo. Normalmente se piensan así, nos deslindamos de toda responsabilidad y es por este motivo que la sociedad civil y los políticos nunca hemos ido de la mano sacando adelante a nuestro país. Se sabe que el sistema de gobierno mexicano nos vuelve difícil el salir adelante y el poder vivir dignamente; pero también existen en nuestro país miles de papás que abusan y explotan de sus hijos, todo esto por ambición o por flojera de trabajar ellos mismos para sacar a la familia adelante, hasta que los hijos estén en una edad adecuada para trabajar. Es importante que los papás busquen todos los medios para lograr valerse por sí mismos y agoten todas sus posibilidades antes de poner a trabajar a un menor; además, pensando económicamente, la inversión en los estudios de un menor de edad puede resultar benefactora a largo plazo para miles de familias que no cuentan con un miembro con estudios; alguien que haya culminado al menos la secundaria o la preparatoria en una familia podría llevar a la familia un ingreso mayor que alguna persona que no cuente con estudio alguno. La última opción de los tutores o padres de familia debe de ser el poner a trabajar a un hijo.
Tampoco podemos dejar a un lado las estadísticas, en el mundo, 250 millones de niños trabajan en lugar de estudiar y jugar. Este número es demasiado grande y nos indica que no solamente los padres son los culpables de esta situación. También son los sistemas políticos que al parecer no están funcionando debido a que se busca el beneficio propio y no se cumple con el objetivo puro de la política que es lograr un beneficio social que alcance a la mayor cantidad de gente posible. Es por esto que debemos de exigir nuestros derechos a los gobernantes, votar responsablemente y vigilar que se cumpla lo prometido. Así mismo es imprescindible que ellos busquen la manera de administrar mejor los bienes públicos de tal manera que se generen empleos bien remunerados que permitan que una familia se sostenga dignamente.
El problema ético planteado puede ser resuelto a través de cualquiera de las teorías abordadas en las sesiones vistas. Esto se debe a que se buscan los fines universales que son justicia y dignidad. Polos opuestos como el utilitarismo o las teorías kantianas pueden concordar que deben de establecerse normas y seguir procedimientos que permitan a los menores de edad estudiar mientras que los adultos responsables deban de trabajar para mantenerlos.
Trabajo infantil. (2010). Retrieved from http://tq.educ.ar/tq03024/informacion.htm
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