martes, 8 de marzo de 2011

Inclinando la balanza, Jorge Eduardo Gómez Garnica

La justicia se define como “aquello que debe hacerse según derecho o razón”, “dar a cada uno lo que corresponde”, siendo ese el caso, ¿En México se imparte justicia, justamente?, ¿En nuestro país se hace respetar los derechos de sus ciudadanos? Hoy en día, es muy notoria la necesidad que tiene nuestro país de una reforma del poder que se encarga de juzgar e impartir justicia, solo hace falta abrir un poco los ojos, analizar y ver que la justicia en nuestro país tiene precio, que por desgracia para mucha gente que vive honestamente, la gente que menos debería tener esa oportunidad es la que la tiene.

El problema de los imparten la justicia, es causado por lo poco arraigado que tienen nuestros representantes ese estado de neutralidad, que se supone deben de tener y la cual se ve reemplazada por sus intereses, declinando así la balanza hacia un lado, que en la inmensa mayoría de los casos, es al mejor postor, la justicia como suele decirse debe de “ser ciega”, haciendo referencia a que no debería mostrar una inclinación a un lado o a otro.

Ligando este conflicto a la ética, que sucede cuando el estado, representado en este caso por aquellos encargados de impartir justica, no ejerce cumplimiento del contrato social del cual todos formamos parte, según el filósofo Thomas Hobbes, en su teoría del contrato social, explica que éste es necesario para que se deje de lado la convivencia barbárica donde si no existe estaríamos en un estado de constante conflicto, un estado de guerra todos contra todos, por eso es necesario para asegurar una convivencia sana, donde todos, de alguna manera, surjan beneficiados de la convivencia y entre la cooperación de unos con otros, y donde el estado, elegido por el pueblo, sea el encargado de otorgar a los ciudadanos esa confianza y seguridad de que si hay algún individuo que no cumpla con éste contrato reciba la merecida sanción.

Que pasa pues, cuando el estado no es capaz de cumplir con su parte del contrato, cuando las personas, no podemos sentirnos seguras, no podemos tener la confianza de que cada quien obtendrá aquello que merece, ¿Estamos nosotros comprometidos a cumplir entonces con nuestra parte del contrato?, ¿Deberíamos entonces tomar la justicia por nuestra propia mano?, la respuesta menos coherente a éste último cuestionamiento sería que sí, deberíamos tomar la justicia por nuestra propia cuenta, pero no debemos, el tomar la justicia por nuestra parte implicaría degradarse, “incivilizarse”, volver a ese estado de barbarie y salvajismo del cual intentamos o acordamos salir mediante el contrato social. Aunque cierto es que Hobbes expone que en relaciones no tan globales el hecho de que alguien incumpla su parte del contrato hacia nosotros nos exime, de que nosotros lo hagamos hacia él.

En conclusión, es difícil saber cómo es que debemos actuar sobre la justicia, el estado, aunque se encargue de impartirla, no lo hace de forma adecuada, ya sea tomando la salida más fácil, que en la mayoría de los casos es venderla, abusando en de ese poder que tienen para decidir, para alterar el rumbo que tomará la vida de las personas, dejando a la gente indefensa, desprotegida. Hemos de encontrar la forma de cambiar la situación sin recurrir a la justicia propia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario