Las mujeres desde hace muchas décadas han sido condicionadas a un régimen opresivo por el cual ha sido imposible el desarrollo de estas en ámbitos desligados al hogar. La mujer se encuentra en continua lucha por la defensa de sus derechos y su autonomía. Desde la antigüedad la mujer fue asignada a las labores del hogar y fue considerada en una posición social inferior a la de los hombres.
La lucha de la mujer por sus derechos comenzó cuando se desarrollo el capitalismo, que trajo consigo a la razón y la ciencia, y la separación previamente asignada fue más notoria ya que los hombres tomaron el liderazgo en las decisiones de la industria y la participación civil.
Filósofos como Kant y Aristóteles dieron paso a una mentalidad en la que se establecía que las mujeres no eran tan racionales como los hombres y estas carecían de participación civil. Dichos argumentos dieron paso a movimientos feministas que florecieron en los años sesentas y setentas. Los ideales feministas rechazaron la idea de que la mujer era inferior al hombre y se enfocaron a la lucha por sus derechos como seres humanos autónomos.
En la actualidad la mujer mexicana se encuentra en una lucha constante por destacar en la sociedad y lograr la equidad de géneros. Uno de los sectores más afectados por este sistema opresivo masculino ha sido el sector rural, en el que las mujeres han sido menospreciadas y privadas de sus derechos. La mujer rural ha tenido muchos problemas para adquirir capacitación y llegar a posiciones en las que se les permita tomar decisiones dentro de su comunidad. La científica social Emma Zapata estableció que las mujeres de este sector nunca han sido reconocidas como ciudadanas que poseen todos los derechos. En los últimos años las mujeres rurales han logrado un avance, al crear ellas mismas organizaciones que las han ayudado a su integración en los procesos de decisión dentro de su comunidad. En el tema de posesión de tierras, las estadísticas comprueban los argumentos de que las mujeres desempeñan un rol social en el cual se les priva de su desarrollo en ámbitos fuera del hogar. La Procuraduría Agraria del 2010 indicó que en el país hay un total de 512,240 mujeres ejidatarias, mientras que los hombres poseen una parcela ejidal de 21, 564,150. “Como se puede ver las mujeres tiene una proporción muchísimo menor y a pesar de la lucha que desde los estudios de género se ha dado para que logren tener posesión de la tierra esta es la realidad.” (Zapata, 1). Como nos podemos dar cuenta las mujeres tiene un papel muy limitado en las decisiones de la comunidad y estas no poseen casi puestos de reconocimiento. Desde hace mucho tiempo los hombres han sido lo que tiene la voz de la decisión.
Analizando todos los problemas a los cuales se ha enfrentado el sector femenino de la población nos podemos dar cuenta que este problema podría ser resuelto desde una perspectiva de la ética de Kant. A pesar de que Kant fue uno de los filósofos que estuvo de acuerdo con la ideología de que las mujeres no son tan racionales y carecen de participación civil. Se puede usar su modelo de los imperativos categóricos para demostrar lo fundamental que es el respeto a la mujer y la otorgación de derechos iguales a los de los hombres. Como lo estableció Kant un imperativo categórico es aquel mandato incondicionado que fundamenta una regla moral absoluta. Podría establecerse como regla moral absoluta: Las mujeres deben de ser respetadas y merecen los mismos derechos que se les otorgan a los hombres. Es universalizable ya que cualquier persona estaría dispuesta a aceptar esto, ya que no es ninguna acción perjudicial sino que por el contrario solo establece el buen trato a un grupo privado de derechos. Esta regla se enfoca al respeto del ser humano ya que establece que no se use a las mujeres como medios sino que se les respete otorgándoles sus derechos que las llevaran a desarrollarse como fines. Y por último esta regla les otorga a las mujeres la autonomía que las haría capaces de tomar decisiones de la comunidad. Los hombres desde una perspectiva Kantista están obligados a obedecer esta regla moral absoluta ya que cumple con todos los requisitos para volverse una máxima que se torne ley universal.
Referencias:
Rachels, J. (2006). Introducción a la Filosofía Moral. México: Fondo de Cultura Económica.
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