Simplemente para el cristianismo la igualdad en ambos sexos era normal.
Espacio creado con la finalidad de publicar las reflexiones y acciones ciudadanas extramuros realizados por el alumnado en la clase: Ética, Persona y Sociedad. Cada alumn@ subirá artículos mensuales y el reporte -con video y fotografías- de las acciones ciudadanas realizadas desde el primer día de inicio de periodo, hasta el día del examen parcial o semestral. Fecha límite para subir post: día y hora del examen correspondiente. Dra. Alicia Ocampo Jiménez (www.generalaequidad.blogspot.com)
jueves, 9 de mayo de 2013
¿Discriminación divina?
El sexismo o discriminación de género
constituye el elemento distintivo de la dominación patriarcal, ya que fomenta
la sumisión de las mujeres y la violencia contra ellas, justificándose mediante
los recursos a la tradición. (Kung, 2002)
Mediante
el siguiente ensayo pretendo hacer ver como la Iglesia desde sus inicios ha
hecho distinción entre hombres y mujeres. Considero esto un problema ético ya
que se está atentando con nuestra
dignidad humana al no darnos el mismo trato que a los hombres. Estas diferencias
aun las podemos ver en la actualidad: no hay mujeres en grandes rangos de la
iglesia; las monjas, hermanas y madres, no pueden confesar, oficiar una misa,
etc. Estos son algunos de los problemas más usuales, sin embargo, esta
problemática no es reciente, tiene un origen.
Desde
aquellos tiempos cuando los cristianos eran perseguidos por el imperio romano,
los romanos ya hacían distinción entre hombres y mujeres; el derecho romano
estaba en función de los varones romanos y libres, por otro lado, a las
mujeres, a los no romanos o a los esclavos los consideraban res que significa cosa en latín.
La
situación de las mujeres romanas en esa época era realmente indigna; el
infanticidio femenino provocó que el número de mujeres fuera muy reducido, 1 de
cada 100 familias tenía más de una hija (J.Lindsay, 1968, pág.168). Además, no
tenían educación y se casaban desde niñas, ni siquiera llegaban a la pubertad.
Sin
embargo, Jesucristo dio un gran contraste en esta época, él dio un trato
igualitario a hombres y mujeres, integrando a la mujer de una manera
sorpresiva. Y era eso precisamente lo que atraía a las mujeres a la fe, porque
por primera vez se les tratara con dignidad, simplemente igual a los hombres. Asimismo,
el cristianismo tocaba temas como el infanticidio, condenándolo y
considerándolo como moralmente nefasto. De igual manera, abordaba el tema del
matrimonio, reprobando actos como el divorcio, el incesto, la infidelidad y la
poligamia.
Cesar
Vidal (2004) reveló que la propagación del cristianismo en Roma se produjo
mayormente por la conversión de las mujeres de todas las condiciones sociales.
Antes
de morir Cristo dejó como Cabeza de la Iglesia a Pedro, (Mateo 16:13-20). Y con
los apóstoles hombres y mujeres, la Iglesia continuó. Cabe mencionar que el
número de fieles femeninas excedía el de los hombres. En un inventario en una
Iglesia norteafricana de Cirta, se encontraron 16 túnicas de hombre y 82 de
mujeres. (Vidal.C, 2000, pág.83).
El
cristianismo hizo ver a las mujeres muchos derechos que les correspondían, es
decir, las trató de una manera digna y justa, proporcionaba a la mujer acceso a
la educación y a elegir con quién quería contraer matrimonio y en qué etapa de
su vida e incluso, si llegaban a enviudar les daba la libertad de contraer
matrimonio nuevamente si lo deseaban o permanecer así, lo cual era contrastante
ya que en esa época una mujer romana viuda debía casarse en menos de dos años o
eran sancionada (Vidal.C, 2000, pág.75-76).
Sin
embargo, esto no duró mucho tiempo, entre los siglos II y IV d.C., la mujer fue
discriminada nuevamente, ahora también por el cristianismo que alguna vez le
había tratado con tanta justicia. Esto sucedió bajo el control del Emperador
Constantino, la Iglesia Católica fue tomando la estructura política del Imperio
Romano, y como se discutía anteriormente, el modelo del imperio romano tenía
una forma bastante prepotente de tratar a las mujeres. En la naciente jerarquía
de poder, las mujeres fueron excluidas, con consecuencias que pueden observarse
en nuestra época; en la jerarquía eclesial: el más alto rango es el Papa, le
anteceden los Cardenales, Patriarcas, Arzobispos, Obispos, Presbiterados,
Diáconos. De los cuales las mujeres no ocupamos ningún lugar.
Sin
embargo, a pesar del retorno de la discriminación a la mujer con la ausencia de
Jesucristo, fue durante las cruzadas por la Tierra
santa que las mujeres luchamos junto a los hombres por recuperar Jerusalén,
la tierra donde Cristo creció y vivió la mayor parte de su vida, y no solo
participaron, ellas tuvieron un papel primordial (Pernaud, 2000: XV). Pero no
les fue reconocido, ya que los historiadores han ocultado este acto, lo cual
evidentemente es desprestigiante para nuestro genero, ya que no se le dio valor
a nuestra lucha solo por ser el sexo
débil. Sin embargo existen casos que hacen respaldo a esta información
testigos que levantan el nombre de las mujeres en las cruzadas ya sea política
o socialmente en la época:
- La
condesa de Trípoli, Cecilia, ayudo a los canónigos permitiéndoles hornear sin
costo.
- El
rey Balduino tuvo cuatro hijas, una de ellas, Melisenda quien es recordada como
“reina de Jerusalén de alma fuerte y carácter templado…” (Pernaud, 2000,
pág.45), a ella se le debe que se facilitaran las comunicaciones entre
comunidades en tierra santa. Mando construir un claustro, un capitulo, una
Iglesia, además obsequiaba diversas cosas.
El
último caso en particular es curioso ya que Melisenda y sus hermanas tuvieron
el privilegio de vivir por el status de su padre, pero en otras condiciones no
habría sido así, y más aun, a Melisenda no se le habría presentado la
oportunidad ni se le hubiera reconocido todo el bien que logro si no hubiera
sido hija de un rey. Lamentablemente es así, sin embargo, Melisenda demuestra
las capacidades de una mujer, no por ser hija de un rey, si no por ser quien
es.
Mi
inquietud y descontento, es que la Iglesia Católica en su origen tuvo una
estructura justa, tenia valores, trataba a hombres y mujeres por igual, era el
inicio de tiempos de oportunidades para las mujeres, sin embargo, el poder
rescindió en manos equivocadas, y hoy la iglesia se encuentra en una crisis físicamente
seria, la gente ya no cree en ella, se le acusa de mafia, pederastia, entre
otras cosas.
Pienso
que en el mundo por algo existimos hombre y mujer, seres diferentes que somos
complementarios, la mujer, sensible, emocional, comprometida, protectora; y eso
es precisamente lo que me hace pensar, ¿será ese el problema de la Iglesia? ¿Será
que la iglesia necesita de mujeres para encontrar estabilidad?
Yo
solo hago el llamado a un derecho, existen mujeres realmente capaces, tanto
como los hombres, de ocupar puestos importantes en la iglesia y lo hemos
demostrado, merecemos la oportunidad de realizarnos no solo como ciudadanas, no
solo como esposas, profesionistas, madres, también existe el llamado a la
vocación sacerdotal, y una aspiración a ascender, nadie tiene derecho de
privarnos a responder a esa vocación, y no es que ser consagradas sea poca
cosa, ellas tienen una labor primordial en la iglesia, pero las limitan a
quedarse ahí, cuando hay quienes tienen el don del liderazgo y podrían hacer
cosas impresionantes.
Me
cuesta mucho hablar de las mujeres ocupando los más altos rangos de la jerarquía
eclesial sin pensar en la Madre Teresa de Calcuta, mundialmente conocida por su
bondad, su generosidad, ella es un ejemplo de una mujer que pudo ocupar un
lugar importante en la iglesia, y seguramente habría hecho cosas inmensas.
Un
ministro de Inglaterra dijo alguna vez “En cuanto se concede a la mujer la
igualdad con el hombre, se vuelve superior a él” (Thatcher Margaret).
Este
llamado no se trata de poder, de mi parte no hay una ambición por ser más que
los hombres y hacerlos sentir inferiores, no existe un sentimiento de venganza,
son simple ansias de igualdad.
Espero
algún día la iglesia reflexione, responda a este llamado, y piense que ambos géneros
debemos trabajar unidos para que esta institución tan importante encuentre la estabilidad
y recupere su camino.
Bibliografía
IRIGARAY, M, A. (2010). ¿Católico, apostólico y romano? Seminario diocesano de la iglesia
en N avarra.
KUNG, H. (2002). La
mujer en el cristianismo. Madrid:
Trotta.
LINDSAY, J. (1968).The accident World: Manners and Morals. Nueva
York.
MARTINEZ, J, A. (2007). Estudio de la discriminación de la mujer en el catolicismo. Fundación
Centro de Estudios Andaluces.
OCAMPO, A. (2009). Construcción
y análisis de los paradigmas feministas. México: Inmujeres.
PERNAUD, R. (2000). La
mujer en tiempos de las cruzadas. Madrid: complutense.
RUNCHMAN.S. (2008). Historia de las cruzadas. Ed. Alianza.
VIDAL, C. (2000).El legado del cristianismo en la cultura
occidental. Madrid: Espasa.
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