Jaime A. Chávez Vargas
En
la actualidad el sistema jurídico nacional ha dado mucho que pensar, pues se
han visto muchos casos de corrupción y nepotismo en las instancias policiales,
propiciando situaciones de discriminación hacia las personas con menos recursos,
lo cual se puede ejemplificar a partir de un caso personal, de despojo, los
burócratas exigían un pago para poder realizar los procesos judiciales, lo cual
debería de ser gratuito de acuerdo a lo que marca la ley, además de que en el
proceso burocrático se presentan diversas “trabas” como es la pérdida de
tiempo, puesto que cada burócrata te manda con una persona diferente y cada
instancia requiere cierto papeleo, haciendo el proceso judicial muy lento, al contrario
como dicen los libros, una justicia pronta y expedita, sin embargo en estos
casos la persona con más “palancas” (más conocidos) se puede evitar todos estos
trámites.
De tal forma que el proceso jurídico
se ha vuelto un ejercicio muy largo y tedioso, en el cual no siempre se cumple
con el fin de impartir justicia y en ocasiones ocurre lo contrario. Por esta
razón se abordan temas como la corrupción, la discriminación, el nepotismo, la
transparencia y las posibles soluciones a la corrupción y el entrampamiento del
sistema jurídico mexicano, para tomar conciencia de los problemas éticos que se
presentan en la impartición de justicia.
Actualmente el sistema de justicia
mexicano se ha visto como uno de los principales objetos de mejora para el
país, debido a la ineficiencia de los burócratas, reflejada en la impunidad la
cual está directamente ligada a la corrupción. Algunos datos son el porcentaje
de delitos que son castigados los cuales oscilan alrededor del 1% y la
probabilidad de que el delincuente se presente ante un juez que es del 3.3%
(generando un índice de impunidad del 96.7%). De manera similar se ve la misma
ineficiencia en la aplicación de mandamientos judiciales, puesto que cada año solo se complementa del
25 al 33% de las órdenes de aprehensión dictaminadas, pues se han investigado
sobornos, los cuales tienen efecto de evitar la detención; lo que nos muestra un panorama muy poco alentador
para la ciudadanía, debido a los bajos índices de aplicación de justicia en el
país. (Carbonell, 2006, p. 353), mostrando un alto nivel de corrupción, lo cual
deja desprotegida a la sociedad, puesto que algunos delincuentes tienen la
posibilidad económica para burlar la justicia, se les permite continuar con sus
actividades sin recibir un escarmiento, de tal forma que no se está impartiendo
justicia de manera equitativa, dando lugar a una falta grave en la ética y la
moral, pues como se dice en la teoría Kantiana, se obra de acuerdo a una
máxima, la cual no tiene un impacto en el delincuente, pues solo propicia la
infelicidad buscando el beneficio propio, utilizando a las personas como medios
para conseguir su felicidad, por tanto no se dignifica a la sociedad.
Por otra parte, dentro del mismo
sistema judicial, se ven comprometidos los derechos y garantías individuales,
pues las personas son sometidas a interrogatorios (a veces con uso de
violencia) y son tratados como “animales”, pues nunca se mencionan sus
derechos, un ejemplo de esto es el DF, donde el 71% de los detenidos no tuvo
acceso a un abogado y el porcentaje restante no fue capaz de hablar con él a
solas; que además del total de los sentenciados el 60% no conocía su derecho de
no declarar y el 80% nunca interactuó con el juez que lo condenó (Solís, 2010,
p. 15), por lo que podemos ver una violación a los Derechos Humanos, que se ven pisoteados propiciando una
discriminación y sometiéndolos a ciertos abusos, lo cual no es permitido de
acuerdo al utilitarismo, donde se busca aumentar la felicidad global, que por
otro lado el culpable debe ser castigado, sin embargo si el presentado no es
culpable, ¿cómo se busca recuperar la felicidad perdida?, pues debido a la
incompetencia judicial la mayoría de los detenidos son por delitos de bajas
proporciones y en ocasiones inocentes, los cuales suelen ser primodelincuentes y son detenidos antes de las primeras 24 horas
de cometerse el crimen, de ahí podemos decir que los policías son buenos
observadores, pero malos investigadores.
Tomando en cuenta las cifras, que
demuestran la incompetencia de los niveles de gobierno encargados de la
procuración de justicia, que junto a la falta de conciencia hacia los
delincuentes (aún personas), podemos ver una deficiencia en cuanto a
capacitación de los responsables de ejercer la ley, además de una notoria falta
de ética; sin embargo, otros agentes involucrados que al parecer también carecen
de bases éticas para realizar sus funciones, son los abogados, los cuales ya
tienen un sistema de litigio muy arraigado, el cual está basado en la
corrupción y el engaño, evitando y postergando el problema de fondo, que al utilizar
un lenguaje tendencioso convencen a la persona de llevar el proceso a un juicio
largo y con pocas retribuciones, de tal manera que el único beneficiado es el
abogado, el cual pasa por alto la idea utilitarista de buscar el mayor bien
para la mayoría y se enfoca en el beneficio propio, por lo tanto, el abogado,
olvida su papel como defensor del inocente y se enfoca en el cliente que llene
su bolsillo, sin importarle si el mismo es culpable, pues al manejar el sistema
a su conveniencia por medio del dinero, es capaz de liberar a cualquier
delincuente a cambio de una retribución económica, por lo que a través del
tiempo se ha perdido la credibilidad en los niveles de justicia gubernamentales
(Solís, 2010, p. 35).
De
tal manera que, visto desde el punto de vista de la ética, la sociedad se ve
perjudicada, pues los delincuentes continúan en las calles incumpliendo el
contrato social, debido a la ineptitud de las instituciones encargadas de
impartir justicia, que Hobbes denomina el “Leviatán”; en otro enfoque se
corrompe el ambiente de armonía en el mundo, generando más sufrimiento que bienestar,
al no existir justicia de forma equitativa, permitiendo el abuso de las
personas. Por otra parte de acuerdo a la teoría Kantiana, en cuestión de
Derechos Humanos, el delincuente merece ser tratado de cierta manera porque así
lo decide él, sin embargo, los policías muchas veces los utilizan como medios
de enriquecimiento, al pedir sobornos a cambio de su libertad, que
consecuentemente no solo está en juego la ética por parte del delincuente, sino
también se ve doblegado el agente que debe buscar el cumplimiento del castigo,
para reformar a estos delincuentes.
Se
puede tener un criterio muy claro en cuanto al origen de estas deficiencias en
el sistema jurídico, pues de acuerdo a David Sarquis, en los países en vías de
desarrollo como México, la ley se ha tomado como un instrumento de poder y
control, de tal manera que es concebida como una imposición desmesurada e
injusta, por lo que es mejor dar una dádiva monetaria a confrontar las
implicaciones por incumplir la ley, por lo tanto al volverse esto un estilo de
vida, la sociedad se crea dentro de un marco de corrupción, donde “el que no
tranza, no avanza” y esto conlleva al uso de personas como medios y no
precisamente como fines, denigrando al individuo tal como lo dice
Kant.(Sarquis, 2008, p. 3)
Todo
lo anterior es a consecuencia de estar bajo un régimen de corrupción que
desencadena una mentalidad conformista, en la que no se busca generar el bien,
sino sacar provecho del prójimo, por lo que los policías, en lugar de propiciar
el cumplimiento de la justicia, buscan su propio beneficio al pedir “propinas”
a cambio de no sancionar o detener a las personas que infrinjan la ley.
Con
el fin de combatir estas deficiencias se ha buscado implementar posibles
soluciones, las cuales buscan reducir la corrupción, el entrampamiento y las
“trabas” que se presentan en los procesos burocráticos. La primer solución
propuesta, fue la Ley de Transparencia la cual entró en vigor en 2002 durante
el mandato presidencial de Vicente Fox, la cual fue reformada en 2008, con el
programa propuesto por Felipe Calderón de Rendición de Cuentas, Transparencia y
Acceso a la Información Pública, que comenzó, tal como su nombre lo indica, exigiendo
la transparencia y rendición de cuentas de las dependencias de gobierno
(Martínez, 2003, p.229), sin embargo no fue muy notoria su influencia ya que
posteriormente apareció la Ley de Protección de Datos Personales; por lo tanto
se buscaron nuevas alternativas como el “proceso oral”, el cual propicia el
acuerdo entre los afectados con el fin de reducir el número de reos por delitos
menores, que por falta de solvencia
económica no tienen la capacidad para salir bajo fianza, la reforma en el 2007,
donde se mencionaba que no eran contraproducentes las herramientas para una
efectiva persecución penal y garantizar el cumplimiento de los Derechos Humanos,
como por ejemplo el allanamiento de propiedad privada sin una orden judicial.
(García, 2008, p.1571), además de incluir la presunción de la inocencia, en la
cual se es inocente hasta que se compruebe la culpabilidad, con el fin de
evitar abusos por parte de los elementos de las diferentes corporaciones policiales,
y el derecho a ser asistido por un abogado calificado, el cual deberá comprobar
su capacidad con el fin de reducir el litigio por parte de “coyotes” (personas
sin título de abogado) y por último, la modificación más reciente la de un
mando único, con “fiscalías” independientes, que al darle un mayor poder al
ministerio público se reducen los trámites burocráticos y la resolución de
procesos se vuelve pronta y expedita, tal como debe de ser la impartición de
justicia. (Carbonell, 2006, p. 360).
Todas
estas reformas al proceso burocrático parecen ser prometedoras, sin embargo se
olvidan de los abogados, los cuales deben de tener una capacitación de acuerdo
a la mecánica de los juicios orales, o al respeto y protección de los derechos
humanos y garantías individuales, por lo que al tener un sistema jurídico tan
viejo y arraigado al uso de los “conocidos” o la corrupción para la resolución
de casos se debe invertir primordialmente en la capacitación de los abogados y
promover la reforma educativa para la preparación de los que se están
preparando para serlo, de tal forma que los involucrados en la solución de
problemas no solo son miembros del sistema jurídico (jueces, policías,
ministerios públicos, etc.), sino que también se ven comprometidos a mejorar y
capacitarse a la nueva ley los abogados y todas aquellas instituciones
educativas encargadas de impartir los conocimientos de litigio a los alumnos,
sin embargo al tener instructores que nunca han puesto en práctica las nuevas
reformas, no podrán transmitir un buen conocimiento a los estudiantes. Además
de que otro problema sería el presupuesto, pues los directivos no estarán
dispuestos a sacrificar cierta cantidad del mismo para ser empleado en la
capacitación de personal. (Solís, 2010, p. 16).
En
resumen se puede decir que el principal problema del sistema judicial mexicano
es la corrupción y el abuso de autoridad, que valiéndose de estas dos
situaciones, las personas encargadas de impartir justicia buscan su propio
beneficio exigiendo remuneraciones económicas con el argumento de aumentar la
rapidez del caso, dejando de lado la conciencia ética, en la cual se debe
realizar el proceso de manera eficiente, sin necesidad de “mordidas”, sin
embargo el proceso jurídico nacional tiene muy arraigada esta forma de trabajo,
lo que propicia diferencias significativas y la falta de equidad en los
usuarios, pues no todas las personas tienen las posibilidades económicas para
pagar “mordidas” a los burócratas. Por otro lado se encuentra el nepotismo,
donde el que tenga más conocidos es el que
resulta favorecido, como se planteó en el caso de la introducción. Así
pues para concluir, el proceso debe ser gratuito, de manera tal que se debe
evitar el uso de la “mordida” como método de mejora, para obligar a los
burócratas a realizar su trabajo de la mejor manera, sin involucrar problemas éticos
en cuanto a las diferencias tan marcadas entre las personas pudientes (con
posibilidades económicas).
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