Jorge Iván Banderas
Desde
los inicios de la civilización, el comercio se ha hecho presente en todo
momento; si bien no es el único medio de intercambio de bienes si ha sido
efectivo no sólo para personas sino también para países y compañías.
El comercio, sobretodo en los últimos años, nos ha llevado a tener una
interdependencia parcial, por no mencionar total, de otros países y compañías
para nosotros poder satisfacer las necesidades internas; por ello, la Real
Academia Española da como significado a comercio de la siguiente manera, “negociación que se hace comprando y vendiendo o permutando géneros o
mercancía” (RAE, 2013).
El
comercio a nivel internacional es una propuesta del modelo capitalista basado
en los principios de la Teoría de la Ventaja Comparativa “la participación de
cada país en los flujos de comercio internacional responde a la diferencia
absoluta en los costos” (Huerta, p. 115); el gran problema que se tiene en
dicho modelo es la gran pregunta ¿A costa de qué estamos logrando aplicar el
modelo capitalista mencionado anteriormente? La respuesta es sencilla, de la
gente y la naturaleza.
Por
lo anterior, si bien las empresas han llevado beneficios a países en vías de
desarrollo, también se han tenido prácticas negativas, “hay puntos ambiguos
sobre sus actividades que tienen consecuencias perjudiciales, como son los
daños que puedan ocasionar en el medio ambiente, la venta de productos dañinos,
el soborno y corrupción que en ocasiones rodea a estas empresas.” (Lascaurain
p. 95)
Dentro
de los conflictos que hoy en día la comunidad global enfrenta es el creciente porcentaje de personas en
pobreza extrema; sobretodo, en países en vías de desarrollo. Instituciones como
el SETEM, encargada de concientizar al mundo de la desigualdad norte-sur, se ha encargado de recopilar datos respecto al
comercio justo en España y dentro de su documento de 2008 declara
“debemos denunciar las profundas contradicciones
internas latentes en parte de la comunidad internacional y puesto que las
instituciones de Bretton Woods y la Organización
Mundial del Comercio (OMC) se niegan a reconocer la mera existencia del
derecho humano a la alimentación […] En suma, un modelo que en muchos
casos produce grandes desigualdades.” (Bondia, pp. 6-7)
La Organización Mundial del Comercio
se basa en 4 principios que le ayudarán
a tomar las decisiones “más adecuadas” para el mejor y correcto funcionamiento
del comercio internacional; dichos principios son:
1.
Nación más favorecida, igual trato para todos los demás.
2.
Trato nacional, igual trato para naciones y extranjeros.
3.
Comercio más libre.
4.
Previsibilidad.
Los principios anteriormente mencionados, en ninguna descripción alude a
la palabra justa en conjunto con comercio; la Organización Mundial del Comercio
es una institución que sigue el modelo capitalista de países desarrollados “A
los Estados desarrollados poco les importa la ONU y otros organismos -que
pueden ser de interés de los “periféricos”, porque contemplarían sus intereses
y necesidades-, y sí les interesa que funcionen el FMI, el BM, la OMC y la
OTAN.” (Dallanegra, p. 9). De igual manera, el autor se formula la misma
pregunta que este ensayo plantea “¿Se pueden cambiar algunas de las reglas en
beneficio del mundo subdesarrollado?” (Dallanegra, p. 20)
La perspectiva Kantiana también tiene un abordaje donde la importancia del
trato digno sea lo más importante y no sólo con las personas sino que también
se puede trasladar al trato digno entre naciones ya que dentro de ellas viven
las personas con las que podemos convivir día con día.
Dentro del nacimiento del comercio internacional y la Organización
Mundial del Comercio, el trato con la gente pasó a estar en segundo plano de
importancia; hoy en día, las empresas multinacionales, con el fin de tener un
producto de calidad, exportan su mano de obra a países en vías de desarrollo
donde la gente son simplemente el medio para lograr vender el producto con la
misma calidad.
Para demostrar lo anterior, se recopiló información de uno de los casos
más controversiales en 2012 respecto a la empresa Foxconn y las empresas
contratantes Apple, Microsoft, Nokia y Nintendo. Los reportes indican que la
empresa taiwanesa mantiene en condiciones deplorables no solo a los
trabajadores, sino también a sus familias. “Diarios como el New York Times
denunciaron, entre otras cosas, salarios miserables, condiciones de trabajo
inseguras, jornadas interminables, un pésimo acondicionamiento de las fábricas
y el hacinamiento en dormitorios comunitarios en los que se alojan hasta 20
personas por habitación”. (Villarino, 2012)
También, empresas como Samsumg ha tenido que salir
al público a reconocer el trato injusto de empleados dentro de sus fábricas, la
presión social y las redes sociales ha beneficiado a mejorar la calidad del
trabajo en empresas multinacionales. No importa la nacionalidad bajo la que nos
encontremos o para la empresa en la que trabajemos, se debe recordar que todos
somos iguales y merecemos el mismo trato.
Analizando esta cuestión con perspectiva Kantiana
existe un principio claro respecto al trato de las personas y como deberían ser
consideradas. “En su opinión los humanos tienen “un valor intrínseco, esto es dignidad”, que los hace valiosos “sobre
cualquier precio”. […] los seres humanos nunca deben ser “usados” como medios
para un fin.” (Rachels, p. 205). Mencionando lo anterior, dentro de esta ética,
el pensamiento que queda es que las empresas multinacionales están utilizando
como medio a las personas para un fin meramente comercial que beneficia a los
países del norte.
Sin
embargo, en los últimos años; sobretodo, Organizaciones No Gubernamentales
(ONG) y Organizaciones No Gubernamentales
para el Desarrollo (ONGD) han salido a defender la idea de un comercio
justo, un comercio donde no sólo la empresa interesada gane sino que también,
el proveedor gane lo que merece por dicho trabajo.
Para definir lo que es el comercio justo, el autor
Antonio Socías Salva nos da una definición clara “El Comercio Justo es una
relación comercial basada en el diálogo, la transparencia y el respeto que
busca mayor equidad en el comercio internacional. Contribuye al desarrollo
sostenible ofreciendo mejores condiciones en el comercio y garantizando los
derechos de los productores y trabajadores marginados.” (Socías, p.11)
Hoy
en día, la sociedad compradora, en especial la occidental, ha mostrado una
preocupación no sólo por el producto final, sino también por el proceso bajo el
que está hecho; por ello, las empresas han tenido que recurrir a
certificaciones y permisos para dar certeza al cliente de todo su interés. “En
general, las mercancías son certificadas por las organizaciones paraguas si son
intercambiadas bajo términos de un precio mínimo garantizado y si son
producidas siguiendo los principios de las organizaciones democráticas; no
utilización de trabajo infantil, sindicatos de trabajadores rurales reconocidos
y sustentabilidad ambiental” (Fridell, p. 44).
En el Sur, Pablo Guerra, pionero en la incursión
del comercio justo, da una conclusión sobre su postura ante dicho tema. “En lo
particular creo que entender al comercio justo como toda comercialización
operada en el marco de un paradigma de economía solidaria, contribuirá a
avanzar en el desafío de entender este fenómeno no tanto desde una perspectiva
del altruismo, como desde una perspectiva de la reciprocidad y de la ayuda
mutua.” (Guerra, 2009).
Para concluir, si bien el sistema capitalista
brinda beneficios en cuanto a la mejora de bienes y de participación económica
y la globalización, aún falta trabajo para lograr entender que los países del
Norte y Sur merecen el mismo trato independientemente de sus condiciones
geográficas o económicas. Las normas que hoy en día rigen dicho sistema deben
ser modificadas para lograr el trato digno de todas las naciones.
La teoría de Kant es clara, como se mencionó dentro
del texto, y hasta hoy día debe ser aún tomada en cuenta para la toma de
decisiones. El comercio justo, más que una idea paralela al comercio libre, es
una recuperación de las teorías éticas de Kant y los utilitaristas, donde
debemos encontrar el mayor bien para el mayor número de personas a la par que
se tenga un trato digno para todos en todo momento.
La
realidad de las cosas es que aún nos falta un camino por recorrer en el trato
justo de las personas a un nivel global, donde nosotros como Licenciados en
Negocios Internacionales si bien busquemos el beneficio de las empresas donde
laboremos, también debemos encontrar la igualdad de beneficios para la
contraparte con la que estamos negociando.
El
comercio justo tiene que ser una constante que poco a poco vaya tomando su
lugar en las instituciones como la OMC o la OIT para así dar paso a la igualdad
de naciones dentro de la sala de negociación en todo momento.
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