Lorenza Navarrete Barreda
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En
este planeta, existen diversas formas de vida, no sólo el ser humano.
Tristemente no hemos aprendido a convivir pacíficamente con estas formas de
vida que comparten este mundo con nosotros, por el contrario, hemos llegado a
cometer actos y practicas para dañar a otros seres, usándolos,
maltratándolos, y torturándolos. El
maltrato animal se puede dar por diferentes cuestiones, por ejemplo: por practicas
ese cierto grupo social, por causar daño a un ser indefenso por considerarlo
inferior, por pruebas médicas, entre otras. Pero estos seres vivos tienen
derechos, así como organizaciones que buscan protegerlos y alentar a la
sociedad a respetarlos y tratarlos dignamente.
A
lo largo de la historia, los seres humanos han realizado diversas prácticas individuales
(o grupales) que implican un maltrato animal, meramente por pura diversión o
por “deporte”. Algunos ejemplos de esto son: peleas de perros (donde primero se
maltrata a los animales a propósito para desarrollar un carácter agresivo, y
posteriormente al pelear contra otro perro son atacados y reciben mordidas que
pueden desgarrar la piel, arrancar partes como orejas y labios, o incluso
causar a la muerte; otro ejemplo son las
corridas de toros (donde el torero clava banderillas en el lomo del toro al mismo
tiempo que lo provoca para embestir, cansándolo para finalmente provocarle la
muerte clavando una espada en el pecho del toro).
Para
las personas que realizan este tipo de prácticas los animales no son
considerados seres con derecho, como los humanos (o sujetos de derecho), son
considerados inferiores, pero esa no es una razón válida que pueda justificar
el dolor inflinjido o la muerte intencional de los animales. Peter Singer nos
dice: “dolor y placer no son sólo sentidos por el hombre, sino por los
demás animales, es decir, que es posible el juicio ético sobre cualquier acción
humana que establece una relación con cualquier animal no porque mejore o
envilezca moralmente al hombre, sino justamente porque recae sobre otro
individuo animal en cuanto portador de intereses de naturaleza ética” (Liberación animal, 1975: pág 37).
Ahora
bien, el maltrato animal no sólo se da por las prácticas anteriormente
mencionadas, sino que también en la ciencia médica, ya que para progresar,
realizan experimentos con animales en función de obtener un beneficio para la
humanidad. Pero, ¿por qué realizan pruebas con animales y no directamente con
los humanos?, porque los experimentos realizados sobre estos seres rara vez
pueden ser directamente aplicables al hombre, ya que sólo si el animal
sobrevive (a todas las pruebas, experimentos, reacciones secundarias, etc) y se
logran los resultados esperados, la experimentación es aprobada para que se
pruebe en los seres humanos y lograr el avance. Esto me lleva a preguntar, ¿el hecho
de buscar un beneficio para la raza humana justifica las pruebas a las que son
sometidos los animales?. La respuesta es no, como decía Joseph Fletcher (Fletcher,
1967: pág 5): “si el fin no justifica los medios, ¿qué lo hace?. ¡Nada!”. A
pesar de lograr resultados exitosos y benéficos para el ser humano, no se puede
justificar el daño que se causa a los animales utilizados, ya que son seres que
sienten placer y dolor. Stuart Mill sostenía la idea de que la felicidad es el
fin último considerando el bien propio o el de los demás, una existencia libre
en medida de lo posible de dolor y tan rica como sea posible en goces; esto
constituye parte del criterio de la moralidad que son las reglas y preceptos de
la vida humana que aseguran la existencia del hombre, pero también de la
naturaleza, de todas las criaturas con capacidad de sentir (1863). Por lo tanto, los animales no deben ser considerados
seres de segunda categoría que pueden ser utilizados para cualquier propósito o
fin que desee el hombre.
Hasta
ahora hemos visto algunos ejemplos de maltrato animal y las razones que existen
para no hacerlo, pero, desafortunadamente esto no es suficiente para evitar que
suceda, por lo que existen leyes, decretos, resoluciones nacionales y acuerdos
municipales que protegen a los animales. A estas normas jurídicas se les
denomina “bioderecho”, ya que son aplicables para todo lo que tenga vida, es
decir, humanos (desde la concepción), animales, vegetales, y el medio ambiente.
Estas normas tienen el propósito de evitar el sufrimiento y el dolor de estos
seres, ayudan a regular las actividades relacionadas con las especies vivas
como intervenciones, experimentación (como contagiar enfermedades
intencionalmente, obligar cierta ingesta, etc).
Estas
reglas tienen como base la bioética, que es la rama de la ética que busca
promover los principios para la correcta conducta humana respecto a
la vida. Tiene cuatro principios fundamentales: principio de autonomía (la
capacidad de tomar decisiones sin ser influenciado por alguna intervención
externa), principio de beneficiencia (la obligación de actuar en beneficio de
otros, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo prejuicios), principio
de no
maleficiencia (abstenerse intencionadamente de realizar acciones que puedan
causar daño o perjudicar a otros), y el principio de justicia que sólo se
aplica a los seres humanos (tratar a cada uno como corresponda). Con estos
principios se logra posicionar a los animales en un estado de seres con derecho
a consideración moral, “Puesto que ambos, seres humanos y no
humanos, pueden sufrir, tenemos la misma razón para no maltratar a ninguno. Si
un humano es torturado, ¿por qué es esto incorrecto? Porque sufre. De modo
similar, si un ser no humano es torturado,
también sufre y, así, es igualmente
incorrecto por la misma razón” (Rachels, 2008: pág 149). Es por eso que Stuart
Mill sostenía y defendía la idea de que los seres humanos y los no humanos
tienen igual derecho a la consideración moral (1863). Por lo tanto, las actividades realizadas
en estos seres ya son juzgadas como correctas o incorrectas en base a si son
justificables o no.
Afortunadamente,
en México existe un órgano encargado de promover el trato digno de los seres
vivos, se llama Comisión Nacional de Bioética (CNB). Su objetivo es lograr una
conciencia social basada en una vision ética ante la vida. Es fundamental que
la sociedad comience a tener más conocimientos acerca de los derechos de los
seres vivos, para que así se cree una sociedad con conciencia ética, que no
sólo sea válida para los seres humanos, sino también para los animales.
Y
bien, como hemos podido ver, a lo largo de este ensayo pudimos darnos cuenta de
cómo el ser humano necesita aprender a convivir pacíficamente con los seres
vivos que comparten su planeta. Es necesario crear una conciencia ética en la
sociedad para que los animales no sigan siendo considerados seres con menor
valor al de un ser humano y así podamos tener una conducta correcta respecto a
todas las formas de vida. Debemos crear conciencia de que no se puede utilizar
a los animales como medios para lograr los fines del hombre, estos seres
también sienten placer y dolor, y así como no es correcto torturar y maltratar
a un ser humano, tampoco lo es para los animales. Y para poder agilizar el
respeto hacia estas formas de vida, debemos de progresar en la promulgación de
leyes que castiguen el maltrato animal, porque a pesar de tener organizaciones
encargadas de protegerlos, globalmente no existe un tratado que exija
legalmente el trato adecuado a los animales y penalice a los que violen esa
ley. Los animales no son seres aislados que nos rodean, son seres que comparten
el mismo hogar, debemos buscar la manera de poder coexistir con estas criaturas
que no tienen la capacidad para comunicarse y defenderse de las agresiones que
el ser humano ha realizado durante siglos sobre ellos.
Bibliografía:
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