sábado, 11 de mayo de 2013


Manuel Becerra Marrufo

El subjetivismo en la ética

En un mundo en el que la globalización pone en contacto a tantas culturas y opiniones diferentes, existen ocasiones en las que opiniones, tanto de grupos sociales como de diferentes sectores dentro de esos grupos, pueden ser muy diferentes y dar pie a conflictos entre las personas. El subjetivismo en la ética es una teoría que comenzó con la propuesta de Hume de que cada quién podía enunciar si consideraba un hecho como aceptable o no aceptable y estar en lo correcto por expresar sinceramente su postura ante determinado tema. Esta teoría tuvo los defectos de no poder describir una situación de desacuerdo y declarar las opiniones humanas como infalibles. Fue por esto que fue sustituida por el emotivismo, donde Stevenson añadió el rol del lenguaje moral en la expresión de diferentes puntos de vista tanto en creencias como deseos, donde existe un desacuerdo de actitudes. Sin embargo, el emotivismo justificaba el uso del deseo como argumento para definir lo correcto, pasando por alto la razón (Rachels, 2007). En este ensayo se hará un análisis de la problemática que existe en aislar a una postura subjetivista un juicio; esto a través de la explicación de la evolución del subjetivismo en la ética, así como su aplicación en algunas situaciones de la vida diaria para un mejor entendimiento de la teoría. El subjetivismo en la ética debe aceptarse como un elemento que existe en la sociedad, pero no debe aceptarse como un método a seguir por tener tendencias a dañar la convivencia en sociedad.
Según Rachels, el subjetivismo simple acarrea grandes problemas por los que no puede aceptarse como una teoría única válida para la convivencia en sociedad y que son razones por las que fue necesaria la evolución al emotivismo. Sin embargo, el emotivismo puro también tiene es un bloqueo para la convivencia en sociedad por considerar válida la manipulación de las personas si se busca un cambio de actitud en ellas, haciendo a un lado a la razón en el proceso (2007).
El hecho de que se manipule a alguien para hacerle cambiar de opinión es peligroso para la posibilidad de la convivencia porque manipular a una persona es utilizarla exclusivamente como medio. Si una persona le da su confianza a otra, se espera que esta se respete, ya que la persona que entrega su confianza se vuelve vulnerable a las palabras de la otra persona. Manipular a la otra persona o engañarla, como el emotivismo sugiere válido, no sólo viola la dignidad de la persona, sino que una vez  que se atenta contra esa confianza, se pierde automáticamente y la posibilidad de convivencia entre las personas involucradas, se ve afectada.
La realidad de esto cae sobre la experiencia. Esto pasa en la vida real. Si se traiciona la confianza de alguien, esa confianza se pierde.  Por lo tanto si cada quien considera que puede manipular a otros para lograr satisfacer sus intereses, la confianza que existe entre un grupo determinado desaparece. Hume habla de la importancia de la experiencia al señalar que es esta la que nos permite saber con certeza, a través de impresiones, qué es bueno y qué es dañino. A partir de esto surgen ideas basadas en impresiones que obtenemos (Buss, 2011, pp. 245-248); y es así que las impresiones nos guían en la toma de decisiones. Si por experiencia, sabemos que manipular a otros nos lleva a tener conflictos en nuestra convivencia con la comunidad, lo mejor que podemos hacer es no permitir que se lleven a cabo este tipo de acciones que el emotivismo considera permisibles para fomentar y hacer posible una convivencia en sociedad.
Hume también dijo, “Si vamos a discutir de la evidencia del mundo, tenemos que asegurar que no discutamos más allá de donde la evidencia pueda llevarnos” (Buss, pp. 175-176), y es la experiencia la que nos dice que esto es una realidad y la razón la que prevé la posibilidad de atentar contra la vida en sociedad.
Además, el emotivismo aún tiene como defecto la ausencia de la razón como herramienta para guiar la validez de un argumento ético. Para considerar un argumento como válido, es necesario que lo que se está diciendo sea lógico y esté basado en hechos que en verdad sean relevantes para defender o refutar un hecho moral. Por ejemplo, no es posible decir que una persona es mala o poco ética por tener mal aliento o porque tiene una religión diferente a la propia, estas no son razones válidas para argumentar si alguien es bueno o malo. El emotivismo, de acuerdo a las palabras de Stevenson, sí acepta estos argumentos subjetivos e irrazonables como válidos, con la justificación de que con el fin de lograr persuadir a otra persona se podían utilizar estos argumentos (Rachels, 2007). Con esto se podría incluso considerar que el emotivismo no debe existir en una sociedad si se busca que esta exista y crezca.
Otro punto importante que se debe considerar al tomar una postura subjetivista y ser parte una vida en común con otros, es que se necesita tener cosas en común para que esto sea posible. El subjetivismo señala que todo es relativo y que cada quien ve por su propio beneficio. El problema es que la vida en sociedad es todo lo contrario, y necesita de cierta universalidad de valores para que las personas que forman parte de una comunidad puedan convivir adecuadamente. A final de cuentas, “la mejor posición que se puede tomar es que los valores son tanto objetivos como subjetivos” (Thiroux y Krasemann, 2009, pp. 14-15).
Los valores como la empatía y la tolerancia tienen como objetivo el facilitar la vida en común. Ese hecho podría considerarse como la parte objetiva del valor. Es por eso que es valioso que exista empatía y tolerancia al buscar una convivencia harmoniosa. Una vez establecido esto, se puede dar espacio a considerar subjetivos de las personas siempre y cuando se respeten esos valores o conductas que se establecieron como “universalmente” aceptables dentro de esa sociedad. Por ejemplo, en el artículo Moral Conflicts, Subjectivity, and Development de la revista Monographs of the Society for Research in Child Development, se analiza la problemática de tomar en cuenta una sola opinión subjetiva de un hecho: “Si la interpretación subjetiva de un solo niño sobre un incidente es tomada en cuenta, la moralidad se vuelve un fenómeno subjetivo: el comportamiento moral es cualquier cosa que cualquier niño considere, en un tiempo y espacio particulares, como moral.” (2005, pp.  10). La moral tiene como objetivo alcanzar el mayor grado de universalidad posible; y si se utiliza el subjetivismo de esta manera, no puede crearse esa moral, y por esto la vida en común sería posible.
Tomando en cuenta la Ética Nicomaquea de Aristóteles, donde este filósofo define el bien como una actividad relacionada con la virtud (Rachels, 2007); la virtud puede ser una guía al momento de tomar una postura subjetivista que no choque con la convivencia en sociedad. Citando a Jessica Moss, “La virtud es, como una virtud natural, una condición de excelencia en las capacidades no racionales sobre las pasiones, en las que se tiende a estar en un punto medio entre extremos” (mayo 2011, pp. 212). En esta situación una postura completamente subjetiva no sería parte de un carácter virtuoso. Y es esa actitud no virtuosa la que es capaz de hacer daño a la convivencia, ya que aísla al individuo en su subjetivismo. Una persona que acepta que existe  tanto la universalidad como la subjetividad en la vida en común y no solo utiliza su punto de vista, sino que escucha las opiniones de otros y las toma en cuenta para sus decisiones, está actuando de manera virtuosa y enriqueciendo la vida en sociedad.
Como se ha visto a lo largo de este ensayo, el subjetivismo ético es fenómeno presente en nuestra sociedad, y que muchas veces enfrenta a diferentes puntos de vista. El problema del subjetivismo ético es que no tiene un delimitador para definir qué es correcto entre dos opiniones diferentes. Tanto el subjetivismo simple declarando que no existen desacuerdos y que las opiniones son infalibles, como el emotivismo, permitiendo que la persuasión no fundamentada sea un camino aceptable para cambiar la forma de pensar de otros; hacen ver que no se puede progresar hacia la construcción de una sociedad que conviva en harmonía si sólo nos guiamos por el subjetivismo. La razón juega un papel fundamental en estos temas y es importante usarla en todo momento  junto con una postura equilibrada y prudente para lograr tomar las mejores decisiones en una sociedad llena de opiniones diferentes.



Bibliografía

Buss, H. (2011). Roots of Wisdom: A Tapestry  of Philosophical Traditions.  Chapter 5: Knowledge
Sources (pp. 245-248). Boston: Wadsworth.

Moss, J. (mayo 2011). “Virtue Makes the Goal Right”: Virtue and Phronesis
in Aristotle’s Ethics. Phronesis, 56, 204-261.

Rachels, J. (2007). Introducción a la filosofía moral. II.  El desafío del relativismo cultural (pp. 37-
61). México: FCE.

Thiroux y Krasemann (2009). Ethics: Theory and Practice (10a Ed.) (pp. 14-15). USA: Pearson.

VI. Moral Conflicts, Subjectivity, and Development. (2005). Monographs of the Society for
Research in Child Development, 70, 81. Recuperado de http://0-web.ebscohost.com.millenium.itesm.mx/ehost/detail?sid=6d71dbb2-4ae5-4c7b-9570-5cbf64aa9127%40sessionmgr115&vid=4&hid=128&bdata=JnNpdGU9ZWhvc3QtbGl2ZQ%3d%3d#db=aph&AN=19248893

  

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