Manuel
Becerra Marrufo
El subjetivismo en la
ética
En un mundo en el que la
globalización pone en contacto a tantas culturas y opiniones diferentes,
existen ocasiones en las que opiniones, tanto de grupos sociales como de
diferentes sectores dentro de esos grupos, pueden ser muy diferentes y dar pie
a conflictos entre las personas. El subjetivismo en la ética es una teoría que
comenzó con la propuesta de Hume de que cada quién podía enunciar si
consideraba un hecho como aceptable o no aceptable y estar en lo correcto por
expresar sinceramente su postura ante determinado tema. Esta teoría tuvo los defectos
de no poder describir una situación de desacuerdo y declarar las opiniones
humanas como infalibles. Fue por esto que fue sustituida por el emotivismo,
donde Stevenson añadió el rol del lenguaje moral en la expresión de diferentes
puntos de vista tanto en creencias como deseos, donde existe un desacuerdo de
actitudes. Sin embargo, el emotivismo justificaba el uso del deseo como
argumento para definir lo correcto, pasando por alto la razón (Rachels, 2007).
En este ensayo se hará un análisis de la problemática que existe en aislar a
una postura subjetivista un juicio; esto a través de la explicación de la
evolución del subjetivismo en la ética, así como su aplicación en algunas situaciones
de la vida diaria para un mejor entendimiento de la teoría. El subjetivismo
en la ética debe aceptarse como un elemento que existe en la sociedad, pero no
debe aceptarse como un método a seguir por tener tendencias a dañar la
convivencia en sociedad.
Según Rachels, el subjetivismo
simple acarrea grandes problemas por los que no puede aceptarse como una teoría
única válida para la convivencia en sociedad y que son razones por las que fue
necesaria la evolución al emotivismo. Sin embargo, el emotivismo puro también
tiene es un bloqueo para la convivencia en sociedad por considerar válida la
manipulación de las personas si se busca un cambio de actitud en ellas,
haciendo a un lado a la razón en el proceso (2007).
El hecho de que se manipule a
alguien para hacerle cambiar de opinión es peligroso para la posibilidad de la
convivencia porque manipular a una persona es utilizarla exclusivamente como
medio. Si una persona le da su confianza a otra, se espera que esta se respete,
ya que la persona que entrega su confianza se vuelve vulnerable a las palabras
de la otra persona. Manipular a la otra persona o engañarla, como el emotivismo
sugiere válido, no sólo viola la dignidad de la persona, sino que una vez que se atenta contra esa confianza, se pierde
automáticamente y la posibilidad de convivencia entre las personas
involucradas, se ve afectada.
La realidad de esto cae sobre la
experiencia. Esto pasa en la vida real. Si se traiciona la confianza de
alguien, esa confianza se pierde. Por lo
tanto si cada quien considera que puede manipular a otros para lograr
satisfacer sus intereses, la confianza que existe entre un grupo determinado
desaparece. Hume habla de la importancia de la experiencia al señalar que es
esta la que nos permite saber con certeza, a través de impresiones, qué es
bueno y qué es dañino. A partir de esto surgen ideas basadas en impresiones que
obtenemos (Buss, 2011, pp. 245-248); y es así que las impresiones nos guían en
la toma de decisiones. Si por experiencia, sabemos que manipular a otros nos
lleva a tener conflictos en nuestra convivencia con la comunidad, lo mejor que
podemos hacer es no permitir que se lleven a cabo este tipo de acciones que el
emotivismo considera permisibles para fomentar y hacer posible una convivencia
en sociedad.
Hume también dijo, “Si vamos a
discutir de la evidencia del mundo, tenemos que asegurar que no discutamos más
allá de donde la evidencia pueda llevarnos” (Buss, pp. 175-176), y es la
experiencia la que nos dice que esto es una realidad y la razón la que prevé la
posibilidad de atentar contra la vida en sociedad.
Además, el emotivismo aún tiene como
defecto la ausencia de la razón como herramienta para guiar la validez de un
argumento ético. Para considerar un argumento como válido, es necesario que lo
que se está diciendo sea lógico y esté basado en hechos que en verdad sean
relevantes para defender o refutar un hecho moral. Por ejemplo, no es posible
decir que una persona es mala o poco ética por tener mal aliento o porque tiene
una religión diferente a la propia, estas no son razones válidas para
argumentar si alguien es bueno o malo. El emotivismo, de acuerdo a las palabras
de Stevenson, sí acepta estos argumentos subjetivos e irrazonables como
válidos, con la justificación de que con el fin de lograr persuadir a otra
persona se podían utilizar estos argumentos (Rachels, 2007). Con esto se podría
incluso considerar que el emotivismo no debe existir en una sociedad si se
busca que esta exista y crezca.
Otro punto importante que se debe
considerar al tomar una postura subjetivista y ser parte una vida en común con
otros, es que se necesita tener cosas en común para que esto sea posible. El
subjetivismo señala que todo es relativo y que cada quien ve por su propio
beneficio. El problema es que la vida en sociedad es todo lo contrario, y
necesita de cierta universalidad de valores para que las personas que forman
parte de una comunidad puedan convivir adecuadamente. A final de cuentas, “la
mejor posición que se puede tomar es que los valores son tanto objetivos como
subjetivos” (Thiroux y Krasemann, 2009, pp. 14-15).
Los valores como la empatía y la
tolerancia tienen como objetivo el facilitar la vida en común. Ese hecho podría
considerarse como la parte objetiva del valor. Es por eso que es valioso que
exista empatía y tolerancia al buscar una convivencia harmoniosa. Una vez
establecido esto, se puede dar espacio a considerar subjetivos de las personas
siempre y cuando se respeten esos valores o conductas que se establecieron como
“universalmente” aceptables dentro de esa sociedad. Por ejemplo, en el artículo
Moral Conflicts, Subjectivity, and Development de la revista Monographs of the Society for Research in Child Development, se analiza la problemática de tomar en cuenta
una sola opinión subjetiva de un hecho: “Si la interpretación subjetiva de
un solo niño sobre un incidente es tomada en cuenta, la moralidad se vuelve un
fenómeno subjetivo: el comportamiento moral es cualquier cosa que cualquier
niño considere, en un tiempo y espacio particulares, como moral.” (2005, pp. 10).
La moral tiene como objetivo alcanzar el mayor grado de universalidad posible;
y si se utiliza el subjetivismo de esta manera, no puede crearse esa moral, y
por esto la vida en común sería posible.
Tomando en cuenta la Ética
Nicomaquea de Aristóteles, donde este filósofo define el bien como una
actividad relacionada con la virtud (Rachels, 2007); la virtud puede ser una
guía al momento de tomar una postura subjetivista que no choque con la
convivencia en sociedad. Citando a Jessica Moss, “La virtud es, como una virtud
natural, una condición de excelencia en las capacidades no racionales sobre las
pasiones, en las que se tiende a estar en un punto medio entre extremos” (mayo
2011, pp. 212). En esta situación una postura completamente subjetiva no sería parte
de un carácter virtuoso. Y es esa actitud no virtuosa la que es capaz de hacer
daño a la convivencia, ya que aísla al individuo en su subjetivismo. Una
persona que acepta que existe tanto la
universalidad como la subjetividad en la vida en común y no solo utiliza su
punto de vista, sino que escucha las opiniones de otros y las toma en cuenta
para sus decisiones, está actuando de manera virtuosa y enriqueciendo la vida
en sociedad.
Como se ha visto a lo largo de este
ensayo, el subjetivismo ético es fenómeno presente en nuestra sociedad, y que
muchas veces enfrenta a diferentes puntos de vista. El problema del
subjetivismo ético es que no tiene un delimitador para definir qué es correcto
entre dos opiniones diferentes. Tanto el subjetivismo simple declarando que no
existen desacuerdos y que las opiniones son infalibles, como el emotivismo,
permitiendo que la persuasión no fundamentada sea un camino aceptable para
cambiar la forma de pensar de otros; hacen ver que no se puede progresar hacia
la construcción de una sociedad que conviva en harmonía si sólo nos guiamos por
el subjetivismo. La razón juega un papel fundamental en estos temas y es
importante usarla en todo momento junto
con una postura equilibrada y prudente para lograr tomar las mejores decisiones
en una sociedad llena de opiniones diferentes.
Bibliografía
Buss, H. (2011). Roots of Wisdom: A Tapestry of Philosophical Traditions. Chapter 5: Knowledge
Sources (pp. 245-248). Boston: Wadsworth.
Moss, J. (mayo 2011). “Virtue Makes the Goal
Right”: Virtue and Phronesis
in Aristotle’s
Ethics. Phronesis, 56, 204-261.
Rachels, J. (2007). Introducción a la filosofía moral. II.
El desafío del relativismo cultural (pp. 37-
61). México: FCE.
Thiroux y Krasemann (2009). Ethics:
Theory and Practice (10a Ed.) (pp. 14-15). USA: Pearson.
VI. Moral Conflicts, Subjectivity, and
Development. (2005). Monographs of the Society for
Research in Child
Development, 70, 81. Recuperado de
http://0-web.ebscohost.com.millenium.itesm.mx/ehost/detail?sid=6d71dbb2-4ae5-4c7b-9570-5cbf64aa9127%40sessionmgr115&vid=4&hid=128&bdata=JnNpdGU9ZWhvc3QtbGl2ZQ%3d%3d#db=aph&AN=19248893
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