Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de
Monterrey
Alejandra López Ureña
A01225808
“Ni criminales, ni ilegales, ni
indocumentados, los migrantes: son seres humanos”
La deshumanización de los mexicanos
ha logrado penetrar la brecha que separa al migrante de la sociedad, del
gobierno y la justicia para convertirlos en invisibles hasta abusar de sus
derechos humanos, sus necesidades y su dignidad. Existe en la actualidad un
conflicto ético que se deriva de la falta de respeto que se le tiene a los
migrantes centroamericanos que atraviesan por nuestro país. A continuación se
planteara cómo es que la sociedad mexicana no muestra respeto alguno por los
migrantes por el simple hecho de verlos como intrusos en un país ajeno en lugar
de ser la voz que los migrantes necesitan.
La migración es un fenómeno social en el que las personas “salen
con la pobreza a cuestas, sin un futuro claro, con un pasado de penurias que
carga una vulnerabilidad acumulada a través de años de miseria, de exclusión
social, de marginación económica, y de una oscuridad familiar que nubla su
mirada” (González, 2011, p. 27). Ni el INEGI, ni el gobierno de la República,
ni la sociedad “cegada” son capaces de hablar con tanta claridad de un fenómeno
real que sucede hoy en día en México. Nuestro país es una frontera para los
migrantes centroamericanos, se le considera de esta manera porque la Republica
Mexicana es un largo muro que cobra un precio altísimo por cruzarlo y despoja a
los seres humanos de su dignidad convirtiéndolos en excluidos sociales.
El verdadero motor de la migración es el de la búsqueda por una
mejor calidad de vida, los migrantes “viajan” para brindarle alimento y
felicidad a sus familias o para lograr su propia superación personal, un
derecho fundamental en la vida, el cual es ignorado por los mexicanos cuando se
les critica al verlos trepados en el tren. La sociedad prejuiciosa se encarga
de privatizar. Con esto me refiero a la falta de cultura que tiene el mexicano
al no saber que los migrantes no transitan en nuestro país por gusto, sino por
una necesidad.
Aunado a esto, el sistema legal mexicano no respeta el contrato
social, ya que al considerar al migrante inferior estamos propiciando un estado
de naturaleza, un ambiente de desconfianza y egoísmo, Hobbes nos indica que
para acabar con el estado de naturaleza, “debe haber garantías para que las
personas no se dañen entre sí, y debe existir la confianza para respetar
acuerdos” (Rachels, 2007, p. 229). En México no se respetan las aportaciones de
Hobbes en el contrato social porque “los migrantes no tienen garantías para
presentar denuncias, sus agresores saben que quedaran impunes y la ley hace eco
de la discriminación” (Farah, 2012, p.85). Es evidente que no existe una
cooperación por parte del gobierno mexicano para brindar justicia cuando los
migrantes son agredidos, es por esto que los agresores violan el contrato
social libremente.
La teoría hedonista que con el, influyo la modernidad adoptó una
postura utilitarista, la cual “considera que los seres humanos estamos dotados
de sentimientos sociales, cuya satisfacción es la fuente de placer” (Cortina,
1996). El utilitarismo busca el mayor bienestar para todos, Bentham argumentaba
sobre un “principio de utilidad” el cual señalaba que “la moral es simplemente
el intento de producir felicidad en este mundo como sea posible” (Rachels,
2007, p.151). El enfoque utilitarista se relaciona en muchos aspectos con los
deseos que tiene el migrante cuando cruza la frontera mexicana. Los migrantes
que luchan para mandar dinero a sus familias y con ello asegurarles una mejor
calidad de vida son los que se rigen por esta teoría ética, sin embargo ven mermada
su meta al enfrentarse en conflictos sociales que les impiden brindar
felicidad, como el despotismo por parte de las clases sociales, el trabajo mal
remunerado por ser indocumentado y el abuso a sus necesidades.
En este contexto se
necesita apreciar el vía crucis que vive un migrante y enfrentar la ceguera
social que existe en México cuando vemos y juzgamos a un migrante. El trato de
los migrantes es cruel, indiferente y se va alimentando de la ignorancia de la
sociedad.
Los migrantes son la ganancia sin costo y la burla sin
consecuencia ya que son usados como medios para un descabellado fin que culmina
en un incremento de la corrupción. Kant argumentaba que todos los seres humanos
tienen “un valor intrínseco, esto, es, dignidad, que los hace valiosos sobre
cualquier precio” (Rachels, 2007, p. 209). Pero la trata de personas que
padecen los migrantes es una realidad que atropella sus derechos humanos.
La trata de personas y las desapariciones de migrantes ha
incrementado en el último sexenio. La trata de migrantes es un bien establecido y los estados del sureste
mexicano son los cómplices de esta situación, existen casas de explotación para
el migrante centroamericano y son atrapados en una economía criminal (González,
2011, p. 69). Pero la travesía no termina allí, algunas mujeres son raptadas
para ser trasladadas a prostíbulos o para la trata de blancas. Por lo tanto la
teoría kantiana dicta que los seres humanos nunca deben ser usados como medios
para un fin. Esta corriente ética es pasada por alto por los miembros del
gobierno mexicano y la sociedad que no denuncia y se convierte en cómplice,
claro es que los migrantes son un medio para alimentar una ambición y por medio
del abuso generar dinero ilícito.
El costo humano y moral de un migrante se tiene que pagar con la
vida misma. Si justificamos que los “seres humanos somos malos por naturaleza”
como lo estipulaba Maquiavelo en su libro, el príncipe; el mexicano se ha hecho
inhumano y sigue bien este dictamen, el mexicano en la actualidad es más
insensible al sufrimiento ajeno de los migrantes centroamericanos sin
reflexionar que es el mismo sueño que comparten los migrantes mexicanos, de los
cuales se convierten vulnerables en EUA. Es aberrante que la sociedad sepa que
ocurren matanzas de migrantes y que crean que son justificadas. La sociedad se
niega a ver que es lo que ocurre en realidad con el país, existe una enorme deshumanización
y esto tiene como consecuencias las violaciones de categorías analíticas éticas
como la justicia, la dignidad y los derechos humanos. Como ejemplo esta la
matanza de 72 migrantes asesinados el 23 de agosto de 2010 en Huizache,
Tamaulipas, en donde Martínez ( 2011) relata:
“Quería volver al Norte para seguir trabajando
por ti y por tu abuela… no llores, mi amor, ahora estoy más cerca de ti. Cierra
los ojos, tu madre te abraza. Ya no me voy, mi niño. Ya nada te dé miedo. En
homenaje a Karen Yanneth Escobar Luna, víctima de la violencia en México. Karen
tenía 28 años el día en que murió con el sueño de construirle una casa a su
hijo, la abuela no le permitió llevarse al niño con ella” (p. 68).
El libro de 72 migrantes narra las historias de los migrantes
masacrados en Tamaulipas. Fueron 72 ese día, fueron solo 72 compañeros de
tragedias del permanente abuso de migrantes que ignoró un gobierno sordo, al
que le siguen amontonando los muertos y que sigue sin hacer caso ya que la
sociedad mexicana ignora que el migrar no es un acto criminal sino un acto de
supervivencia. Las teorías éticas que abarcan el tema de la desvalorización de
los migrantes centroamericanos y como la apatía de los mexicanos los han
estancado van desde el utilitarismo, el contrato social y las teorías de Kant
porque debemos de reaccionar como sociedad para hacer uso de la participación
ciudadana y abogar por un sector vulnerable y desprotegido de la sociedad, los
migrantes necesitan una voz, necesitan respeto y merecen justicia.
Referencias
Guillermoprieto, A. (2010). 72 migrantes . México, D.F.: Almadía
.
González, E. (2011). Con todo y
triques: crónicas de migración. Guadalajara, Jalisco: UTEG .
González, E. (2011). Frontera
Vertical . México, D.F.: UTEG.
Rachels, J. (2007). Introducción
a la filosofía moral. México, D.F. : Fondo de cultura económica .
Farah, M . Cuando la vida está
en otra parte . México, D.F.: Miguel Ángel Porrúa.
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