viernes, 10 de mayo de 2013

“Ni criminales, ni ilegales, ni indocumentados, los migrantes: son seres humanos”


Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey

Alejandra López Ureña
A01225808 

 “Ni criminales, ni ilegales, ni indocumentados, los migrantes: son seres humanos”


La deshumanización de los mexicanos ha logrado penetrar la brecha que separa al migrante de la sociedad, del gobierno y la justicia para convertirlos en invisibles hasta abusar de sus derechos humanos, sus necesidades y su dignidad. Existe en la actualidad un conflicto ético que se deriva de la falta de respeto que se le tiene a los migrantes centroamericanos que atraviesan por nuestro país. A continuación se planteara cómo es que la sociedad mexicana no muestra respeto alguno por los migrantes por el simple hecho de verlos como intrusos en un país ajeno en lugar de ser la voz que los migrantes necesitan.
La migración es un fenómeno social en el que las personas “salen con la pobreza a cuestas, sin un futuro claro, con un pasado de penurias que carga una vulnerabilidad acumulada a través de años de miseria, de exclusión social, de marginación económica, y de una oscuridad familiar que nubla su mirada” (González, 2011, p. 27). Ni el INEGI, ni el gobierno de la República, ni la sociedad “cegada” son capaces de hablar con tanta claridad de un fenómeno real que sucede hoy en día en México. Nuestro país es una frontera para los migrantes centroamericanos, se le considera de esta manera porque la Republica Mexicana es un largo muro que cobra un precio altísimo por cruzarlo y despoja a los seres humanos de su dignidad convirtiéndolos en excluidos sociales.

El verdadero motor de la migración es el de la búsqueda por una mejor calidad de vida, los migrantes “viajan” para brindarle alimento y felicidad a sus familias o para lograr su propia superación personal, un derecho fundamental en la vida, el cual es ignorado por los mexicanos cuando se les critica al verlos trepados en el tren. La sociedad prejuiciosa se encarga de privatizar. Con esto me refiero a la falta de cultura que tiene el mexicano al no saber que los migrantes no transitan en nuestro país por gusto, sino por una necesidad. 
Aunado a esto, el sistema legal mexicano no respeta el contrato social, ya que al considerar al migrante inferior estamos propiciando un estado de naturaleza, un ambiente de desconfianza y egoísmo, Hobbes nos indica que para acabar con el estado de naturaleza, “debe haber garantías para que las personas no se dañen entre sí, y debe existir la confianza para respetar acuerdos” (Rachels, 2007, p. 229). En México no se respetan las aportaciones de Hobbes en el contrato social porque “los migrantes no tienen garantías para presentar denuncias, sus agresores saben que quedaran impunes y la ley hace eco de la discriminación” (Farah, 2012, p.85). Es evidente que no existe una cooperación por parte del gobierno mexicano para brindar justicia cuando los migrantes son agredidos, es por esto que los agresores violan el contrato social libremente.

La teoría hedonista que con el, influyo la modernidad adoptó una postura utilitarista, la cual “considera que los seres humanos estamos dotados de sentimientos sociales, cuya satisfacción es la fuente de placer” (Cortina, 1996). El utilitarismo busca el mayor bienestar para todos, Bentham argumentaba sobre un “principio de utilidad” el cual señalaba que “la moral es simplemente el intento de producir felicidad en este mundo como sea posible” (Rachels, 2007, p.151). El enfoque utilitarista se relaciona en muchos aspectos con los deseos que tiene el migrante cuando cruza la frontera mexicana. Los migrantes que luchan para mandar dinero a sus familias y con ello asegurarles una mejor calidad de vida son los que se rigen por esta teoría ética, sin embargo ven mermada su meta al enfrentarse en conflictos sociales que les impiden brindar felicidad, como el despotismo por parte de las clases sociales, el trabajo mal remunerado por ser indocumentado y el abuso a sus necesidades.
 En este contexto se necesita apreciar el vía crucis que vive un migrante y enfrentar la ceguera social que existe en México cuando vemos y juzgamos a un migrante. El trato de los migrantes es cruel, indiferente y se va alimentando de la ignorancia de la sociedad.

Los migrantes son la ganancia sin costo y la burla sin consecuencia ya que son usados como medios para un descabellado fin que culmina en un incremento de la corrupción. Kant argumentaba que todos los seres humanos tienen “un valor intrínseco, esto, es, dignidad, que los hace valiosos sobre cualquier precio” (Rachels, 2007, p. 209). Pero la trata de personas que padecen los migrantes es una realidad que atropella sus derechos humanos.
La trata de personas y las desapariciones de migrantes ha incrementado en el último sexenio. La trata de migrantes es un  bien establecido y los estados del sureste mexicano son los cómplices de esta situación, existen casas de explotación para el migrante centroamericano y son atrapados en una economía criminal (González, 2011, p. 69). Pero la travesía no termina allí, algunas mujeres son raptadas para ser trasladadas a prostíbulos o para la trata de blancas. Por lo tanto la teoría kantiana dicta que los seres humanos nunca deben ser usados como medios para un fin. Esta corriente ética es pasada por alto por los miembros del gobierno mexicano y la sociedad que no denuncia y se convierte en cómplice, claro es que los migrantes son un medio para alimentar una ambición y por medio del abuso generar dinero ilícito.

El costo humano y moral de un migrante se tiene que pagar con la vida misma. Si justificamos que los “seres humanos somos malos por naturaleza” como lo estipulaba Maquiavelo en su libro, el príncipe; el mexicano se ha hecho inhumano y sigue bien este dictamen, el mexicano en la actualidad es más insensible al sufrimiento ajeno de los migrantes centroamericanos sin reflexionar que es el mismo sueño que comparten los migrantes mexicanos, de los cuales se convierten vulnerables en EUA. Es aberrante que la sociedad sepa que ocurren matanzas de migrantes y que crean que son justificadas. La sociedad se niega a ver que es lo que ocurre en realidad con el país, existe una enorme deshumanización y esto tiene como consecuencias las violaciones de categorías analíticas éticas como la justicia, la dignidad y los derechos humanos. Como ejemplo esta la matanza de 72 migrantes asesinados el 23 de agosto de 2010 en Huizache, Tamaulipas, en donde Martínez ( 2011) relata:
“Quería volver al Norte para seguir trabajando por ti y por tu abuela… no llores, mi amor, ahora estoy más cerca de ti. Cierra los ojos, tu madre te abraza. Ya no me voy, mi niño. Ya nada te dé miedo. En homenaje a Karen Yanneth Escobar Luna, víctima de la violencia en México. Karen tenía 28 años el día en que murió con el sueño de construirle una casa a su hijo, la abuela no le permitió llevarse al niño con ella” (p. 68).
El libro de 72 migrantes narra las historias de los migrantes masacrados en Tamaulipas. Fueron 72 ese día, fueron solo 72 compañeros de tragedias del permanente abuso de migrantes que ignoró un gobierno sordo, al que le siguen amontonando los muertos y que sigue sin hacer caso ya que la sociedad mexicana ignora que el migrar no es un acto criminal sino un acto de supervivencia. Las teorías éticas que abarcan el tema de la desvalorización de los migrantes centroamericanos y como la apatía de los mexicanos los han estancado van desde el utilitarismo, el contrato social y las teorías de Kant porque debemos de reaccionar como sociedad para hacer uso de la participación ciudadana y abogar por un sector vulnerable y desprotegido de la sociedad, los migrantes necesitan una voz, necesitan respeto y  merecen justicia.












Referencias


 

Guillermoprieto, A. (2010). 72 migrantes . México, D.F.: Almadía .

González, E. (2011). Con todo y triques: crónicas de migración. Guadalajara, Jalisco: UTEG .

González, E. (2011). Frontera Vertical . México, D.F.: UTEG.

Rachels, J. (2007). Introducción a la filosofía moral. México, D.F. : Fondo de cultura económica .

Farah, M . Cuando la vida está en otra parte . México, D.F.: Miguel Ángel Porrúa.





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