Comúnmente escuchamos que la falta de educación es el principal problema en
México; que si todo el país tuviera acceso a la educación, habría una mejor
calidad de vida. La educación da herramientas para el progreso, y si un país
logra educar a una gran parte de su población, las oportunidades de crecimiento
llegan de todos lados. Pero, ¿estamos dándole más importancia a la cantidad que
a la calidad?, ¿es suficiente la educación que recibimos desde niños? Con el
sistema educativo actual, se intenta cubrir los estudios de la gran población
de México, y ni los recursos ni el esfuerzo son suficientes. Los funcionarios
del gobierno son muy pocos como para lograr los cambios que necesitan millones
de personas, es por esto que una buena participación ciudadana es tan
importante para el progreso de una sociedad, y para tener una buena ciudadanía,
se necesita una buena educación. La
disposición por participar en la resolución de problemas sociales es muy poca,
y sin la ayuda de las personas gobernadas, es difícil salir de este círculo.
Espacio creado con la finalidad de publicar las reflexiones y acciones ciudadanas extramuros realizados por el alumnado en la clase: Ética, Persona y Sociedad. Cada alumn@ subirá artículos mensuales y el reporte -con video y fotografías- de las acciones ciudadanas realizadas desde el primer día de inicio de periodo, hasta el día del examen parcial o semestral. Fecha límite para subir post: día y hora del examen correspondiente. Dra. Alicia Ocampo Jiménez (www.generalaequidad.blogspot.com)
jueves, 9 de mayo de 2013
Educación y ciudadanía
Educación y ciudadanía
En
el artículo de Humberto Cubides (1998), El
problema de la ciudadanía: una aproximación desde el campo de la
comunicación-educación, se describe la ciudadanía desde el punto de vista
de tres teorías: liberalismo, comunitarismo y neorrepublicanismo. El
liberalismo tiene una concepción individualista de la ciudadanía, y promueve la
igualdad al darles a todos un mismo estatus moral. También acepta el
cuestionamiento formal de las autoridades y el hecho de involucrarse en la toma
de decisiones; todo esto como parte de las virtudes ciudadanas. Según Cubides,
algunos autores liberales opinan que las virtudes ciudadanas se obtienen de la
educación, y para obtener buenos resultados, “las escuelas deben enseñar cómo
incorporar el razonamiento crítico y la perspectiva moral que definen la razón
pública” (Cubides, 1998, 42). Aprender a aplicar el razonamiento crítico desde
una edad temprana, ayudaría a muchos niños a descubrir virtudes en los demás y
en ellos mismos, y al aplicarlas en sus vidas, contribuirían a una ciudadanía
activa, que busque progreso social por motivación propia. El comunitarismo
comparte la idea de las virtudes ciudadanas, pero con un enfoque de compromiso
con la sociedad, y sin el individualismo
característico del liberalismo; las
virtudes, deberes y valores, nacen de la vida en comunidad. Para el
neorrepublicanismo, un individuo debe buscar cumplir con deberes, y no hacerlo
por cumplir con un estatus moral, sino por reconocimiento y compromiso. “La educación familiar es el punto de partida
para la formación del buen ciudadano. En este sentido, la cultura ciudadana se
concibe como una gran movilización de mutua ayuda pedagógica para vivir según
nuestra conciencia, para reconstruir una convergencia de valores y acción”
(Calle, 2007, 352). La educación, tanto en el hogar como en la escuela, es muy
importante para tener una ciudadanía activa, ¿cómo podría una sociedad brindar
progreso a su país por medio de contribuciones valiosas sin haber tenido una
formación que enfatice los valores necesarios para desarrollar aptitudes
interpersonales? Para tener una ciudadanía eficiente, debe haber objetivos en
común, así como una motivación por cumplirlos, de lo contrario, cada sector
buscará los medios para cumplir sus metas, sin importar las de otros.
La
teoría de un Contrato Social, introducida por Thomas Hobbes en el siglo XVII,
nos ayuda a entender la interdependencia que hay entre la sociedad y el estado:
si no hubiera un acuerdo garantizado por un poder mayor, sería imposible lograr
una buena convivencia (Rachels, 2007, 225). Si vemos a nuestra sociedad desde
el punto de vista de esta teoría, encontramos que hay muchas cosas que no se
están cumpliendo (seguridad, justicia, calidad de vida, etc.), y como
consecuencia, se pierde tanto el potencial de la sociedad, como la confianza
que ésta tiene en su gobierno. En una buena cultura ciudadana, se debe tener
respeto por la ley, pero tomándolo como un acuerdo; en caso de que este acuerdo
no se respete, es necesario buscar soluciones que garanticen un mejor
funcionamiento del estado y que no pongan en peligro los intereses de la
población. Sin embargo, es muy común, sobre todo en los jóvenes, ver una
postura indiferente en cuanto a la participación, ya que al ver la falta de cumplimiento
del estado, se pierde el respeto y la confianza en los gobernantes, y la motivación por mejorar se vuelve
individual. Una buena educación ayuda a crear una disposición a pensar en
soluciones para problemas sociales, y como consecuencia, ciudadanos que buscan
el progreso colectivo y evitan daños a los bienes públicos. Entonces, la indiferencia
que muestra la sociedad es, en parte, una consecuencia de la ineficiencia del
gobierno, pero con un sistema educativo que logre hacer del altruismo, la empatía,
y el pensamiento crítico algo cotidiano, la consecuencia de ver una sociedad
con tantas carencias sería buscar soluciones, en lugar de voltear a otro lado.
Independientemente
de la profesión u oficio al que se dedique un ciudadano, la estimulación del
pensamiento crítico en estudiantes crea una convicción por resolver problemas
sociales, ya que al combinarse con un ambiente de compromiso con los demás, los
futuros trabajadores tienen las herramientas necesarias para que cuando se
desarrollen en actividades laborales lo hagan con una motivación moral,
pudiendo analizar situaciones y resolverlas de la mejor forma. Analizando la obra
de Kant, Crítica de la Razón Práctica,
Guillermo Hoyos Vásquez (1995) explica en su artículo Ciencia, educación y desarrollo: un nuevo ethos cultural, cómo se
puede relacionar la ciencia con la ética al tener la filosofía como una parte
importante de la educación.
La
filosofía relaciona la ciencia y la ética al mostrar cómo la naturaleza y sus
leyes son idóneas para los fines del hombre […]. En esto se apoya el optimismo
de la modernidad con respecto al aporte del conocimiento para el desarrollo de
la sociedad y a la vez de la persona: gracias a él se consolida la capacidad
científico-técnica para resolver los problemas relacionados con la naturaleza y
con el mundo de la experiencia, y a la vez se toma conciencia de la competencia
discursiva, crítica y moral para organizar la sociedad, emanciparse y
desarrollarse cultural y políticamente en la historia. (p. 5).
Es
muy cierto que mientras más personas reciban educación, mejor le va al país,
pero algo que es igual de importante es que la educación debe enriquecer a una
persona con conocimiento y habilidades. Se intenta dar educación al mayor
número de personas, pero esto hace que el sistema educativo funcione como una
producción en masa, y no se le da a la formación humana el peso que merece. Llevándolo
a la práctica, es importante entender que incluir materias con nombres como
"formación humana" o "ciudadanía" en los planes de estudio,
es sólo una parte de la solución, lo más importante es inculcar estas ideas y
valores desde la vida diaria de una persona, y esto es posible por medio de una
educación más humana y menos sistemática. Es muy difícil encontrar los medios
para dar una educación como ésta al mayor número de personas que se pueda, pero
si por lo menos se le da a una parte de la población, ese pequeño número de
estudiantes tendrá los medios y la motivación para lograr que cada vez más
personas tengan acceso a este tipo de educación, y poco a poco crear una mejor
ciudadanía. Se necesita un cambio en nuestra forma de pensar, que implique una
visión a largo plazo para planear soluciones y modificar el sistema con el que
estamos creando ciudadanos. El poder no debe ser exclusivo del estado, el poder
se debe compartir con una población preparada para tomar decisiones y acciones
que busquen el bien común y apoyen al funcionamiento correcto del estado, lo
cual es necesario para una buena convivencia.
Fuentes:
Calle Márquez, María
Graciela. (2007). Formación en valores:
una alternativa para construir ciudadanía. Colombia: Tabula Rasa,
339-356.
Cubides C., Humberto J.
(1998). El problema de la ciudadanía: una
aproximación desde el campo de la comunicación-educación. Colombia: Nómadas, 40-48.
Hoyos Vásquez, Guillermo.
(1995). Ciencia, educacion y desarrollo:
un nuevo ethos cultural. Colombia: Nómadas
Ocampo-Banda, Luis E..
(2008). Ciudadanias invisibles, estado
ausente. México: Ra Ximhai, 105-128.
Rachels, J. (2007). Introducción a la filosofía moral.
México: FCE.
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