Por Carlos Alberto Aguilar Cáceres
@KrlozAguilar
Abstract:
El
presente ensayo pretende analizar el dilema ético de financiar Organizaciones
de la Sociedad Civil a partir de fondos de empresas multinacionales para
intentar superar la pobreza multidimensional, siendo que las mismas empresas
fomentan la desigualdad. Se realiza un breve análisis sobre el papel del Estado,
la Sociedad Civil y la ciudadanía participativa desde un punto de vista
(principalmente) de las teorías del utilitarismo y de Kant, reflexionando sobre
la complejidad del fenómeno y las dinámicas que permiten que exista el
problema.
En
México las oportunidades de desarrollo no son las mismas para todos, de acuerdo
a la OECD es el segundo país –de sus miembros- con el nivel más elevado
desigualdad (OECD, 2011: pág. 1). Constantemente se habla de las millones de
personas que viven en pobreza y los gobernantes constantemente hablan sobre la
erradicación de la misma, sin embargo, el fenómeno es multidimensional y
existen prácticas en la sociedad que fomentan la exclusión y la omisión del
problema, perpetuando y complicando aún más las soluciones que podrían
funcionar para que todos los habitantes tengan un desarrollo integral que
respete su dignidad. El hecho de que existan personas que mueran por enfermedades
fácilmente prevenibles o por hambre, y que parte de la razón sean las prácticas
sociales que tenemos es realmente alarmante. Si bien el problema es complejo y
deben de realizarse acciones que posiblemente sobrepasan las acciones del
Estado y sus gobernantes, existen alternativas que pueden ayudar a fomentar
acciones que desemboquen en la solución de esta situación: Una de ellas es la
Sociedad Civil organizada que es crítica y propositiva, de la cual se habla a
continuación.
Organizaciones
de la Sociedad Civil: La lucha de su causa y su financiamiento
De
acuerdo al Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo
Social la pobreza es multidimensional por lo que además de medir el ingreso
corriente per cápita, toma en cuenta las siguientes carencias sociales: rezago
educativo; acceso a servicios de salud; acceso a seguridad social; calidad y
espacios de la vivienda; acceso a servicios básicos en la vivienda; acceso a la
alimentación; y grado de cohesión social (CONVEAL, 2010: 6). Siendo que a 2010
en México se contabilizaban aproximadamente 52 millones de personas viviendo en
situación de pobreza multidimensional –que tienen dos carencias sociales- de
los cuales, 11.7 millones de personas vivían en pobreza multidimensional
extrema –es decir, que tienen más de dos carencias sociales. (CONEVAL, 2010)
Como
respuesta a las injusticias sociales –por ejemplo, la pobreza- surgen las Organizaciones
de la Sociedad Civil que luchan comúnmente para resolver la situación de las personas que viven en vulnerabilidad a fin
de lograr equidad y justicia social; sin embargo para lograr subsistir y
desarrollar actividades de impacto, muchas veces se necesitan recursos y cuando
la necesidad de éstos es elevada se recurre a empresas privadas que pueden ser
partícipes de los factores que propician la desigualdad y los daños sociales.
Por lo tanto se plantea: ¿Es ético recibir fondos de empresas multinacionales
para intentar superar la pobreza multidimensional, siendo que las mismas
fomentan la desigualdad?
Buscar la mayor felicidad para la mayor
cantidad de seres sintientes.
Según
el utilitarismo, la vía de la ética debe ser buscar la mayor felicidad para el
mayor número de personas (Rachels, 2011: pág. 152), por lo que desde esta
perspectiva el utilizar fondos de multinacionales para tratar de superar un
problema que ellas mismas fomentan (como el de pobreza multidimensional) parece
ser contraproducente: Sí, se está utilizando dinero de aquellos que tienen acceso
a él para solucionar un problema social, sin embargo, las prácticas económicas
de competitividad de las grandes empresas pueden llegar a pasar por encima de
los Derechos Humanos, explotando a personas (haciéndolas trabajar en exceso por
pagos mínimos) y provocando que su competencia salga del mercado, causando así
una mayor desigualdad social.
De
acuerdo con Daniel Ferullo, predomina en el mundo la visión de la economía
dónde se piensa –como lo planteaba John Smith– que el hecho de que cada
individuo se preocupe por sus propios intereses económicos permitirá un
equilibrio en el mercado y no será necesario tomar en cuenta las consecuencias
que puedan desenvolverse de las decisiones tomadas por el homo economicus. Dado este individualismo se excluye la posibilidad
de que existan en el lenguaje económico los “términos como interés público o bienestar
general [...]” (Ferullo, 2000:
pág. 130). Además, por la dinámica que predomina en el sistema capitalista
Ferullo describe una “Creatividad destructiva”, dónde los entes económicos
utilizan la tecnología (el acomodo de recursos para hacer más eficiente su
producción) para conseguir ser el negocio o empresa con características tan
inigualables que la competencia termine en quiebra, provocando así mayor desempleo
y a futuro, mayor pobreza.
Las
prácticas individualistas dificultan la existencia de un contrato social a
nivel socioeconómico, es decir que en
vez de buscar el mayor beneficio para todos a costa de un pequeño sacrificio se
busca ser el mayor beneficiado sin importar que se afecte a los demás. Lo cual
además es imposible actualmente puesto que no existe un ente regulador con la
autoridad suficiente para definir qué prácticas son justas y cuáles no dentro
del mundo económico global: no hay un organismo internacional que tenga la
capacidad de ejercer poder para evitar prácticas injustas (Singer, 2004: pág. 7);
no existe propiamente un Leviatán –es decir, el Estado entendido como una
figura encargada de ejercer el poder a fin de que la distribución de prácticas
económicas y sociales sean justas- sino que más bien los tratos y acuerdos
sobre la manera en la que se procederá a explotar y distribuir los escasos
recursos del planeta suceden en lo privado, desde los convenios informales
entre empresarios de países desarrollados y después son impuestos en lo formal
a través de la World Trade Organization (Singer, 2004: pág. 73).
De
esta manera, el poder que le correspondería al –inexistente– ente regulador
internacional, cae en manos de unos pocos empresarios que tienen influencia en
las decisiones de la WTO, obstruyendo así las premisas nacidas en la posmodernidad
respecto a la sostenibilidad del mercado (como la producción y el consumo
responsable: el fomento de prácticas que resguarden la dignidad y los Derechos
Humanos, etc.) mediante actitudes individualistas, puesto que los empresarios
que negocian en lo privado (proyectando sus beneficios particulares en los
tratos internacionales a través de la WTO) toman en cuenta únicamente sus
intereses y no los de la humanidad entera (Singer, 2004: pág. 76) calculada en
alrededor de 6.1 billones, con cerca de 1.200 millones viviendo en pobreza
absoluta (Dehesa, 2003: pág . 121).
Las
empresas que tienen dicha influencia suelen tener presencia comercial en más de
un país, clasificándose de esta manera como multinacionales. Estas empresas no
únicamente utilizan los recursos de países en desarrollo para conseguir
producción barata o subcontratar personal sin darles prestaciones dignas;
además de ello acaban con la economía local debido a que las pequeñas y
medianas empresas no logran competir con los precios bajos que establecen las
grandes empresas. En consecuencia, las personas que intentan emprender un
negocio son opacados por la feroz competencia y se ven forzados a optar por
trabajos dónde se les paga muy poco o incluso se les orilla al desempleo. Un
ejemplo de esto es la dinámica de la producción de alimentos, dónde los
pequeños agricultores se ven desplazados por la agricultura intensiva de
grandes empresas (OEI, 2013). Cabe destacar que
“no se ha llegado a una conclusión definitiva con respecto a si
realmente hay un quid pro quo entre la sostenibilidad financiera y la atención
a los sectores más pobres de la población [...] hay una correlación positiva
entre sostenibilidad financiera y la atención a una gran cantidad de pobres.”
(Gulli, 1999: pág. 28) pero esto sucede principalmente a nivel microeconómico;
las grandes empresas por su naturaleza
se inclinan hacia un desequilibrio donde eliminan a su competencia y reducen la
cantidad de trabajos disponibles (Ferullo, 2004: pág. 97). Por lo tanto estar
aliado con multinacionales que propician una dinámica de desigualdad no parece
ser un camino viable para superar problemas como la pobreza.
La ciudadanía expresada a través de las
Organizaciones de la Sociedad Civil.
Es
necesaria una redistribución del ingreso, y el Estado ya no es un órgano que
tenga el alcance para regular la dinámica comercial: los gobernantes parecen
estar más al pendiente de los intereses económicos y se han ido desplazando de
tal manera que utilizan a la sociedad civil como un medio para vincularse con
distintos sectores e intereses de la población a manera de satisfacer los
intereses de la oligarquía y no las necesidades de los ciudadanos (Ferullo,
2000: pág. 94), un ejemplo de ello es expuesto en un pequeño análisis realizado
por James Petras dónde destaca que algunas “(...)ONG se convirtieron en el
“rostro comunitario” del neoliberalismo y se relacionaron íntimamente con los
de arriba (gobernantes y empresarios)
y complementaron su labor destructiva.” (Petras, 2000: pág. 1, paréntesis
añadidos); todo esto en algunos países de América Latina y en México cuándo
Vicente Fox tomó la presidencia.
Un
acercamiento kantiano al problema nos diría que es nuestra obligación obrar sin
tomar en cuenta las consecuencias de las acciones que no involucran a las
personas como fines (Rachels, 2011: pág. 210) , por lo tanto muy probablemente
aprobaría el financiamiento de Organizaciones de la Sociedad Civil,
argumentando que: dar recursos a personas en vulnerabilidad es un hecho
deseable y necesario, puesto que se trata a las personas viviendo en estas
condiciones como un fin al proteger su dignidad y no se les considera un medio
por las consecuencias negativas que el acto de beneficiarlas pueda representar
para el resto de la sociedad.
Contrario
a ello el utilitarismo se enfocaría en tratar de conseguir la mayor felicidad
para el mayor número de personas (Rachels, 2011: pág. 152), por lo que de
manera cuantificable se opondría a que las OSC’s reciban donativos de
multinacionales que fomenten la desigualdad por el hecho de que: incluso cuándo
un donativo no es un ingreso directo para las empresas, el donativo representa un
deducible de impuestos que ayuda a las mismas a disminuir gastos en unas áreas
y a ser capaces de invertir en otras que impulsan la creatividad destructiva.
A
este dilema habría que plantearnos: ¿Qué sucede cuándo las OSC no logran
financiarse por otro método y por lo tanto no pueden concretar sus acciones?
Siendo que pueden existir otros medios para lograr el financiamiento de las
sociedad civiles, como el donativo personal de cada asalariado con excedentes
que le permiten darse lujos, la realidad es que muy poca gente toma interés por
dar parte de sus ingresos para asegurar el bienestar del resto de la población:
se prefiere tener alegría a partir de bienes materiales que evitar la muerte de
millones de niños, por ejemplo (Singer, 2004: pág. 151). Si las OSC’s dejan de
realizar labores por insuficiencia de fondos, las prácticas socioeconómicas de
las empresas no cesarán de fomentar la desigualdad y encima de ello no habrá
quién haga esfuerzos por invertir las cifras de personas viviendo en
vulnerabilidad.
El voluntariado.
El
conocer de primera mano una realidad distinta a la propia, puede causar
replantear el estilo de vida que se está llevando y considerar nuevos factores
al momento de tomar decisiones cotidianas, ya que se toma conciencia del
alcance que pueden tener las consecuencias de nuestras acciones. “Cientos de
millones de personas han tenido sus vidas tocadas, si no es que transformadas, por el acceso a
escuelas, agua limpia, sanitación, energía eléctrica, clínicas de salud,
caminos e irrigación –todas a partir de donaciones extranjeras.” (Singer, 2004:
pág. 190), puedo decir por experiencia propia que el ser partícipe de las
actividades que logran llevar esta ayuda a las personas que lo necesitan
también es un evento que transforma vidas.
Para
lograr una distribución adecuada de los ingresos, lo primero que se necesita
saber es cómo está repartida la rentabilidad en el mundo, lo cual de acuerdo a
Dehesa es imposible al momento; pero como lo remarca Ferullo las OSC’s son un
medio fiable para tener acercamiento con los sectores que no están siendo
tomados en cuenta y reconsiderar la dinámica socioeconómica necesaria para
reguardar la integridad de las personas.
Por
lo tanto, una propuesta donde el resultado no únicamente es un incremento mayor
de personas en desigualdad a personas que superan la situación, sino dónde al
mismo tiempo se genere conciencia entre las personas (que son pudientes
socioeconómicamente) sobre la disparidad socioeconómica que existe, es una
promesa más atractiva desde un punto de vista utilitarista porque genera la
posibilidad de que el cambio social para traer felicidad a un mayor número de
personas exista desde aquellos sectores que pueden impulsar de manera
exponencial el cambio necesario para que ello suceda; de esta manera
utilitarismo y la corriente kantiana se aproximan a un acuerdo sobre la
respuesta que se puede dar al dilema ético.
Conclusiones
Se
puede concluir que en primera instancia no es ético que una OSC se financie a
través de donativos de empresas que tienen prácticas no éticas, sin embargo el
fenómeno es más complicado que esto: conozco personalmente OSC’s que logran su
financiamiento de esta manera debido a la falta de posicionamiento que tienen
en determinadas regiones, es decir, que no son apoyadas con donaciones
mensuales de personas físicas (como sí es el caso con Green Peace o Amnistía
Internacional) que logren sustentar sus operaciones, pero a pesar de ello,
trabajan con sectores de la población que rara vez son tomados en cuenta –o por
lo menos no son tomados en cuenta de manera sustentable, si no asistencialista (proponiendo
una solución universal a los problemas y que no implica un desarrollo ni
compromisos por parte de los asistidos) con programas como Oportunidades- debido a las implicaciones legales que ello puede
significar. Las activaciones sociales de estas OSC’s permiten a voluntarios
conocer personalmente la realidad que afecta a millones de personas en el país
(aquellas que viven en condiciones de pobreza extrema multidimensional dentro
de terrenos que no tienen certeza legal, por ejemplo) y de esta manera logran
tener información fidedigna para realizar una denuncia de impacto. Además, el
excluir a un sector pudiente de la sociedad es replicar la práctica de
exclusión social que se le practica a las personas que viven en vulnerabilidad:
es necesario que las empresas conozcan de primera mano las realidades que viven
millones de personas para que caigan en cuenta de que sus acciones podrían
estar perjudicando la vida de millones: el primer paso para solucionar un
problema es conocerlo, tenerlo presente y hablar del mismo.
Si
bien no es ético el tener este tipo de financiamiento, actualmente es necesario
para poder comenzar a superar la situación de desigualdad que existe porque de
no intentar resolver los problemas actuales, las empresas simplemente seguirían
con sus prácticas y nadie haría algo por detenerlo; y es necesario también que
a partir de la información recabada de las acciones realizadas por las OSC’s
exista una denuncia y una exigencia al resto de la sociedad para lograr un
financiamiento –o incluso participación- desde las personas físicas y no desde
las empresas que tienen prácticas no éticas, porque a fin de cuentas, el estilo
de vida interconectado que ha propiciado la globalización nos convierte a todos
en responsables de fomentar el respeto de los Derechos Humanos, y no solo de un
reducido grupo de activistas que velen por ello. Se debe buscar una transición
hacia la participación ciudadana para encontrar soluciones adecuadas a los
fenómenos sociales de injusticia. El camino es largo y complejo, pero una
actitud pasiva no cambiará los factores que actualmente perpetúan condiciones
como la pobreza.
Referencias:
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