miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Tiene validez ética el uso de nuevas tecnologías en el cuerpo del ser humano para perfeccionarlo?


Adán Amézquita Sahagún 

¿Tiene validez ética el uso de nuevas tecnologías en el cuerpo del ser humano para perfeccionarlo?
La constante búsqueda para el progreso del ser humano ha traído como resultado múltiples avances en ciencia y tecnología, tal ha sido el caso en el desarrollo de la genética y nuevas tecnologías aplicadas en el cuerpo humano. Estas nuevas tecnologías le brindan al hombre la posibilidad concreta de manipular genéticamente a los individuos para su conveniencia. Dichas manipulaciones tienen como objetivo el mejoramiento o perfeccionamiento tanto físico como genético de la humanidad en los distintos aspectos de su salud y capacidades. Gracias a las tecnologías innovadoras, la genética en los humanos, puede ser controlada a placer según nuestros deseos o necesidades. ¿Qué tan ético puede ser este control sobre la vida por parte del hombre?
Algunas personas consideran impermisible el uso de la tecnología genética para prevenir diferentes enfermedades hereditarias que afectan, y en un futuro pueden seguir afectando, a una gran parte de la sociedad. Personalmente, yo estoy a favor de que se usen las tecnologías que se van descubriendo día a día para apoyar al progreso del ser humano en el ámbito de la salud mediante la manipulación genética y otros tipos de tecnologías aplicadas al hombre.
Me parece de suma importancia que la ciencia y la tecnología vayan avanzando constante y aceleradamente para que la humanidad pueda servirse de todos los recursos posibles y tratar de mejorar la calidad de vida de todas las personas. La teoría hedonista nos dice que usemos la razón calculadora para obtener el mayor número de placeres y evitemos el dolor; de esta manera alcanzaremos la felicidad. (Cortina, 1996).  El avance tecnológico y científico relacionado con la medicina se da precisamente porque los seres humanos buscamos eliminar el dolor que causan ciertas enfermedades y, consecuentemente generar el placer del bienestar y un sentido de seguridad, sin mencionar el aumento en la esperanza de vida de las personas.
La teoría Aristotélica nos dice que los seres racionales somos capaces de elegir prudentemente los medios que nos conduzcan a la felicidad y que podemos hacer uso de los medios que sean necesarios para lograrlo, siempre y cuando busquemos obtener un fin bueno y duradero, que persista para toda la vida. (Cortina, 1996). El uso de la genética nos podría ayudar a superar enfermedades como el síndrome de Down. De esta manera podremos brindarles a muchas personas la oportunidad de disfrutar los placeres que, a consideración de John Stuart Mill, son los placeres superiores: placeres intelectuales y morales (Buss, 2007).
Sin embargo, como ya he mencionado anteriormente, existen muchas personas a las cuales no les parece ético el uso de nuevas tecnologías aplicadas al ser humano por diversas razones. No es raro que muchas de estas tecnologías hayan causado polémica y rechazo en determinadas ocasiones. Un ejemplo de lo previamente señalado es la controversia que han causado los implantes cocleares en bebés que nacen con sordera. Un implante coclear es un aparato de alta tecnología que ayuda a las personas con sordera a recuperar su capacidad auditiva mediante los impulsos eléctricos que el dispositivo activa en el sistema nervioso del individuo que lo usa. El implante coclear se puede usar ya sea desde la infancia para habilitar la capacidad auditiva o en la etapa adulta para rehabilitar la misma (Canete, 2009).
Siguiendo un razonamiento lógico, Alden (2002) afirma que eliminar el rasgo de la sordera destruirá “un conjunto de individuos cuya identidad se puede distinguir y diferenciar en términos de una tradición cultural común o de una herencia cultural común” (pág 21). Basado en lo anterior, Alden afirma que los individuos con sordera son un grupo étnico y sugiere que el uso de implantes cocleares es un genocidio porque eliminaría dicho grupo conformado por las personas en esas condiciones. Incluso existen personas sordas que se niegan a usar los implantes cocleares porque no consideran ético el terminar con un grupo en el cual se pueden desarrollar íntegramente y sentirse seguros. Sin embargo, yo pienso que la opinión de esas personas no quiere decir que los implantes cocleares en realidad vayan en contra de un comportamiento ético porque su argumento no está fundamentado en bases muy sólidas.
¿Qué hay de las personas que sí quieren dejar de ser sordas? Existen muchas más personas que, de hecho, quieren hacer uso de esta tecnología porque de esta manera se podrán integrar a la sociedad y tener una vida más plena y productiva. Recordemos lo que nos dice el principio básico del utilitarismo: “la mejor decisión a tomar será la que cause el mayor beneficio para el mayor número de personas” (Cortina, 1996). Como señala Peter Singer (2003, pág. 28), esta tecnología no puede ser considerada como un genocidio al igual que el Holocausto ya que el implante coclear no tendrá víctimas y no se le impondrá a nadie, sino que cualquier persona que decida usarlo lo hará libremente. Al tomar la decisión de hacerse el implante, dicha persona estará mejor porque su calidad de vida aumentará; de modo que al hacer un balance costo-beneficio o, en este caso, dolor-felicidad, resulta que se produce gran felicidad y utilidad sin dañar a nadie. Lo anterior demuestra que el uso de la tecnología coclear en el ser humano es una acción ética según un punto de vista utilitarista.
Muchas otras personas se oponen al uso de tecnologías avanzadas en genética porque argumentan que es un atropello a la dignidad del ser humano el tratar de cambiarlas y el hecho de no aceptarlas tal y como son, con sus discapacidades. Un ejemplo claro para este caso son las personas que se oponen al diagnóstico prenatal o a la manipulación genética para evitar que nazcan niños con síndrome de Down porque piensan que es un tipo de discriminación contra ese grupo de individuos. Lo cierto es que, contrario a lo que muchos piensan, el avance genético no va encaminado a fomentar la discriminación ni el desprecio hacia aquellos que sufren alguna discapacidad. El avance en la genética tiene como objetivo combatir son conjuntos de discapacidades o enfermedades hereditarias y no conjuntos de personas que sufren de alguna discapacidad o enfermedad hereditaria.
“Infravaloramos las discapacidades porque valoramos las oportunidades y el bienestar de las personas que las tienen —y es porque valoramos a las personas, a todas las personas, que nos preocupan las limitaciones a su bienestar y a sus oportunidades—. También sabemos que las discapacidades como tales disminuyen el bienestar y las oportunidades incluso cuando no son tan graves que la vida de quienes las tienen no disminuyen su valor. Así pues, no hay nada incoherente o hipócrita en nuestra afirmación de que infravaloramos las discapacidades y deseamos reducir su incidencia y que valoramos a todas las personas vivas que tienen discapacidades por igual que a aquellos que no son discapacitados” (Buchanan, 1996, pág. 33).

Coincido con Buchanan ya que en ningún momento se atenta contra la persona en sí misma, sino que se busca atacar la enfermedad o discapacidad precisamente porque se valora a todas las personas por igual y no queremos que nadie sufra esos males que evitan un desarrollo pleno.
Me gustaría agregar que según Kant, el ser humano tiene un valor por sí mismo, llamado dignidad, a pesar de cualquier discapacidad, simplemente porque es un ser racional. (Rachels, 2011, pág. 209). Si tenemos los medios para evitar que niños nazcan con síndrome de Down, nuestro deber como sociedad es evitar, en lo posible, la incidencia de ésta y otras discapacidades que pudieran limitar la característica de racionalidad que todo ser humano debe tener. Digo que es nuestro deber hacerlo porque Kant habla de justicia e igualdad: no sería justo permitir que un nuevo ser humano llegue al mundo con una discapacidad si bien pudo haberle sido evitada. Evitar que niños sufran de Síndrome de Down significa respetar su dignidad como seres humanos racionales.
En conclusión, basándome en argumentos respaldados en el utilitarismo y la teoría kantiana,  me parece que sí es ética la inclusión de nuevas tecnologías aplicadas al cuerpo del hombre. En primer lugar, porque esas tecnologías buscan generar un beneficio importante a un gran número de personas al tratar de mejorar la salud de toda la humanidad y las generaciones venideras. En segundo lugar, me parecen éticas estas tecnologías porque buscan elevar la dignidad de las personas discapacitadas al nivel de toda la sociedad; no porque no lo posean -ya que todos tenemos el mismo valor como seres humanos- sino porque muchas veces la misma sociedad menosprecia a las personas con discapacidades, lo cual, a mi parecer, es impermisible. 











Bibliografía:             
Alden, B. (2002). Becoming Hearing.  Recuperado de http://hometown.aol.com/scarter11/gdc.htm

Buchanan, A. (1996). Choosing who will be disabled: genetic intervention and the morality of inclusion. Social Philosophy and Policy. Press: Madrid.

Buss, M. (2007). Raíces de la Sabiduría. México: Thomson.

Canete, O. (2009). Neuropatía auditiva, diagnóstico y manejo audiológico. Rev. Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello [online]. Vol.69, n.3, pp. 271-280. Recuperado de http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-48162009000300011&lng=es&nrm=iso

Cortina, A. (1996).  Ética. La vida moral y la reflexión ética. Santillana: Madrid. 1996.

Singer, P. (2003). De compras por el supermercado genético. Princetown University. Recuperado de http://www.utilitarian.net/singer/by/2003----.htm

Rachels, J. (2011). Introducción a la filosofía moral. México: FCE

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