Palabras clave: Homosexualidad,
terapia, corrección, psicología.
Introducción
Como seres
humanos, todas las personas contamos con experiencias tanto positivas como negativas
que van dando forma a nuestra manera de ser y a nuestra personalidad. Es por
esto mismo que cada quien reacciona de forma diferente a los mismos escenarios.
Lo que hace la psicología es estudiar estas reacciones y entender por qué es
que alguien reacciona de esta forma. Adentrándose más por este camino, la
psicoterapia, aparte de estudiar o analizar el comportamiento, tiene como
objetivo guiar al sujeto a solucionar sus problemas y ayudarlo a mantener una
situación emocional estable.
La
terapia psicológica se basa en hacer que el paciente cuente sus problemas o
inseguridades al terapeuta para que éste le ayude. Esta situación le otorga al
segundo gran influencia sobre el primero y por ende una gran responsabilidad
sobre la forma en que se le guía. Es por eso, que los terapeutas deben de estar
sujetos a un código de ética muy estricto que proteja al paciente de cualquier
mal práctica. Y en caso de romperlo, retirárseles el permiso de realizar
terapia.
En
la mayoría de los casos es sencillo determinar si una acción por parte de un
terapeuta es ética o no. Por ejemplo, si se le influenciara al paciente para
que termine alguna relación amorosa porque el terapeuta está involucrado con la
misma persona, claramente se consideraría un acto que atente a la ética. El
problema ahí estaría en que se le engaño al paciente y tomó una decisión sin
estar al tanto de la situación porque se le ocultó. Lamentablemente, en otros
casos no es tan fácil determinar si fueron éticas las acciones del terapeuta, y
es aquí donde cae el tema a debatir: la terapia correctiva de la
homosexualidad.
Primero
se deben de dejar claros los ámbitos en los que es posible debatir acerca de
esta terapia. Todas las códigos morales deben de ser dejados de lado para
enfocarse en las cuestiones éticas que rodean este tema y que lo vuelven
problemático. Asimismo, las tradiciones de la sociedad no deben de influenciar
ni nublar el criterio al momento de discutir los puntos. Por último, los
prejuicios que genera este tema, obviamente, deben de ser ignorados para dar
paso a un pensamiento claro y racional. Dejando esto claro, es posible iniciar.
Desarrollo
La
terapia correctiva de la homosexualidad genera algunos problemas éticos que la
hacen incorrecta. Es posible que el terapeuta mismo no este al tanto de los problemas
generados y que no este actuando con dolo, pero eso no lo excluye de formar
parte de la problemática. Además, puede ser que todas las personas
involucradas, incluso el paciente, crean que se está siguiendo el camino hacia
una solución. Sin embargo, la ética existe exactamente por este motivo, para
que se pueda llegar a una solución universalmente correcta basada en la razón y
en hechos comprobables.
Primero,
está la cuestión de la dignidad humana. Los seres humanos nos debemos un
respeto mutuo incuestionable que está sustentado en la dignidad que todos
poseemos por ser personas. Kant cataloga a la dignidad como un valor intrínseco
en los humanos por el hecho de ser agentes racionales (citado por Rachels, 2006, pp.
204-218). Por ende, cualquier acción que vaya en contra de este
principio se puede catalogar como incorrecta.
Hay
que evaluar este tipo de terapia por partes para poder desglosar los causantes
que atentan la dignidad humana. En algunos casos, las personas homosexuales
deciden por propia cuenta someterse a estos tratamientos, pero en otros, como
es el de los menores de edad, son conducidas o incluso obligadas a ser sujetos
a estas prácticas. Aunque en ambos casos se atente en contra de la dignidad
humana, el segundo caso es claramente más grave, ya que además de sobrellevar
la terapia se le obliga, sin respetar su autonomía, hacia tomarla.
Como
se mencionó anteriormente hay personas que optan por sí mismas para tomar este
tipo de terapias y así poder salir de la homosexualidad. Como explica Richard
Cohen, famoso psicólogo que aplica estas terapias, en sus conferencias y sus
libros, hay cuatro tipos de clientes que se someten a sus terapias: 1. Personas
con un fuerte origen religioso a las que su homosexualidad les causa conflicto;
2. Personas que han vivido una larga vida homosexual y desean intentar la
heterosexualidad; 3. Personas que llevan una vida de matrimonio heterosexual
pero que siempre han tenido sentimientos de homosexualidad; y 4. Adolescentes
que tienen sentimientos de homosexualidad y que intentan deshacerse de ellos
(Cohen, R. 2000).
Además,
agrega el autor que estas personas desean cambiar su atracción homosexual (causada
por un vacío interior a causa de heridas emocionales en la infancia y una falta
de amor paternal o fraternal por parte de personas de su mismo sexo) para
seguir con una vida plena (Cohen, R. 2000). Este hecho resulta problemático por
si mismo ya que cuestiona la estabilidad emocional de las personas
homosexuales, posicionándolas como víctimas de algún episodio negativo en su
infancia y por consecuencia con necesidad de “solucionar” su homosexualidad. De
acuerdo al doctor en psicología Clarence Arthur Tripp, con su libro The Homosexual Matrix, la causa de la
homosexualidad es la misma que la de la heterosexualidad, la búsqueda de
complementarse uno mismo con otra persona. Agrega que en busca de esta
complementación las personas generan una admiración altísima por las cualidades
que observan en la otra persona hasta el punto de erotizarlas (1975, pp. 165-180).
Nunca sugiere que la homosexualidad es la búsqueda por el amor fraternal del
mismo sexo erróneamente erotizado.
Sin
embargo, se debería de considerar que estos sentimientos de rechazo propio
pueden ser causados por otros factores aparte de ese “vacío” emocional. Tripp escribe:
“El conflicto que muchos sienten ante la homosexualidad deriva tanto del juicio
sobre uno mismo como de la desaprobación social.” Él enfatiza en que el rechazo
social crea un rechazo del individuo a estos sentimientos por el deseo de
encajar en la sociedad y cumplir un rol ya predeterminado y es por eso que
estas personas desean anular estos sentimientos. (Tripp, C.A, 1975, pp. 150-157).
Al
tomar esta perspectiva sobre el auto-rechazo de los sentimientos homosexuales
resulta que la opción de tomar una terapia para anular estos sentimientos no es
la correcta, sino la de aprender a no intentar cumplir con lo que los demás
esperan de uno y basar el valor propio en ser tú mismo, la cual es la base de
la autonomía que poseen las personas de acuerdo Kant (citado por Rachels,
2006).
Por
otro lado, se ignora la dignidad de la persona causando un daño emocional en vez de trabajar
los problemas emocionales del sujeto (Ardíla, R. 2007). La terapia psicológica
debe de aliviar las problemáticas psicológicas que sufra el cliente, no
agraviarlas. (Valdivioso Fernández, S. 1994). La pregunta para encontrar la
falta de ética en esta terapia es: ¿por qué se causa daño emocional en la
persona al someterse a ésta? Se puede afirmar que los causantes con mayor peso
de estos daños emocionales son el de afrontarse al rechazo de las personas
cercanas al sujeto y que deseen modificar un comportamiento que resulta natural
en la persona. Estas situaciones le generan una discrepancia al sujeto que las
experimenta. Por un lado, siente una atracción sexual a su mismo sexo y por
otro, su grupo social cercano y externo desaprueban sus sentimientos y
comportamiento. Para un persona que dependa de cierta forma de la aprobación de
los demás, esta situación puede afectarle de una forma muy profunda.
Habiendo
comprendido los causantes de los daños emocionales, se puede seguir con los
conflictos éticos que generan. Pongámoslo así, el fin de la terapia es
modificar el comportamiento y la forma de pensar que se presenta, en este caso
la homosexualidad, a los que el psicoterapeuta y las personas cercanas
consideran los “adecuados” y por consecuencia “mejorar” la vida de la persona.
Aunque, la intención original es ayudar, como el caso de Richard Cohen (2000),
los obstáculos que generan la ignorancia sobre el tema y los prejuicios
enraizados en la sociedad, que ha sido guiada por conceptos religiosos durante
muchos siglos, la terapia se aleja de esta intención y su fin se transforma en
el de adecuar a esta persona a la forma de vida esperada. Cuando una terapia no
tiene como fin a la persona y la trata como un medio para llegar a ese fin, se
cae de nuevo en un atentado a la dignidad. Tal como lo explica Kant de acuerdo
a Rachels (2006, pp. 204-218): para no faltar a la ética la persona debe de ser
tratada como un fin último y no utilizada como un medio.
Es
fácil atacar el punto anterior argumentando que la homosexualidad no es un
comportamiento viable y que eliminarlo en verdad ayudaría a la persona. Empero,
hay que basarnos en hechos comprobables y no dejarnos llevar por la intuición,
que como se sabe esta basada en nuestra crianza y experiencias de vida. Primero,
todas las fuentes que se puedan considerar como fiables y científicas no deben
de estar respaldadas por organizaciones religiosas cuando se tocan temas que
vayan en contra de los ideales de éstas, pues generarían un conflicto de
intereses sobre los resultados obtenidos. Esto elimina el único artículo
arbitrado hallado en contra de la homosexualidad al haber sido publicado por
una universidad católica (Complementariedad
y mujer por Araúajo, A.M. 2005), que explica como el hombre solo puede
ser complementado por la mujer y que intentar sostener una relación amorosa
entre dos hombres resultaría imposible. Habiendo aclarado esto, los estudios
encontrados y los autores éticos analizados (Ardila, Annichiarico, Kinsey, y
Tripp) concluyen que la homosexualidad es un comportamiento natural en las
especies animales y en la humana. Así que esto deja claro que el fin verdadero
de estas terapias es en sí el de modificar el comportamiento y no el de ayudar.
Conclusiones
Habiendo
revisado todos los argumentos que apoyan el juicio del ensayo, resulta
complicado seguir pensando que la práctica de estas terapias es correcta. La
terapia correctiva de la homosexualidad no beneficia ni a los pacientes ni a
sus familias, ni a la sociedad. Por el contrario, ésta causa un freno en el
tema de tolerancia universal y evita que se respeten unos a otros. Por
consiguiente, al considerarla como incorrecta se deben de tomar cartas en el
asunto. Ninguna mal práctica, sea médica, legal o, en este caso, psicológica,
pasa voluntariamente desapercibida por las autoridades y no debería esta
terapia de ser la excepción. Se propone sea pugnada esta forma de terapia y se
evalúe a los psicólogos que las implementan. Haciendo esto, se podrá llegar en
algún momento a un futuro en el cual la homosexualidad ni siquiera sea un tema
a debatir y en donde se viva una tolerancia totalitaria entre las personas.
Ander Pérez Iriarte
Bibliografía
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