Natalia Itzel Robles Orozco
Dignidad para el migrante
Abstract
El artículo pretende tratar la situación de vulnerabilidad
que viven los migrantes centroamericanos en su paso por México. Actualmente, el mundo se encuentra en un
ambiente globalizado, en donde la mezcla de culturas es algo común. La
migración, tanto legal como indocumentada se ha vuelto un fenómeno social y
cultural que se vive día a día. Nuestro país se ha convertido en un país expulsor
de migrantes, pero a la vez, en un país puente para migrantes en tránsito,
provenientes de Centroamérica.
La problemática de la migración proviene de su
condición de ilegalidad, ya que los migrantes indocumentados buscan el
anonimato en su camino, lo cual propicia
que sean víctimas de abusos y se violen sus derechos sin que ellos puedan
denunciarlo.
Este artículo resalta la necesidad de crear
políticas migratorias que garanticen el respeto a los derechos fundamentales
universales, a la dignidad y a la vida de los migrantes, sin importar su
condición, origen, raza, nivel socioeconómico o cualquier otra diferenciación.
Tomando como base la teoría ética Kantiana del respeto a la dignidad como
imperativo categórico y apoyándose de la teoría del contrato social postulada
por Hobbes y de la teoría del utilitarismo.
Palabras
clave: Migración, Derechos Humanos, Discriminación, Abusos, Dignidad,
Imperativo Categórico, Contrato Social, Utilitarismo.
Hoy
en día, México, es el “país latinoamericano con más migrantes internacionales”,
siendo E.U.A su principal destino. (Tuirán y Ávila, 2013, p.48). Además, dada su ubicación
geográfica, México, se ha convertido en un país puente para migrantes en tránsito,
provenientes principalmente de Centroamérica, pero también de Sudamérica, que
buscan alcanzar el sueño americano.
Un elemento fundamental en la problemática de
la migración proviene de su condición de ilegalidad, los migrantes, al no
contar con documentos que les permitan el libre tránsito, buscan el anonimato
en su camino. Esta situación los hace vulnerables a ser víctimas de abusos y a
que sus derechos sean violentados, sin que ellos puedan denunciarlo.
“Los sistemas policiales mexicanos, la
delincuencia organizada y la no organizada, los medios de transporte e incluso
la discriminación y xenofobia hacen del trayecto para estos migrantes una
experiencia trágica y traumática cargada de transgresiones”. (Morales, 2010,
p.3). Es claro que existe un problema
ético ya que se atenta contra la dignidad y los derechos humanos e incluso
contra la vida de personas en esta condición.
Es por eso que mi propuesta se centra en
resaltar la necesidad de la creación de políticas migratorias, en las cuales se
garanticen en todo momento el respeto a los derechos universales, a la dignidad
y a la vida de los migrantes, sin importar su condición, origen, raza, nivel
socioeconómico o cualquier otra diferenciación.
La migración es un tema complicado, principalmente
porque se trata de establecer políticas migratorias que protejan a personas que
están atentando contra lo establecido por la ley.
Existen diferentes argumentos en contra de la
migración, los cuales criminalizan a aquellos que dejan su país en busca de
mejores oportunidades. La mayoría provienen de los países receptores, pero
también de los países de tránsito como México.
“Los migrantes son frecuentemente vistos
como competencia con la población nativa por los empleos, como generadores de
un costo indebido en los servicios sociales y de infraestructura, e incluso
como amenaza permanente en la estabilidad social y política” (Valencia, 2004,
p.173).
Este argumento engloba las principales
preocupaciones en contra de la migración, entre las cuales se señala que: los
migrantes incrementan costos sociales y representan una amenaza para la
población local, por lo que no debería de protegérseles.
A favor de los derechos de los migrantes,
podemos considerar que: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la
libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de
trabajo y a la protección contra el desempleo” (ONU, 1948). Esto quiere decir
que sin importar nuestra nacionalidad o lugar de residencia, tenemos el derecho
de contar con un empleo.
Además, podemos
analizarlo desde el enfoque utilitarista, es decir, el de mayor bienestar para
el mayor número de personas y bajo el principio
de utilidad: “Principio que aprueba o desaprueba cualquier acción, según la
tendencia que tenga para aumentar o disminuir la felicidad de las partes de
cuyo interés se trata” (Rachels, 2006, p.148). La mayoría de estas personas
migran en busca de mejores vidas, ya que en sus países de origen sufren hambre,
pobreza y falta de oportunidades. Por lo que si llegan al país destino y
trabajan, estarían generando el bien para la mayoría, sus familias tendrían más
oportunidades, ellos tendrían mejores ingresos, y el país destino se ve
beneficiado por el trabajo del migrante.
En cuanto a la preocupación por los costos
sociales que generan, la verdad es que quienes migran de un lugar a otro tienen
escasa protección de la ley o programas sociales, al salir de su país de origen
y no contar con documentos. Esto los vuelve vulnerables, ya que no existe quien
defienda sus derechos humanos fundamentales. En este sentido, es mucho más
importante la vida digna de un ser humano, que el costo monetario que esto
pueda generar.
A
partir de la teoría del Estado moderno, se puede afirmar que los derechos se
garantizan a los ciudadanos al interior de un Estado que es soberano. Sin
embargo, esos conceptos clásicos de ciudadanía y soberanía no se adecúan a la
realidad actual de un mundo globalizado que ya ha rebasado la vieja noción de
Estado-Nación cerrado (Pardo, 2012,
s.p.).
El derecho a ser
reconocido con una nacionalidad o a tener una VISA que permita el libre
tránsito, no deben ser condiciones para que se respeten los derechos humanos de
las personas. Tomando como base la teoría Kantiana, todos los seres humanos
tenemos un valor intrínseco, el valor de la dignidad, del cual jamás se debe
privar a nadie (Rachels, 2006, p.204). Al migrante se le priva de su dignidad
al no ser respetado y ser víctima de gran cantidad de abusos, tanto de la
autoridad, como de grupos delictivos.
Quienes transitan
por nuestro país, con la finalidad de llegar a Estados Unidos, se enfrentan a
robos, violaciones, extorsiones, trata de personas, tortura, mutilaciones e
incluso, la muerte. (Morales, 2010, p.2). Como esta población busca el
anonimato es difícil tener cifras exactas de los abusos que sufren, ya que la
mayoría no denuncia e incluso los acepta como parte del camino hacia la
frontera norte. (Valencia, 2004, p.175).
Continuando con el
enfoque Kantiano, al migrante, también se le está privando de su autonomía y se
está atentando contra su racionalidad, al utilizarlos como medios para los
fines de alguien más. Ya sean las autoridades o incluso otros migrantes que los
extorsionan. También, la delincuencia organizada los secuestra y mata con el
único fin de obtener rescate y quedarse con sus pertenencias. Muchas veces,
incluso son forzados a unirse a grupos delictivos.
En 2010 fueron
asesinados 72 migrantes centroamericanos en Tamaulipas, a manos del grupo de
“Los Zetas”, el motivo de dicho exterminio fue su oposición a unirse al grupo
delictivo. (Aranda, 2010, s.p.).
Así mismo, desde
los planteamientos Kantianos, estos hechos atentan contra el imperativo
categórico y la ley de la universalidad de la norma, ya que, el maltrato, el abuso,
la extorsión y el asesinato, son actos que violentan los derechos humanos y no
queremos que se conviertan en reglas universales, ya que viviríamos inseguros,
con miedo y no podríamos convivir en sociedad.
Según Kant,
tenemos un deber hacia estas personas, el de garantizar su dignidad.
Los emigrantes están aquí,
antes de que podamos elaborar nuestras estrategias de reacción y
respuesta. Una vez aquí, en nuestro espacio visual (que los medios
convierten en “espacio visual a distancia”) no podemos evitar ser
interpelados por ellos. Su presencia interpelante abre un espacio moral
entre ellos y nosotros, y nos coloca en posición de tener que
responderles o darles una respuesta; en posición de responsabilidad.
(Bello, 2010).
La migración es una realidad que se
ha dado por mucho tiempo y seguirá sucediendo, por lo que tenemos que
responsabilizarnos y solidarizarnos con quienes emprenden el viaje fuera de su
lugar de origen.
Tomando
como base la teoría del contrato social de Hobbes, “Las reglas morales son necesarias para
obtener los beneficios de la convivencia social” (Rachels, 2006, p.220). En un lugar donde no existieran reglas morales
y todos tuvieran las prácticas de abuso y violencia ya mencionadas, estaríamos viviendo
en un estado de naturaleza, en guerra de todos contra todos. Para salir de este
estado, las personas deben cooperar entre ellos, contar con la garantía de que
no se dañarán entre sí y confiar en que se respetarán los acuerdos. Es aquí
donde entra la valiosa regla de oro: “no hacer a los otros lo que no quieras
que te hagan”. (Rachels, 2006, p.137).
No se puede perder
de vista que muchas veces el migrante es discriminado y etiquetado como
delincuente. “Los migrantes son vistos como un problema de seguridad” (Valencia, 2004, p.174).
Cuando
tres de cada cien personas en América está indocumentada (o, mejor dicho,
documentada con papeles falsos o falsificados), hay un profundo problema de
seguridad. Aunque no representan una amenaza directa a la seguridad, la
presencia de millones de migrantes indocumentados distorsiona la ley, desvía
recursos y crea, de forma efectiva, una cobertura para terroristas y
criminales. (Kane y Johnson, 2006, p.2).
Si bien es cierto que existen condiciones
adversas que acompañan al fenómeno de la migración y que generan la posibilidad
de acciones al margen de la ley, más allá de la estadía indocumentada, es una
falacia de causa falsa y de generalización, afirmar que por el hecho de ser
migrante se cometen actos delictivos, al igual que afirmar que todo documentado
es honrado. El etiquetar a estas personas es discriminarlas.
Otro de los argumentos más poderosos en contra
de la migración es que “tanto el migrante, como las comunidades que reciben a
los migrantes se sienten víctimas. Unos porque se sienten invadidos y los otros
porque han tenido que dejar su lugar, cultura y familia. Existe sensación de
pérdida y despojo para ambos”. (Valencia, 2004, p.174).
Si
bien es cierto que existe este sentimiento, la migración es un hecho. “En
realidad, las políticas migratorias no están en consonancia con un mundo que
debería permitir mayor facilidad de movilidad para las personas. Aun así, las
migraciones continúan ocurriendo de manera creciente” (Pardo, 2012, p.20). Por lo que urge garantizar la integridad de
estas personas.
Según la
ONU, la migración es un derecho cuando se especifica que el individuo migrante
busca condiciones de vida dignas y calidad moral. En el artículo 13.1 de la
Declaración Universal de los derechos humanos, se reconoce "el derecho que
toda persona tiene a circular libremente y a elegir su residencia en el
territorio de un Estado". (Morales, 2010, p.3).
Si la migración es
un derecho, no se debe criminalizar a quienes lo ejercen. Por lo tanto, deben
existir políticas migratorias que vean por la dignidad de quienes migran.
Reflexiones
finales
Todos tenemos sueños, todos buscamos mejores
oportunidades, buscamos progresar, e incluso algunos pensamos en trabajar,
aunque sea por un tiempo, en el extranjero. Los migrantes son personas que buscan
esto y sueñan con conseguirlo en otro país, ya que en el suyo no lo lograron.
El estar en un país que no es el suyo, no
debería convertirlos en delincuentes y mucho menos privarlos de sus derechos.
Las agresiones hacia los migrantes en nuestro país son una realidad, por lo que
es urgente detenerlas y dar la atención necesaria a quienes ya las han sufrido.
La gran mayoría de los mexicanos somos
conscientes de los abusos que sufren nuestros paisanos indocumentados tanto al
intentar cruzar la frontera, como al vivir en Estados Unidos. Sin embargo,
muchas veces nos cuesta darnos cuenta que en nuestro país también suceden
abusos hacia migrantes centroamericanos, abusos que atentan contra su dignidad
e incluso contra su vida.
Tener o no papeles no debe ser motivo de
discriminación, todos somos humanos, todos merecemos dignidad. La migración es
una realidad, por lo que debemos responsabilizarnos, defender los derechos de
este grupo vulnerable y establecer políticas que los garanticen.
Referencias
Básicas
Bello,
G. (2010). Alteridad, vulnerabilidad migratoria y responsabilidad asimétrica. Revista Internacional de Éticas Aplicadas.
Recuperado de http://www.dilemata.net/revista/index.php/dilemata/article/view/38/45
Morales, J. (2010). Violencia y Derechos Humanos de
Centroamericanos en México: La paradoja entre ser un país de migrantes y un
país de tránsito. Boletín Americanista, (60), 227-246. Recuperado de http://search.proquest.com/docview/882073987?accountid=11643
Pardo,
D. (Septiembre, 2012). Migración internacional y derechos fundamentales. Ideas y valores. Recuperado de
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-00622012000300024&lang=es
Rachels,J
. (2006). Introducción a la filosofía
moral. Nueva York: Fondo de Cultura
Económica.
Valencia,
L. (2004). La migración irrumpe en la agenda latinoamericana. Nómadas, 20, 170-178. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105117734016
Referencias
complementarias
Aranda, J. (26 de agosto del
2010). Zetas ejecutaron por la espalda a los 72 migrantes; no pudieron pagar
rescate. La Jornada. Recuperado de http://www.jornada.unam.mx/2010/08/26/index.php?section=politica&article=002n1pol
Kane, T. y Johnson,
A. (1 de marzo del 2006). El verdadero problema de la inmigración y su
verdadera solución. El Trasfondo. Recuperado
de http://www.libertad.org/wp-content/uploads/2011/05/BG1913.pdf
ONU. (1948).
Declaración Universal de los Derechos Humanos. Recuperado de http://www.un.org/es/documents/udhr/
Tuirán, R. y
Ávila, J. (2013). Migración calificada
entre México y Estados Unidos. Red
Internacional de Migración y Desarrollo. Recuperado de http://rimd.reduaz.mx/revista/rev21/2.pdf
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