Christian Ernesto Valencia
Abundis
A01221904
La naturaleza
del cambio ético
Resumen
Actualmente,
la población humana experimenta una crisis ambiental que pone en riesgo la
integridad de los individuos, por lo que es necesario desarrollar una
conciencia en torno a la problemática planteada para incursionar en la toma de
decisiones que contrarrestarán o mitigarán este escenario de peligro. A raíz de
esto, el ensayo tiene el propósito de evaluar las implicaciones éticas que se
generan cuando el espectro ambiental es tomado en consideración para establecer
parámetros que encausen el comportamiento humano, así como una evaluación que
establezca la legitimidad de los procedimientos que últimamente han sido
asimilados por instancias de carácter político para solventar la contingencia
ambiental.
En
este sentido, los argumentos presentados tienen un enfoque ético que se
respalda principalmente de las categorías analíticas de orden deontológico, por
lo tanto, las conclusiones manifestadas pretenden concertar una actitud
normativa que impugne la relativización de la moral. Por consiguiente, este
trabajo servirá como parteaguas de un debate ambiental que progresivamente
alcanzará cualidades más complejas que enriquezcan la postura ética de los
seres humanos hacia su entorno.
Palabras clave: ética, medio ambiente, justicia, dignidad,
antropocentrismo tecnocrático, contrato social, cambio climático, calentamiento
global, ética de mínimos
Desarrollo
El cambio climático es un tema que ha adquirido una
gran importancia en las discusiones de carácter internacional que pretenden dar
solución a los distintos eventos que deterioran la convivencia entre todas las
especies de la raza humana. Esta problemática ha sido difundida por un sinfín
de medios de comunicación que dan por hecho la existencia de este fenómeno que
es producto de las actividades humanas. Tanto ha sido el impacto que ha causado
en el público en general, que el debate se ha explotado de tal forma que los
políticos se ven tentados a utilizar recursos publicitarios para obtener
opiniones aprobatorias de los diferentes sectores que conforman a las
sociedades, por no mencionar la amplia gama de perspectivas distorsionadas que
se caracterizan por no contar con toda la información necesaria para poder
hacerse de una idea clara y efectiva de todo el panorama que abarca el espectro
del cambio climático.
Es de suma importancia comprender
que existen diversos puntos de vistas encontrados entre científicos que
estudian la procedencia del fenómeno climatológico que acongoja a todos los
elementos que componen al planeta Tierra. Comúnmente se afirma que las
emisiones de dióxido de carbono producidas por actividades humanas relacionadas
a la quema de combustibles, son la principal causa de este problema. Sin
embargo, cabe mencionar que estos procesos no son los únicos que representan
gases de efecto invernadero en la atmósfera, también hay circunstancias en
donde estas emisiones son de origen natural, considérese el metano producido
por los procesos digestivos de ciertos animales (Durkin, 2007), así como la
constante evacuación de gases contaminantes provenientes de los volcanes y
zonas que presentan algún tipo de actividad subterránea.
Por otra parte es crucial tener en
cuenta los antecedentes históricos que pudieran dar evidencias, incluso
explicaciones del cambio climático que actualmente damos por hecho que es
responsabilidad de los seres humanos. Uno de los ejemplos más claros es la Era
de Hielo, momento en la historia del mundo en donde hubo un cambio climático
que evidentemente no existían las máquinas a las cuáles les atribuimos nuestro
fenómeno climatológico. Además, estudios han demostrado que existe una relación
casi directa entre la radiación recibida por la estrella solar y la oscilación
de temperatura global a lo largo de miles de años (Durkin, 2007).
Debido a esta disparidad que hay
entre los científicos que examinan el cambio climático, entra en duda la
responsabilidad que los humanos tenemos que tener hacia la naturaleza, es
decir, ¿acaso nosotros somos los causantes del deterioro ambiental en el
planeta? Claramente hemos hecho una marca irreversible por el uso
indiscriminado que día con día se realiza impunemente. Desde la deforestación y
contaminación química de agua, hasta el mero acto de construir, las personas
hemos desarrollado la idea de que, por el simple hecho de ser entidades
racionales que pueden actuar por autonomía, somos el derecho a apropiarnos de
lo que queramos. La mejor forma de entender esta idea es a través de la
concepción de nación. México, por ejemplo, utiliza conceptos en la Constitución
en donde se proclama la existencia de un territorio nacional en el cual los
ciudadanos tienen derecho a la propiedad (Carbonell, 2003).
Entonces, no solamente las personas tenemos un
impacto con nuestro entorno, sino que nos apropiamos de él indiscriminadamente
al no haber ningún ser o fenómeno que nos impida el dominio y manipulación del
ambiente. Esta relación que existe entre humano y naturaleza se analiza en la
categoría analítica del antropocentrismo tecnocrático, cuyo punto de partida es
el pensamiento de Descartes sobre el conocimiento. A partir de la Edad Moderna
se percibe al humano como un ente que precisa ser autosuficiente, por lo que se
llega a la conclusión en donde el dominio de la naturaleza es clave. Los
recursos naturales debían estar a nuestra disposición y debido a los principios
mercantiles de oferta y demanda de una gran cantidad de personas, la
explotación a escalas industriales resultaba imprescindible, condición que
fomentó el descuido del medio ambiente (Ballesteros, 1995). Dada esta
circunstancia de poderío autoproclamado, ¿existe algún deber ético hacia
nuestro entorno?
La situación contemporánea de los humanos, más que
enfocarse en repartir responsabilidades y culpas en torno a las causas del
cambio climático, ya sea por la complejidad y hasta cierto punto ignorancia del
tema, debe tratar la cuestión ambiental desde una perspectiva ética que valore
el peso que pudiera tener todo lo que no es humano con lo humano y a partir de
esto, establecer principios razonables que respondan a la evaluación
anteriormente planteada. Cabe aclarar que las conclusiones obtenidas de estas
consideraciones éticas, deben ser contempladas para el existente problema
global del cambio climático.
Uno de los problemas que enfrenta el
debate ético se relaciona con los criterios que debemos tener para analizar la
ética como tal, es decir, ¿en torno a qué se empieza el estudio de la moral? A
partir de esta cuestión, dos categorías analíticas son planteadas: los humanos
y los no humanos. El primer término reconoce que en el mundo existen seres que
son capaces de razonar mediante una conciencia propia. La segunda clasificación
busca englobar y generalizar todo lo que es ajeno a estos seres, en otras
palabras, al entorno de los humanos.
Una corriente de pensamiento ético sostiene que los
humanos no pueden dar las bases para una ética ambiental ya que el estatus
moral humano se deriva de una posición independiente al espectro del cosmos
(UNESCO, 2010). Es por esto que no se puede pensar en un marco para conciliar
las distintas perspectivas, humano y no humano, por lo que no podemos declarar
un criterio universal que marque los principios básicos hacia la convivencia
entre el humano y su entorno. Sin embargo, esta perspectiva aborda el tema
ético de una forma que va más allá del pensamiento humano, en donde las
valoraciones extraídas del razonamiento humano son incompatibles con una clase
de moralidad que aparentemente ya es intrínseca en todo lo que es ajeno a
nosotros. ¿Cómo es posible concebir la moralidad sin que se le atribuya su mera
“existencia” a las personas? No se puede, es decir, la concepción de la moral
es producto del proceso de razonamiento que desarrollan los humanos, en otras
palabras es una consecuencia de nuestra capacidad interpretativa del ser.
Cuando un fenómeno natural, ya sea un huracán,
terremoto, tsunami, entre otros, se manifiesta, por sí solos, estos eventos van
más allá del paradigma encauzado por el fenómeno humano. Estos acontecimientos,
en esencia, no cuentan con moralidad alguna, a menos que fueran engendrados por
un ser que precede a la comprensión terrestre, por lo que claramente no se le
puede asemejar a la categoría ética de los humanos. Pero necesitamos dar
constancia del origen de la moral y consecuentemente de la ética: estas
prácticas son concebidas por la conciencia humano. Entonces, cualquier tema
ético le concierne únicamente a los seres racionales. Aclarando esto, ¿por qué
es importante tener criterios universales para la promulgación de una ética
razonable?
“El hombre es un lobo para el hombre” afirmó el
filósofo inglés Thomas Hobbes (Rachels, 2007) para referirse al estado de
naturaleza que está presente en todos los humanos y que se contrapone al estado
civil. Con base a esta dicotomía, podemos entender cómo es que las personas
pueden convivir de tal forma que no se maten los unos a los otros. El resultado
de este acuerdo es conocido como el Contrato Social y nos sirve como fundamento
para estudiar la moral de los ciudadanos de una sociedad. Este argumento,
posteriormente desarrollado con mayor complejidad por Kant y teorizado por la
corriente utilitarista, parte de una perspectiva ética de mínimos en donde las
personas necesitan principios básicos que controlen y guíen la conducta
proveniente del estado natural. Por lo tanto, la sobrevivencia es uno de los
fundamentos que dan lugar al próximo planteamiento: ¿cuál es el papel que juega
el medio ambiente en el panorama ético?
Desde la primera Revolución Industrial a la fecha,
la emisión de gases de efecto invernadero ha tenido un incremento anual
prácticamente exponencial, de tal fortuna que científicos pronostican un daño
elevadamente alto para el 2050 (Fresco, 1995). Esta situación, a pesar de estar
contrastada con las otras teorías ambientales previamente expuestas que
deslindan la responsabilidad humana del cambio climático, no sólo se enfoca en
los efectos de las actividades humanas, sino que también busca hacer hincapié
en las propias actividades y lo que esto representa: la negligencia por parte
de los humanos hacia su entorno (UNESCO, 2010).
Es claro que el cambio climático está sucediendo,
sin importar las causas de este fenómeno. Ya sea por la quema de combustibles
fósiles o no, la humanidad está experimentando una etapa en la historia que
posiblemente marque en destino del planeta. Consecuentemente, es importante
considerar dos categorías éticas que expresarán el papel que juega el medio
ambiente en el panorama ético, estos son: el contrato social y la justicia.
Retomando el contrato social de Hobbes y los
criterios universales, el referente humano es imperante para asumir y
solucionar cualquier problemática ética. Entonces, teniendo en cuenta que las
personas tienen un valor absoluto por el hecho de ser nosotros mismos lo que
engendramos el concepto de valor, ¿cómo podemos ser negligentes a nuestro
entorno si es a través de éste que podemos preservar nuestra vida, en otras
palabras, sobrevivir? Kant decía que las personas debían ser tratadas como
fines, siendo el entorno un medio para alcanzar un fin (Rachels, 2007). De
acuerdo a este planteamiento, nosotros los seres autónomos y racionales
podíamos hacer lo que queramos con el medio ambiente para mantener la dignidad
de la gente. Sin embargo, esta libertad no debe ser desmedida ya que si el
entorno nos da la posibilidad de existir, por consiguiente tenemos que
interpretar al medio ambiente como una entidad que por sí misma cuenta con una
dignidad propia. Por lo tanto, esta dignidad merece ser respetada para su prevalencia.
Otro aspecto que se desarrolla en la teoría kantiana
es el imperativo categórico, esto es, cada vez que vayamos a actuar, tenemos
que hacerlo de tal forma que deseemos que esta acción se convierta en una ley
universal. Además, esta idea pretende que la gente sea su propio moderador para
la toma de decisiones ya que la autonomía es de suma importancia para alcanzar
el estado de respeto hacia la dignidad de las demás personas. Con base a esto,
se crea un sentido de justicia debido a que cada acción que realizamos
autónomamente, es el equivalente a aceptar que las demás personas actúan de
igual manera, por lo tanto, si llegas a matar a alguien, tú mismo aceptas que
matar es una acción permisible, bajo este criterio, sería justo que otra
persona te mate por haber matado. Sin embargo, ¿qué nos garantiza que la gente
va a ser justa si la justicia surge de una disciplina de autorregulación? Hasta
cierto punto, el sentido de supervivencia podría garantizarnos esa justicia,
pero todavía es una consideración personal, por ello, necesitamos establecer
normas que sirvan como referente y garantía para que haya justicia: la
consciencia no castiga, las leyes sí.
La justicia indudablemente es un tema que implica un
desarrollo extenso y complejo, aun así, la esencia de esta categoría ética es:
darle a cada persona lo que merece en función de sus acciones. En este sentido,
el imperativo categórico de Kant nos sirve como referencia para definir qué
medidas deben ser empleadas para ser justos con las personas, de otra forma
resultaría arbitraria la decisión determinada para retribuir las acciones que
estén en juicio. Entonces, ¿cómo podría ser abordado el tema de justicia en la
problemática del medio ambiente? Previamente se manifestó que es necesario
contar con criterios universales básicos que representarían los mínimos de la
ética, pero ¿qué pasaría si se perpetran estos principios? Justamente aquí es
donde se despliega el debate sobre la categoría ética de la justicia en torno
al medio ambiente.
Hasta el momento, dos enfoques se pueden identificar
respecto al tema en cuestión: a nivel macro que se enfoca en la relación ética
que hay entre los humanos y su entorno; a nivel micro que analiza las
implicaciones éticas que traerían las acciones emitidas por instancias de corte
gubernamental e internacional para mitigar los efectos negativos del cambio
climático. En este punto, la pregunta previamente manifestada cobra un nuevo
significado ya que ésta puede ir dirigida a los dos niveles expuestos: macro y
micro. Si bien, a nivel macro las consideraciones de justicia requerirían una
reflexión más compleja, a nivel micro se pueden analizar las propuestas que
actualmente están sido difundidas para canalizar las actividades humanas que
aparentemente son causantes del cambio climático.
Alrededor del mundo, se ha hecho una categorización
de países en función de su capacidad económica. Desde las naciones de tercer
mundo hasta las desarrolladas, es claro el contraste que hay de un país a otro,
evidentemente en términos monetarios. Ya que vivimos en un mismo planeta, los
impactos ambientales que pueda tener una nación también afectan al resto de la
población mundial (Gardiner, 2011). Además, es importante tener en cuenta que
estas actividades no solo repercuten en la actualidad, también puede dañar a
las futuras generaciones: ¿qué culpa tienen los no nacidos de pagar por
nuestros errores? (Brown et al., 2006).
Sin embargo, no todo es tan sencillo. Las soluciones
para solventar la crisis ambiental presentan de obstáculos que los humanos tenemos
que superar para siquiera estar hablando de soluciones: las medidas de
mitigación tienen un enorme costo para hacerle frente al efecto invernadero; el
tema de la ciencia climatológica es muy amplio y complejo, por mencionar la
incertidumbre que hay sobre las verdaderas causas del cambio climático
anteriormente expuestas; en los medios todavía hay campañas que buscan
desacreditar los esfuerzos llevados a cabo por personas para combatir el
problema; por último, la falta de compromiso social y político, además de
habilidad, que giran en torno al tema (Sachs, 2010).
Conclusión
Uno de los aspectos más importantes para comprender
al ser humano es su sentido de sobrevivencia. Desde los albores del tiempo, las
personas se han visto envueltas en una constante tarea de desarrollo e
innovación tecnológica para confrontar los peligros y fenómenos naturales que
ponen en riesgo su existencia. Evidentemente, no podemos confiar en nuestra
mera voluntad para seguir con vida, también es necesario adaptarse a las
condiciones en las que nos encontramos y aprovechar los recursos naturales que
tengamos a nuestro alcance. Al llegar a un punto de estabilidad con el entorno,
fue posible engendrar nuevas generaciones de humanos, sin embargo, cada persona
con ánimos de vivir equivale a cierta cantidad de recursos que son
indispensables para su existencia. El problema surge cuando la población
mundial crece en un ritmo incontrolable, situación que se traduce en una gran
cantidad de recursos.
A partir de la Revolución Industrial a la fecha, la
raza humana ha experimentado cambios bastante marcados en la forma que va a
conseguir los bienes para sobrevivir, esto es, a través de los procesos de
industrialización y globalización. Retomando la cuestión de una sobrepoblación,
la demanda es simplemente enorme y los mercados internacionales deben y quieren
satisfacer esta demanda ya que en pocas palabras significa más dinero. Al no
haber ningún obstáculo que evite que los humanos nos apropiemos
indiscriminadamente de la naturaleza, nosotros hacemos lo que nos plazca con
ella, pero nuestro dominio no pasaría desapercibido.
El calentamiento global es un tema que tiene varias
perspectivas respecto a su origen: las máquinas que usamos los humanos y
producen una gran cantidad de emisiones de dióxido de carbono que afectan la
atmósfera; la industria ganadera que genera metano, un compuesto que es todavía
peor que los gases de CO2; las olas de radiación solar provenientes del espacio
y son causantes de nuestras variaciones térmicas globales. Estas
investigaciones realizadas por expertos, entre otras, sin duda nos pueden llegar
a plantear cuestiones éticas, sin embargo, está tan difuso el panorama sobre el
calentamiento global que es complicado considerar una problemática que sea
clara y precisa. No obstante, dentro de este tema del cambio climático y
aludiendo a la explotación de recursos naturales, sí existe un problema ético
que requiere ser evaluado: nuestra relación con el medio ambiente.
Claro está que los humanos interpretamos nuestro
entorno y desarrollamos un sentido moral hacia él, es por ello que nosotros
somos los únicos que podemos decidir lo que es correcto o no hacer con la
naturaleza. Pero, ¿existe algún punto de partida para esta consideración moral?
Sí lo hay: el sentido de sobrevivencia. Kant estipuló que al ser los humanos
los autores de la moral, cualquier persona tiene un valor absoluto que no debe
ser transgredido, es decir, las personas tenemos dignidad. Partiendo de este
razonamiento, ¿no es acaso la naturaleza nuestro único sustento de vida? Como
es evidente que sí, que el medio ambiente tiene un valor absoluto para
nosotros, éste también debe tener su propia dignidad, aspecto que al igual que
con las personas, debemos respetar y cuidar para su prevalencia. Por
consiguiente, la justicia no solamente se limite entre seres humanos, sino que
también debe extenderse hacia nuestro entorno.
Referencias
básicas
o Gardiner, S. (Octubre,
2011). The Ethical Dimension of Tackling Climate Change. Yale Environment
360. Recuperado de
http://e360.yale.edu/feature/the_ethical_dimension_of_tackling_climate_change/2456/
o Sachs, J. D.
(2010). Making Sense of the Climate Impasse. Project Syndicate.
Recuperado de
http://www.project-syndicate.org/commentary/making-sense-of-the-climate-impasse
o
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Organization, The Ethical Implications of Global Climate Change. (2010). Recuperado de
http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001881/188198e.pdf
o
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Organization, Towards an Ethical Framework for Climate Change Policies. (2010).
Recuperado de
http://unesdoc.unesco.org/images/0018/001893/189396e.pdf
o
Brown et al. (2006). White Paper on the Ethical
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http://www.psu.edu/dept/liberalarts/sites/rockethics/climate/whitepaper/edcc-whitepaper.pdf
o
Rachels, J.,
& Millán, G. (2007). Introducción a la filosofía moral. México, D.F.: Fondo
de Cultura Económica.
o Ballesteros, J. (1995). Ecologismo personalista:
fundamentación antropológica. España, Madrid: Tecnos.
Referencias
complementarias
o Fresco, J.
(1995). The Venus Project: the redesign of a culture. EE.UU: Global Cyber-Visions.
o Carbonell, M. (2003). Constitución política de los
Estados Unidos Mexicanos (145a. ed.). México, D.F.: Editorial Porrúa.
o
Durkin, M. (Director). (2007). The Great Global
Warming Swindle [Documental]. Reino Unido: [Estudio
Independiente].
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