Enemigo Público
Christian Garnica Reino
El mundo financiero, aunque se haya constituido como
tal en épocas relativamente recientes, ha estado presente en el mundo desde
hace mucho tiempo. Este se consolido en las épocas medievales, donde los
créditos, el mercado de capitales, los intercambios, etc. crecieron
exponencialmente. Los mercados eran zonas altamente concurridas, eran los
corazones de las ciudades. El sector financiero ha crecido mucho desde
entonces. Hoy en día, casi toda la sociedad forma parte de este. Las pequeñas hasta
las grandes empresas, los gobiernos, los bancos e instituciones de crédito,
aseguradoras, y la lista continua. Desde
los comerciantes y reyes que intercambiaban sus bienes para alimentar a sus
seres queridos y a su pueblo, hasta las empresas y gobiernos que operan en el
mercado de derivados para evitar pérdidas por cambios en las divisas, todos han
enfrentado un mismo problema, la corrupción.
García en su artículo describe a este fenómeno como “una
vulneración de los derechos humanos por cuanto que generalmente entraña una
violación del derecho a la igualdad ante la ley, y en ocasiones, llega a
suponer una vulneración de los principios democráticos, conduciendo a la
sustitución del interés público por el interés privado de quienes se corrompan”
(García, 2008, p.1). De acuerdo con la
iniciativa ciudadana ley 3 de 3, existen 10 tipos de corrupción: soborno,
desvió de recursos, abuso de funciones, colusión, conspiración para cometer
actos de corrupción, tráfico de influencia, enriquecimiento oculto, obstrucción
a la justicia, uso ilegal de información falsa o confidencial y nepotismo
(ley3de3, n.d.).
Todos estos tipos de corrupción están presentes tanto
en ámbitos empresariales como en políticos. Hay algunos de ellos que ya son tan
comunes en nuestra sociedad, que mucha gente ya ni siquiera los considera
corrupción. Esto pasa porque la sociedad ya está tan acostumbrada a que la
corrupción sea algo común, que pequeños actos de corrupción, como un empresario
empleando a sus familiares en vez de otra persona más apta para el trabajo, son
ignorados. De acuerdo con el Financiero, “a diario se cometen poco más de
cuatro millones de los llamados actos de pequeña corrupción en México”
(Financiero, 2016). Transparency International reporta cifras parecidas, ya que
la mitad de la población mexicana dijo que necesita pagar sobornos para poder
acceder a servicios públicos (Transparency International, 2017). Este problema es alarmante, y definitivamente
se debe de hacer algo para combatir al fenómeno que enfrenta el sector
financiero y la sociedad como tal de América Latina, y todo el mundo.
Palabras
clave: corrupción, justicia, igualdad, felicidad, dignidad humana, bienestar
imparcial, desarrollo social, desarrollo sostenible, derechos humanos.
…
Como ya se mencionó previamente, la corrupción es una
violación de los derechos humanos, la cual genera desigualdad, injusticia,
pobreza, y a veces hasta asesinatos y muertes. Esto termina generando
descontentos en la sociedad, la cual a veces contesta fuego con fuego, sin
resolver nada. “De no frenar la corrupción se incrementarán la injusticia y la
desigualdad económica, generando un mayor malestar y rencor en la ciudadanía
que puede generar actos de ingobernabilidad” (Bautista, 2012, p. 58). La
sociedad en vez de crecer social y económicamente, o mejorar la calidad de vida
de sus integrantes, termina estancándose y atrasándose. Los gobiernos pierden
su credibilidad ante la sociedad y esto crea una desconfianza social. “La
corrupción es un obstáculo que impide la existencia de buenos gobiernos, así
como la madurez de las democracias. Es un freno para el desarrollo social, para
el crecimiento económico y para la equidad y mejora del nivel de vida de los
diversos miembros que integran la comunidad política” (Bautista, 2012, p. 50). La
desconfianza es un gran problema para el sector financiero, ya que este depende
mucho de ella. Como se van a entregar créditos, o realizar inversiones o
proyectos a largo plazo que beneficien a la sociedad, si no hay confianza.
Desafortunadamente, este es el caso de los países que integran a América
Latina, donde la corrupción es parte del día a día en el mundo de los negocios
y de la política, y donde la ética esta olvidada en la sombra del poder.
La corrupción es un fenómeno que argumenta
que los fines justifican a los medios. La teoría Kantiana habla acerca de la
dignidad humana, y de cómo las personas no pueden ser usados como medios, ya
que ellos son fines por sí mismos (Torralba, 2011). A la corrupción, o personas
corruptas, no les importa esto, ya que ellos harán lo que necesiten para lograr
su fin, frecuentemente utilizando a las personas como simples medios. “Quien
corrompe pone en peligro la cultura, la ética y la integridad de su entorno
social. En la sociedad corrupta lo material se impone a lo espiritual, lo
económico se sobredimensiona en una filosofía nociva que considera al dinero,
las influencias, las coimas y la política de que “los fines justifican los
medios” como los valores primordiales de la vida” (Peña, 2013, p. 154). En una
sociedad corrupta no existe la ética, no existen los valores, la felicidad está
limitada al pequeño grupo de personas corruptas con el poder.
Las personas corruptas suelen actuar
de esta manera para beneficiarse económicamente, ya que ellos piensan que esta
es la mejor manera de mejorar la economía y crecer sus ganancias. El problema
es que esto es falso. En una sociedad donde hay empresas y gobiernos corruptos,
en vez de crecer de una manera acelerada, la sociedad se estanca. De acuerdo
con el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de Transparency International,
los países más corruptos son los que conforman América Latina, África y medio
oriente, mientras que los menos corruptos son los europeos occidentales,
Estados Unidos, Canadá, Australia y los países nórdicos (Transparency
International, 2016). No es coincidencia que los países menos corruptos son los
más avanzados, con mayor Producto Interno Bruto (PIB), mejor calidad de vida,
etc. “Se considera que la CORRUPCIÓN puede ser el obstáculo individual más
devastador que se opone al desarrollo económico, social y político en países
que carecen de sistemas políticos abiertos” (Diaz, 2003, p. 142). La corrupción
es un acto puro de egoísmo e interés propio. Para las personas corruptas, el
bienestar imparcial es un tema irrelevante al cual ni se molestan en tomar en
cuenta cuando realizan una toma de decisiones.
La corrupción priva la libertad de
negocios a las empresas, emprendedores y empleados que laboran en el mercado.
La corrupción genera una competencia injusta, donde las empresas con el poder
ponen sus propias reglas en el mercado, afectando a las otras empresas éticas,
generalmente pequeñas empresas que están intentando competir y ser rentables.
“La colusión afecta directamente el principio de libertad de empresa del que se
deriva el derecho de libre competencia, por lo tanto, afectar la libre
competencia significa necesariamente afectar la libertad de empresa” (Gómez,
2014, p. 48). Como Gómez dijo, si se afecta y corrompe la libertad de
competencia, se está afectando la libertad de la empresa como tal. Y como la
libertad forma parte de los derechos humanos, la corrupción también los esta
violando.
La corrupción es una de las amenazas
más grandes para el desarrollo sostenible. El desarrollo sostenible, de acuerdo
con la ONU, es el lograr satisfacer las necesidades que existen en el presente
sin perjudicar la capacidad de las generaciones del futuro para también satisfacer
sus necesidades (Naciones Unidas, n.d.). Para impulsar este mismo, la ONU lazo
la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el cual está conformado por 17
objetivos los cuales abarcan el desarrollo económico, social y ambiental. Para
cumplir esta agenda, se estima que se utilicen 90 billones de dólares desde el
2015 al 2030 entre todos los gobiernos de los países participantes (Faura,
2016). El problema surge ya que a la corrupción no le interesa ni el desarrollo
sostenible, ni el social, ni el económico, por sorpréndete que esto pueda
sonar. Ya que a la corrupción solamente le importa el beneficio de un grupo
selecto, no de la sociedad.
“La corrupción es uno de los problemas más apremiantes
no sólo en Colombia sino en el mundo, por el poder que tiene de quebrantar la
democracia y de deslegitimar el papel del Estado frente a los ciudadanos. Es
una amenaza para la democracia y el desarrollo económico de la sociedad. Su
acción invalida el precepto fundamental y constitucional de la igualdad y
genera reacciones como la subversión, la inequidad, la desconfianza y la
inestabilidad social, económica y política” (Gómez, 2014, p. 45).
Como
menciona Gómez en su artículo, la corrupción genera inestabilidad en vez de
desarrollo. La corrupción no tiene una perspectiva a largo plazo, no le
importan las futuras generaciones, al menos que sea nepotismo, pero entonces
solamente le importan las futuras generaciones de las familias involucradas con
la corrupción.
Uno de
los propósitos del gobierno es buscar la igualdad de oportunidades en la
sociedad para poder lograr una justicia social respetando los derechos humanos
de cada individuo que forma parte de esta misma, y buscando satisfacer los
intereses de estos miembros. Para representar a la sociedad, se escogen
funcionarios públicos. Es esencial que estos sean éticos, porque si son
corruptos o si se corrompen cuando entran al gobierno, todos los propósitos y
objetivos que deberían de tener o prometieron, no son logrados. “No solamente
se debe tratar de que los hombres sean buenos, sino de evitar que sean malos.
Pero hoy es necesario ir más allá: el funcionario público es un agente moral,
en virtud de que ejerce una actividad de manera permanente adscrita a órganos
cuya finalidad es satisfacer las necesidades públicas” (Vargas, 2009, p. 213).
Los funcionarios públicos necesitan ser ejemplos que seguir, agentes de bien y
de la ética. Con intereses públicos y no privados, que busquen el bienestar
imparcial de la sociedad.
A pesar de todo, la corrupción a veces puede
tener efectos positivos en la sociedad. Este es el caso de Brasil, un país
conocido por la corrupción que sufre. Durante el gobierno del presidente Lula
Da Silva, el país logro crecer al 4.1%, de acuerdo con el Banco Mundial, cifras
que Brasil no había logrado desde los 80s (Banco Mundial, 2017). Este
crecimiento se debió en gran parte a la corrupción que existía en el gobierno.
Como el gobierno estaba sumamente corrupto, había una gran estabilidad
política, porque el presidente compró todos los votos del congreso (Suárez,
2015). Con esto se puede interpretar que la corrupción, aunque generalmente
impida el crecimiento de la economía y sociedad, puede terminar beneficiando por
un periodo de tiempo, ya que actualmente esta corrupción está creando estragos
en Brasil, a la sociedad dentro de circunstancias muy específicas a pesar de
todo lo que se dice de ella.
Otro caso donde la corrupción ha
logrado a ser funcional o positiva para la sociedad, es una historia muy
famosa, la historia de Oskar Schindler. Schindler fue un espía y miembro del
partido Nazi, pero principalmente era un empresario de mucho poder durante la
segunda guerra mundial y la época Nazi de Alemania. Él era dueño de una fábrica
en Polonia, la cual adquirió en 1939 cuando Alemania invadió a este país. En
esta fábrica, él contaba con casi dos mil empleados, de los cuales más de mil
eran judíos. Al principio Schindler defendía a sus empleados judíos meramente
por cuestiones económicas, ya que los necesitaba para que su fábrica
funcionara. Pero con el paso del tiempo, se dio cuenta de que no compartía
todos los pensamientos Nazis, principalmente el de la exterminación de la raza
judía. Por esto, el decidió ayudarlos y salvarlos de la muerte en campos de
concentración utilizando la corrupción. Schindler utilizaba sobornos y
diplomacia personal con los oficiales Nazis para que dejaran a sus empleados a
salvo en su fábrica, y para sacar a todos los judíos posibles de los campos de
concentración. A medida que avanzaba la guerra, los regalos que Schindler le
tenía que dar a los oficiales iban siendo de más valor. Estos sobornos le
terminaron costando su fortuna a Schindler, el cual después de la guerra terminó
viviendo con el apoyo de los judíos que él logró rescatar de los Nazis. Al
final, Schindler logro salvar a aproximadamente mil doscientos judíos de su
muerte en campos de concentración (USHMM, n.d.).
…
La corrupción es un fenómeno al cual no le importa la
ética. Aunque en algunos casos en específico, esta puede terminar siendo una corrupción
funcional positiva y siendo el bien mayor para la sociedad. En la mayoría de
los casos no lo es. La corrupción va en contra de todo lo que propone la ética.
La corrupción es una manera de vivir de egoísmo puro sin visión de largo plazo.
Los fines son justificados por los medios, y esos medios muchas veces terminan
siendo personas, algo que nunca se debe de hacer. Por consecuencia, las
personas son tratadas como instrumentos, perdiendo sus derechos humanos, al
igual que su dignidad. Diaz describe la corrupción de una manera muy precisa, “el
abuso del poder público en beneficio privado” (Diaz, 2003, p. 141). En este
caso, el bien menor tiene preferencia sobre el bien mayor, lo cual es un punto
de vista contrario al utilitarismo y todo lo que este propone, ya que ni
siquiera hay imparcialidad en la toma de decisiones. Una sociedad que esté
buscando prosperar y desarrollarse sosteniblemente no puede caer en la
corrupción. Al final del día, la corrupción es el enemigo público de la
sociedad.
Referencias
básicas:
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América Latina y la incorporación de la ética para su solución. Espacios
Públicos, vol. 15, núm. 35, 2012, pp. 48-62, Universidad Autónoma del Estado de
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Diaz, A. (2003). Ética y corrupción. Lo público y la
democracia. Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, vol. 10, núm. 31, 2003,
Universidad Autónoma del Estado de México, México. Extraído de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=10503107
Gómez, D. (2014). Corrupción y colusión: asuntos del
sector empresarial en Colombia. Prolegómenos. Derechos y Valores, vol. XVII,
núm. 33, 2014, pp. 43-56, Universidad Militar Nueva Granada, Colombia. Extraído
de: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=87631486004
Peña, S. (2013). Reflexiones sobre la corrupción:
patología mental, social, política y ética. Revista de Neuro-Psiquiatría, vol.
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Torralba, J. (2011). La
teoría Kantiana de la acción. De la noción de máxima como regla autoimpuesta a
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Vargas, J. (2009). Ética, corrupción y burocracia.
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Referencias
complementarias:
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Extraído de: https://datos.bancomundial.org/indicador/NY.GDP.MKTP.KD.ZG?end=2016&locations=BR&start=2003
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Extraído de: http://ley3de3.mx/es/10-tipos-de-corrupcion/
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Extraído de: http://www.un.org/es/ga/president/65/issues/sustdev.shtml
Suárez, C. 2015. ¿Existe una corrupción buena y una mala? Tercera Vía. Extraído de: http://terceravia.mx/2015/11/existe-una-corrupcion-buena-y-una-mala/
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Extraído de: http://www.techo.org/paises/mexico/opina/la-corrupcion-un-freno-al-desarrollo-social/
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Transparency International. (2016). Índice de
percepción de la corrupción (IPC). Extraído de:
http://transparencia.org.es/indice-de-percepcion-de-la-corrupcion/
Transparency
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Caribbean. Extraído de: https://www.transparency.org/news/feature/corruption_on_the_rise_in_latin_america_and_the_caribbean
USHMM. (n.d.). Oskar Schindler (versión abreviada).
Extraído de: https://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007962
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