María Luisa González
Guerrero
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Violencia psicológica hacia las mujeres
Desde épocas antiguas, la violencia psicológica hacia
las mujeres ha sido una problemática vista como algo natural. Con castigos y groserías,
se consideraba que el hombre tenía derecho a “corregir” a la mujer, era parte
de su deber como cabeza de familia. Hoy en día, cada vez son más las secciones
de la población que la consideran intolerable, tal y como lo demuestra un
estudio realizado por la Unviersidad Católica Boliviana que afirma que “a diferencia del estudio realizado por UNICEF en
2006, 41% de los participantes admitió haber sido víctima de violencia, lo que
puede implicar un mayor reconocimiento en la actualidad de que ciertos actos en
la relación de pareja que antes se consideraban normales constituyen actos de
agresión” (García, Wlodarczyk, Reyes, San Cristóbal, Solar, 2014, p. 258). Sin embargo, esta problemática sigue vigente, pero ahora
como algo que las parejas mantienen en secreto o un asunto que debe ser tratado
en casa. En términos científicos, entendemos la violencia piscológica como todo
acto de “…hostilidad, expectativas abusivas, intimidación, devaluación y conductas
amenazadoras” (Ledesma, Kumul, 2013,
p. 77). La postura de este ensayo es en contra; esta práctica atenta contra la
dignidad de la mujer, su búsqueda de la felicidad encuentra más trabas y su libertad
podría estar condicionada.
Aunque cada vez es más
común ver a mujeres formar parte de la sociedad económicamente activa logrando
proveer bienes para la familia, la violencia psicológca es un problema que
sigue presente en millones de hogares de nuestro país. La cultura patriarcal es
una realidad que sigue vigente, sobre todo en familias con índices de pobreza
elevados. Las esposas están condenadas a obedecer y administrar el hogar con
aquello que el esposo pueda proveer. Hasta hace pocos años se relacionaba la
violencia psicológica solamente con parejas heterosexuales, sin embargo, hoy abordamos
una nueva perspectiva: se habla ya no solo de una violencia psicológica entre
parejas heterosexuales, sino en homosexuales (para fines de este ensayo, se
abordará solamente el tema de las parejas lésbicas hablando en términos de
parejas homosexuales).
La
metedología que se seguirá para defender esta postura será primeramente de
investigación, resaltar los problemas y causas asi como abordar el problema
ético que representa y proponer alternativas que pudieran ayudar a mejorar la
situación.
Palabras clave
Violencia psicológica, pareja, dignidad, libertad,
felicidad, respeto, violencia contra las mujeres, bienestar, derechos humanos
de las mujeres.
Contenido
Primero, es necesario saber cómo es que a violencia
psicológica comienza abrirse paso en las relaciones de pareja. La violencia psicológica constituye un problema social de gran
relevancia debido su magnitud, y por las consecuencias que puede tener (Poo y Vizcarra,
2008). Esta violencia comienza habitualmente desde las primeras etapas del
noviazgo o en las primeras etapas de la vida en común, para luego ir
aumentando, tanto en frecuencia como en intensidad con el paso del tiempo (García,
Wlodarczyk, Reyes, San Cristóbal, Solar, 2014, p. 246). La mujer lo podría considerar como algo “tolerable” o
una especie de “juego” en el que las palabras hirientes se toman a manera de
broma, sin embargo, las palabras pueden
transformarse en gritos, las bromas en insultos directos e incluso en golpes. Las víctimas de violencia psioclógia muchas veces no
logran ver la gravedad de la situación o buscan evitar el conflicto, pues
buscan el bienestar de la familia en general incluso colocándolo antes que el
suyo. Al tratarse de una cuestión psicológica, resulta difícil encontrar un
parámentro para medir el nivel de gravedad de la violencia, sin embargo, es
evidente que la dignidad de la mujer se ve afectada pues los hostigamientos
pueden hacerla creer que su valor no es el mismo que el de otros miembros de la
familia.
Son numerosas las causas de la violencia psicológica
hacia la mujer, según un artículo publicado por la Universidad de Murcia “las diferentes perspectivas teóricas consideran que la causa
de la violencia hacia la mujer en las relaciones de pareja se sitúa en
múltiples ámbitos. Estos niveles o ámbitos harían referencia a: 1) el individuo
(desórdenes de personalidad, anomalías psicológicas, conductas adictivas de los
maltratadores, etc.) (Dutton y Golant, 1997; FernándezMontalvo y Echeburúa,
2008; Murphy, Taft y Eckhardt, 2007); 2) la familia (graves problemas de
comunicación, conflictividad en la relación, relaciones disfuncionales, ausencia
de apoyo familiar, aislamiento social de la familia, etc.) (ver
Holtzwortz-Munroe y Stuart, 1994, para un análisis; Huang, Zhang y Cao, 2007;
Zhao, Zhang, Li, Zhou y Li, 2008); y 3) social (por ejemplo, sociedades
machistas, tolerancia social del uso de la violencia, norma de privacidad
familiar, actitudes sociales sobre la violencia hacia la mujer en las
relaciones de pareja, etc.) (Gracia y Herrero, 2007; Herrero y Gracia, 2005;
Strauss, Kaufman y Moore, 1997)” (Torres, Lemos-Giráldez, Herrero, 2013, p. 10). Es
necesario enunciar también las consecuencias que pueden existir dentro de un ámbito
de violencia en pareja, según el Banco Internacional de Desarrollo (BID) los
costos de la violencia en pareja se dividen en categorías, las cuales son: costos directos; gastos debido a la
asistencia psicológica y médica. Gastos ocasionales por las prestaciones de la
policía, el sistema judicial, penal, así como costos de servicios sociales. Costos no monetarios; mayor incidencia
de estados patológicos, aumento de crecimiento de la mortalidad a causa de
suicidios y homicidios, mayor tasa de dependencia a bebidas alcohólicas y a
estupefacientes, trastornos emocionales y del comportamiento (López, L;
Apolinaire, J, 2005, p. 4).
Desde un punto de vista médico, encontramos que
varios casos de violencia contra la mujer tienen mucho que ver con las
condiciones psicológicas del hombre, tal y como lo menciona un artículo publicado
por la Universidad de Murcia que afirma que “…los
hombres violentos suelen presentar carencias psicológicas, déficits cognitivos,
desórdenes de personalidad, consumo abusivo de alcohol y drogas, pensamientos
distorsionados sobre la inferioridad de la mujer, baja autoestima, dificultad
en la comunicación y en la expresión de sus emociones, falta de control de
impulsos y una estrecha relación entre la severidad de la violencia y el
control de la ira (Dutton y Golant, 1997; Murphy, Taft y Eckhardt, 2007;
Echeburúa y Redondo, 2010)” (Torres,
Lemos-Giráldez, Herrero, 2013, p. 10). Sin embargo, es necesario afirmar que independientemente
de la sexualidad de las parejas, la violencia psicológica es una realidad que
atenta continuamente contra la dignidad, la felicidad y la libertad de las
mujeres.
Específicamente en parejas del mismo sexo, la
violencia psicológica resulta un tema tabú pues exite escasa información de la vida
de las parejas homosexuales. Puesto que es un tema de reciente interés y no
existen grandes muestras que sean representativas de la población, son muchas
las personas homosexuales que se rehusan a participar en estudios por temor a
ser estigmatizados o victimizados. En ese sentido, la homofobia refuerza el
tabú de la homosexualidad e impide que innumerables gays y lesbianas “salgan
del clóset” aportando buenas razones para mantener escondida la violencia que
se da en sus relaciones de pareja” (Ledesma, Kumul, 2013, p. 78).
Específicamente en parejas lésbicas, la Revista Latinoamericana de Medicina
Conductual afirma que la violencia en
parejas lésbicas se caracteriza por la presencia de fenómenos como la
vergüenza, los celos, ganar el control y poder sobre la pareja (Ledesma, Kumul,
2013, p. 78).
Encontramos
que además de ser un daño a nivel emocional para la víctima, resulta un
atentado para muchos otros aspectos de su vida “…en
lo que refiere a sus efectos sobre la salud física (heridas, fracturas,
embarazos no deseados, asma, síndrome de irritación intestinal, etc.) como
psicológica (trastornos de ansiedad, disfunciones sexuales, insomnio, baja
autoestima, abuso de sustancias o sentimientos de culpa se encuentran entre los
efectos psicopatológicos más habituales). Sin obviar, por supuesto, resultados
fatales como los suicidios, homicidios o la mortalidad materna” (Torres,
Lemos-Giráldez, Herrero, 2013, p. 9). Al ser un
tipo de violencia no física, es más difícil de detectar y a menudo ciertos
comportamientos que no deberían de darse en una relación sana se asumen como
parte de la normalidad. Ahora bien ¿cuál es el problema ético que crea la
violencia piscológica? La violencia constituye un forzamiento de la autonomía.
El autor James Rachels menciona que atententar contra la autonomía es
vulnerarla, pues se podría obligar a la mujer a realizar una tarea incluso
cuando ella no desea realizarla. (Rachels, 2006, p. 21). La dignidad humana de
la mujer es uno de los factores que más se ve afectado, ya sea porque su pareja ejerce un control sobre los
gastos que hace o si la mujer debe pedir dinero para obtener algún bien para el
hogar, hasta tomar decisiones en cómo debe o no vestirse la antes de salir de
casa. En su libro de Introducción a la vida moral, Rachels menciona al filósofo
Kant, quien afirma que una persona debe ser tratada como un fin y no como un
medio (Rachels, 2006, p.20). Al
violentar verbalmente se le priva de cualquier forma de respeto. Las decisiones en cuanto a su proyecto de
vida se ven influenciadas por los intereses de su pareja sin tomar en cuenta si
los deseos o metas de la mujer de verdad podrían cumplirse. En este ámbito, nos
damos cuenta de que la felicidad de la mujer se ve comprometida, pues las
barreras que le impiden lograr sus metas comienzan desde su hogar. Por último,
su libertad es otro factor importante que ve comprometido pues la toma de
decisiones que podría ejercer como persona autónoma es revocada por su pareja y
ser este o esta mismo/a el que decida por la mujer.
La violencia psicológica es también conocida
como la antesala de la violencia física. Sin embargo, tomando consciencia de
que esta problemática es una realidad que puede ser prevenida, podría reducirse
considerablemente. Un punto muy importante para resolver esta problemática es
la autovaloración pues “tiene un papel decisivo para la expresión afectiva
de las necesidades y motivos que forman las tendencias orientadoras de la
personalidad. Está entre los mecanismos fundamentales que posibilita la
autorregulación consciente por parte del hombre, de su actividad y su conducta”
(López, L; Apolinaire, J, 2005, p. 37). Si una mujer aprende a autovalorarse
desde temprana edad, logrará desarrollar en sí misma las herramientas
necesarias para identificar cuando su autonomía podría estar siendo
comprometida o no. Es necesario que tanto la familia como las escuelas tomen
las medidas necesarias para crear tanto en casa como en los programas
educativos, enseñanzas que harán que niñas y jóvenes desarrollen esta
autovaloración pues solo así podrán defender su persona con decisiones
fundamentadas y ser capaces de identificar cualquier signo de violencia
psicológica en sus parejas. Otra factor importante es la desnaturalización de
esta problemática, evitando que se vuelva un asunto que deja ser escondido o
tratado en casa, pues como menciona la
Universidad de Ciencias Médicas de Cienfuegos “se reconoce que las mujeres
víctimas de la violencia conyugal, demoran de 5 a 10 años en decidir la ruptura
con la pareja, lo que hace suponer que, en esta área de su vida, en ellas está
presente la cualidad de la indecisión en la regulación de su conducta” (López,
L; Apolinaire, J, 2005, p. 40). Es necesario que la mujer esté conciente de que
existen organismos que pueden apoyarla y asesorarla en caso de sufrir algún
signo de violencia psicológica antes que sea demasiado tarde.
Conclusión
En conclusión, podemos afirmar que
la violencia psicológica hacia las mujeres una problemática que sigue vigente y
no solo es un asunto de parejas heterosexuales. Es una realidad que debe dejar
de ser vista como algo que debe ser escondido o un asunto a “tratar en casa” y
comenzar a generar soluciones que nos ayuden a evitar que más mujeres sean
víctimas de algo que posteriromente podría incluso llevarlas a acabar con su
propia vida, que ayuden a abortar
la hostilidad provocada tanto por acontecimientos externos a la relación como
por procesos relacionales (Cáceres, 1996)” (Áceres, 2004, p. 50). La
autovaloración es un factor determinante para que las mujeres puedan aprender a
identificar cuando las palabras ya se convierten en un arma. Es vital
desarrollar una autovaloración, pues solo asi podrán ejercer su autonomía,
evitar que su dignidad se vea comprometida y aprender a actuar ante una
situación que si bien no tiene evidencias físicas, puede llegar a
desarrollarlas e incluso podría tener consecuencias mortales.
Segunda conclusión (reflexión ética VMTP)
Como
alumna foránea, he tenido la fortuna de poder contar con un carro propio,
además de vivir cerca del campus, por lo que nunca me he visto en la necesidad
de utilizar el transprote público en la ciudad. Durante la etapa de
investigación y posteriormente realizar las encuestas, me di cuenta de lo
afortunada que soy por poder contar con un transporte privado y de la realidad
que día con día millones de personas tienen que afrontar. Al escuchar los
testimonios, me di cuenta de que el transporte público de la ciudad es
deficiente, pero eso no significa que las cosas no puedan cambiar. Puedo
afirmar que la sociedad está abierta al cambio, pero es necesario que las
insituciones gubernamentales apoyen al bien de los ciudadanos. Propuestas como
una mejor iluminación, que más mujeres puedan ejercer como conducturas me
parecen soluciones viables, pero esto convencida de que el cambio debe empezar
de raíz.
En
la clase de ética aprendí sobre la dignidad humana, la autonomía, el
resperto, DDHH, y otras tantas categorías
que al tener un transporte público deficiente, se ven afectadas sobre todo en
la población femenina. Palabras obscenas, toqueteos e incluso violaciones son
consecuencias que son una realidad para millones de mujeres. Al realizar las
encuestas, pude observar como muchas preferian buscar si bien no un lado
positivo, una forma de aliviar el dolor que conllevaba el tener que vivir estas
situaciones de manera cotidiana. Considero intolerable que estas actividades
sean ya consideras como algo normal. Educar a la población no a defenderse,
sino a no hacerlo es vital para que nuestra ciudad y nuestro país puedan
progresar, pues solo así podremos salir de la ola de violencia que invade
nuestras calles.
Referencias
Áceres, J. Violencia física,
psicológica y sexual en el ámbito de la pareja: papel del contexto. (2004).
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García,
F; Wlodarczyk, A; Reyes; A; San Cristóbal C; Solar, C. (2014). Violencia
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Ledesma,
C; Kumul, N. (2013) Escala para identificar la violencia psicológica en parejas
lésbicas. Revista Latinoamericana de Medicina Conductual / Latin American Journal
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López, L; Apolinaire, J. (2005). Violencia contra
la mujer: su dimensión psicológica MediSur, vol. 3, núm. 2, 2005, pp. 39-81
Universidad de Ciencias Médicas de Cienfuegos Cienfuegos, Cuba. Recuperado de:
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Rachels, J.
(2007). Introducción a la filosofía moral. México. Fondo de la Cultura
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Torres, A; Lemos-Giráldez, S; Herrero,
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los hombres que maltratan a su pareja. (2013). Anales de Psicología, vol. 29,
núm. 1, enero, pp. 9-18 Universidad de Murcia Murcia, España. Recuperado de:
http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=16725574002
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