Mariana Benítez
Ruelas-A01631217
Introducción
La
conceptualización de lo masculino basada en superioridad ha generado una
estigmatización hacia el género femenino muy recalcitrante, afectando en su
mayoría a mujeres. Es una conceptualización que conocemos como “machismo”.
El
someter a las mujeres a roles considerados inferiores para la hombría, ha
establecido limites de lo que ellas pueden hacer y ser, contrarrestando su
verdadera calidad de persona/humano.
El
machismo manipula las relaciones sociales y sus estructuras, lo cual,
históricamente, ha desfavorecido los derechos para las mujeres en todos los
sentidos (económicos, políticos, sociales, etc.). Aunque es una realidad que actualmente existe
un avance en materia legal y con ello cuestiones de mentalidad (menos rígida o
tangible sobre la supremacía del hombre), esto no se ha traducido en la
anulación del machismo sino a un cambio en sus formas, formas que por su
reciente mutación no han sido identificadas, pero que continúan siendo dañinas.
El
machismo resulta un obstáculo para lograr una sociedad más ética que permita la
evolución social y de la humanidad en general.
Palabras Clave:
Machismo,
rol de género, masculino, femenino, mutación, perspectiva de género,
inferioridad, superioridad, concepción social.
Nuevos
Machismos
Deslicé
la pantalla de mi celular para actualizar las noticias de Facebook y encontré
un articulo sobre mi deporte favorito: golf, pero esta vez no agradable. Decía
que a una chica le habían negado su trofeo en un torneo a pesar de haber
superado a los hombres, su puntaje fue usado para beneficiar a su equipo (todos
hombres) pero no reconocieron su victoria porque el concurso era varonil. Una
controversia.
Deslicé
mi pantalla nuevamente para hacer refresh
y veo otro titular, que dice: “Empleados matan a su jefa en Tlaxcala”, leo
que uno de los dos homicidas en ese suceso justifica su acto diciendo que “ya
lo tenían hasta la madre” las ordenes de Jazmín (su jefa) una joven de 19 años.
Bastó deslizar dos veces la pantalla de mi celular para recordar que 6 de cada
10 mujeres en México ha sufrido algún tipo de violencia en el ámbito
comunitario, laboral, escolar y sobre todo familiar (Amnistía Internacional,
2017) . Para recordar que hace unos días leía declaraciones de artistas sobre
el abuso sexual que el productor Harvey Weinstein ejerció sobre ellas. Que hace
un mes confirmaron la muerte de Mara Castilla, cuyo chofer de Cabify la
asesinó.
Es un
panorama que contrarresta con un 80% de personas en México que considera que
los hombres y mujeres deberían tener las mismas oportunidades o con un 74% que
dice creer en la responsabilidad compartida en las tareas del hogar (El
Universal, 2011), contrarresta con el desarrollado de igualdad de condiciones
ante la ley. Porque, sí, el marco legal ha permitido la incorporación de las
mujeres en todos los ámbitos y se tienen más libertades. Vemos mujeres en el
congreso, empresarias, miles de mujeres estudiando y laborando o incluso
saliendo solas a divertirse. Pero también los hechos como los mencionados al
inicio, demuestran que aún hay un estigma de inferioridad hacia lo femenino y, por
lo tanto, las personas que tienen este género, en su mayoría mujeres, no han
alcanzado el reconocimiento de su dignidad, no por completo. Es decir, no se
reconoce su total capacidad para tomar decisiones, establecer metas, tener conductas
razonadas y ser libres -características básicas de la dignidad- (Rachels, 2006), y de lo contrario se puede asumir que es
posible ejercer un control sobre las mujeres, dando cabida al uso de ellas
solamente como un medio para obtener un fin al que el hombre le dio valor.
Entonces,
nos estamos sujetando a alcanzar leyes y acuerdos de papel, a tener paridad
-que si bien es un instrumento constitucional importante para la equidad- nos falta
intensificar el esfuerzo por humanizar la perspectiva de género (masculino y
femenino) y hacer visible este esquema social que nos lastima tanto.
Se
ha disminuido ese machismo duro y totalmente evidente en la superficie de la
sociedad, ya no podemos ver normal el hecho de que un hombre golpeé a una mujer
pero no consideramos grave el acoso sexual que sufre una mujer constantemente
cuando en ambas situaciones se esta violentando el cuerpo, la intimidad, la
integridad.
Me
atrevo a decir que el machismo aún perdura, no con la misma forma, pero sí bajo
el mismo esquema mental y de valores. Se ha modificado pero en esencia: es
igual hoy que en su pasado.
Se
sigue considerando que lo masculino es superior a lo femenino, y como, en esta estructura
mental de percepción, el primero le
corresponde al hombre y el segundo a la mujer: se llega a concebir como natural
quién de los dos tiene mas valor que el otro. Este principio del machismo tiene
fuertes raíces que se originan desde la formación de las civilizaciones más
antiguas, donde el único valor que vieron en las mujeres era el reproductivo,
excluyéndola de roles que se consideraban mejores como la política o la guerra.
Los mitos y relatos las juzgaban desde una incomprensión, creando una
hermenéutica deconstructiva (Etxeberria, 2000), es decir se creó una narrativa
sobre la mujer como un medio (reproductivo, de alianza, representativo de la
condición social del hombre… (Bourdieu, 1991)), cuando la mujer por tener
racionalidad y autonomía propias del ser humano tiene el derecho intrínseco de la
garantía a esos atributos así como el hombre. La aceptación de la ciencia en
los siglos más recientes, desmitificó muchas supuestas desventajas biológicas
antes creídas, pero durante estos años: socialmente esta superioridad del
hombre (machismo) ya había mutado a prácticas sociales respectivamente
contemporáneas. No son unos cuantos los hombres machos, no es una cuestión de
personalidad, se ha culturalizado y por lo tanto se vive en bastantes formas de interrelación. Presentamos una violencia
simbólica, violencia amortiguada, invisible e insensible (Bourdieu, 1999) que
incluso la víctima no percibe porque la confunde con el esquema social “normal”
o “debido” que realmente se ha creado bajo esa forma de dominación. Los procesos
sociales están marcados por el machismo, por la sobrevaloración de lo
masculino, a lo que se le relaciona el éxito que se deriva de capacidades
superiores, un carácter fuerte y que no valora lo intangible como la
sensibilidad.
El
machismo no es exclusivo de los hombres, es de quienes crean que existe
inferioridad en lo femenino. El problema parte de querer añadir características
estrictamente para un solo genero “masculino” o “femenino” pero incluso la
mayor gravedad se encuentra en hacer una presión social ante los hombres para
que se inserten exclusivamente en lo masculino y las mujeres a lo femenino;
cuando naturalmente, se pueden tener características de ambos géneros, la
diferencia entre ellos y su asignación es una concepción social. Prueba de ello,
además de los hechos científicos, son las culturas como la tribu Mosuo –China-
(Solís, 2014) o Wodabee –Sáhara- (Drury,2015) donde la “dominación” no la
ejerce en barón, sino la mujer.
Si
continuamos con la idea de que existe una supremacía por parte de lo masculino,
continuaremos adoptándola en todas las prácticas de la sociedad en la
actualidad y en el futuro, continuará mutándose. Seguiremos inhibiendo la
expresión de la intimidad tanto de hombres y mujeres por prevalecer la presión
de los roles de género que cada uno debe cumplir, donde las mujeres se verán
más vulneradas.
Analizando
la transformación del machismo en la actualidad, un espacio que evidencia mucho
los pensamientos de la sociedad son las redes sociales y los medios de
comunicación. En noticias como las mencionadas al inicio, el impacto es doble:
primero los daños manifiestos del machismo y en segundo lugar ver los
comentarios de los usuarios que secundan tales daños. Es común que por temor
social no se asuma que se es “machista” así que se eximen directamente de ello
con un: “no es por ser machista o justificar lo sucedido pero…” y continúan con una opinión que contradice
totalmente el primer párrafo de su opinión. Como parte de esta mutación del machismo
la “culpa” sigue siendo de las mujeres en todos los casos, aunque sea mínima
pero siempre existe, porque fue su responsabilidad salir a esa hora de la
noche, vestirse de esa forma, no decir nada ante un abuso sexual se toma como
complacencia. Hablar y defender la
dignidad que le corresponde al género femenino, se toma como exageración, falta
de sentido en el humor, conveniencia, querer “llamar la atención” una búsqueda
de obtener ventajas sobre el hombre, una ofensa a la igualdad en la sociedad.
Todo
acto de violencia (sexual, de derechos humanos, discriminativa, psicológica,
física) incluso la que llega al homicidio se “minimiza” al tratarse de una
mujer, nuevamente tiene parte de culpabilidad aunque sea la víctima y
nuevamente la exposición del caso es un intento de obtener ventajas, de ser
banalmente especiales (mujeres).
Puedes
estudiar y desarrollar vida laboral, pero los roles de maternidad no pueden
deslindarse y tampoco las características femeninas (inferiores) que
forzosamente debes poseer. Por eso, es más difícil sobresalir en el mercado
laboral, de tener credibilidad y capacidad para tener una familia además de un
trabajo.
En
los medios vemos cómo es importante saber si Jennifer Anniston por fin está
embarazada y no los retos que le significaron hacer su más reciente película, vemos
mujeres que logran significativos avances en su área pero una de las primeras
preguntas en una entrevista es cómo lidia con sus hijos. Porque actualmente es
una realidad social, así como es una realidad que ese tipo de interrogatorios o
temas no se relacionen con los hombres, quienes tienen capacidad para compartir
las labores de cuidado (las cuales no tienen que ser menospreciadas).
Pero
nunca es un problema en la perspectiva de género, mucho menos está relacionado
con el machismo, basta con observar críticamente la forma en la que nos
relacionamos y lo que opinamos de ello.
Conclusiones
Hay
que visibilizar las nuevas formas de machismo que arraigamos hasta la
contemporaneidad, no hay que soltar el avance que muchas mujeres y hombres han
logrado para generar equidad.
No
hay que tener miedo a reconocer que nos falta mucho para redefinir la
masculinidad y feminidad a una que pueda humanizarnos, no restringirnos. A una
que nos garantice dignidad y posibilidad de expresar nuestra intimidad sin
oprimirla a concepciones sociales que nos han brindado estos problemas éticos
que se transmiten a hechos crudos como los feminicidios, la homofobia o
cualquier violencia de género.
Debemos
evidenciar el problema pero también estar listos para guiar las acciones con
una congruencia que nos permita alcanzar equidad, apegarnos a la ética es una
buena guía.
Conclusión
proyecto: Violencia a Mujeres en el Transporte Público
La
arquitectura y en general los espacios públicos como plazas o el transporte son
un reflejo de la sociedad, de lo que sucede dentro de nuestro esquema de
pensamiento, valores y nuestra dinámica para relacionarnos. Desde que yo
recuerdo, he tenido una mala impresión del transporte público en México por lo
que desarrollé mi vida en la ciudad en auto al tener la oportunidad, pero esto,
al sucederle a muchas otras personas en el país- y a otras a pesar de su mala
impresión verse en la necesidad de usar el transporte público- nos habla de un
foco rojo en la justicia social, puesto que el bienestar de la persona esta
siendo determinado por su poder adquisitivo.
Incluso,
tanto las personas que tienen o no auto, se ven limitadas en sus alternativas
de transito por una inexistencia de infraestructura (como bicirutas, por ejemplo)
o un mal estado de ellas, debilitando así su derecho a circular la ciudad y
poniendo en peligro su integridad.
Lo
que se vive día a día en el transporte público es indignante, las personas
viven en un constante estrés por protegerse, como mencioné se reflejan
problemas de la sociedad en ese espacio. La “normalidad” percibida en los
atacantes y de algunas victimas al no respeto de su espacio personal, de su
cuerpo (acoso sexual), de sus pertenencias, de su realización de planes de vida
(llegar puntual al trabajo, escuela, o vivir) , muchas veces porque a ellos no
les respetaron esto a lo largo de su vida; es un asunto que debemos resolver
con urgencia. Las mujeres son aún muy vulnerables en este espacio público,
porque en México se siguen percibiendo sin su completa calidad de persona.
Como
mencioné, solo algunas victimas normalizan esta situación, existen las personas
que reclaman ese respeto y esa garantía que no se les ha otorgado y existen
personas que comprenden la necesidad de humanizar los espacios, que realmente
son una herramienta para transformar positivamente a las personas que coexisten
en ella.
Referencias:
Básicas
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mujer posmoderna y el machismo». Franciscanum 162, Vol. lvi (2014): 107-129.
Etxeberria. (2000). La rebelión de
Antígona. En Masculino/Femenino(36-39). Bilbao: U. de Deusto.
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Marina Castañeda. (2002). El
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James Rachels. (2006). Kant y el respeto
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Pierre Bourdieu. (1999). Preámbulo. En La
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Complementarias
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Castillo, Wili Quintero.
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María del Mar Solís Fresco. (2014). Los
Mosuo: el último vestigio de matriarcado en China. 2017, de Vintun Sitio web: https://enchinadas.wordpress.com/2014/04/11/los-mosuo-el-ultimo-vestigio-de-matriarcado-en-china/
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