jueves, 16 de noviembre de 2017

La ética y la cooperación internacional para el desarrollo

Óscar González Ramírez
@OscarGR93

El imperativo ético en la asignación de recursos para la cooperación internacional para el desarrollo
Abstract
El propósito de este ensayo es explicar el contexto en el que surgió, de manera institucional, la cooperación internacional para el desarrollo y analizar cómo ha evolucionado. Con base en esto, se busca contrastar las principales características de la arquitectura internacional en materia de cooperación internacional para el desarrollo con los principales paradigmas éticos. Esto con el propósito de determinar la cualidad ética del ejercicio de la cooperación internacional para el desarrollo. De manera que se logre aventurar una propuesta que promueva que la cooperación internacional para el desarrollo se ejecute de forma congruente con los principales paradigmas éticos.
Palabras clave: cooperación internacional para el desarrollo, ética, ODS, CAD, países desarrollados, países subdesarrollados.
***      La cooperación internacional para el desarrollo (CID) tiene sus orígenes en el contexto de la post guerra. La Segunda Guerra Mundial (SGM) dejó devastada a gran parte del continente europeo y, por tanto, la gran potencia que surgió de este acontecimiento, Estados Unidos (EEUU), impulsó el Programa de Reconstrucción Europeo (ERP, por sus siglas en inglés) conocido como Plan Marshall[1].
            Desde sus inicios, la CID fue un tema controversial por los intereses detrás de ésta. Entre otras cosas, una de las explicaciones que se dan sobre los motivos que llevaron a EEUU a emprender la reconstrucción de Europa son sus intereses económicos y geoestratégicos.
Para EEUU, era fundamental tener en Europa a un socio comercial con economías sólidas que consumieran los productos estadounidenses e invirtieran en su economía; asimismo, en el contexto de la Guerra Fría, era de suma importancia crear una sólida alianza que contuviera al comunismo (Wallerstein, 2004). En este sentido, desde el paradigma ético del utilitarismo[2], las intenciones estadounidenses resultan cuestionables; pues si bien se buscaba el beneficio mayor de la población europea, lo cierto es que el motor de esa acción era el interés propio de EEUU.
Por otro lado, una cuestión a analizar es si de verdad las relaciones internacionales y las instituciones que las regulan, entre éstas las que impulsan CID, se han desarrollado con una finalidad ética. Si partimos del postulado de José Luis Aranguren de que la ética no sólo es un tema personal, sino también social (Angulo, s.f., p. 22). Bajo esta premisa se puede analizar si la CID hoy en día realmente es un mecanismo que busca cumplir con un deber ético o si, por el contrario, existen intereses que la pervierten.
Actualmente los esfuerzos de la CID se rigen por la Agenda de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta agenda consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que buscan satisfacer “las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades” (Naciones Unidas, s.f.).
En este contexto existen diversos actores que protagonizan la CID. Muchos de éstos tienen opiniones divergentes acerca de cómo alcanzar los ODS. Más que analizar las propuestas en sí, para propósitos de este ensayo se revisarán las condiciones éticas de éstas.
El principal actor en materia de CID es el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pues en este grupo se concentran los denominados países desarrollados, quienes, al ser los más beneficiados del sistema económico mundial, son quienes tienen mayor obligación moral para promover el desarrollo sostenible[3] en las naciones subdesarrollados. Esta postura es respaldada por Richard W. Miller al señalar la responsabilidad que tienen las personas de los países desarrollados con las de los subdesarrollos (Rossi, 2010). Este argumento se fortalece con el valor intrínseco de las personas; puesto que una característica del ser humano es la dignidad[4], y es razón suficiente para emprender este esfuerzo.
Los miembros del CAD son los principales proveedores de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)[5]. Entre otras cosas, los miembros del CAD se comprometieron a destinar 0.7 por ciento de su Producto Nacional Bruto (PNB) a la AOD, sin embargo, al día de hoy, el cumplimiento de ese compromiso no es la regla y sí la excepción (Báez, 2008, p. 32).
En principio, se podría argumentar que las iniciativas del CAD en materia de CID tienen como elemento fundacional el imperativo ético de promover la justicia[6] social en los países menos beneficiados del sistema actual. No obstante, si bien el CAD propone una serie de políticas para aumentar la eficacia de la ayuda al desarrollo, en realidad los miembros del CAD no predican con el ejemplo (Domínguez, 2011, p. 3). Lo que pone en duda sus verdaderas intenciones puesto que si conocen la ruta y no la implementan aumenta la responsabilidad ética de los miembros del CAD sobre los resultados de la AOD.
Ahora bien, otro de los temas controversiales en torno al CAD es el debate sobre lo que debe considerarse AOD y lo que no. Puesto que la AOD es un sistema rígido y vertical; esto es, sólo se considera AOD lo que estrictamente cumpla con sus requerimientos y esto genera desencanto en los posibles donantes; además, el hecho de que sean los países desarrollados quienes determinen los mecanismos de ayuda hacia al mundo subdesarrollado deja fuera de la discusión a los países receptores de la ayuda, quienes en principio son los que mejor conocen sus circunstancias y deberían, si no protagonizar, sí participar equitativamente en el desarrollo de la CID (Herrera, 2012). Esta dinámica es contradictoria con la perspectiva ética de los grupos de interés. La cual afirma que se deben tomar en cuenta a la pluralidad de agentes que participen en la dinámica (González, 2012, p. 93). En este sentido, la CID debería concentrase más en mecanismos de cooperación que considere a todos los actores; no sólo los donantes, sino también los receptores.
Este sistema vertical de CID es polémico pues se cuestiona el verdadero compromiso de los países desarrollados de buscar el desarrollo sostenible, al buscar la solución por quienes forman parte del problema. Al respecto, es importante destacar que en gran medida el subdesarrollo es producto del desarrollo. El escritor uruguayo Eduardo Galeano lo definió así: Que unos mueran de hambre es porque otros mueren de indigestión (Aguado, 2014). Esta premisa coincide con que esta situación desfavorable del sur global es producto del proceso de globalización financiera que ha beneficiado a las naciones desarrolladas (Girón, 2012, p. 4).
El debate sobre los verdaderos motores de la CID ha sido sumamente discutido. En este sentido, conviene revisar la siguiente cita: “los objetivos de esta actividad tienen como leitmotiv, más que contribuir al desarrollo de los países menos beneficiados, promover la perpetuación de las relaciones Norte-Sur” (Prado, s.f., p. 5).
Como se plantea al inicio del ensayo. Un tema relevante en materia de CID es la asignación de los recursos. Desde la perspectiva kantiana de la dignidad humana, resulta imposible argumentar qué criterios son válidos para definir en qué se invertirán los recursos disponibles para la CID, puesto que para Kant todos los seres humanos son invaluables e iguales en tanto que son dignos (Cortina, 1996, p. 7). En este sentido, si el ser humano es invaluable resulta contradictorio determinar qué recursos se van a repartir y bajo qué criterios (Etxeberria, Martínez & Teitelbaum, 2002, p. 13).
Conclusiones
            En este ensayo se ha revisado el acontecimiento fundacional de la CID y las razones económicas y geopolíticas que lo explican. Asimismo, se ha analizado el sistema de CID actual, desde quiénes son los principales actores y cuáles son sus propuestas hasta las incoherencias del sistema.
            Aunado a esto, se ha buscado realizar un análisis crítico del contenido y contrastarlo con los principales paradigmas éticos. Esto con la finalidad de identificar cuáles son las razones que mueven a los países del primer mundo para cooperar con los países subdesarrollados; y así, poder determinar si la CID se ejecuta de manera ética.
            La evidencia sugiere que el principal motor de los países desarrollados para cooperar con los subdesarrollados es el interés propio de los primeros. Asimismo, hoy en día no existe evidencia que demuestre que los mecanismos del CAD realmente promueven el desarrollo del sur global. En consecuencia, se puede concluir que, por lo menos, el principal motivo de la CID no es la ética, sino los intereses.
            En consecuencia, se sugiere que se redefina la finalidad de la CID, de manera que se reestructure la arquitectura de CID mundial hacia una que considere la viabilidad ética de las acciones en materia de CID. Para que la CID se ejerza de forma ética, será necesario que se busquen cubrir las múltiples categorías éticas y empatarlas con los ODS y, además, revisar si las acciones se están realizando con base en los paradigmas éticos vigentes.

Referencias básicas:
Angulo, C. (s.f.). Ética, orden legal y nueva visión de la cooperación internacional para el desarrollo. Recuperado de: http://www.ehu.eus/cursosderechointernacionalvitoria/ponencias/pdf/1999/1999_1.pdf

Cortina, A. (1996). Ética. La vida moral y la reflexión ética. Santillana, Madrid.

Etxeberria, X., Martínez, E. & Teitelbaum, A. (2002). Ética y Derechos Humanos en la cooperación internacional. Recuperado de: http://www.deusto-publicaciones.es/deusto/pdfs/cuadernosdcho/cuadernosdcho17.pdf

Girón, A. (2012). Desarrollo, ética y democracia. Revista Latinoamericana de Economía, volumen(43), pp. 3-7. Recuperado de: http://www.deusto-publicaciones.es/deusto/pdfs/cuadernosdcho/cuadernosdcho17.pdfhttp://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11823951001

González, E. (2012). Perspectiva de los grupos de interés en la RSE. En García De La Torre, C., Lozano, J. F., & Raufflet, E. Responsabilidad social empresarial (p. 93). Estado de México, México: Pearson Educación.

Martínez, E. (2002). Justicia. En Adela, C. & Conill, J. 10 palabras clave en Ética (p. 167). Estella (Navarra).

Prado, J. P. (s.f.). La dimensión ética de la cooperación internacional al desarrollo Entre la solidaridad y el poder en las relaciones internacionales. Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo del Banco Interamericano de Desarrollo, p. 5. Recuperado de: http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd52/etica.pdf

Rossi, B. (2010). Our obligations to the foreign poor. University of Notre Dame. The review of politics. Extraído de: https://0-www.cambridge.org.millenium.itesm.mx/core/services/aop-cambridge-core/content/view/17572B6794F6A9F66CEC0CB3368A41A4/S003467051200068Xa.pdf/our_obligations_to_the_foreign_poor_w_miller_richard_globalizing_justice_the_ethics_of_poverty_and_power_oxford_oxford_university_press_2010_pp_288.pdf 

Referencias complementarias:
Aguado, M. (2014). ¿Somos muchos o es que algunos tragan demasiado? Recuperado de: https://iberoamericasocial.com/somos-muchos-o-es-que-algunos-tragan-demasiado/

Asamblea General de las Naciones Unidas, “Transformar nuestro mundo: la Agenda para el Desarrollo Sostenible” (A/Res/70/1). (2015). Recuperado de: https://undocs.org/sp/A/RES/70/1
Báez, J. M. (2008). Un análisis crítico del actual sistema internacional de cooperación al desarrollo. Estudios Económicos de Desarrollo Internacional, volumen(8-2), p. 32. Recuperado de: http://www.usc.es/economet/reviews/eedi822.pdf

Domínguez, R. (2011). 50 años del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE. Cátedra de Cooperación Internacional y con Iberoamérica, volumen(7), p. 3. Recuperado de: http://www.ciberoamericana.com/pdf/Briefing7.pdf

Herrera, A. K. (2012). El modelo chino y el dilema de la cooperación internacional para el desarrollo. Recuperado de: http://sursur.sela.org/listado-de-noticias/2012/10/el-modelo-chino-y-el-dilema-de-la-cooperación-internacional-para-el-desarrollo/

Naciones Unidas. (s.f.). Desarrollo sostenible. Recuperado de: http://www.un.org/es/ga/president/65/issues/sustdev.shtml
Oxfam. (s.f.). Ayuda Oficial al Desarrollo. Recuperado de: http://www.realidadayuda.org/glossary/ayuda-oficial-al-desarrollo

Recursostic. (s.f.). El utilitarismo de Bentham y de Stuart Mill. Recuperado de: http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/quincena4/quincena4_contenidos_3.htm
Wallerstein, I. (2004). Estados Unidos y Europa de 1945 a la fecha. La Jornada. Recuperado de: http://www.jornada.unam.mx/2004/05/26/008a1pol.php?printver=1&fly=

Weston, B. (2000). Marshall Plan. Encyclopedia of the American Constitution, volumen(4), p. 1687. Recuperado de: http://0-go.galegroup.com.millenium.itesm.mx/ps/retrieve.do?tabID=T003&resultListType=RESULT_LIST&searchResultsType=SingleTab&searchType=BasicSearchForm&currentPosition=2&docId=GALE%7CCX3425001596&docType=Topic+overview&sort=RELEVANCE&contentSegment=&prodId=GVRL&contentSet=GALE%7CCX3425001596&searchId=R1&userGroupName=itesm_mo&inPS=true&authCount=1&u=itesm_mo




[1] Se conoce como Plan Marshall en referencia al Secretario de Estado de EEUU de la época, George C. Marshall. Pues fue en un discurso suyo donde se planteó la idea de emprender un programa de reconstrucción para los países europeos destruidos por la SGM (Weston, 2000, p. 1687).
[2] El utilitarismo es un paradigma ético cuyos principales exponentes han sido los filósofos Jeremy Bentham y John Stuart Mill. Esta corriente ética considera que los seres humanos buscamos el placer y, por tanto, la calidad ética de las acciones se define en función de la cantidad de placer que genere al mayor número de personas. No obstante, para que una acción sea utilitarista, Jeremy Bentham determinó que debería de ser imparcial (Recursostic, s.f.).
[3] Como se explicó en el párrafo anterior, el desarrollo sostenible busca cubrir las necesidades de las generaciones actuales sin comprometer a las generaciones del futuro. Es claro que en la CID un pilar fundamental es que se alcance el desarrollo de forma sostenible; tan es así que la Agenda 2030 de la ONU pone especial énfasis en este aspecto (A/RES/70/1, 2015).
[4] Kant afirma que “los seres humanos no tienen precio, no pueden intercambiarse por un equivalente, sino que tienen dignidad” (Cortina, 1996, p.7). En otras palabras, los seres humanos son un fin en sí mismo (Cortina, 1996, p. 7). Esto es congruente con la CID; puesto que busca aumentar los niveles de desarrollo del grueso de la población mundial, reconociendo al ser humano como un fin en sí mismo.
[5] Se denomina AOD a la ayuda que cumple con los siguientes requerimientos: Es otorgado por organismos oficiales de los países donantes; su objetivo es promover el desarrollo y bienestar social y económico; se concede a países socios del CAD; es de carácter concesional, esto significa que se otorga como donación o se concede con un interés debajo de mercado y con un elemento de donación de al menos 25 por ciento (Oxfam, s.f.).
[6] Para Aristóteles, la justicia se resumía, básicamente, en dar un trato de iguales a los iguales y de desiguales a los desiguales (Martínez, 2002, p. 167). Si, como se mencionó anteriormente, de acuerdo a Kant, la dignidad es inherente al ser humano; luego entonces la humanidad al ser sujetos de dignidad, asimismo, son sujetos de justicia. Por tanto, la justicia social forma parte central en la CID. Lo cual, al final del día, es procurar el bienestar imparcial.

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