Óscar González Ramírez
@OscarGR93
El imperativo ético en la asignación de recursos para la
cooperación internacional para el desarrollo
Abstract
El propósito de este ensayo es explicar
el contexto en el que surgió, de manera institucional, la cooperación
internacional para el desarrollo y analizar cómo ha evolucionado. Con base en
esto, se busca contrastar las principales características de la arquitectura
internacional en materia de cooperación internacional para el desarrollo con
los principales paradigmas éticos. Esto con el propósito de determinar la
cualidad ética del ejercicio de la cooperación internacional para el
desarrollo. De manera que se logre aventurar una propuesta que promueva que la
cooperación internacional para el desarrollo se ejecute de forma congruente con
los principales paradigmas éticos.
Palabras clave: cooperación internacional para el desarrollo, ética, ODS, CAD, países
desarrollados, países subdesarrollados.
*** La
cooperación internacional para el desarrollo (CID) tiene sus orígenes en el
contexto de la post guerra. La Segunda Guerra Mundial (SGM) dejó devastada a
gran parte del continente europeo y, por tanto, la gran potencia que surgió de
este acontecimiento, Estados Unidos (EEUU), impulsó el Programa de
Reconstrucción Europeo (ERP, por sus siglas en inglés) conocido como Plan
Marshall[1].
Desde
sus inicios, la CID fue un tema controversial por los intereses detrás de ésta.
Entre otras cosas, una de las explicaciones que se dan sobre los motivos que
llevaron a EEUU a emprender la reconstrucción de Europa son sus intereses
económicos y geoestratégicos.
Para EEUU, era
fundamental tener en Europa a un socio comercial con economías sólidas que
consumieran los productos estadounidenses e invirtieran en su economía;
asimismo, en el contexto de la Guerra Fría, era de suma importancia crear una sólida
alianza que contuviera al comunismo (Wallerstein, 2004). En este sentido, desde
el paradigma ético del utilitarismo[2],
las intenciones estadounidenses resultan cuestionables; pues si bien se buscaba
el beneficio mayor de la población europea, lo cierto es que el motor de esa
acción era el interés propio de EEUU.
Por otro lado, una
cuestión a analizar es si de verdad las relaciones internacionales y las
instituciones que las regulan, entre éstas las que impulsan CID, se han
desarrollado con una finalidad ética. Si partimos del postulado de José Luis
Aranguren de que la ética no sólo es un tema personal, sino también social
(Angulo, s.f., p. 22). Bajo esta premisa se puede analizar si la CID hoy en día
realmente es un mecanismo que busca cumplir con un deber ético o si, por el
contrario, existen intereses que la pervierten.
Actualmente los
esfuerzos de la CID se rigen por la Agenda de Desarrollo Sostenible de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta agenda consta de 17 Objetivos
de Desarrollo Sostenible (ODS) que buscan satisfacer “las necesidades de la generación presente
sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades” (Naciones Unidas, s.f.).
En este contexto
existen diversos actores que protagonizan la CID. Muchos de éstos tienen
opiniones divergentes acerca de cómo alcanzar los ODS. Más que analizar las
propuestas en sí, para propósitos de este ensayo se revisarán las condiciones
éticas de éstas.
El principal actor
en materia de CID es el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pues en este grupo se
concentran los denominados países desarrollados, quienes, al ser los más
beneficiados del sistema económico mundial, son quienes tienen mayor obligación
moral para promover el desarrollo sostenible[3]
en las naciones subdesarrollados. Esta postura es respaldada por Richard W.
Miller al señalar la responsabilidad que tienen las personas de los países
desarrollados con las de los subdesarrollos (Rossi, 2010). Este argumento se fortalece
con el valor intrínseco de las personas; puesto que una característica del ser
humano es la dignidad[4],
y es razón suficiente para emprender este esfuerzo.
Los miembros del CAD
son los principales proveedores de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)[5].
Entre otras cosas, los miembros del CAD se comprometieron a destinar 0.7 por
ciento de su Producto Nacional Bruto (PNB) a la AOD, sin embargo, al día de
hoy, el cumplimiento de ese compromiso no es la regla y sí la excepción (Báez,
2008, p. 32).
En principio, se
podría argumentar que las iniciativas del CAD en materia de CID tienen como
elemento fundacional el imperativo ético de promover la justicia[6]
social en los países menos beneficiados del sistema actual. No obstante, si
bien el CAD propone una serie de políticas para aumentar la eficacia de la
ayuda al desarrollo, en realidad los miembros del CAD no predican con el
ejemplo (Domínguez, 2011, p. 3). Lo que pone en duda sus verdaderas intenciones
puesto que si conocen la ruta y no la implementan aumenta la responsabilidad ética
de los miembros del CAD sobre los resultados de la AOD.
Ahora bien, otro de
los temas controversiales en torno al CAD es el debate sobre lo que debe
considerarse AOD y lo que no. Puesto que la AOD es un sistema rígido y
vertical; esto es, sólo se considera AOD lo que estrictamente cumpla con sus
requerimientos y esto genera desencanto en los posibles donantes; además, el
hecho de que sean los países desarrollados quienes determinen los mecanismos de
ayuda hacia al mundo subdesarrollado deja fuera de la discusión a los países
receptores de la ayuda, quienes en principio son los que mejor conocen sus
circunstancias y deberían, si no protagonizar, sí participar equitativamente en
el desarrollo de la CID (Herrera, 2012). Esta dinámica es contradictoria con la
perspectiva ética de los grupos de interés. La cual afirma que se deben tomar
en cuenta a la pluralidad de agentes que participen en la dinámica (González,
2012, p. 93). En este sentido, la CID debería concentrase más en mecanismos de
cooperación que considere a todos los actores; no sólo los donantes, sino
también los receptores.
Este sistema
vertical de CID es polémico pues se cuestiona el verdadero compromiso de los
países desarrollados de buscar el desarrollo sostenible, al buscar la solución
por quienes forman parte del problema. Al respecto, es importante destacar que
en gran medida el subdesarrollo es producto del desarrollo. El escritor
uruguayo Eduardo Galeano lo definió así: Que unos mueran de hambre es porque
otros mueren de indigestión (Aguado, 2014). Esta premisa coincide con que esta
situación desfavorable del sur global es producto del proceso de globalización
financiera que ha beneficiado a las naciones desarrolladas (Girón, 2012, p. 4).
El debate sobre los
verdaderos motores de la CID ha sido sumamente discutido. En este sentido,
conviene revisar la siguiente cita: “los
objetivos de esta actividad tienen como leitmotiv,
más que contribuir al desarrollo de los países menos beneficiados, promover la
perpetuación de las relaciones Norte-Sur” (Prado, s.f., p. 5).
Como se plantea al inicio del ensayo. Un
tema relevante en materia de CID es la asignación de los recursos. Desde la
perspectiva kantiana de la dignidad
humana, resulta imposible argumentar qué criterios son válidos para definir en
qué se invertirán los recursos disponibles para la CID, puesto que para Kant
todos los seres humanos son invaluables e iguales en tanto que son dignos
(Cortina, 1996, p. 7). En este sentido, si el ser humano es invaluable resulta
contradictorio determinar qué recursos se van a repartir y bajo qué criterios
(Etxeberria, Martínez & Teitelbaum, 2002, p. 13).
Conclusiones
En este ensayo se ha revisado el
acontecimiento fundacional de la CID y las razones económicas y geopolíticas
que lo explican. Asimismo, se ha analizado el sistema de CID actual, desde
quiénes son los principales actores y cuáles son sus propuestas hasta las
incoherencias del sistema.
Aunado a esto, se ha buscado
realizar un análisis crítico del contenido y contrastarlo con los principales
paradigmas éticos. Esto con la finalidad de identificar cuáles son las razones
que mueven a los países del primer mundo para cooperar con los países
subdesarrollados; y así, poder determinar si la CID se ejecuta de manera ética.
La evidencia sugiere que el
principal motor de los países desarrollados para cooperar con los
subdesarrollados es el interés propio de los primeros. Asimismo, hoy en día no
existe evidencia que demuestre que los mecanismos del CAD realmente promueven
el desarrollo del sur global. En consecuencia, se puede concluir que, por lo
menos, el principal motivo de la CID no es la ética, sino los intereses.
En consecuencia, se sugiere que se
redefina la finalidad de la CID, de manera que se reestructure la arquitectura
de CID mundial hacia una que considere la viabilidad ética de las acciones en
materia de CID. Para que la CID se ejerza de forma ética, será necesario que se
busquen cubrir las múltiples categorías éticas y empatarlas con los ODS y,
además, revisar si las acciones se están realizando con base en los paradigmas
éticos vigentes.
Referencias básicas:
Angulo, C. (s.f.). Ética, orden legal y nueva visión de la cooperación internacional para
el desarrollo. Recuperado de: http://www.ehu.eus/cursosderechointernacionalvitoria/ponencias/pdf/1999/1999_1.pdf
Cortina, A. (1996). Ética. La vida moral y la reflexión ética. Santillana, Madrid.
Etxeberria, X., Martínez, E. &
Teitelbaum, A. (2002). Ética y Derechos
Humanos en la cooperación internacional. Recuperado de: http://www.deusto-publicaciones.es/deusto/pdfs/cuadernosdcho/cuadernosdcho17.pdf
Girón, A. (2012). Desarrollo, ética y
democracia. Revista Latinoamericana de
Economía, volumen(43), pp. 3-7. Recuperado de: http://www.deusto-publicaciones.es/deusto/pdfs/cuadernosdcho/cuadernosdcho17.pdfhttp://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11823951001
González, E. (2012).
Perspectiva de los grupos de interés en la RSE. En García De La Torre, C.,
Lozano, J. F., & Raufflet, E. Responsabilidad
social empresarial (p. 93). Estado de México, México: Pearson Educación.
Martínez, E. (2002). Justicia.
En Adela, C. & Conill, J. 10 palabras
clave en Ética (p. 167). Estella
(Navarra).
Prado, J. P. (s.f.). La
dimensión ética de la cooperación internacional al desarrollo Entre la
solidaridad y el poder en las relaciones internacionales. Iniciativa Interamericana de Capital Social, Etica y Desarrollo del
Banco Interamericano de Desarrollo, p. 5. Recuperado de: http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd52/etica.pdf
Rossi,
B. (2010). Our obligations to the foreign
poor. University of Notre Dame. The review of politics. Extraído
de: https://0-www.cambridge.org.millenium.itesm.mx/core/services/aop-cambridge-core/content/view/17572B6794F6A9F66CEC0CB3368A41A4/S003467051200068Xa.pdf/our_obligations_to_the_foreign_poor_w_miller_richard_globalizing_justice_the_ethics_of_poverty_and_power_oxford_oxford_university_press_2010_pp_288.pdf
Referencias
complementarias:
Aguado, M. (2014). ¿Somos muchos o es que algunos tragan demasiado? Recuperado de: https://iberoamericasocial.com/somos-muchos-o-es-que-algunos-tragan-demasiado/
Asamblea General de las Naciones Unidas, “Transformar nuestro mundo: la
Agenda para el Desarrollo Sostenible” (A/Res/70/1). (2015). Recuperado de: https://undocs.org/sp/A/RES/70/1
Báez, J. M. (2008). Un análisis crítico del actual sistema
internacional de cooperación al desarrollo. Estudios
Económicos de Desarrollo Internacional, volumen(8-2), p. 32. Recuperado de:
http://www.usc.es/economet/reviews/eedi822.pdf
Domínguez, R. (2011). 50 años del Comité
de Ayuda al Desarrollo de la OCDE. Cátedra
de Cooperación Internacional y con Iberoamérica, volumen(7), p. 3.
Recuperado de: http://www.ciberoamericana.com/pdf/Briefing7.pdf
Herrera, A. K. (2012). El modelo chino y el dilema de la
cooperación internacional para el desarrollo. Recuperado de: http://sursur.sela.org/listado-de-noticias/2012/10/el-modelo-chino-y-el-dilema-de-la-cooperación-internacional-para-el-desarrollo/
Naciones Unidas. (s.f.). Desarrollo sostenible. Recuperado de: http://www.un.org/es/ga/president/65/issues/sustdev.shtml
Oxfam. (s.f.). Ayuda Oficial al Desarrollo. Recuperado de: http://www.realidadayuda.org/glossary/ayuda-oficial-al-desarrollo
Recursostic. (s.f.). El utilitarismo de Bentham y de Stuart Mill. Recuperado de: http://recursostic.educacion.es/secundaria/edad/4esoetica/quincena4/quincena4_contenidos_3.htm
Wallerstein, I. (2004). Estados Unidos y
Europa de 1945 a la fecha. La Jornada. Recuperado
de: http://www.jornada.unam.mx/2004/05/26/008a1pol.php?printver=1&fly=
Weston,
B. (2000). Marshall Plan. Encyclopedia of
the American Constitution, volumen(4), p. 1687. Recuperado de:
http://0-go.galegroup.com.millenium.itesm.mx/ps/retrieve.do?tabID=T003&resultListType=RESULT_LIST&searchResultsType=SingleTab&searchType=BasicSearchForm¤tPosition=2&docId=GALE%7CCX3425001596&docType=Topic+overview&sort=RELEVANCE&contentSegment=&prodId=GVRL&contentSet=GALE%7CCX3425001596&searchId=R1&userGroupName=itesm_mo&inPS=true&authCount=1&u=itesm_mo
[1]
Se conoce como Plan
Marshall en referencia al Secretario de Estado de EEUU de la época, George C.
Marshall. Pues fue en un discurso suyo donde se planteó la idea de emprender un
programa de reconstrucción para los países europeos destruidos por la SGM
(Weston, 2000, p. 1687).
[2]
El utilitarismo es
un paradigma ético cuyos principales exponentes han sido los filósofos Jeremy
Bentham y John Stuart Mill. Esta corriente ética considera que los seres
humanos buscamos el placer y, por tanto, la calidad ética de las acciones se
define en función de la cantidad de placer que genere al mayor número de
personas. No obstante, para que una acción sea utilitarista, Jeremy Bentham
determinó que debería de ser imparcial (Recursostic, s.f.).
[3] Como se explicó en el párrafo anterior, el desarrollo
sostenible busca cubrir las necesidades de las generaciones actuales sin
comprometer a las generaciones del futuro. Es claro que en la CID un pilar
fundamental es que se alcance el desarrollo de forma sostenible; tan es así que
la Agenda 2030 de la ONU pone especial énfasis en este aspecto (A/RES/70/1,
2015).
[4] Kant afirma que “los seres humanos no tienen precio,
no pueden intercambiarse por un equivalente, sino que tienen dignidad” (Cortina,
1996, p.7). En otras palabras, los seres humanos son un fin en sí mismo
(Cortina, 1996, p. 7). Esto es congruente con la CID; puesto que busca aumentar
los niveles de desarrollo del grueso de la población mundial, reconociendo al
ser humano como un fin en sí mismo.
[5] Se denomina AOD a la ayuda que cumple con los siguientes
requerimientos: Es otorgado por organismos oficiales de los países donantes; su
objetivo es promover el desarrollo y bienestar social y económico; se concede a
países socios del CAD; es de carácter concesional, esto significa que se otorga
como donación o se concede con un interés debajo de mercado y con un elemento
de donación de al menos 25 por ciento (Oxfam, s.f.).
[6] Para Aristóteles, la justicia se resumía, básicamente, en
dar un trato de iguales a los iguales y de desiguales a los desiguales
(Martínez, 2002, p. 167). Si, como se mencionó anteriormente, de acuerdo a
Kant, la dignidad es inherente al ser humano; luego entonces la humanidad al
ser sujetos de dignidad, asimismo, son sujetos de justicia. Por tanto, la
justicia social forma parte central en la CID. Lo cual, al final del día, es
procurar el bienestar imparcial.
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