martes, 14 de noviembre de 2017

La Desigualdad de Género: 
El Principal Obstáculo Para Lograr Una 
Sociedad Verdaderamente Justa por Emanuel Estrada Larios


LA DESIGUALDAD DE GÉNERO: 

EL PRINCIPAL OBSTACULO PARA LOGRAR UNA 
SOCIEDAD VERDADERAMENTE JUSTA

I. INTRODUCCION

¿Puede acaso alcanzarse una sociedad justa mientras exista la desigualdad? Sería erróneo negar que a lo largo de la historia, se ha tenido un avance moral, en el cual cada vez se promueve más el respeto, la tolerancia, la libertad, los derechos humanos y la igualdad. Sin embargo, existe todavía un problema de gran magnitud que a pesar de su antigüedad, sigue siendo un tema vigente: las oportunidades que reciben las mujeres en comparación con los hombres son desproporcionadas y poco igualitarias. Si se quiere alcanzar dicha justicia es fundamental comenzar por reconocer los derechos de las mujeres, que son es sí, derechos humanos además de nivelar el plano de oportunidad entre los dos géneros. Este ensayo explora diversos aspectos sobre la desigualdad entre hombres y mujeres existentes en México y en el mundo, que no solo existe en el campo laboral, sino muchas veces en la falta de reconocimiento de sus derechos mismos. A lo largo de la investigación se analiza el tema en relación a la igualdad, los derechos humanos y la justicia social.
El tema de la igualdad de género cobra una vital importancia en cuanto al respeto de la dignidad humana –la cual afirma que las personas no tienen precio, sino que son de valor infinito y merecen ser respetados incondicionalmente por el simple hecho de ser humanos (Cortina, 1996, p. 2)– ya que se debe reconocer que las mujeres, al igual que los hombres, son personas dignas y con derechos, y el atentar contra ellas por el simple hecho de su género es atentar contra la humanidad misma. No se puede negar que existen diferencias entre ambos géneros, sin embargo estas diferencias no reducen la humanidad de las mujeres y por lo tanto merecen respeto como los hombres.
Es totalmente ilógico querer eliminar la discriminación por raza, edad, creencias u orientación sexual si no se comienza por el factor más fundamental que divide a la sociedad: el género. Solo hasta que se reconozcan los derechos de las mujeres y se nivele la balanza de oportunidades reduciendo la desigualdad entre ambos géneros, se logrará entonces un desarrollo social verdadero que conllevará a la eliminación total de la discriminación y la intolerancia.

PALABRAS CLAVE:

Género, Igualdad, Derechos Humanos, Justicia Social, Mujeres, Discriminación.

II. DESARROLLO

1. IGUALDAD

En todas las sociedades, por más desarrolladas que se consideren, se puede observar desigualdad de una forma u otra. La desigualdad de género es uno de los problemas más grandes a nivel mundial, ya que limita el desempeño libre y completo de la sociedad (Etxeberria, 2000, pp. 40-47), y más específicamente de más de la mitad de la población humana, siendo entonces uno de los mayores impedimentos para alcanzar un mundo donde tanto hombres como mujeres tengan acceso igualitario a diversas oportunidades. Dicho esto, considerar las necesidades de todas las persona es vital para alcanzar una sociedad igualitaria. Es esta la razón por la cuál los autores del artículo Trade Liberalization And Gender Inequality In Emerging Economies - From The Perspective Of Sustainable Development Goals, aseguran que “alcanzar la igualdad de género es una de las más grandes metas y retos de [la sociedad] porque el desarrollo sustentable no puede ser alcanzado si se niega a la mitad de la humanidad” (Fatema, Li, & Mohammad, 2017, p. 1085). El planteamiento de igualdad comienza en el reconocimiento de las mujeres como lo que son: personas humanas, y no ciudadanas de segunda clase. Partiendo de este punto, es obvia la necesidad de promover un entorno igualitario que considere sus necesidades, ya que tanto hombres como mujeres son capaces de un desarrollo exitoso y son contribuyentes de igual importancia al desarrollo de la sociedad misma. Ahora bien, una sociedad igualitaria ofrece oportunidades a todos sus miembros por igual y permite que desarrollen su potencial sin obstáculos. El autor de La Enarmonía: Ser Igual Sin Ser Idéntico, Una Reflexión Sobre La Igualdad De Género hace énfasis en esta idea expresando que “la igualdad supone reconocer la libertad de todos los individuos por igual mientras que, por otro, la libertad permite que exista una igual consideración de todos los individuos” (García, 2015, p. 139). Es entonces necesario que en la sociedad se promueva no solamente la consideración de un grupo selecto o la mayoría, sino de todos los individuos que la conforman, y que esta consideración conlleve al respeto de la libertad de cada persona para definir y alcanzar sus convicciones propias sin importar ningún factor, en esta caso específico su género (Barena, 2014, pp. 315-316). Las mujeres deben contar con la misma libertad para alcanzar sus ideales que muchas veces son sacrificados por cumplir con las normas sociales sobre lo que se considera que es el papel de la mujer. Por lo tanto, si no se eliminan los obstáculos que impiden que las mujeres cuenten con igual acceso a oportunidades que los hombres, entonces no se podrá alcanzar una sociedad, y mucho menos un mundo igualitario.

2. DERECHOS HUMANOS

Es cierto que en muchas maneras, los hombres y las mujeres son diferentes en varios sentidos, pero esto no quiere decir que sean diferentes en cuanto a derechos: “privilegios fundamentales que la persona posee por el hecho de serlo, por su propia naturaleza y dignidad, ya que ambos son igualmente humanos” (Barba, 1997, p. 2). Es por esto que el reconocer a las mujeres como personas humanas conlleva al planteamiento que los derechos de las mujeres son más que solo eso; son derechos fundamentales. Bajo esta perspectiva, se entiende que el respeto a los derechos no busca igualar a los individuos meramente, sino que reconoce las necesidades de cada uno y promueve el respeto a su dignidad. “La igualdad no debe ni negar las diferencias ni interpretarlas sine qua non como desigualdades. No implica la difuminación de las diferencias, sino que estas conviven manteniendo su autonomía” (García, 2015, p. 155) asegura una vez más el autor del artículo previamente mencionado, explicando de manera sencilla la relación de derechos y diferencias. De aquí, reconocer los derechos de ambos, mujeres y hombres, no significa ignorar las renombradas diferencias físicas, psicológicas y emocionales que existen entre los dos, sino reconocerlas por lo que son: simples diferencias de complexión pero que no reducen la humanidad de la mujer. Es saber convivir con dichas diferencias y complementarse, mas siempre bajo el principio que ambos  –hombres y mujeres– son igualmente humanos y merecen entonces un trato digno y respeto por sus derechos fundamentales (Peña, 2012, p. 31). Los derechos de las mujeres son, por lo tanto, derechos humanos, y por ende deben ser protegidos como ello. El problema es que muchas veces, tal como lo asegura la autora de Measuring Structural Gender Equality in Mexico: A State Level Analysis, “la ley todavía trata de manera diferente a hombres y mujeres en México y en muchos estados los derechos de las mujeres son virtualmente inexistentes desde un punto de vista legal” (Frias, 2008, p. 242). Partiendo del principio que las mujeres son personas humanas en su totalidad, tratarlas de manera diferente que a los hombres simplemente por su género se vuelve un atentado en contra de los derechos humanos, y por lo tanto un acto inconstitucional. Por eso, es fundamental entender que cualquier persona, sin importar su género, es digna y tiene derechos inviolables, y que discriminar en base a género es un acto totalmente ilógico e inmoral. En pocas palabras, las diferencias que existen entre hombres y mujeres no reducen la humanidad de ninguno, lo que hace el respetar sus derechos un principio inviolable al que todos deben tener acceso, y que se debe promover en toda sociedad.

3. JUSTICIA SOCIAL

La justicia social de la que tanto se habla hoy en día, solamente se podrá lograr si se respeta la igualdad y los derechos de todos los individuos que conforman la sociedad misma.  Dicha justicia es entendida como la existencia de mecanismos en la sociedad para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas de todos los miembros de la misma (Olivé, 2004,  p.126). Es importante entonces que el estado, la comunidad, e incluso cada persona trabaje para alcanzar una sociedad justa que traerá consigo más que solamente armonía. Como punto de partida, el estado debe garantizar que la sociedad respete los derechos y principios de igualdad para alcanzar una sociedad justa. En uno de sus artículos, Elizardo Rannauro expresa que “es necesario y fundamental incorporar la perspectiva de género en la armonización legislativa al derecho interno en México, así como en las propuestas de reforma, identificando los compromisos internacionales y los ordenamientos jurídicos aplicables para eliminar la desigualdad y la no discriminación, esto es, respetando los derechos humanos de las mujeres y hombres” (Rannauro, 2011, p. 223). Es evidente que los problemas que se han planteado a lo largo de este trabajo, no se resolverán solos, y por eso se deben implementar soluciones que direccionen a los miembros de la sociedad a adoptar prácticas de respeto a la igualdad y a los derechos de todos. El estado juega un rol vital en este cambio, ya que fundamentar estos principios en el ámbito legal es la base para impulsar a la sociedad a un cambio paulatinamente. En consecuencia, una sociedad justa no solo traerá armonía, sino que también traerá consigo otros aspectos positivos para el bienestar comunitario. Esto puede observarse en la investigación realizada en diversos países acerca de los efectos de la igualdad de género en el bienestar comunitario que demuestran que aquellos países en los que la desigualdad es menor, tanto la salud física como psicológica es de más alta calidad entre sus miembros (Tesch-Römer, Motel-Klingebiel, & Tomasik, 2008, pp. 337-342). Este problema toma entonces una nueva dimensión, que reconoce que este no es solo un asunto de relevancia para las mujeres, sino para la comunidad entera, ya que una sociedad justa que promueve la igualdad y el respeto de los derechos es una sociedad más saludable, más funcional, y sobretodo más feliz (Sánchez, 2012, p. 38). En breve, si se quiere alcanzar la construcción de una sociedad justa, todos los individuos deben trabajar y contribuir arduamente en comunión con el estado y la comunidad internacional para garantizar el respeto de los derechos igualitarios de todos los miembros de la misma.

III. CONCLUSIONES

Es evidente que ya sea que se hable de igualdad, derechos humanos o justicia social, se llega siempre a un mismo punto: es fundamental reconocer los derechos de todos –hombres y mujeres– y trabajar por oportunidades igualitarias entre ambos géneros. Solo así se podrá alcanzar la justicia social que tanto anhelamos, comenzando por nivelar el plano de oportunidades tras reconocer los derechos de las mujeres que en muchas ocasiones son ignorados o reprimidos, pero que son es sí, derechos humanos. A pesar del progreso que se ha observado a lo largo de la historia, todavía queda mucho trabajo por hacer para lograr una sociedad verdaderamente justa (Delgado & González, 2010, p. 142) en la que tanto hombres como mujeres puedan realizarse y alcanzar sus ideales sin ningún obstáculo.


IV. REFERENCIAS


1. Bibliografía Básica:

Fatema, F., Li, Z., & Mohammad, M. I. (2017). Trade liberalization and gender inequality in emerging economies - from the perspective of sustainable development goals. Asian Economic and Financial Review, 7(11), 1075-1092. Recuperado de http://0-dx.doi.org.millenium.itesm.mx/10.18488/journal.aefr.2017.711.1075.1092
Frias, S. (2008). Measuring structural gender equality in Mexico: A state level analysis. Social Indicators Research, 88(2), 215-246. Recuperado de http://0-dx.doi.org.millenium.itesm.mx/10.1007/s11205-007-9193-4
García, F. C. (2015). La enarmonía: Ser igual sin ser idéntico. una reflexión sobre la igualdad de género/Enharmony: Being equal without being identical. A reflection on gender equality. Foro Interno, 15, 129-158,186. Recuperado de http://0-dx.doi.org.millenium.itesm.mx/10.5209/rev_FOIN.2015.v15.50381
Rannauro, E. (2011). El derecho a la igualdad y el principio de no discriminación: la obligación del gobierno de México para realizar la armonización legislativa con perspectiva de género. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla, V(28), 204-224. doi:http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=293222189010
Tesch-Römer, C., Motel-Klingebiel, A., & Tomasik, M. J. (2008). Gender differences in subjective well-being: Comparing societies with respect to gender equality. Social Indicators Research, 85(2), 329-349. Recuperado de http://0-dx.doi.org.millenium.itesm.mx/10.1007/s11205-007-9133-3

2. Bibliografía Complementaria:

Barba, B. (1997). Educación para los derechos humanos. México: Fondo de Cultura Económica.
Barena, A. (2014). Pactos para la igualdad: Hacia Un futuro sostenible. Santiago: Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
Cortina, A. (1996). Ética. La vida moral y la reflexión ética. Madrid: Santillana. 
Delgado, D. & González, C. (2010). Mujeres en el Mundo: Multiculturalismo, violencia, trabajo, literatura y movimientos sociales. Valencia: LAINET.
Etxeberria, X. (2000). Ética de la diferencia. Bilbao: Universidad de Deusto.
Olivé, L. (2004). Inter-culturalismo y Justicia Social: Autonomía e Identidad Cultural en la era de la globalización. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
Peña, B. (2012). equidad de Género Y Justicia electoral: La alternancia de géneros en las listas de representación proporcional. Ciudad de México: Poder Judicial de la Federación.
Sánchez, C. (2012). Reporte sobre la discriminación en México 2012 - Trabajo. Ciudad de México: Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación.


CONCLUSION:

RESULTADOS DE INVESTIGACIÓN

La experiencia de aplicar encuestas me ayudó a dimensionar de mejor manera la importancia de contar con un transporte público digno y eficiente para todos, ya que muchísima gente depende de este para realizar sus traslados día a día. Muchas personas explican que dependen principalmente del transporte público –principalmente del autobús– porque no tienen los recursos para comprar un auto particular, pero aún así, estos realizan una fuerte inversión en el transporte público y expresan la necesidad de que el servicio mejore, principalmente para mujeres y niños. Una de las principales problemáticas que fue mencionada diversas veces por los entrevistados es el mal trato y descortesías de los choferes de las unidades, quienes en realidad tendrían que ser figuras ejemplares y mantener el orden respeto dentro de sus vehículos, pero muchas veces no contar ni siquiera con el apoyo del chofer hace que las mujeres y niños que utilizan el transporte público se sientan verdaderamente vulnerables ante cualquier peligro. Muchas mujeres también expresaron que han experimentado abusos de varios tipos, principalmente un tipo de acoso que muchas veces pasa desapercibido: los llamados rozones. Estos son ligeros toques que reciben de personas que abordan a las unidades y que escudados en que hay “mucha gente” es inevitable evitar totalmente ligeros roces físicos, pero estos muchas veces no son accidentales. Algunas mujeres se defienden ante estos acosadores, pero muchas otras, por miedo a que estos sujetos vengan armados o hagan daño a los hijos que muchas veces acompañan a sus madres, deciden permanecer calladas y no hacer nada al respecto. Por lo tanto, las personas consideran que es necesario implementar acciones que mejoren la experiencia de todos los usuarios, destacándose principalmente la instalación de cámaras en cada unidad, contar con un oficial a bordo, “pero policías que sí hagan algo cuando sea necesario” –agregó una entrevistada– y regular el número de personas que abordan y en qué condiciones lo hacen, para no poner en riesgo la seguridad ni la integridad de los demás pasajeros a bordo. Creo que existe mucha verdad en la famosa frase que dice que “un país desarrollado no es aquel donde el pobre tiene auto, sino aquel donde el rico utiliza el transporte público”. Si se trabaja para crear un sistema de transporte más eficiente y en donde todo usuario se sienta seguro y cómodo, no solo estaremos resolviendo un problema ciudadano que beneficiará a las mujeres, sino que toda la comunidad entera.

Datos del autor:
Emanuel Estrada Larios
a01633605 @ itesm.mx

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