viernes, 29 de junio de 2012

ARTÍCULO FINAL


NUEVO PARADIGMA ÉTICO

La ética a lo largo de la historia ha sufrido cambios y se ha rodeado de distintas concepciones de pensamiento. Es claro que el contexto de la época marca diferentes necesidades y diferentes modalidades de ética, sin embargo, este no fue un factor para que su importancia se diluyera con el pasar de los años, al contrario; siempre ha constituido un ideal y una herramienta que apela a la racionalidad del ser humano aplicada a sus actos. Hoy en día nos encontramos en una crisis de moralidad, una falta de ética causada por los sistemas que hemos impuesto que centran nuestras vidas en las cosas materiales, en las riquezas artificiales y en la ambición por el poder que hace repelernos unos a otros favoreciendo el individualismo. Es por ello que la preocupación en la sociedad ha aumentado y aunque no son muchos quienes han decidido hacer algo, se inclinaron por atacar el problema de raíz atendiendo a las nuevas generaciones de profesionistas en su educación y formación; razón de sobra por la que hoy nos encontramos cursando la materia de Ética, profesión y ciudadanía.

Pero vamos primero a diferenciar lo que es la ética y la moral; palabras que se utilizan indistintamente la mayoría de las ocasiones para referirse a lo mismo. La moral se refiere a las normas aceptadas desde el momento en que nacemos determinadas por el contexto, región y tiempo, caracterizada por las costumbres que la sociedad adopta (“es lo que hay”). Por otra parte, la ética viene a ser producto de una reflexión crítica de carácter filosófico que busca develar “el por qué” de las cosas, inclusive de la propia moral. Entendiendo por separado ambos conceptos, podemos concluir que la ética será el medio capaz de motivar a la acción correcta por medio de la toma de decisiones racionalizadas.

Dichas acciones y decisiones no permanecieron constantes, abriendo la oportunidad a distintas teorías éticas que fueron el fundamento principal del concepto que conocemos actualmente. Aunque datan de cierta antigüedad, existen algunos principios de cada una de ellas que podrían aplicarse a nuestra vida diaria y constituir una teoría más ad hoc al mundo contemporáneo. Del utilitarismo tomaría la importancia que le dan a las consecuencias y el impacto de una acción; a veces actuamos sin pensar en lo que pasará. Kant aporta varios principios: los derechos humanos, el respeto a la dignidad humana, el imperativo categórico (leyes universales) y la autonomía moral; en otras palabras constituye la base para relacionarnos unos con otros sin pasar por encima de nadie. Para tener garantía de que se cumplirán las leyes establecidas podemos ayudarnos de Hobbes (Contrato social), conformando un estado cuyo propósito sea asegurar que todos respetemos los acuerdos y que no nos dañemos entre sí. Aristóteles se basa más en la persona o el individuo, sin embargo, para crear una sociedad más unida y que vea por el bien común, se requieren de personas integradas, es decir; que tenga una formación basada en las virtudes encargadas de forjar el carácter a través de los hábitos, que sepan diferenciar los excesos de la acción prudente optando por el término medio, que obviamente requiere de una reflexión previa. Así pasamos a la ética del cuidado donde podríamos tomar tres puntos muy importantes de los cuales carecemos los seres humanos y las sociedades:

-       el cuidado y la responsabilidad con el otro concreto que deriva el sentido de interdependencia y da origen a la

-       equidad; referida a un mismo trato y oportunidades para todos, y no se habla solo del hombre sino también de la mujer.  

-       Y por último, el cuidado del medio ambiente, que en nuestros días hay mucho que hacer al respecto.

Finalmente, extraemos el diálogo que plantea la ética dialógica como base de todo acuerdo, ley o interacción humana, donde las aportaciones de cada participante cuenta sin excluir a las minorías y donde se acatan resoluciones en conjunto que beneficien a todos; posterior a una exposición de ideas que se embonan para obtener una más completa y adecuada.



Si concibiéramos la ética como algo tangible, por ejemplo una casa, nos daríamos cuenta que con el pasar de los años, si no existe un mantenimiento adecuado, se puede ir deteriorando y perdiendo valor hasta devaluarse por completo; esto mismo pasa con la ética en la actualidad, nuestra mente ha estado tan ocupada en  el ir y venir, en nuestra vida tan rutinaria y sistematizada, en el trabajo, en el pago de deudas, en la competencia, que nos quedamos sin tiempo para razonar lo que hacemos, para darnos cuenta si solo nos estamos moviendo hacia dónde va la corriente, para reflexionar si son correctas las acciones que impone el sistema y para ser críticos de la realidad que vivimos en todos los ámbitos (personal, social, político, económico…).

Hablar de cómo afecta el sistema en nuestras vidas, es hablar del trabajo, de las corporaciones, de los negocios; de la economía en general, la cual es el motor que impulsa nuestros hábitos y decisiones. Para mejorar nuestra situación económica requerimos de un empleo, por lo tanto, nuestro objetivo se centra en encontrar aquel cuyos beneficios económicos sean lo más altos y nos esforzamos por conseguirlo. Pero ¿Cuáles son las características de este trabajo? El trabajo del mundo postmoderno es absorbente; no te permite establecer relaciones serias ni duraderas tanto sociales como familiares, carece de confianza, lealtad y compromiso debido a que se rige sobre el lema “nada a largo plazo” (Sennet, 2000, 22), existe una movilidad constante y rotación de puestos que desembocan muchas de las veces en desempleo, nada es seguro y se produce incertidumbre acerca del futuro. Todo esto conlleva a la corrosión del carácter definido por Sennet como: “el valor ético que atribuimos a nuestros deseos y a nuestras relaciones con los demás” (Sennet, 2000, 10), si no existe tiempo para relacionarnos y para la interacción con nuestros iguales podemos concluir que “las cualidades del buen trabajo no son las cualidades del buen carácter” (Sennet, 2000, 20), hecho que podemos evidenciar con la situación laboral de los empleados de Google.

Ya que mencionamos a las corporaciones, podemos constatar que no son propiamente aquellas instituciones que se rigen con principios éticos como desearíamos, sino muy similar a la contraparte. Las decisiones que se toman están en manos de unos cuantos y generalmente terminan por perjudicarnos a todos; dan paso a fraudes y crisis con la finalidad de maximizar las ganancias, están dispuestas a pasar por encima de quien sea necesario para lograr sus objetivos, degradan el medio ambiente a sabiendas del daño que pueden ocasionar y peor aún, terminan por erosionar la formación ética de nuestros profesionistas.

Ante todas las problemáticas que nos enfrentamos, creo que la solución más adecuada nos la podría brindar Paul Ricoeur con colaboración de John Rawls; ambos conjugan los principios que sugerí al inicio de las teorías éticas. Según Ricoeur el objetivo final de todo ser humano es “constituir una buena vida con y para los otros en instituciones justas” (Ricoeur, 1992, 262). A medida que veamos por el bienestar no solo individual sino también colectivo, empezaremos a desarrollar la filosofía del yo con-y-para-el-otro que obviamente nos permitirá avanzar y establecer las instituciones justas que necesitamos para nuestro crecimiento integral, empezando por cambiar nuestro sistema de gobierno y laboral que irónicamente son los encargados de limitar y someter nuestras vidas. La ética puede dejar de ser un ideal conforme entendamos que se desarrolla en conjunto y que las necesidades e intereses, tanto propios como ajenos, cuentan y se pueden complementar. Esto solo se puede lograr a través del modelo de justicia basado en la equidad que propone Rawls, el cual sustenta la necesidad de:                                                         

(1) que se respete la igualdad de libertad que posee cada individuo sin ser invadida por otros,

(2) apoyar al desarrollo de los más necesitados y abolir la discriminación,

(3) recibir igual oportunidad para calificar a los puestos más privilegiados de una sociedad brindando la educación y capacitación requerida para ello.



Nada de lo que comparto tiene sentido si no lo aplicamos en nuestras vidas, sino nos involucramos en el ámbito público como profesionistas, que al fin de cuentas es donde se interconecta todo lo que nos define como seres humanos y donde se gestan los cambios. No debe existir temor por arriesgar nuestro éxito profesional al participar en asuntos públicos, ambos pueden equilibrarse, prueba de ello son nuestros entrevistados quienes llevan de la mano a la ética en sus decisiones permitiéndoles llegar a donde están. Es verdad que nos enfrentaremos a grandes dilemas al ejercer nuestra profesión y que en ocasiones el propio sistema se interpondrá y atentará contra nuestros principios, pero debemos considerar siempre lo que está en juego; a quienes afecta o intervienen en mi decisión (stakeholders), cual es la opción más viable o más correcta, con que puede vivir mi conciencia y con que no. Nosotros somos los responsables de transformar el futuro próximo y un verdadero agente de cambio debe sustentar sus acciones éticamente.





Bibliografía

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·         Velasquez, Manuel G. Ética en los negocios. Pearson Educación, México 2006

·         Informarn, (2009, octubre 9). Zygmunt Bauman: la crítica como llamado al cambio. [Archivo de Video]. Recuperado de


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·         Weiss, Joseph W., Ética en los negocios: un enfoque de administración

de los stakeholders y de casos, Thompson, México 2006


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