lunes, 18 de junio de 2012

CRISIS FINANCIERA + CRISIS AMBIENTAL = CRISIS ÉTICA


A pesar de vivir en un mundo cambiante, donde se han experimentado y se ponen en práctica distintos sistemas políticos, económicos y sociales, las acciones y las tendencias del comportamiento de un individuo libre siguen siendo las mismas: “obrar en relación al mayor beneficio para sí mismo”. Aunque parece formar parte de la genética del ser humano, de ese subconsciente engañoso que puede llegar a burlar nuestros principios, nuestra formación, incluso lograr la incongruencia entre nuestros actos y lo que decimos, o peor aún, entre lo que algún día defendimos y sustentamos de manera ecuánime  y lo que simplemente considerábamos inconcebible.

Es así como nuestro mundo actual, ha llegado a ser lo que conocemos; el hábitat para el desarrollo máximo de las desigualdades, donde a quienes consideramos como seres capaces y preparados, que pueden tener acceso al poder y realmente lograr un cambio radical, son los seres que carecen en mayor medida de moralidad, del sentido de pertenencia humano que nos liga con los demás para formar lo que llamamos sociedad, que en la actualidad, continua siendo parte de un ideal.

Los ricos quieren ser más ricos, y ante ello, a los pobres no les queda aspiración alguna que seguir siendo pobres. Los profesionistas que estamos formando ponen como objetivo principal el éxito económico, la ascensión entre las clases sociales sin importar a quien o a quienes haya que desplazar. Inside Job, es un claro ejemplo de lo que hago mención; un pequeño grupo selecto manejando la economía mundial detrás de las corporaciones más “exitosas”, con un capital capaz de corromper a quien intente intervenir o atentar contra sus fortunas; no existe poder humano que los detenga. Crisis que afectan a millones de personas en el mundo, se transforman en millones de dólares en las cuentas de quienes las producen.

Aunada a la crisis financiera, aparece la crisis ambiental. Cada planta industrial instalada modifica los paisajes y deteriora el medio ecológico a través de los contaminantes emanados. Si bien tiempo atrás se ignoraba su impacto, hoy en día es de conocimiento y preocupación universal, sin embargo, el panorama no ha cambiado en gran medida. La tala de bosques, la contaminación del agua, la expulsión desmedida de gases a la atmósfera son algunas de las practicas degradantes que nos hacen pensar que los seres humanos somos ajenos a la naturaleza, pero no es así; nuestro egoísmo y abuso del medio ambiente han tocado los límites de sustentabilidad y han encendido los focos rojos en el planeta.

No hay duda que somos una civilización utilitarista en su mayoría, al menos quienes se encargan de tomar las decisiones que nos rigen lo son, pero es un utilitarismo llevado al extremo, un utilitarismo vacío que bien podría ser considerado como un hedonismo irracional. Este sistema nunca nos permitirá desarrollarnos plenamente ni en el ámbito individual y mucho menos en el colectivo, ya que al formar parte de estadísticas, de pérdidas y ganancias monetarias, estamos degradando y desapareciendo nuestra naturaleza humana convirtiéndonos en simple objetos utilizados como medios y no como fines en sí mismos, según el postulado de Kant.

La ética y la dignidad como base de la misma, son características inherentes para todo ser humano debido a que poseemos la capacidad de razonar. En el momento en que decidamos dejar de utilizarnos unos a otros, nuestro comportamiento como individuos ya no será más un ideal y se dará paso a la sociedad; una sociedad consciente de que nuestra existencia se debe a la naturaleza y por ende somos responsables de su preservación.

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