lunes, 18 de junio de 2012

La necesidad de la ética

Por Eduardo Villanueva Basabe

Los seres humanos hemos evolucionado de manera diferente a las especies animales, y siempre se lo hemos atribuido a nuestra racionalidad o la capacidad que tenemos de razonar. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la razón es la facultad de discurrir el entendimiento. Esto quiere decir que gracias a ella podemos inferir, reflexionar, aprender, argumentar y muchas otras actividades mentales que nos distinguen de los animales.
A partir de esto, podemos decir que el ser humano tiene, por su misma racionalidad, la facultad de congregarse en sociedades civilizadas donde la convivencia y el desarrollo se hagan armoniosamente en comunidad. Sin embargo, hay algunos antecedentes históricos que demuestran que esta convivencia no siempre ha sido civilizada. Las guerras, los atentados, las luchas por el poder político y económico, son ejemplos que indican que la racionalidad del ser humano es fácilmente corruptible.
Al parecer, no basta con que se nos eduque en el hogar acerca de cómo debemos actuar y convivir en sociedad. No basta que nos enseñen desde niños un modelo de conducta basado en valores morales, si no lo cuestionamos y nos convencemos a nosotros mismos que esa es la mejor manera de comportarnos ante determinadas situaciones.
Por eso necesitamos de la ética. Necesitamos que nos enseñe a reflexionar sobre nuestras elecciones de comportamiento, para así poder decir que formamos parte de una especie realmente civilizada y completamente racional; y esta formación ética, no sólo corresponde a la familia, sino a todo tipo de agrupación humana.
Sucesos actuales como las crisis económicas y medioambientales, la inseguridad y algunas catástrofes y accidentes han demostrado que la formación ética que se da en el núcleo familiar es insuficiente para una sociedad en la que las personas pasan más tiempo en la escuela o en el trabajo, que en el hogar.
Algunas investigaciones y documentales como “Inside Job” de Charles Ferguson revelan cómo hasta en los puestos más altos de las empresas e instituciones (en este caso financieras), ocupados por profesionistas supuestamente capacitados para usar su racionalidad, hay una importante ausencia de ética y valores morales; Y muestran cómo esta ausencia de ética ha sido clave para llevar al fracaso proyectos y sistemas completos (en este caso, el sistema económico mundial en el 2008).
Por este tipo de sucesos  se ha vuelto evidente la necesidad de darle continuidad a la formación ética impartida en el hogar, integrando cursos de ética y ciudadanía a los planes de estudio en las escuelas, universidades y hasta en las capacitaciones de las empresas; con la intención de hacernos el hábito racional de reflexionar antes de actuar y calcular las consecuencias de nuestras acciones.
Aún con toda esta formación ética, que hoy en día deberíamos tener, los  seres humanos seguimos siendo vulnerables a usar nuestra racionalidad de manera únicamente individual, propensos a caer en los excesos y defectos tan perjudiciales para el desarrollo personal pleno. Finalmente, la última palabra la tienes tú, yo, y cada persona del planeta. Nosotros somos quienes decidimos cómo comportarnos ante ciertas situaciones. Lo importante es saber fundamentar por qué actuamos como lo hacemos. Si estamos tan orgullosos de nuestra racionalidad, ¿por qué no usarla para actuar éticamente?

Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Recuperado el 18 de Junio del 2012 del sitio: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=raz%C3%B3n

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